Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Bejukotai     17 de Iyar 5771     N^o 818

Las fogatas de recuerdo
En la actualidad

Las fogatas que las decenas de miles del pueblo de la Casa de Israel encienden en todo el país y en el exterior son como velas de recuerdo para el noble alma de Rabí Shimón Bar Iojai, que se elevó al cielo en el día 33 de Sfirat HaOmer (los días entre Pesaj y Shavuot). No hay otra personalidad en la historia de Am Israel (el Pueblo de Israel) que fue merecedora de un día de recuerdo en el que participa todo Am Israel, todo el abanico social y todas las corrientes - religiosos y no religiosos, y de todas las comunidades. Ninguno de los patriarcas – Avraham, Itzjak e Iaacov – ni Moshé, Aharón, el rey David, ni ninguno de los grandes sabios del pueblo fueron merecedores que todos los hijos de la nación festejen en el día de su recuerdo.
¿Por qué se hizo acreedor de ese honor? Hay quienes dicen que por haber escrito el libro “Zohar” kadosh (santo), que alumbra las almas de los que estudian el aspecto místico de la Torá y el aspecto de la totalidad genérica de Israel, la profunda sabiduría de la Kabala. Pero la pregunta es también ¿qué merito tuvo Rabí Shimón Bar Iojai que el Zohar fue revelado por él? Cuando estudiamos y analizamos la biografía de Rabí Shimón Bar Iojai descubrimos que él se sacrificó por Am Israel, por la Torá de Israel y Eretz Israel (la Tierra de Israel), como nos enseñaron nuestros sabios: “Una vez se encontraban Rabí Iehudá, Rabí Iosi y Rabí Shimón Bar Iojai, y también Iehudá Ben Guerim. Dijo Rabí Iehudá; Cuán bellas son las obras de esta nación (los romanos), hicieron mercados, hicieron puentes e hicieron bañeros. Rabí Iosi guardó silencio. Contestó Rabí Shimón Bar Iojai; todo lo que hicieron, lo hicieron sólo para obtener provecho de ello. Mercados, para colocar en ellos prostitutas, bañeros para disfrutar sus placeres, y puentes para cobrar impuestos. Iehudá Ben Guerim fue y contó lo que dijeron…” (Shabat 33B). En su celo por la independencia de Am Israel en Eretz Israel Rabí Shimón Bar Iojai no se amedrentó ante nadie, y dijo lo que llevaba en su corazón.
Y la consecuencia fue que lo persiguieron y tuvo que escapar con su hijo, y se escondieron en una cueva por 12 años – porque no estaba dispuesto a adular a los romanos y aceptar que ellos gobiernen sobre Eretz Israel. De esa forma expresó su gran amor y su gran sacrificio por nuestro pueblo, nuestra Torá y nuestra tierra, y por ello fue merecedor de revelar el aspecto místico de la Torá, en el Zohar kadosh (santo).
En la actualidad también hoy en día los que continúan por el sendero y con el espíritu de Rabí Shimón Bar Iojai y su maestro Rabí Akiva, son los que aman sinceramente a Am Israel, la Torá de Israel y Eretz Israel, son los que se sacrifican por el honor de Am Israel y el honor de D’s, que se expresa en el renacimiento de Am Israel en Eretz Israel. Y en efecto, los grandes sabios versados en la Kabala a lo largo de todas las generaciones fueron amadores de Eretz Israel y vinieron aquí – como el Ramba”n, el Ar”i, el Ramja”l, los discípulos del Baal Shem Tov y los discípulos del Gaon (genio del estudio de la Torá) de Vilna, y en las últimas generaciones el autor de las “luces”, el Rav Kuk zt”l y sus discípulos, y lo discípulos de los discípulos que se sacrifican por el asentamiento de la tierra y el estudio de la Torá de Eretz Israel, que toman parte en el yugo de la seguridad del país y su existencia, y de esa forma añaden el resplandor de la Torá, la luz del amor y la fe, y continúan por el camino de Rabí Shimón Bar Iojai. Bienaventurada es nuestra generación, en la que somos meritorios en público y con grandes masas de recordarlo y unirnos alrededor de las fogatas, que son como velas de recuerdo de Rabí Shimón Bar Iojai, que amó a su pueblo, su Torá y su tierra.

 Del que anhela la salvación
Dov Bigun

Internet es guerra
Rav Shlomó Aviner

El Internet es una guerra. Una guerra difícil, la guerra del bajo instinto. La guerra contra la víbora. Ocurrió una vez que los soldados volvieron del frente, hartos de batallas y victorias. Les dijo un anciano: Ustedes han regresado de la pequeña guerra, pero todavía les espera la gran guerra. Le preguntaron: ¿Cuál es esa guerra? Les contestó: La guerra contra el bajo instinto (Orjot Tzadikim).
Por supuesto, una gran guerra. Si un muchacho se pasea por el Internet cada día seis horas, cuando parte de eso es correcto, parte de eso son vanidades y tonterías, y parte de ello es impureza de la más baja, una impureza que impurifica el cuerpo y los sentimientos, el raciocinio, el alma, el espíritu – entonces, se trata de una guerra. Todos salen a luchar en la guerra, porque todos están en peligro – jóvenes como mayores, muchachas (a pesar que un poco menos) como muchachos, seculares como temerosos de D’s – entonces, se trata de una guerra. El mal instinto no se amedrenta ante nadie, y trabaja horas extras.
Cada generación y sus méritos, cada generación y sus pruebas y malos instintos. El mal instinto de nuestra generación, es el enemigo electrónico, la víbora del Internet. Y como en toda generación, nos encontramos en una batalla a dos frentes (Mesilat Iesharim, Cáp. 1).
Lo mejor, es exterminar al enemigo totalmente, cortarlo en pedazos, no dejarle ningún trozo entero – es decir, que en la casa no haya Internet en absoluto. Es cierto que hay en él cosas buenas, pero el precio es demasiado alto. Esa es la forma en que siempre actúa el mal instinto, disimular lo malo con lo bueno, y de esa forma capturar almas.
Nuestros sabios no dijeron en Pirkei Avot “tú no harás una trasgresión”, sino que “tú no llegarás a una trasgresión” (Cáp. 3). Si tú ya has llegado en manos de la trasgresión, si la víbora te envuelve, tu situación ya no es buena. O como dice el refrán: Astuto es el que logra liberarse de una mala situación a la que el sabio nunca llegaría. Se sabio.
Pero si no eres sabio, y tienes Internet en tu casa – porque es necesario para el trabajo o los estudios, o porque no eres capaz de controlar la situación, o porque tus padres no aceptan desconectarlo a pesar de todos tus ruegos y luchas, o porque tu cónyuge no lo acepta, o porque tu mal instinto no lo acepta – entonces declárale guerra, una guerra de defensa. No digas: A mí no me pasará. ¡Es una víbora!
Esa guerra está compuesta por dos: Por tierra y por aire. La guerra por tierra incluye artificios. “Con ingenio harás la guerra” (Mishlei 24:6). Utiliza un filtro, el filtro más severo que hay – como etrog (de la empresa Rimon).
Es sabido que muchos logran burlar el filtro, lamentablemente. Entonces, hay tres opciones: Que la entrada al Internet sea a través de un código que tú no conoces, y sólo la conoce una persona fiel que te abrirá cuando sea necesario. O que dos personas sepan cada una la mitad del código, “más vale dos juntos que uno” (Kohelet 4:9), y por supuesto “el hilo de tres hebras no se rompe con facilidad” (Kohelet 4:12). O coloca “webchaver”, un programa que se puede bajar del Internet e informa a un amigo tuyo de toda irregularidad impura en el uso de tu Internet.
Y hay una guerra por aire: Repítete cuán impuro es, cuán inmundo es. Estudia el libro “Mesilat Iesharim” día y noche, y sobre todo los capítulos 2, 3, 4 y 5 respecto a la cautela. Prepárate una lista de frases de fe, musar y halajá que te hacen efecto, que leerás toda noche y toda mañana y mediodía, y sobre todo cuando estás por encontrarte con el enemigo – como las instrucciones previas a la batalla en el ejército. Una lista santa, en la que estará escrito: “No te arruines. No te impurifiques. Debes saber que esa impureza te acompañará todo el día, todos los días, toda la vida. Cuanto más peques, más se debilitará tu oposición. De momento que la persona hizo una trasgresión, y volvió a hacerla, le parece que está permitido y no siente remordimientos de conciencia. Sentirás repulsión de ti mismo, te arruinará totalmente. Y si vences, bienaventurado eres. Pero no te duermas en la guardia, puedes llegar a caer nuevamente. Y si has caído, no alcanza con una guerra de defensa, hay que luchar una guerra de independencia. No desesperes. También del pozo más profundo podrás salir, porque tienes fuerza. Y cada día comienza de nuevo la lucha. No dejes las armas. Ser vencido en la batalla es malo, pero peor es perder sin luchar, esa es una tragedia”.
¿Has caído? ¡Levántate! “Siete veces caerá el justo, y se levantará” (Mishlei 24:16) – hasta que no caiga más. Es cierto que exige esfuerzo, pero vale la pena, y es muy interesante. Corre a la batalla. Parece difícil, pero es posible. Cómprate una libreta y escribe en ella cada día cuántas veces vences, y cuántas veces eres derrotado – y de esa forma irás bajando el número de derrotas día a día, y aumentando el número de victorias. Porque “se eleva en el kodesh (lo santo), y no se desciende”.
Sal al camino, y D’s te ayudará. ¡Se vigoroso, y fortalécete! Después que hayas vencido cuatro o cinco veces, te será mucho más fácil, después de haber pagado el precio.
Debes saber que D’s le envía a la persona una prueba sólo si le da al mismo tiempo las fuerzas para hacerle frente.
Ten fe en ti mismo, tienes un alma pura y vencerás. También si has caído hondo, vencerás.
Entonces serás puro y te sentirás puro. Bienaventurado serás. 

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