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Majón Meir
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“Reconstruye Tu casa como en el principio”
Rav Gabriel Kadosh

Pocos días después de la expulsión de nuestra casa de vida – Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza) – recibí una llamada de mi Rav de la Ieshiva Tijonit que me preguntó cómo me siento. Le contesté (por lo visto influido por el ambiente del mes de Av y la destrucción de nuestras casas en Gush Katif): “D’s ya hace 2000 años que está sin casa, nosotros sólo unos días…”.
Esa analogía me hizo pensar – como judío, y sobre todo como poblador de Gush Katif – en la aguda pregunta: ¿Qué quiere decir “casa”? ¿Qué encierra en ella? ¿Qué expresa? ¿Por qué nos es tan importante?
La foto de nuestra casa - que fue construida con tanto esfuerzo - en la pared de nuestro salón en la vivienda provisoria, y el recuerdo del tractor que la destruyó nos hace entender algo muy sencillo: Una casa no es un montón de ladrillos, cemento y hierros. Tampoco es la cocina, ni los muebles, ni siquiera la biblioteca Torani que se encuentra en el centro de ella. Todos entendemos que la destrucción de "La Casa", el Beit HaMikdash (El Templo) no se trata de la destrucción de maderas y piedras sino que de un contenido profundo y más kadosh (santo) - y también la reconstrucción del Beit HaMikdash no se trata de construir con maderas y piedras un edificio, sino que de la edificación de niveles espirituales-morales apropiados. Así también todos entendemos que nuestra casa particular no es sólo ladrillos y cemento, sino que un contenido profundo de vida plena. Durante mucho tiempo repetimos el versículo: “Si el Eterno no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Tehilim 127:1). Ese versículo nos enseña qué es lo que le da existencia a la “casa”: No la fuerza física del hierro, tampoco la del refugio antiaéreo, sino que la Palabra de D’s que se encuentra en el centro de nuestras vidas es la que le da la fuerza de existencia a nuestra casa. ¡Y una casa de ese tipo, no es posible arrancar!
Realmente, nuestra “casa” no fue destruida – D’s no lo permita: La vida plena de la familia, el asentamiento, toda la zona, sólo cambió de forma. La Providencia Divina que puso a prueba a Am Israel (el Pueblo de Israel) en la expulsión y la destrucción, nos presentó un gran desafío Divino: Continuar con la “casa”, con las fuerzas de vida y la alegría, la creatividad y la edificación, el rezo y el estudio de la Torá. La vida de comunidad tan plena que forjamos y vivimos en Gush Katif debe continuar, con más pujanza y vigor.
Yo utilizo un ejemplo: El gobernante de la ciudad ordenó demoler la choza de dos ancianos en su distrito. Cuando llegó el momento, uno de los ancianos salió al encuentro del gobernante llorando e implorando – pero en vano. En contraste, el segundo anciano cuando vio su choza destruida salió al encuentro del gobernante bailando y cantando. Le preguntó el gobernante: “¿Por qué tú te comportas en forma distinta del primer anciano, que salió llorando pero tú sales cantando y alabando?”. Le contestó el anciano: “En vez de mi choza, será construido un edificio de muchos pisos, cuando gran parte de esas viviendas serán mías y de mis descendientes. Pero en lugar de la choza del otro anciano, será construido un estacionamiento…”.
Si D’s hubiese puesto sobre las ruinas de Gush Katif un gran cartel, diciendo: “Aquí continúa revelándose la gueulá (Redención) de Am Israel”, “de este lugar Am Israel continúa edificándose”, “los habitantes de Gush Katif hacen avanzar la gueulá plena”, “mayor será la gloria postrera de esta casa que la de la primera” (Jagai 2:9), etc., por supuesto que aceptaríamos la voluntad Divina de otra forma.
Ahora, de momento que no hay ningún cartel pero hay una gran fe en que D’s no nos abandona ni nos abandonará, “porque no desechará el Eterno a Su pueblo, ni desamparará a Su herencia” (Tehilim 94:14), cuando los habitantes de Gush Katif comienzan el proceso de la edificación de sus casas particulares, debemos asimilar en esa “casa” las importantes adquisiciones que la “casa” de Gush Katif nos entregó: El calor y el amor, la comunidad y la entrega, la fe y el rezo, la esperanza y el ideal, y por supuesto, la apreciación general de la edificación de Am Israel en nuestra época. Nos sacudiremos del polvo, y continuaremos la acción Divina en la edificación de Eretz Israel (la Tierra de Israel), basando y reforzando las comunidades de Gush Katif en todo lugar donde se encuentran. Siempre recordaremos que en la historia de Am Israel la destrucción de la “choza” fue continuada con un “edificio de muchos pisos”, recordaremos que de toda caída surgió una gran elevación, todo descenso fue continuado por un crecimiento. Como dijo el Rav Kuk después de las terribles revueltas del 5699: “Todo el que observa los acontecimientos del asentamiento… puede ver en forma clara que de toda caída que sufrimos nació después un adelanto y desarrollo más elevado, y un gran paso para bien salió de toda crisis… tenemos la certeza que de este gran golpe nacerá el remedio…”.
Todos tenemos la esperanza que la construcción de las nuevas casas en las comunidades que se renuevan sea otro eslabón del renacimiento de nuestro pueblo en nuestra tierra, anhelando el regreso de los hijos a su herencia.
“Señor, y Señor de nuestros patriarcas, Rey misericordioso ten piedad de nosotros… reconstruye Tu casa como en el principio, y coloca al
 Beit HaMikdash en su lugar, y muéstranos su reconstrucción, alégranos con su reparación, y devuelve Tu Shjina (manifestación de la presencia Divina) dentro de él… y devuelve a Israel a su hábitat, y la tierra se colmará del conocimiento de D’s, temiendo y amando Tu Nombre, grandioso, vigoroso y terrible, Amén, que así sea Su voluntad”. 

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
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Volveremos
Rav Shlomó Aviner

Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza) es una etapa importante en el proceso de nuestra gueulá (Redención). Al principio, una etapa llena de resplandor y alegría, construcción y creatividad. Luego, una etapa de destrucción y desastre, oscuridad y traición. Pero de todas formas, es una etapa. Como nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk que contaba entre las etapas de la gueulá también el terrible episodio del barco “Altalena”, cuando judíos fueron matados por sus propios hermanos. Y el remedio, es abrir los almacenes de emergencia de Ahavat Israel (amor por todo el Pueblo de Israel), para disolver el odio (LeNetivot Israel Alef, MiMaamakim, Pág. 128). Y así fue, cuando los que fueron atacados, heridos y matados se contuvieron, y de esa forma evitaron una guerra civil.
Y así también en Gush Katif, cuando un gran público se contuvo y de esa forma fue evitada una guerra interna espantosa. Y ese gran mérito se suma a todos los otros méritos, que tienen en él su origen: Sacrificio por la edificación de la tierra como emisarios de toda la nación, en condiciones difíciles de seguridad, económicas y agrícolas – y gracias a D’s, la tierra les respondió dando sus frutos en abundancia. Una vida de Torá y labor, una vida de caridad interna y también externa, una gran unión de personas de distintos tipos, una gran fe.
En efecto, la fe se pone a prueba en las crisis – como se explica en el libro “Mesilat Iesharim” (Cáp. 19) en relación al amor por D’s.
Esa es la gran prueba de los tzadikim (justos) de Gush Katif, que no se ocupan de enlodar a los que no se adhirieron en su lucha, no repiten día y noche: “No perdonaremos”. Sus ojos no se encuentran en el pasado sino que miran al futuro, como dice el Ramba”m en su carta: La persona debe tener sus ojos al frente mirando adelante, no atrás.
Lo más importante no es lo que fue sino lo que será: ¿Cómo volveremos a Gush Katif? ¿Cómo evitaremos una destrucción semejante en Iehudá y Shomron?
Desde ese entonces se desató una polémica entre los amantes de Eretz Israel (la Tierra de Israel) que no cesó hasta nuestros días: Unos dicen que sólo el lenguaje de la fuerza bruta es el que tiene efecto, y si hubiésemos utilizado suficiente fuerza – como lo hacen por ejemplo los Jaredim (ultra-ortodoxos), y salvando las diferencias también los árabes – hubiésemos salvado el amado Gush Katif. Y los otros dicen que la fuerza bruta sólo tiene efecto tratándose de nimiedades, pero no tratándose de temas tan centrales desde el punto de vista político y de seguridad. Sólo hay una forma de que Iesh”a (Iehudá, Shomron y Aza) quede en nuestras manos: ¡Que el pueblo así lo quiera!
La realidad demuestra que el segundo método es el correcto. El que analice la historia del asentamiento en nuestra tierra – desde el despertar del deseo de regreso a Tzion hace 150 años – encuentra que nada fue hecho gracias a la utilización de la fuerza bruta, o amenazas, sino que por la voluntad de las personas. La maravillosa edificación de la tierra – porque así quisieron hacer. El regreso a Tzion – porque así lo quisieron las personas que llegaron. La Guerra de la Independencia – se enrolaron sólo voluntarios. Todas las guerras de Israel – lucharon sacrificando sus vidas sólo los que tenían fe en el país. Todos los asentamientos de Iesh”a – llegaron sólo los que quisieron asentarse allí. Y también todo el estudio de la Torá que aumenta en nuestra tierra – no hay quien estudie si no lo quiere. Y por el contrario, la utilización de la fuerza – genera el distanciamiento.
Es lo que dijimos, las grandes cosas dependen de la voluntad,
porque exigen sacrificio. Rabí Shimon Bar Iojai dijo que D’s le entregó tres grandes obsequios a Su pueblo, y son adquiridos a través del sacrificio: Torá, Olam HaBa (Mundo Venidero) y Eretz Israel (Brajot 5A). Es necesario sacrificarse por ellos, y no se puede obligar a sacrificarse.
Y esa fue la forma en que los tzadikim de Gush Katif actuaron: No se puede obligar.
También el casamiento es algo que no se puede obligar. No se puede ordenar amar. Y el vínculo con Eretz Israel es asemejado a un casamiento (Ishaya 62:4-5).
Según el autor del libro “Sfat Emet” en su comentario al principio de la Parashá “Shlaj Leja” Eretz Israel es comparada con el estudio de la Gmará – que también es difícil, y depende del deseo y la voluntad: “Porque el punto de Eretz Israel es como la Torá oral, que la persona tiene que adquirirla a través de su esfuerzo. Y por ello, la conquista de Eretz Israel depende de la voluntad de los Hijos de Israel mismos… por ello, cuando la rehusaron, ya no podían entrar en ella” (Sfat Emet, año 5653, comienza “veinian shlaj leja”).
Y también Rabí Iosef Caro en su libro “Maguid Meisharim” explica que ese era el objetivo del envío de los espías de Moshé, que eran talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá): Que hagan despertar el deseo por Eretz Israel (Maguid Meisharim, Shlaj). Y también escribió Rabí Ioshua de Kutna: “Ahora, cuando vemos el gran anhelo [por Eretz Israel], ya sea en las personas sencillas, las medianas y los de corazón recto, es casi seguro que destella el resplandor del espíritu de la gueulá” (Shu”t Ieshuot Malko, Iore Dea 66). Y también Rabí Iehudá HaLevi escribió que la gueulá llegará cuando Ierushalaim sea anhelada en extremo (al final del libro HaKuzari).
Es cierto que hay una teoría que argumenta que lo que determina la historia son los hechos en la práctica – en el campo político o económico – llamada “materialismo histórico”, como arguye Karl Marx o Federico Engels. Pero la teoría principal es el “idealismo histórico”, que argumenta que lo que determina la historia son la fe, las ideas y los pensamientos, como sostiene Georg Friedrich Hegel y salvando las diferencias el Rav Kuk en el plano del kodesh (lo santo), en su famoso artículo “LeMaalaj HaIdeot BeIsrael” (Orot).
Por ello, hay que añadir en la nación personas que desean toda nuestra tierra, en toda su extensión. Cuantos más habrá, será mejor para la nación. Como dijimos, en Gush Katif había muchos tzadikim, de todo tipo - pero no todo Am Israel estuvo en Gush Katif, ni tampoco lo apoyó.
El remedio es la idea y la convicción que esta es nuestra tierra, como escribió el Rav Tzvi Iehudá Kuk en su proclama “LeMaan Daat”: “Toda esta tierra es nuestra… por ello, de una vez por todas debemos aclarar las cosas en forma precisa y tajante, no hay aquí ningún territorio árabe o posesiones árabes, sólo tierras de Israel, la herencia eterna de nuestros patriarcas” (LeHiljot Tzibur).
Y entonces, regresaremos también a Gush Katif. Ya hace mucho tiempo que Gush Katif fue destruido y desapareció, pero esa fe de Gush Katif se pasea por el mundo, imbuye a las personas, produce sufrimiento y tristeza, alegría y esperanzas. Ella penetra en las cabezas, en los corazones, sin que las personas se den cuenta de ello. Personas sencillas, también profundos sabios, hombre y mujeres, niñas y niños. Esa fe hace latir los corazones, sin que ellos mismos sepan de dónde llega ese vigor, esa dulzura. Y esa fe es la que salvará a todo Iesh”a y nos devolverá a casa - a Gush Katif.
 

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