Beahavá   Ubeemuná

Majón Meir
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Parashat Beaalotja     19 de Sivan 5772     No 871

Andando por las dificultades del camino
Rav Azriel Ariel

Nuestro maestro, el Rav Tzvi Iehudá Kuk zt”l acostumbraba a apodar el libro “Bamidvar” (el cuarto libro del Pentateuco) con el nombre de “El Libro del Camino”. El pasaje de Egipto a Ierushalaim no es instantáneo. En el camino, se debe pasar por el desierto. Al principio, el camino parece muy ideal: El campamento de Israel está organizado en tribus y los estandartes son notorios, y es acompañado por los sonidos de las trompetas. Por encima, flotan las Nubes de Honor, y frente a él la nube por día, y la columna de fuego por las noches. Todos saben que nuestro camino no es fácil, en el camino hay dificultades, e incluso “todos los caminos son considerados peligrosos”. Pero tal parece que lo haremos sin problemas: Pasamos el episodio de Paró (El Faraón), pasaremos también este, con la ayuda del cielo, e incluso con nuestra ayuda al cielo.
Pero si no sabíamos hasta qué punto nuestro camino no es fácil, llega el “Libro del Camino” y nos muestra la realidad, con toda su complejidad. De pronto, nos damos cuenta que la salida al camino no es sólo producto de aspiraciones elevadas, de edificar un “reinado de sacerdotes y un pueblo santo” en el Monte de D’s, que será descollado por encima de todas las elevaciones, sino que por aspiraciones totalmente contrarias, como “un niño que se escapa de la escuela”. Las dificultades típicas de situaciones intermedias surgen pronto. Se comienza con los que protestaban, que les resulta difícil el camino, se continúa con los que deseaban, que recuerdan con nostalgia la olla de carne y “los pescados que comíamos en Egipto gratis” (Bamidvar 11:5). Nos damos cuenta que el camino también cobra víctimas, y no sólo trae dificultades. Y entonces – se demora un mes en las “Sepulcros del Deseo”, y otra semana en Jatzerot, y una crisis de liderazgo…
Llega entonces la peor crisis: El Pecado de los Espías. Todas las debilidades y carencias que levantaron cabeza en las crisis anteriores se conjugan en una gran infección: El desprecio de la Tierra Deseable. Entonces, se marcha atrás. Los que andaban por el camino, que se encontraban a las puertas de la tierra prometida, son exigidos dar media vuelta y dirigirse al desierto, por el camino a Iam Suf. Y ahora, cuando las complicaciones del camino son peores que los más negros pronósticos, y el fin del camino es aplazado en 38 años, y quién sabe lo que será a continuación – llega el desaliento. Pero justamente en ese momento, D’s le habla a Moshé y le ordena respecto a lo que deberá ser hecho cuando se llegue a la tierra prometida. “Cuando lleguéis a la tierra donde habitaréis, que Yo os doy…” (Bamidvar 15:2). Porque es cierto que el camino es duro, es muy difícil, pero tiene una meta, y finalmente llegaremos a su fin, tarde o temprano.
Ese itinerario es característico no sólo de la salida de Egipto: También la gueulá (Redención) de nuestros días es similar. Ya nos dijeron nuestros sabios (Suca 52B) respecto a Meshiaj Ben Iosef que será muerto, y que el proceso de la gueulá sufrirá una gran crisis en la mitad del camino. Pero la tradición en nombre del Gaón (genio del estudio de la Torá) de Vilna (Kol HaTor, Pág. 366 – 367) es que “Iosef aún vive” y finalmente no morirá, pero “el decreto es anulado de forma que se quiebra en pequeños trozos”, que también ellos son muy dolorosos.
¿Y por qué nos informaron nuestros sabios de antemano hasta qué punto el camino será duro y frustrante, hasta tal punto que “el hijo de David llega sólo cuando se desalienten de la gueulá”? Al respecto contesta Rabeinu Saadia Gaón (Emunot VeDeot, 8:5), después que él describe los acontecimientos relacionados con Meshiaj Ben Iosef:
“Y esos acontecimientos harán que los débiles en su fe la abandonen, porque dirán; ¡¿Eso es lo que esperábamos, y esto es lo que recibimos?!...”.
Y en conclusión, dice:
“Bendito sea el que nos hizo el bien, y nos dijo de antemano las dificultades que encontraremos, para que no nos lleguen de sorpresa y nos desalienten”.
Por ello, con todas las complicaciones, y a pesar de todos los retrocesos del “Libro del Camino” – todavía miramos adelante, “un ojo avista a Tzion”, “no se habrá perdido nuestra esperanza”. Pero la meta del camino no es el sueño rosado de “ser un pueblo libre en nuestra tierra”. Nosotros “marchamos al lugar que el Eterno dijo nos lo dará… porque el Eterno ha hablado el bien para Israel”, cuando “el Arca del Pacto del Eterno marcha delante de ellos”.

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
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Un partido genérico
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: Es cierto que no estamos en época de elecciones y no tenemos que elegir partidos, pero ¿quizás es el momento adecuado para presentar el asunto en forma amplia y profunda, y pensar a dónde queremos llegar? Por supuesto, la Torá es nuestra vida, es la Torá del individuo particular y del Clal (la totalidad genérica de Israel), la Torá del particular y la Torá de la nación, a su luz debemos orientar el país. Por ello, la conclusión sencilla y natural es que hay que votar por un partido religioso. Y así dijo nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk respecto a ese asunto: Soy amigo de todo el que Te teme. Y es más, quizás ha llegado el momento que haya un líder de fe para toda la nación, un Primer Ministro religioso – cuesta evaluar cuanto bien y bendición eso será. La pregunta es, por supuesto, ¿cómo debemos impulsar esa dirección kdoshá (santa)?
Respuesta:
1. No hay ninguna duda que un líder de fe es el ideal y es la obligación. La pregunta es: ¿La nación está preparada para ello? Porque toda conducción política se divide en tres aspectos: Conocer la realidad actual, fijar la meta, y conducir al publico de la situación actual a la meta – y no sólo planear un camino, sino que también tomar en cuenta caminos alternativos.
2. La realidad es que el pueblo que habita en Tzion no deposita su confianza en el partido religioso nacional. Es más, la mitad del público religioso-nacional mismo no deposita su confianza en él, y vota por otros partidos. Y a pesar que en vísperas de elecciones casi todos los Rabanim (Rabinos) religiosos nacionalistas estimulan a votar por ese partido, el público no lo hace. No sólo que la situación no mejora, sino que en general, se va retrocediendo. Es más, muchos de los integrantes del público religioso-nacionalista que votan por su partido están muy lejos de hacerlo con integridad, sólo porque no son capaces anímicamente de votar por un partido secular o ultra-ortodoxo.
3. Y a pesar que los diputados religiosos-nacionalistas son personas buenas y queridas, que hacen mucho por la nación, por la Torá y la tierra – y se los debe apreciar mucho por ello – de todas formas, con toda la buena voluntad, el partido religioso-nacionalista se quedó precario. Y si continuará dividido en dos, hay serio peligro que ambos no pasen el porcentaje mínimo. E incluso si lo pasarán, no alcanza con ello para que puedan seguir hablando de justicia y verdad, palabras rectas y santas, palabras de Torá y respecto a la tierra – porque esa no es su función, ese es el papel de los pensadores y los grandes creyentes, que deben utilizar su influencia bendita en la nación. El papel del partido es una cuestión de fuerzas, de número, de cantidad. ¡Fuerza! Porque el Kneset (Parlamento) no es un Beit Kneset (Sinagoga).
4. Por supuesto, nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk dijo que se debe votar por un partido religioso, pero debemos aclarar si también se refirió a un partido precario, que no es mejor que un Shofar (cuerno) pequeño de verdad y justicia, sin fuerza práctica. Por supuesto que el ideal es un partido religioso nacionalista, y “soy amigo de todo el que Te teme”, y por supuesto un partido apreciado cuyo emblema es el renacimiento de la nación en su tierra, según su Torá – pero, ¿de qué nos servirá alabar ese partido, si en la práctica no lo votan? Es como Am Israel (el Pueblo de Israel) que quería un rey, y D’s le dijo al profeta Shmuel: Es cierto que tú tienes razón, pero no se puede ir en contra de la voluntad de la nación. Y así escribe el Netzi”v (Rav Naftali Tzvi Iehudá Berlín) en su comentario a la ToráHamek Davar” en cuanto a la mitzva de “pondrás sobre ti al rey” (Dvarim 17:15), que se necesita el consentimiento de la nación. En efecto, nuestro Rav dijo que se debe votar por un partido religioso, pero la pregunta es si ese partido precario todavía se lo puede llamar “partido”, o ya no hay en él la cantidad mínima para ello, porque su influencia no es notoria.
5. Como hemos dicho, gran parte del público religioso-nacionalista vota por el Likud (Partido Nacional Liberal). ¿Por qué? Por lo visto, porque ese es el partido más genérico. Es cierto que no tiene la gran ventaja que se guie por la Torá, y por ello no es según mi voluntad, pero en el paisaje político existente, es el partido más Clal israelí. Y una pequeña fracción de un gran partido tiene más fuerza que un partido pequeño, que todo él es según mi voluntad.
6. Pero debemos corregirnos en cuanto a que ese partido no se dirige según la Torá, porque no es exacto. Como es sabido, la Torá se encuentra por encima de todos los partidos, ella es Clal israelí, ella ve lo bueno de todos los partidos, que todos ellos juntos construyen la Casa de Israel.
7. Pero todavía no hemos contestado la pregunta primordial: ¿Por qué  el público religioso-nacionalista no escucha y no acepta las recomendaciones de sus Rabanim – que se adhieren cada vez a una lucha de retaguardia en cada elección? ¿Qué es lo que le molesta al público religioso nacional en cuanto a sus líderes, los políticos y sus Rabanim? Muy sencillo, él piensa que no son capaces de dirigir la nación. Y la prueba, es que no son capaces de dirigirse ni a si mismos. Es un hecho: Se encuentran divididos en dos partidos, cuando cada uno de ellos está sub-dividido en otras fracciones. Así piensa el público con gran dolor, y a veces agrega: Una vergüenza. El público no es ciego. Bien se da cuenta que muchos de sus dirigentes políticos – y lamentablemente también espirituales – están ocupados en intrigas y peleas bajas. Por ello, no deposita su confianza en ellos. Por ello, el partido se va hundiendo. Eso me recuerda el mito de Platón en cuanto al reinado de Atlantis, que se hundió en el océano. Muchos creen que esa leyenda es una crítica insinuada en cuanto a la ciudad Atenas, la capital de Grecia, que se fue hundiendo por intereses personales, falta de disciplina, conflictos internos, demagogia y corrupción moral.
8. Por supuesto, los dirigentes espirituales no cesan de hablar en cuanto a la unión, pero el público no es inocente, bien se da cuenta que la intención es: Unidad como yo. Y en la práctica “este descalifica a uno, y ese otro lo descalifica a él”. La corriente central ya esta harta de esa hipocresía religiosa típica.
9. Y hay algo más que le molesta a esa corriente central, que en sí es muy unida, y también está unida con toda la nación. En las márgenes hay corrientes extremistas que le molestan mucho. Por supuesto, también esas corrientes marginales son personas buenas y apreciadas, pero no son representativas. Pero la impresión – incorrecta – es que esas corrientes marginales son la punta de lanza, por la prensa que siempre se centra en los límites, en lo anormal, en lo extraordinario.
10. Y otro problema que hay, es que muchas veces en el mundo la fracción extremista es la que tira del carro, y todo el resto teme abrir la boca – no sea que sea culpado de traición, de debilidad, de conformismo, etc. El extremista bien sabe utilizar las artimañas del don de la palabra en forma sofisticada y demagógica. Pero D’s hizo una bondad con su mundo, que los extremistas tienen poco éxito en sus intentos de convencer al público sano que se dirige por el camino central. Entonces, los extremistas invierten sus energías en convencerse a sí mismos en sí mismos, y allí ven frutos, y así son más o menos los discursos internos de ellos: “Nosotros poseemos toda la verdad. El que no piensa como nosotros está equivocado - no es necesario demostrarlo. No alcanza con cambios cosméticos de la sociedad, se necesita un cambio radical. Para ello todos los esfuerzos son justificables. No estoy dispuesto a ninguna concesión. Tampoco la ley me dictará qué hacer. Nosotros preparamos una alternativa, con la ayuda de D’s lo lograremos a través de la persistencia y la devoción. Es cierto que somos una minoría,  pero somos muy selectos. Somos toda la nación. Y en general, no somos extremistas. Ellos son extremistas en su debilidad, y nosotros devolvemos las cosas a su equilibrio. Por supuesto que nos oponemos a la violencia, pero en situaciones especiales se deben utilizar los medios adecuados. Nosotros no somos culpables de ello, son ellos los que nos obligan. Esa es la regla, no nos escabullimos, somos serios”, etc.
11. Y de esa forma, el público religioso-nacional que es un público muy preciado, de fe, serio y trabajador, se encuentra disperso y disgregado entre los partidos, cuando muchos de ellos se dirigen al partido que les parece Clal israelí. Y la verdad debe ser dicha, ellos aman mucho la unidad, la generalidad y el israelismo.
12. Pero no desesperamos. Por el contrario, hay que aprovechar la profundidad de la crisis para subir y trepar alto. Hay un remedio. Un remedio sencillo, maravilloso y conocido: Que todos los electores se anoten para elegir el dirigente, parlamentarios y dirigentes internos de un partido religioso nacionalista. Un partido grande y genérico. Elecciones directas, sin artimañas. Porque ya hace mucho tiempo que el público no tiene fe, sospecha, no confía, y les tiene mucho miedo a los activistas.
Ese es el remedio, no hay otro. Sin él, hay un serio peligro que todo se marchite, se degenere, se desintegre. Y con él, hay una gran esperanza que todo vuelva a renacer.
No se debe pisotear las cabezas del pueblo kadosh (santo), sino que ocuparse de los asuntos públicos con fe, por la buena causa.
 

Departamento ibero-americano

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