Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Jol HaMoed     17 de Tishrei 5772     Sucot     No 839

Reverencia, amor y alegría en el mes de Tishrei
Rav Iaacov Filver
(reimpresión)

Rabí Iehudá HaLevi en su libro "HaKuzari" (2:50) explica: "Porque la Torá no nos agobió martirizándonos y quebrantando nuestras facultades. Por el contrario, la Torá y sus mitzvot nos enseñan a darle a cada cualidad y al cuerpo lo que se merece, en forma equilibrada, sin que hagamos prevalecer alguna cualidad por sobre las otras". Y eso es puesto en la práctica por la Torá gracias a tres pilares, que Rabí Iehudá HaLevi describe de esta forma: "Porque según nuestra Torá hay tres pilares en el culto a D's; la reverencia a D's, el amor y la alegría. Debes acercarte a Él a través de cada uno de ellos, y el acercamiento de la persona y su sujeción a D's en los ayunos, no es más que su alegría en shabat y días festivos - cuando su alegría proviene del pensamiento y dirección correctos. Y la alegría, está relacionada con el amor por D's. Y por ello te alegrarás con el cumplimiento de las mitzvot por tu amor al que las ordena, y serás consciente de cuánto bien te ha hecho a ti cuando te las ordenó". Y concluye allí: "Porque a través de la alegría en los días festivos sentirás como si hubieses concurrido a la Casa de D's, y en tu comida festiva como si hubieses sido invitado a comer con el rey, y disfrutases de los manjares del Creador. Y si te has alegrado en los días festivos hasta tal punto que cantes y bailes, también ello es parte del culto a D's, y a través de ellos la persona se vincula con Él". Esa combinación de la reverencia, el amor y la alegría tiene por objetivo lograr un equilibrio de la persona, ya que la preferencia de uno de esos pilares a expensa de los otros no sólo daña a la persona, sino que también a ese elemento mismo que es utilizado exclusivamente en forma extrema por la persona. Con esas tres dimensiones nos encontramos en las fiestas del mes de Tishrei: Rosh HaShaná (Fin de Año judío) - el día en que se toca el Shofar (cuerno), y como dice el versículo "¿sonará el Shofar en la ciudad, sin que se atemorice el pueblo?" (Amos 3:6) - es el Día del Juicio, y en él se revela la cualidad del temor y reverencia por D's. Iom Kipur (Día del Perdón) - es el día de la purgación y el perdón de los pecados - en él se revela la cualidad del amor. Y en la fiesta de Sucot (Fiesta de las Cabañas) - que es "el momento de nuestra alegría" - se revela la cualidad de la alegría. Y por lo visto, ese debe ser el orden correcto: Primero, se debe comenzar siempre con la reverencia y el temor, como dijeron nuestros sabios "si no hay reverencia, no hay sabiduría". La reverencia crea el marco sin el cual no puede perdurar el amor, que es el contenido interno de él. Por ello, a pesar de toda la importancia del amor, este no puede perdurar sin la reverencia, como escribió Rashi comentando el versículo "y Yo andaré en medio de vosotros" (Vaikrá 26:12): "Me pasearé en el Gan Eden (Paraíso) como uno más de ustedes [amor], y no Me temerán. ¿Entonces, tampoco Me reverenciareis? No es así, seguirán reverenciándome, ya que a continuación está escrito 'y seré vuestro D's'". Sólo la combinación del amor y la reverencia nos permiten llegar a la plenitud.
En Iom Kipur, cuando el judío se abstiene de todos los placeres de este mundo, y todo el día se encuentra vinculado con D's a través del rezo y los pensamientos de arrepentimiento, en esa situación llega el judío a la cima del amor, hasta que al finalizar Iom Kipur en Tfilat Neilá (El Rezo de Cierre) declama con todo el público siete veces: "¡El Eterno es el D's!". Y al finalizar ese día, hay un brusco pasaje de la elevación espiritual de Iom Kipur a nuestra baja realidad material.
¿Cómo se debe evitar el daño que ese brusco pasaje puede producir en la persona? Escribe el Rav Kuk al respecto (Olat Reayá Bet, pág. 367): "A través de la elevación de Iom Kipur nos alejamos mucho de este mundo, y cuando volvemos a encontrarnos con nuestros asuntos mundanos debemos tener mucho cuidado. Y esos días - entre Iom Kipur y la fiesta de Sucot - nos fueron dados para reeducarnos en nuestro regreso a los asuntos cotidianos, con una digna porción de kdushá (santidad)". Y lo que él quiere decir es que ese brusco pasaje de la elevación de Iom Kipur a la vida laica (que es semejante al pasaje de un cuarto iluminado a la oscuridad, o del calor al frío) puede alterar a la persona. Y para que ese pasaje no sea tan brusco, nos fueron entregados los cuatro días entre Iom Kipur y Sucot, en los que la persona por un lado se ocupa de asuntos materiales - como la construcción de la Suca y su decoración, y la compra de las cuatro especies y similares - y al mismo tiempo esas acciones mundanas están relacionadas con el cumplimiento de la mitzva. Esa combinación - de la santidad de las mitzvot con actividades prácticas mundanas - es capaz de capacitar a la persona para un descenso paulatino, de la cima de la kdushá de Iom Kipur al suelo de la realidad material cotidiana. Y de esa forma se evita la incompatibilidad entre el mundo material y el mundo espiritual, entre el cuerpo y el alma, y de la unión de ambos se forma la base para la alegría, que cuando ella surge del amor auténtico es Simja Shel Mitzva (alegría que es mitzva). 

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
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Rav Janan Porat zt”l
Rav Shlomó Aviner

Por su humildad, por sus ropas sencillas, por su conducta simple, muchos no sabían que mi amigo y compañero que se encuentra frente a ellos - el Rav Janan zt”l - es un talmid jajam (erudito del estudio de la Torá) auténtico, uno de los más brillantes que creció en nuestra ieshiva (centro de estudio de la Torá), Merkaz HaRav – y por supuesto, no sabían que fue autorizado para ejercer como Rav.
Porque nuestro Rav, el Rav Janan no quería hacer de la Torá una herramienta, por el contrario, a la luz de la Torá se convirtió él mismo en una herramienta para la vida de creación israelí. Y respecto a él todos se sienten obligados a aceptar que esa noble persona cumplió en sí mismo “bien estudia, y bien cumple”, dice y hace.
Ese valiente paracaidista fue elegido por la Providencia Divina para ser uno de los combatientes de la Guerra de los Seis Días, y de los libertadores de Ierushalaim, para que todos sepan que el kodesh (lo santo) interno de la nación es la garantía de su existencia.
Y por supuesto, Eretz Israel (la Tierra de Israel) no sólo es conquistada, sino que también debe ser asentada. Y por ello él se levantó del estudio de la Gmará y sacrificó su vida para hacer renacer a Kfar Etzion. Para ser más exactos, sacrificó su alma – es decir, su vida espiritual,  los estudios de la Torá – por el asentamiento de Eretz Israel.
Pero también sacrificó su cuerpo y alma según la interpretación más sencilla, y en la Guerra de Iom Kipur fue herido gravemente en el frente de batalla del sur, y se salvó gracias a D’s. Y más tarde fue uno de los fundadores de Gush Emunim y de los vanguardistas del asentamiento en Iesh”a (Iehudá, Shomron y Aza).
Pero no debemos pensar que sólo la Torá y la tierra le interesaban, también se interesó por el pueblo y fue activo en los seminarios de Guesher – para vincular los distintos sectores de la nación, que lamentablemente son apodados “datiim” (religiosos) y “jilonim” (seculares). “Lamentablemente” decimos porque por supuesto, no hay un judío “jiloni”, y cada uno tiene un alma kdoshá (santa).
No se trata de tres temas separados. El Rav Janan contaba que en una ocasión discutieron en la ieshiva qué es más importante: ¿La Torá, el pueblo o la tierra? Le preguntaron a nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, quien contestó con una sonrisa: "Nosotros nos ocupamos de la plenitud". Y esa era la pauta que guiaba a Rabí Janan: Todos esos tres son una misma cosa. Y por ello, a la par de su ramificada actividad pública, Rabí Janan no cesó de estudiar y enseñar Torá. Sobre todo alumbró los caminos de búsqueda de la fe plena, como en su libro “Et Ejai Anoji Mevakesh” – en el que los más profundos y más secretos principios básicos de la fe son expresados con un idioma y estilo que llegan al corazón y el raciocinio de toda persona pensante.
Pero la cima del sacrificio de ese valiente fue cuando entró en la política. Ese lugar duro y oscuro, que desgasta también nobles personas. Pero nuestro valiente, también cuando marchó en ese complicado valle, permaneció en su nivel de kdushá y pureza, y no “se enamoró” del puesto – lo que es un fenómeno muy poco corriente en nuestro mundo político. En efecto, cuando fue fundado el partido Metza”d se adhirió a él, pero no utilizó el mandato que tenía del Mafda”l, sino que presentó su renuncia al parlamento. Y también más tarde renunció al Ijud Leumi para dejar su lugar a otro parlamentario. A pesar que nuestros ojos lloran, recordaremos algo gracioso respecto al parlamentario que intentó convencer que él obra “por el cielo”, por la buena causa, y no por el “asiento”, por el puesto. Le dijeron los vivos: Seguro, “el cielo es Mi asiento”… Pero nuestro amigo Janan realmente obraba por la buena causa, y por ello dos veces renunció a su puesto. Él lucho sin descanso por Am Israel (el Pueblo de Israel) en todo lo que pudo.
Siempre miró adelante. Cómo renovar obras para la nación, cómo hacer para que la luz no se empañe, cómo robustecer siempre la fuerza espiritual de la nación. Realmente, los talmidei jajamim no tienen descanso, ni en este mundo ni en el mundo venidero.
Después que abandonó la política de la nación, fue de los fundadores de la gran Mijlelet Herztog, donde enseñó. Y también enseñó en la ieshiva Beit Orot y en muchas otras, y también en Majón Meir. Y entonces todos vieron en forma evidente que realmente es un gran y profundo talmid jajam el que se encuentra frente a ellos.
Y podemos decir que su publicación semanal “Meat Min HaOr” que editaba con humildad, mucha luz tiene, una luz delicada, dulce. No una luz encandilante, no una luz que quema.
¿Qué es lo que no hizo nuestro puro valiente? Tenía un programa fijo en la radio Galei Israel, y fue de los fundadores y dirigentes de la organización de caridad “Orot Jesed”, que proporcionó alimento y aparatos eléctricos y prendas a personas pobres.
Hace algo así como un año, ese “amigo de D’s” se enfermó de cáncer, pero su espíritu no desfalleció. En un reportaje de la radio dijo que no teme morir, porque “con la muerte la vida no termina, sino que cambia, se ilumina”.
Sin duda, nuestro valiente ahora es iluminado. Pero nosotros quedamos huérfanos, anhelamos su luz, y ¿cómo nos consolaremos? Y con todo, enviamos nuestro consuelo a su esposa Rajel que lo acompañó en toda su obra, y sus 11 hijos – estrellas.
Ese talmid jajam de Eretz Israel, de la gueulá (Redención), se elevó al cielo, pero su espíritu continúa surcando dentro nuestro y todas sus obras, y los alumbrará para toda la eternidad. “Los tzadikim (justos) en su muerte son llamados vivos”, él vive dentro nuestro y dentro de su gigantesca obra para el renacimiento de la nación en su tierra, según su Torá.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
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