Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Bahar - Bejukotai     26 de Iyar 5785     No 1510

Aún no hemos llegado a Ierushalaim
Rav Iony Lavi
(reimpresión)

 

No tiene un paisaje fabuloso, y no hay en ella recursos naturales preciosos. Se encuentra en una zona problemática desde el punto de vista de los caminos y su abastecimiento de agua es difícil y cansador. Y a pesar de ello, hay un encanto misterioso en esa ciudad, que palabras y pensamientos no logran describir. Los psicólogos saben incluso caracterizar una perturbación relacionada con ella, llamada “síndrome de Ierushalaim” – hay personas que llegan a esa ciudad, y comienzan a comportarse en forma extraña. Ellos ven visiones y se imaginan que tienen poderes Divinos y mesiánicos. Eso fue divulgado cuando en el año 1969 un turista de Australia intentó incendiar las mezquitas sobre el Har HaBait (Monte del Templo) y explicó que intentó permitir la nueva construcción del Beit HaMikdash (El Templo) y traer la Redención para el mundo. Pero él no fue el primero que produjo un embrollo alrededor de esa ciudad. Desde siempre, los más grandes imperios lucharon para poner sobre ella sus manos, también pagando un precio enorme de sangres. A todos los guio la intuición interna y la fe poderosa que en esa ciudad se encuentran los Portones del Cielo. El vínculo con lo que está por encima del “ahora” y la realidad presente. Les era claro que asirse en la Ciudad Santa es un bien precioso, que no se puede medir según ningún criterio común.

Pero no menos de lo que Ierushalaim es un lugar geográfico, es también un lugar profundo en el ser. La raíz de origen, pura y limpia, que queda siempre íntegra, en toda situación. Los envoltorios sucios y las deficiencias siempre se quedarán afuera, pero ella permanecerá limpia, inmaculada.

Cada uno tiene su Ierushalaim interna. En momentos de flaqueza y dificultad, decaído y dolor, cuando la realidad se ve desesperante y sin futuro, el judío será capaz de cerrar sus ojos y vincularse con el origen de su energía interna, el alma que aspira elevarse a lo alto todo el tiempo. De ella él se imbuirá de fuerzas para levantar la cabeza y comenzar de nuevo, también desde los abismos más oscuros.

Ese profundo vínculo recibe un recuerdo y un alimento diario. En todo lugar en el mundo, cuando un judío se para para rezar, se orienta a Ierushalaim. En la cumbre de la Noche del Seder y el último rezo de Iom Kipur (Día del Perdón), surge la potente declamación: “El año que viene, en Ierushalaim reconstruida”. Incluso en los momentos maravillosos de la jupa, cuando un hombre y una mujer judíos eligen enlazar sus vidas, se cuidan de recordarse a sí mismos frente a los fragmentos rotos el juramento “si te olvidare, oh Ierushalaim, que se seque mi diestra”. ¿Cómo puede un pueblo salvar un río de miles de años de persecuciones, aniquilaciones, pogromos y Holocausto terribles? Todo eso tiene una misma respuesta: ¡Ierushalaim!

La mayoría de Am Israel (el Pueblo de Israel) festeja con alegría Iom HaAtzmaut (Día de la Independencia). Muchos menos recalcan el Día de la Liberación de Ierushalaim. Es más fácil comprender la necesidad de independencia estatal y de un ejército judío que nos proteja. Es más difícil asimilar e internalizar el valor del lugar espiritual y la kdushá (santidad) en nuestras vidas. Todo eso es cierto también en el plano particular, cuando cada uno de nosotros vive su Iom HaAtzmaut particular de él con su nacimiento, cuando recibe cuerpo y alma, fuerzas y aptitudes para actuar en el mundo. Pero pocos se hacen merecedores también de festejar su Iom Ierushalaim particular: El vínculo con el lugar espiritual, con la misión Divina singular de ellos en el mundo.

Cuando subamos en la próxima semana a Ierushalaim, cuando marchemos por sus calles coloreadas con banderas y jóvenes alegres, recordaremos nuestra misión. No dejaremos a las apariencias confundirnos. No nos conformaremos con poco, y no renunciaremos. Ierushalaim nos espera con paciencia ya hace muchas generaciones, pero hoy estamos mucho más cerca de lo que estuvimos durante dos mil años. Tal parece que la declamación “Har HaBait se encuentra en nuestro poder” continúa siendo cierta sólo en el nivel más básico, pero al Har HaBait realmente no hemos regresado… El camino hacia allí se hace con pasos nacionales valientes, como así también pasos delicados y recatados de cada uno en su vida interior – en la vida de pareja, en el trabajo, en los estudios, en el culto a D’s. Más fe, más amor, más atención, ser más nosotros mismos, quieren decir estar más cerca de casa. ¡El año que viene, en Ierushalaim reconstruida!

 

Educación violenta

Rav Shlomó Aviner

 

Pregunta: ¿Acaso está permitido de vez en cuando darle un coscorrón a un niño atrevido, o que se enloquece? Vemos que muchas veces eso ayuda.

Respuesta: Por supuesto que no. Si también vemos que en la práctica ayuda en forma puntual, la violencia es algo duro y traumático para el niño. El niño es débil e indefenso. Es muy importante darle amor y apoyo, de lo contrario puede desarrollar sentimientos de abandono, lo que puede generar muchos problemas en su adolescencia. El niño necesita seguridad, debe saber que no está desamparado y es amado. A veces, también cuando le cambian la cama de un lugar a otro él siente inseguridad, teme de los cambios. Por ello, no se le debe golpear a los niños, sino que educarlos con amor y suavidad.

Por supuesto, toda regla tiene excepciones. Si un niño hace algo que pone en peligro su vida, por ejemplo se sienta a la orilla de la ventana y casi se cae, se le debe enseñar por el camino duro que no se hace algo así, también con golpes, que le hagan entender la responsabilidad de sus actos. Es cierto que eso puede generar algún trauma, pero se trata de peligro de muerte. Aparte de ello, puede que en antiguas épocas golpeaban a los niños, porque solamente de esa forma entendían. Pero hoy en día, los niños son inteligentes y buenos, y pueden aprender hablándoles.

Es cierto que está escrito “el que guarda su vara, odia a su hijo” (Mishlei 13:24), y de ello podemos entender a primera vista que hay que golpear con un palo a los hijos, pero se lo debe interpretar: Muéstrale el palo, y él entenderá solo. Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk decía que ese versículo se cumple con “una amonestación delicada”. No se le puede decir al niño que algo incorrecto está bien, pero por otro lado si lo criticaremos todo el día eso generará en él sentimientos de inferioridad. Por ello le diremos: Eres un niño bueno, pero tus acciones no te son afines.

El niño no sabe juzgarse a si mismo, el piensa de si mismo lo que los demás dicen de él. Si le dicen todo el tiempo que él no es correcto, él realmente piensa que es malo, y se comporta de esa forma. Contó un profesor judío, Robert Sternberg, expresidente de la Asociación Americana de Psicología en EE. UU.: Entre primer y tercer grado de escuela yo tenía una maestra que nos hacía difíciles exámenes. No tenía éxito en ellos, ni en todos los estudios. Hasta que en cuarto grado llegó una maestra distinta, que me alentó y me dijo que tengo talento, y desde ese entonces comencé a tener éxito. Gracias a esa segunda maestra hoy en día estoy del lado de los disertadores, y no me encuentro en el lado del limpiador del salón.

Cuando se ofende niños, eso queda grabado en su corazón. Como dice el refrán en Idish: Un golpe pasa, pero una palabra queda. No le digas a un niño: “¿Se te cayó? ¡A vos siempre se te caen las cosas!” Sino que: “¿Se te cayó? No es grave, levántalo”. Todos los niños cometen errores. No hay un niño que sea un ángel del cielo. Tampoco los padres son ángeles del cielo, a veces sucede que se enojan con el niño, gritan, e incluso golpean. Pero se debe arrepentirse por ello, disculparse frente al niño, y curar las heridas. El que dañó, debe disculparse. De la misma forma que el que dañó a su prójimo debe indemnizarlo. Ocurrió una vez que un maestro al final del año decía: Si he ofendido algún alumno, pido perdón.

Hay situaciones extremas, en que el niño es un salvaje, y entonces se necesita una educación especial que le sea afín. Pero en nuestros días los niños son normales, agradables y buenos en su interior, y a veces hacen tonterías y cometen errores. Hay que reconocerlo, y no perder las esperanzas. También personas que se encuentran en la prisión, en su mayoría no son malvadas corruptas, sino que personas normativas que hicieron errores.

En efecto, en épocas antiguas las personas eran más salvajes, y quizás la educación violenta les era mas adecuada. Hay un sin numero de testimonios de la barbaridad de las civilizaciones de hace miles de años, como lo que se hacia en el Coliseo de Roma y relatos escalofriantes de guerras que son mencionados por ejemplo en el libro Iosef Ben Matitiau. Pero hoy en día el mundo es mas suave, las personas son más dóciles, y también los niños. Por ello, no es necesaria una educación violenta. Hay que añadir amor, hermandad y valorización al niño. En la Edad Media los encargados de la educación eran los monjes, los discípulos del Papa. Ellos dijeron: En el niño se esconde un diablo, que hay que sacarlo. El método de enseñanza y educación era muy severo y terrible – un niño que hace alguna tontería era tirado al calabozo por un día. Dicho sea de paso, no les hacían así a niñas, no por buenas causas. Ellos pensaban que la mujer es un diablo, por ello no se tiene que esforzar en su educación. Así les era permitido hacerles lo que quieran.

Se debe educar según la comprensión de qué le pasa al niño, qué siente, qué es lo que le impulsa a hacer sus acciones. ¿Por qué el niño es atrevido? ¿Por qué insulta y golpea? Porque algo le molesta. Este angustiado, y por ello así reacciona. Quizás tiene envidia de sus hermanos, quizás fue atacado de alguna forma, quizás tiene dificultades sociales. Hay que conocer las causas, curarlas, en forma gradual y con aclaraciones profundas. Por lo general, la madre es mas apta para ello que el padre. Ella sabe sobrellevar 9 meses al niño en su vientre, lo que por lo visto no sería así tratándose del padre. Ya en el vientre, ella le proporciona un lugar físico, y luego del nacimiento un lugar anímico. Le da un lugar, le escucha, irradia empatía. La madre tiene más entendimiento para comprender algo en base a algo distinto, sentir lo que el niño siente, cual es la razón oculta por la cual actúa de esa forma. Hay Mejinot Kdam Tzvaiot (marcos de estudio preparativos para el ejercito) con métodos educativos abiertos: No se les coerciona a los jóvenes, ellos se levantan cuando quieren, vienen cuando quieren, estudian cuando quieren. Y finalmente – se hacen tzadikim. Por supuesto, no se puede educar así todos los niños, pero hay una forma de educación de ese tipo, en cuanto a jóvenes. Algo autentico, valorar al alumno, darle su tiempo. A veces se necesita decir “no” al niño, pero en forma extraordinaria. Hay que saber cuándo y en qué momento.

Meorot HaShabat

 

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.

Kidush

Sostenido de la copa

El que recita el Kidush recibe la copa con sus dos manos, para demostrar que el recibido de la copa le es apreciado. Y luego sostiene la copa con una mano, para que no parezca que le es una carga. Y debe sostener la copa con la mano derecha, porque la derecha es la mano principal y la más importante[1].

Cuando hace el Kidush no debe ayudarse con la mano izquierda al sostener la copa. Y si es necesario, puede poner la mano izquierda bajo la mano derecha para ayudarse[2].

Según la Kabala es correcto que sostenga la copa en la palma de la mano derecha, y los dedos estarán derechos y erguidos alrededor de la copa[3].

Debe elevar la copa por sobre la mesa un palmo, para que la copa sea vista por todos y la miren, y nuestros sabios dijeron que eso está insinuado en el versículo “una copa de salvación elevaré, y clamaré el nombre del Eterno”[4].

Mirar las velas y la copa

Cuando comienza a recitar “vaijulu” es bueno que mire a las velas, porque ayuda a curar los ojos que se debilitaron por el paso apurado[5]. Y cuando recita la bendición del Kidush debe mirar a la copa, para que concentre su atención en la bendición[6].



[1](Ramba”m, Hiljot Shabat 29:7. Shuljan Aruj, Orej Jaim 183 inciso 4. Mishná Brurá inciso 12).
[2](allí, inciso 4. Mishná Brurá inciso 13, 14 y 17. Kaf HaJaim allí, inciso 22)
[3](allí, Mishná Brurá inciso 15). Y en Kaf HaJaim (allí, inciso 20) citó que según la Kabala debe colocar la copa sobre los dedos cuando estos están lisos, y hay quienes escribieron que hay que sostener la copa con los dedos cuando estos están erguidos, y así está escrito también en Shaar HaKavanot.
[4](allí, inciso 4. Mishná Brurá inciso 17. Kaf HaJaim inciso 23)
[5](Shuljan Aruj, Orej Jaim 271 inciso 10. Ram”a allí citando a Mahari”l. Mishná Brurá inciso 48. Shuljan Aruj HaRav allí inciso 19. Kaf HaJaim allí, inciso 67).
Y en la Gmará (Brajot 43B, Shabat 113B) explican que el paso más grande que un codo disminuye una parte de 500 de la vista de los ojos, y su remedio para devolverlo es en el Kidush de Shabat. Y explicó el Mahari”l que eso es cuando mira a las velas durante el Kidush, porque dos veces el valor numérico de “ner” [vela en hebreo] es equivalente a 500. Y véase Mishná Brurá (inciso 48) que citó al Eliahu Raba diciendo que hoy en día no lo cumplen tanto.
Rashi y Ra”n explicaron que el bebido del vino de la copa del Kidush es el remedio para ello (fueron citados por el Maguen Avraham inciso 23, y Kaf HaJaim inciso 67. Y véase más adelante).

[6](allí, Mishná Brurá inciso 49, y 183 Mishná Brurá inciso 17). Y véase en 183(inciso 4) y en Mishná Brurá (inciso 18) y en Kaf HaJaim (allí, inciso 25) y los Ajaronim que discutieron si tiene que mirar al vino en la copa, o a la copa misma.
Y véase en Mor UKtzia (inciso 183) que escribió en cuanto a la copa sobre la que se bendice Birkat HaMazon si se la debe mirar, o puede cerrar los ojos, porque también de esa forma no distrae su atención de la bendición.

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