Alumbrar
basado en materiales de Majón Meir
Diligencia
Rav
Ioram Eliahu
En nuestra Parashá está
escrito tres veces “Avraham madrugó por la mañana”. Al
principio (Bereshit
19:27): “Avraham madrugó por la mañana y fue al lugar
donde había estado parado
delante del Eterno”, de ello aprendieron nuestros sabios que Avraham
instituyó
el rezo de Shajarit, porque su intención era rezar por
los habitantes de
Sdom después que no logró encontrarles ningún
mérito según la Medida de la
Justicia (Sforno). La segunda vez, “así pues, Avraham
madrugó por la mañana, tomó
pan y un odre de agua, y los entregó a Hagar…” (Bereshit 21:14),
y él echa de
su casa a ella y su hijo Ishmael. La tercera vez, es en el sacrificio
de
Itzjak: “Avraham madrugó por la mañana, ensilló su
asno” (Bereshit 22:3). En
todas esas ocasiones los comentaristas recalcan la diligencia de
Avraham en el
cumplimiento de las mitzvot. En cuanto al echado de Hagar e
Ishmael está
escrito en el comentario de “Biurei HaInianim”: “El
versículo nos cuenta
la derechura de Avraham, que a pesar de que era un poco cruel echar a
su sierva
y su hijo al desierto… de momento que el Creador, bendito sea, lo
ordenó, él se
apresuró a cumplir con ello, ya que ‘los diligentes se apresuran
en el
cumplimiento de las mitzvot’”. Y así también
explicó Rashi respecto al
versículo del Sacrificio de Itzjak, “se apresuró en el
cumplimiento de la mitzva”.
Explica el Mahara”l de Praga
(Netiv HaZrizut, cap. 2): “La virtud de la diligencia es la virtud
necesaria en
el culto de D’s…” como dicen en el tratado Avot, “Rabí
Iehuda Ben Teima
dice, debes ser atrevido como un leopardo, ligero como un águila
y correr como
un siervo y valiente como un león para hacer la voluntad de tu
Padre en el
Cielo”. Y él explica que en el hombre hay cierta
holgazanería natural y pesadez
debido al cuerpo, y eso es más fuerte que la acción del
alma, y por ello Rabí Iehuda
Ben Teima nos advierte y dice que la persona debe vencer esa pesadez y
holgazanería
del cuerpo, “y más aún, debe tener diligencia porque en
la persona el cuerpo y
la naturaleza le son pesados, hasta tal punto que el alma como si fuese
anulada
y no actuase… y así hará la persona para vencer su
naturaleza material y
cumplir el culto de su Padre en el Cielo, y no se lo impedirá su
naturaleza
material. Y eso es un principio y raíz en el culto a D’s,
bendito sea”.
El libro “Mesilat Iesharim”
explica en extensión la virtud de la diligencia. Mientras que la
virtud del
cuidado esta relacionada con alejarse de hacer el mal, la diligencia
esta relacionada
con hacer el bien. Se necesita una gran astucia y arrebatar las mitzvot,
porque el mal instinto se esfuerza por impedirle a la persona el
cumplimiento
de las mitzvot, “y el que desea ser merecedor de rendirle culto
a D’s,
bendito sea, debe endurecerse contra su naturaleza y fortalecerse con
la virtud
de la celeridad”. Y también dice que las partes de la virtud de
la celeridad
son dos: Una parte es antes de la acción - que no se demore en
el cumplimiento
de la mitzva, y se apresure a tomarla en el momento que tenga
oportunidad,
no sea que surja algún escollo que le impida cumplir con la
buena acción. Y la
segunda parte, luego de haber empezado - que se apresure en culminar la
mitzva,
pero no como quien quiere aliviar de él una pesada carga.
Y también nos enseña un gran
principio, “de la misma forma que la celeridad es consecuencia del
ardor
interno, así también a través de la celeridad en
sus acciones nacerá el ardor”,
porque el que actúa en el cumplimiento de la mitzva con
celeridad y
rapidez hace que arda en él el movimiento interno, y el deseo de
cumplir la mitzva
aumentará en él. Pero si se comporta con pesadez “el
movimiento de su espíritu
disminuirá y se apagará”. Y por ello lo mejor en el culto
a D’s es “el deseo
del corazón y el anhelo del alma”, como el rey David
expresó “como el ciervo
brama por las corrientes de agua, así brama mi alma por Ti,
Señor” (Tehilim 42:2),
“mi alma tiene sed de Ti” (Tehilim 63:2), etc. Y el autor del libro “Mesilat
Iesharim” le aconseja al que no se encuentra en esa
situación de anhelo
interno ardiente, “que actúe con diligencia, para que a
través de ello nazca en
él el anhelo, porque el comportamiento externo hace despertar lo
interno”. Y
por supuesto que lo que se encuentra al alcance de la mano de la
persona es su movimiento
externo, y si lo utilizará y hará sus acciones con
celeridad, nacerá en él la
alegría y el ardor interno en el culto a su Creador.
¿Acaso la celeridad es otro inciso
lateral de la mitzva, o es parte esencial de ella? Escribe el
Rav Kuk zt”l
en su artículo “HaOneg VeHaSimja” (en el libro Eder
HaIakar), “sólo
cuando la persona sienta placer y alegría con la buena y
correcta acción,
entonces la hará con celeridad y plenitud”. Es decir, la
plenitud de la mitzva
se plasmará sólo en base a la celeridad en su
cumplimiento, que expresa el
ardor interno de la persona. Amplió eso mi maestro, el Rav Uzi
Kaljaim zt”l en
su artículo “Orot HaAkeda” (en el libro Aderet Emuna).
Él recalca la
alegría que tiene Avraham cuando marcha al sacrificio, que tiene
su expresión
en su celeridad. “La celeridad y rapidez generan una tensión
interna que
vincula y adhiere la persona a ese mundo de plenitud donde no hay
escollos y
demoras… es aclarado que la celeridad no es algo agregado a la mitzva
sino
que parte esencial de su carácter, la celeridad pertenece al
mundo espiritual,
que saltea por encima la lentitud del mundo material, todo el que
está cercano
al mundo espiritual debe muñirse de esa virtud”. Agrega el Rav
Uzi que en todo
lugar donde nuestros sabios mencionaron la celeridad ellos no hablaron
sólo de
la velocidad, sino que también de la plenitud de la
acción, y eso mismo
encontramos con Avraham en el sacrifico “todas las acciones antes del
sacrificio y después, demuestran que su madrugado por la
mañana y preparación
de todo lo necesario para el cumplimiento de la mitzva de la
mejor forma
– emanan de la celeridad de esa elevada persona, que ama y se alegra
con Sus
mandamientos. La celeridad y el orden son expresión de una
acción que es
llevada a cabo bien pensada, el orden demuestra que la celeridad emana
de un
alma plena que anhela los niveles espirituales” (Aderet Emuna,
pág. 67). Que
seamos merecedores de muñirnos de esa valiosa virtud, como dice
nuestro rey
David que alaba su parte, “me apresuré y no me demoré en
el cuidado de Tus mandamientos”
(Tehilim 119:60).
Budismo
y desaliento
Rav
Shlomó Aviner
Pregunta:
El Rav explica a
menudo que el budismo es desaliento del mundo y de la vida, y se basa
en
principios como “todo es malo”, “hay que desconectarse” – en contraste
con la Torá
que alumbra la vida y eleva la realidad. Pero según mi
impresión y la lectura
de libros que hablan del tema, se trata de una concepción que le
entrega varias
cosas buenas al que se dirige por ese camino. Las personas hablan de
conciencia
de sí mismos, de paz, de alegría, de salud, de longevidad
y aceptar lo que hay
con amor. Cuando yo escucho monjes budistas hablando de una vida plena
de
felicidad y amor, siento envidia. ¿Acaso no tenemos lo
qué aprender de ellos? ¿Realmente
nosotros creamos una sociedad de personas sanas y alegres? Los monjes
hablan de
“personas que se sienten bien consigo mismas”, aquí y ahora, sin
necesidad de
esforzarse desde la mañana hasta la noche para llegar a la
satisfacción espiritual
– sencillamente quitar las escorias que hacen sufrir al alma, y el alma
de por
sí brillará. Estoy harto de intentar esforzarme todo el
tiempo, caer y
levantarme, caer y levantarme, cuidar puntillosamente los detalles de
la halajá,
elaborar las virtudes que quizás nunca llegaré a ellas.
¿Y todo eso por un
futuro utópico que será bueno ¿Y qué hay
con el presente? ¿Con este momento? ¿Qué
será con levantarse por la mañana con una sonrisa?
¿Qué será con alegrarse con
el canto de los pájaros y con el sol que brilla, qué
será con llenarse de amor
para con cada hoja y cada flor? ¿Qué tan malo hay con
alegrarse con mi realidad
sencilla, con la naturaleza y la armonía sencilla?
Respuesta: Antes que nada, no soy yo en mi
humildad que digo que el budismo es desaliento, porque no entiendo de
budismo,
sino que el Rav Kuk en su libro “Orot HaKodesh” (Orot HaKodesh Bet
486-488). Es
más, él también menciona al filósofo
pesimista Schopenhauer que tradujo a conceptos
occidentales el pesimismo del budismo (allí, 482-484).
Una
regla del estudio, cuando queremos conocer una concepción hay
que estudiarla en
su origen, y no sólo citas parciales que siempre se las puede
desviar en la
dirección que se desea para atraer personas o rechazarlas. Y en
efecto, todas
las cosas lindas que citas no se encuentran en las fuentes mismas.
En cuanto
al tema en sí, el consejo de alegrarse con el canto de los
pájaros quizás es
adecuada para un muchacho soltero que no tiene ninguna
obligación y sus padres
lo mantienen, pero para una madre de hijos que tiene una
responsabilidad
grande, y a veces embarazo y tratado de los niños no es
exactamente un canto de
pájaros, sino que un yugo pesado, y ella lo acepta con amor, por
el sentimiento
interno puro de obligación, y realmente es un yugo, un yugo
amado.
Y
finalmente, cuando se desea juzgar una concepción no se lo puede
hacer según
sus declamaciones, sino que según sus acciones. Es muy
fácil hablar, mucho mas
que hacer. Cuando un turista llega al lejano oriente, lo dirigen a
lugares
especiales y le muestran sólo lo hermoso. Pero si por
equivocación se encuentra
con la vida cotidiana, él ve un mundo de los más
desgraciados sobre la faz de
la tierra: Sufrimiento, pobreza, niños que mueren de hambre,
personas sin casa
tirados por las calles, falta de servicios sociales, pobres sin un
vintén al
lado de multimillonarios, millones de viudas de 12 años de edad,
el porcentaje
más alto de violaciones, cuando la policía lo calla
porque ella misma se ocupa
de ello, viudas que son tiradas a la hoguera junto con el cuerpo de su
difunto
esposo, una sociedad dividida en castas que se enorgullecen unas sobre
las
otras. El corazón se quiebra en pedazos frente a esa terrible
desgracia.
Que D’s
se apiade de ellos y los haga arrepentirse, y sean merecedores de una
vida
dichosa.
Meorot
HaShabat
El cometido de esta sección es
familiarizar
a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada
uno debe
aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto
a los detalles
de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat,
y no
limitarse a lo escrito en esta sección.
Borer
A veces la separación de parte de un
alimento está prohibida por ser “Borer”, a pesar que no
separa dos tipos
distintos de alimentos de una mezcla.
Un tipo de alimento que parte de
ello no es apto para ser comido, por ejemplo naranjas que parte de
ellas están
descompuestas o con gusanos, está prohibido quitar las naranjas
podridas porque
son consideradas desperdicio, sino que hay que quitar [con la mano] las
naranjas que son aptas para ser comidas [para comerlas enseguida] de
entre las
naranjas descompuestas[1].
Y también tratándose de un
solo fruto es lo mismo, es decir, cuando hay una naranja que parte de
ella está
descompuesta está prohibido quitar esa parte, sino que debe
separar la parte
apta para ser comida, y dejar la parte descompuesta en su lugar[2].
[Así también puede quitar la
parte descompuesta junto con algo de la parte que está bien,
como será aclarado
más adelante].
Hojas de lechuga o de repollo[3],
que parte son frescas y parte
están marchitas, y desea comer las hojas frescas, no debe quitar
las hojas marchitas
de entre las frescas, sino que debe elegir las hojas frescas de entre
las
marchitas, y las hojas marchitas dejarlas en su lugar. Y a pesar que
también
las hojas marchitas pueden ser comidas, de todas formas de momento que
son aptas
para ser comidas sólo si no hay más remedio, está
prohibido quitarlas de entre
la mezcla[4].
Así también una comida de un solo
tipo, que parte se quemó un poco cuando fue cocinada y no es tan
apto para ser
comido, si desea ahora comer la parte del alimento que no se
quemó, tiene
prohibido quitar la parte quemada de entre el alimento, sino que debe
separar
la parte que no está quemada, y la parte quemada dejarla en su
lugar[5].
[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 319, Mishná Brurá
inciso 8).
[2](Allí, Beit Iosef y Ram”a inciso 1, en cuanto a hojas
marchitas).
[3]Es decir, después que las separó del tronco, y
las hojas se encuentran
mezcladas. Y cuando las hojas todavía están unidas al
tronco, véase más adelante.
[4](Allí, Mishná Brurá inciso 7 11. Kaf
HaJaim inciso 18). Y de esa forma,
de momento que son aptas para ser comidas si no hay más remedio,
la prohibición
de Borer de las hojas marchitas de entre la mezcla es de nuestros
sabios,
porque se ve como si separase desperdicios de la mezcla (Maguid
Mishné, cap. 1
de Hiljot Sbitat HaAsor, 3. Mishná Brurá inciso 7). Y
véase Maguid Mishné
(allí) que tratándose de cosas líquidas – como
leche o similar – incluso si son
aptos para ser comidos si no hay más remedio, hay situaciones de
Borer según la
Torá escrita.
[5](Shuljan Aruj, Orej Jaim 319 inciso 1. Ram”a, Mishná
Brurá inciso 7 8
15. Kaf HaJaim inciso 33). E incluso si no son considerados
desperdicios del
todo, porque son aptos para ser comidos si no hay más remedio, a
pesar de ello
está prohibido según nuestros sabios porque se ve como si
separase desperdicios
de entre la mezcla (allí, inciso 7. Véase la
acotación anterior.).
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