Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Shotim     4 de Elul 5774     No 983

A Él oiréis
Rav Itiel Ariel
(reimpresión)

La obligación de "a Él oiréis" (Dvarim 18:15) figura en nuestra Parashá en un entorno que puede confundir. Esa expresión de la halajá le da vigor de mitzva a las órdenes del profeta, incluso si en forma provisoria son contrarias a las mitzvot de la Torá. La misma Torá que dictamina las mitzvot  para todas las generaciones, es la que le confiere el vigor a las órdenes provisorias del profeta, y el que no lo acate, será castigado con la muerte - por mano de D's. Y de ello debemos aprender que el principal rol del profeta es en el campo de la dirección moral, hasta tal punto que sus órdenes prácticas pueden relegar las mitzvot fijas de la Torá - en forma provisoria.
Pero por otro lado, justamente el entorno en el que es pronunciada esa obligación de acatarlo recalca otra función del profeta, como quien es capaz de predecir el futuro y hacerlo saber a los demás. Esa capacidad es presentada a primera vista como una alternativa a los otros adivinos - magos y hechiceros - de los que se valen los otros pueblos: "Mas en cuanto a ti, el Eterno, tu D's, no te ha permitido hacer esto" (Dvarim 18:14). Y a pesar que le fue conferido a los demás pueblos fuerzas impuras que les permiten predecir hasta cierto punto el futuro, Am Israel (el Pueblo de Israel) tiene prohibido tomar por ciertos en forma absoluta esos vaticinios, y debe utilizar sólo la profecía o los Urim VeTumim (las piedras preciosas del pectoral del Sumo Sacerdote). Porque las palabras del profeta se diferencian de los vaticinios de los astrólogos y los espiritistas en su certeza. Y mientras las palabras de los verdaderos profetas se cumplen en su totalidad, con una exactitud del cien por ciento, los vaticinios de los otros adivinos sólo pueden acertar en forma parcial.
Es más, el Ramba”m (en su prólogo a la Mishná) recalcó el episodio de la búsqueda de los asnos de Shaul como modelo del papel del profeta. En ese episodio, Shmuel fue solicitado para ayudar a Shaul en un asunto terrenal y sencillo en extremo, como el encuentro de los asnos que se han perdido, valiéndose de su poder profético que le permite tener conocimiento de lo inédito. Y en su opinión, eso nos enseña la índole del vínculo entre los profetas y el público cuando la profecía abundaba en Am Israel, y era relevante en
todos los aspectos diarios que dependen del conocimiento de lo ignorado. Y toda su ventaja frente a los otros adivinos se reduce a la fuente de su conocimiento, que le llega directamente de D's, y no precisamente su elevado nivel espiritual o su influencia educativa.
Pero en realidad, la diferencia entre el cándido que no presta atención a los espiritistas y magos y el tonto que se deja llevar por sus palabras es mucho más tajante.
Esa diferencia no se limita a la correcta elección de las fuentes de conocimiento que la persona necesita, sino que en primer lugar gira alrededor de su obligación para con la voluntad de D's. El papel principal de la profecía es impartirle órdenes a la persona, y no servirle. Y su encuentro con la palabra de D's a través de Sus enviados implica también la obligación de acatar sus palabras. Varias veces fue enviado el profeta justamente a aquellos que no apetecen verlo ni escuchar sus palabras, porque ellos no desean aceptar sus amonestaciones. Pero justamente en esas ocasiones se revela su verdadera fuerza, como quien cumple una misión que compromete a los que lo escuchan - los que por lo general prefieren continuar fiándose de fuentes de información de otro tipo, para que no tengan que acatar sus palabras.
También en nuestros días el público busca a veces a los grandes talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) de la generación para preguntarles "
¿qué pasará?", y no precisamente para acatar su consejo en otro plano, "¿qué debo hacer?". Y si bien a los ojos de los talmidei jajamim existe una relación estrecha entre ambas preguntas, por parte del que pregunta se trata de dos orientaciones opuestas. Él busca el conocimiento del futuro para eximirse de su responsabilidad, mientras que el acatar la orientación práctica le impone en forma personal todo el peso de la responsabilidad, y no depende de la consecuencia final. "Compórtate con Él con candidez y anhélalo, y entonces estarás vinculado a Él y serás Su patrimonio" (Rashi, allí). 

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Se acerca el año de Shmita
Rav Shlomó Aviner

Se acerca el año de Shmita (el séptimo año, cuando se debe dejar descansar la tierra), la mitzva tan preciada, como todas las mitzvot de la Torá, el amado año, como el Shabat que es amado.
Pero, ¿qué comeremos en ese año?
Esa pregunta ya fue formulada en la Torá misma. Y la respuesta: “Y ordenaré Mi bendición”. Pero eso es cuando la Shmita tiene rigor según la Torá escrita, es decir, cuando todas las tribus están asentadas en su correspondiente lugar – que sea pronto, en nuestros días.
Mientras tanto, la solución propuesta por los grandes Rabanim (Rabinos) desde el año 5649 - que fue renovada de Shmita en Shmita, y fue bien basada por el Rav Kuk en el año 5670 - es lo que es llamado el Heter HaMejira [venta provisoria de la tierra a un gentil, lo que exime de ciertas prohibiciones del año de Shmita. N. del T.], más sencillo que la venta de Jametz en vísperas de Pesaj (tratándose de una severa prohibición de la Torá), o venta de reces que están a punto de dar a luz primogénitos, o Eter Iska que permite eludir la prohibición de cobrar interés.
El Heter HaMejira no permite nada, pero es una solución maravillosa para Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel). Es algo claro y sencillo, y ojalá cada vez que un posek (erudito de la Torá que determina la halajá) dijese “está permitido” se tratase de algo tan sencillo como Heter HaMejira. Es cierto que hubo grandes Rabanim que discreparon, pero para proporcionarle lo qué comer al público ellos tuvieron que valerse de muchas artimañas complicadas desde el punto de vista de la halajá, mientras que tratándose del Heter HaMejira hay sólo un sencillo punto.
Por ello, de ninguna forma se debe perjudicar o desacreditar - D’s no lo permita - el Heter HaMejira. Pero se le puede agregar, y elevarse aún más en el cumplimiento de la Shmita.
Y ese es el tema de la organización “Otzar HaAretz”, que se preocupa por los consumidores y al mismo tiempo fortalece la agricultura judía – organización que fue fundada por el Gaón (genio del estudio de la Torá) el Rav Avraham Shapira zt”l y el Gaón, el Rav Mordejai Eliahu zt”l, que se basa en varias ventajas:
1. Otzar Beit Din, cuando el agricultor es un emisario del Beit Din, y la producción agrícola tiene kdushá (santidad).
2. Verduras almacenadas del sexto año (anterior al año de Shmita).
3. Verduras plantadas sobre macetas aisladas del suelo.
4. Frutas de la zona de la Araba (según los límites de Admat HaKodesh) y el Negev occidental (dentro de los límites que fueron conquistados cuando se llegó de Egipto, pero no cuando se volvió de Babilonia), agregando Heter HaMejira.
Por ello, recomendamos fervorosamente a toda la Casa de Israel anotarse en Otzar HaAretz (habrá publicaciones y avisos, y tenemos esperanzas que los precios no serán más caros que todos los años, pero se debe tomar en cuenta que tratándose de negocios a veces las grandes cadenas de supermercados rebajan el precio de ciertas mercancía para atraer clientes que comprarán también otros productos, más caros).
Por supuesto, si la producción tiene kdushá hay varias halajot que hay que tomar en cuenta, pero ¡cuán valiosa es la mitzva de la Shmita! ¡Y cuán grandiosa es la dicha de comer esos frutos!
Presten atención, hay un tipo de producción que falta en la lista anteriormente mencionada: Frutos de gentiles. Es realmente una villanía espantosa comprar la producción agrícola de gentiles y de esa forma dañar a los agricultores judíos. Es cierto que si son frutos que todos los años de todas formas se compran de gentiles se puede también ese año, pero eso es muy extraordinario, quizás no hay algo así. Pero de lo contrario, como hemos dicho, es una villanía.
Y así escribió el Rav Kuk: “Mi pluma tiembla en mi mano cuando escucho la villanía que le fue hecha ahora a nuestros hermanos, los habitantes de las colonias. Porque después que fue acostumbrado hasta ahora a no autorizar la producción de los gentiles, para no desplazar del mercado la producción de los israelíes, que desfallecen bajo el peso de su pobreza, y depositan sus esperanzas para procurar su sustento en ello, ahora cuando surgió la polémica en cuanto a la Shmita, que toda ella tiene por cometido hacer el bien para con nuestros hermanos, los habitantes de las colonias, encontramos organizaciones clandestinas que aconsejaron en secreto comprar justamente de gentiles, y encumbrar a nuestros enemigos, que se mofan de nosotros, cuando nosotros mismos perseguimos a nuestros hermanos, nuestros aliados.
¡Oh, cielo!
No se puede concebir el oprobio y la profanación del Nombre de D’s y la maldad de eso. Mi sangre en mi corazón hierve como en una olla, y mi dolor se eleva hasta el cielo, viendo esta situación terrible, de la caída de la Torá y el temor a D’s auténticos de ese asunto. Usted, por favor, intente corregir la situación todo lo que pueda” (Iguerot HaReaya, carta 316, 305 y 318).

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