Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Matot     21 de Tamuz 5771     No 827

¿Quién es rico?
Rav Ioram Eliahu

“Y los hijos de Reuben y los hijos de Gad tenían abundante ganado, muy imponente” (Bamidvar 32:1). Y por ello, piden asentarse en la orilla occidental del Iarden. Y cuando Moshé les pregunta: ¿Acaso vuestros hermanos saldrán a luchar y ustedes se quedarán aquí?, ellos contestan “construiremos corrales para nuestro ganado, y poblados para nuestros niños” (Bamidvar 32:16). Al respecto dice el Midrash (Tanjuma 7): “Como dice el versículo ‘el corazón del sabio está a su derecha, y el corazón del necio a su izquierda’ (Kohelet 10:2). ‘El corazón del sabio está a su derecha’, ese es Moshé. Y ‘el corazón del necio a su izquierda’ esos son los hijos de Reuben y los hijos de Gad, que hicieron de lo principal algo secundario y lo secundario lo convirtieron en principal, porque apreciaron sus pertenencias más que a sí mismos”, porque primero mencionan su ganado – "construiremos corrales" – y sólo después hablan de "poblados para nuestros niños". “Les dijo Moshé… preocúpense primero de lo principal, construyan poblados para sus hijos, y después establos para su ganado”. El Midrash agrega que también D’s los criticó, diciéndoles “ustedes aprecian más la riqueza que las vidas, ¡por sus vidas!, no verán abundancia de ello. Como dice el versículo ‘los bienes que se adquieren rápidamente al principio, al final no serán bendecidos’ (Mishlei 20:21). ¿Quién es rico? El que se conforma con lo que posee, como dice el versículo ‘cuando comas el fruto de la labor de tus manos, feliz serás y te irá bien’ (Tehilim 128:2)”. Y es citado más adelante en el Midrash que de momento que apreciaban tanto sus riquezas y se asentaron en la margen occidental, fueron los primeros en ser exiliados (Tanjuma, Matot 5). Y así explicó el Rav Kasher en su libro “Torá Shlemá” el versículo “los bienes que se adquieren rápidamente al principio, al final no serán bendecidos” (Mishlei 20:21) – de momento que ellos tomaron su parte en la tierra primeros, y no esperaron recibirla de D’s, entonces Sanjeriv los exilió primeros.
Y por ello nos enseña el Rav Kuk zt”l (Ein Aya, Shabat Alef, Pág. 101) que se debe definir el concepto auténtico de la riqueza, ¿para qué buen fin existe la riqueza en el mundo? Y explica que “la existencia de la riqueza es para causar satisfacción y tranquilidad, a través de las cuales la persona podrá ocuparse de los pensamientos abstractos, de la Torá y la sabiduría y todo lo bueno”. Entonces, la intención auténtica de la riqueza es alcanzar la satisfacción y tranquilidad a través de ella. “Pero si la riqueza producirá confusión, inconvenientes y distracción a la persona, no es esa la meta de la riqueza… porque la riqueza en sí no es una meta, sino que su influencia en la persona, la tranquilidad y la satisfacción que son consecuencia de ella”.
Si la persona sabe orientar la riqueza y todas las adquisiciones materiales en dirección a un mejor culto a D’s, y la adquisición de los conocimientos abstractos, entonces es una riqueza correcta.
Los grandes sabios de Israel supieron cumplir esa idea - “¿quién es rico? El que se contenta con lo que tiene” - en forma literal. Cuentan que una persona en EE.UU. escuchó acerca del autor del libro “Jafetz Jaim”, su grandeza y sabiduría, y decidió que él debe verlo. Y estaba seguro que si se trata de una persona tan grandiosa, seguramente vive en una gran ciudad, en una lujosa casa. Anduvo por los caminos preguntando dónde vive, hasta que llegó a Radin – un pequeño poblado. Allí se dirigió a la casa del Jafetz Jaim, y cuando entró se quedó totalmente estupefacto de la sencillez que vio. La casa tenía una cama, una silla, una mesa y un pequeño armario. Cuando le preguntó el Jafetz Jaim por qué se extraña tanto, el huésped preguntó: ¿Dónde se encuentran sus muebles? Le contestó con una pregunta: ¿Y dónde se encuentran tus muebles? Respondió el huésped que él es sólo un invitado, y por ello no tiene sus muebles con él. Le contestó el Jafetz Jaim: Yo también soy sólo un huésped en este mundo, y por ello no tengo muebles.
Así habla el que vive lo principal en la vida, y sabe para qué ha llegado a este mundo: No le hace falta para nada la riqueza y el lujo, y se alegra con lo que tiene.
Y así me dijo mi maestro y Rav, el Rav Ioshua Rozen cuando me dispuse a comprar una casa. Le pregunté, ¿qué casa hay que comprar? Y me contestó: Una casa tal que no te sea difícil abandonarla [después de los 120 años] cuando dejes este mundo. Cuando se tiene esa concepción de la vida “la persona se purifica de las manchas morales internas que la abundancia de riqueza puede producir, y sólo entonces se le podrá llamar ‘rico’, porque su riqueza será para su bien” (Ein Aya).
Y nosotros, que nos encontramos en las largas vacaciones, debemos prestar mucha atención a nuestros hijos, porque ahora ellos nos exigen más tiempo y dedicación. Debemos saber también construirles “corrales” y límites que los cuidarán de todo tipo de desgracias que pueden ocurrir en la calle y en los medios de comunicación de todo tipo. Y seremos merecedores de verlos elevarse por el sendero de la Torá, y de esa forma seremos personas felices realmente. 

Midreshet Majón Orá

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Somos una pareja feliz
Rav Shlomó Aviner
(reimpresión)

Mi esposa y yo, somos muy felices. Tan felices, que a veces me parece un sueño. Incluso me parece extraño. Veo alrededor mío tantas parejas que disputan, tantas parejas que se sienten prisioneras, ahogadas por el duro yugo del matrimonio. Y yo me maravillo de la felicidad que nos acompaña, desde que nos casamos en Inglaterra, antes de nuestra aliá (emigración) a Eretz Israel (la Tierra de Israel). No hay ninguna sombra que empaña nuestra relación, gracias a D's, como una pareja de tórtolos.
Durante muco tiempo busqué la razón de ese extraño fenómeno. Al principio pensé con mi soberbia machista que la razón es que soy tan inteligente, tan guapo, poseo todas las buenas virtudes, hasta tal punto que a los ojos de mi esposa soy encantador hasta el máximo. Pero cuando estudié en la Universidad me percaté que no soy la persona más inteligente. También el espejo se niega a afirmar que soy el más guapo de la ciudad. Y con respecto a mis buenas virtudes, todavía creo que mi situación es bastante buena, aunque mi Rav, el Rav Jessi Black me sermoneó lo suficiente como para hacerme comprender que tengo lo qué corregir. Entonces pensé en dirección contraria: Quizás mi esposa es inteligente, bella y un echado de virtudes. Pero no es así. Mi esposa no es muy inteligente. A duras penas logró aprobar su bachillerato, y cuando yo le brindo un análisis político incisivo, ella parpadea y me ruega que la deje en paz.
¿Quizás estoy encantado por su belleza? No precisamente. Varias veces vi otras mujeres (que D's me perdone. Ya hace tiempo que abandoné esa despreciable costumbre), y son mucho más bellas que mi esposa, que no es muy bella que digamos. Entonces, ¿quizás sus buenas virtudes son las que han cautivado mi corazón? Tampoco: A veces ella es holgazana, irritable y glotona.
Que D's me perdone porque yo hablo Lashón HaRrá (calumnias) con respecto a ella. Pero es solo entre nosotros, y estoy seguro que ustedes no contarán a nadie. Durante años me dedique obstinadamente a pensar y observar pacientemente para dilucidar ese emocionante misterio: No se puede vivir felices así no más, sin entender por qué, eso contradice toda mi educación racionalista.
¿Por qué somos felices juntos? Me esforcé mucho, hasta que logré encontrar la solución sin lugar a dudas - a pesar de no tener ninguna preparación psicológica anterior.
El secreto de nuestra felicidad, se encuentra en su cultura literaria. Sus padres, Archivald y Elizabeth Cohen, no eran muy cultos, pero seleccionaron minuciosamente el material de lectura de su hija, cuidaron que no sea influida por ideas impuras. Ellos no eran grandes eruditos en literatura, pero se preocuparon por alimentar a su hija con libros delicados, pudorosos y morales.
Los personajes de los libros no eran héroes, ni por supuesto antihéroes, ni ángeles mensajeros de la luz, ni demonios enviados por las tinieblas. Tampoco eran personas inteligentes, hermosas, con todas las virtudes, sino que personas simples, como nosotros, como ustedes. Personas con algunas virtudes, y algunos defectos, personas que se esfuerzan por ser correctas, por brindar y perseguir la verdad, pero también fracasan. Personas que aspiran a respetar a los demás, a su pareja, a sus padres, y a sus hijos.
Por eso cuando nos encontramos por primera vez en Trafalgar Square mi esposa Anne - ahora se llama Jana - saltó de alegría y dijo: “¡Tu eres justo el hombre sobre el que estuve leyendo tanto!”. Ella no explicó a qué se refería, pero preferí no cuestionar preguntas superfluas.
Después, en nuestro compromiso, sus padres Archivald y Elizabeth Cohen me apartaron a un lado, y me dijeron con gran seriedad: "¡Muchacho, recuerda! Nuestra hija es una criatura sensible y pura. Cuídala. Ella devora libros, con adicción. Por favor, aleja de ella literatura peligrosa, John (ahora me llaman Yojanán). Nosotros seleccionamos minuciosamente solo buena literatura; por favor, tú también lo harás". Les prometí asintiendo, a pesar que no entendí cual era su intención.
Pero cumplí con mi palabra. Es más, también con respecto a mí. Al otro día del compromiso, tomé todos mis libros y los vendí en la tienda de libros de segunda mano del otro lado de la plaza, y comencé a leer con avidez los libros de mi prometida.
En sus libros ninguno de los protagonistas no eran inteligentes y brillantes, no eran bellos, ni eran "ángeles celestiales". Eran, sencillamente, humanos. Con virtudes y defectos. Cada libro que terminé de leer, me dije a mi mismo: “¡Esa es mi Anne – Jana!”. De libro en libro, me fui enamorando más y más de ella. ¡Es increíble! Que criatura fabulosa creó el Señor del mundo, justo de acuerdo a mis expectativas, luego de leer esos libros: Ni demonio, ni ángel, ni un echado de virtudes ni colmada de defectos. Una persona sencilla, como yo. ¡Oh, Jana, Jana, cuanto te amo! ¡Oh, Señor del mundo, cuanto te agradezco que creaste a las personas!
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
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