Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir


Parashat Vaietze     11 de Kislev 5770     No 744

“La verdad prometida a Iaacov”
Rav Ioram Eliahu

Nuestro patriarca Iaacov es conocido y es famoso por la virtud de la autenticidad. El camino de la plasmación de esa verdad pasó por el horno de la estancia con quien era todo lo contrario de esa virtud – el arameo Lavan, el estafador, que todas sus acciones y todas sus palabras son basadas en la mentira. Nuestro patriarca Iaacov a lo largo de todo el encuentro con Lavan nos maravilla con sus virtudes y nos enseña lo que es ser auténtico, qué es ser fiel y qué es disciplina de trabajo.
Al principio de su camino, cuando descubre que Lavan lo engañó, y a pesar de su promesa explícita de entregarle a Rajel por esposa – “mejor es que te la de a ti, y no la de a otro” (Bereshit 29:19) – por la mañana encuentra que “he aquí que es Lea” (Bereshit 29:25). Iaacov consiente con una nueva condición con Lavan, y trabaja para él “otros siete años” (Bereshit 29:30) para casarse con Rajel. Rashi allí explica que “los otros siete años, fueron como los primeros siete. De la misma forma que los primeros fueron con fidelidad, también los segundos, a pesar que tuvo que trabajar por engaño” (Rashi, Bereshit 29:30). Cuando una persona trabaja en un lugar determinado, le es fácil trabajar con empeño mientras que su jefe lo trata con fidelidad y rectitud. Pero cuando ve que su jefe no lo trata con rectitud, y sobre todo cuando ve que lo engaña y no le entrega el sueldo que le corresponde, la persona tiende a darse a sí mismo permiso para comportarse en forma no tan recta, y pensar que incluso es lo correcto que no trabaje tanto, y no continúe con la misma rectitud que comenzó a trabajar. Pero Iaacov nos enseña que las cuentas de la fidelidad las debemos hacer frente a D’s y no frente al jefe, y por ello nunca podrás verte exento del comportamiento correcto según los criterios de la halajá.
La fidelidad de Iaacov y su autenticidad se expresan sobre todo al final de la Parashá, cuando se enoja y describe frente de qué forma cuidó y se ocupó del ganado, frente a la ingratitud de Lavan: “Estos veinte años que he estado contigo, tus ovejas y tus cabras no han quedado sin cría, y los carneros de tus rebaños no me los he comido” (Bereshit 31:38) – “no sólo que trabajé para ti con fidelidad, como corresponde a los tzadikim (justos), sino que también me esforcé por encima de ello, tal que no perdieron sus hijos” (Sforno). Y también cuando Iaacov pasó hambre no hizo como acostumbraban los otros pastores, y no tomó nada del ganado de Lavan “y los carneros de tus rebaños no me los he comido” (Bereshit 31:38). Y continúa Iaacov “donde yo estaba de día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos” (Bereshit 31:40), y comenta el Rada”k que “no quería dejar el ganado en manos de otro pastor en su lugar, y por ello sufrió el calor del sol y el frío por las noches, y no podía dormir ya sea por el frío o porque estaba preocupado por el cuidado del ganado, no sea que lleguen lobos a depredarlo, o ladrones a robarlo”.
Y en efecto, en la Gmará cuando se estudia respecto a las leyes de los cuidadores y alquilantes se lo aprende de Iaacov, y dice: “¿Hasta qué punto debe esforzarse el cuidador pago? Hasta que ‘de día me consumía el calor, y de noche la helada’ (Bereshit 31:40)” (Baba Metzia 93B). De forma que el comportamiento de Iaacov no corresponde sólo a personas piadosas, sino que debe ser la norma que debemos adoptar en toda la sociedad.
Cuando el Ramba”m resume las leyes relativas, “Hiljot Sjirut”, también él lo aprende de Iaacov y escribe “y también debe trabajar con todas sus fuerzas, ya que el tzadik Iaacov dijo ‘porque con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre’ (Bereshit 31:6). Y por ello recibió su recompensa incluso en este mundo, como dice el versículo ‘y prosperó de un modo extraordinario’ (Bereshit 30:43)”.
Aprendemos de ello que el camino hacia una sociedad correcta pasa por el sendero de la elevada disciplina de trabajo que cada uno debe adquirir y poner en práctica en su labor, elevar la confianza de los unos en los otros – entre las personas, entre los dueños y alquilantes, jefe y empleado y semejantes, hasta que lleguemos al nivel de autenticidad que aprendemos de nuestros patriarcas. Y de esa forma seremos realmente merecedores de edificar una sociedad de la que podremos enorgullecernos, y ser una luz para las naciones. 

Midreshet Majón Orá

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No le dispares al oficial
Rav Shlomó Aviner

En su libro “Impressions of America” cuenta el escritor inglés Oscar Wild que en el año 5640 vio un cartel en una taberna de un poblado del viejo Oeste: “Please, don’t shoot the piano player, he is doing the best he can”. Por favor, no le disparen al pianista, él está haciendo lo mejor que puede. Es decir, ese pianista que tocaba el piano para crear una atmósfera agradable y endulzar un poco las cualidades duras, siempre recibía los primeros disparos cuando comenzaba alguna querella, cuando las balas zumbaban en todas direcciones, como si él fuese culpable de la disputa. No le disparen, no lo culpen, no lo ataquen en vez del verdadero responsable de la situación.
Y también nosotros decimos: No le disparen al oficial – él está haciendo lo mejor que puede. Él no es culpable de las tensiones en la nación. Por el contrario, respétalo mucho por su sacrificio por la seguridad del estado, y se condescendiente con él en las pocas ocasiones en las que hay algún desperfecto. Como ese pianista que continúa tocando el piano sin perder la tranquilidad, cuando todos se pelean y se golpean y se disparan los unos a los otros, ese oficial se transforma en una víctima de todos, es culpable de todos los problemas, y no puede defenderse.
Cuando veo alguien que ofende un oficial, me duele, siento que me desarmo, que me enloquezco. Si un oficial le da una bofetada a un enemigo en medio de una operación militar – los izquierdistas lo atacan en la prensa y lo demandan en una corte. Si hace lo contrario, entonces los derechistas lo ofenden, lo llaman Nazi, lo patean, le tiran clavos y botellas incendiarias. ¿Quizás ambos bandos están dispuestos a dejar de dispararle de derecha e izquierda – porque les parece demasiado izquierdista o derechista?
¿Quizás tú estás dispuesto de una vez por todas a decidir si tienes confianza en él o no? Porque para matarse por la seguridad, es suficiente bueno: ¡¿Tú te aprovechas de él, y después lo atacas?! ¡Hasta ese punto eres un ingrato! O en el mejor de los casos, has perdido tu equilibrio.
Yo añoro a nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, que a veces besaba el uniforme de un soldado. Yo añoro al Netzi”v (Rav Naftalí Tzví Iehudá Berlín) que determinó que el que debilita el espíritu del dirigente de la lucha es considerado “persecutor” de toda la nación (comentario a Sheiltot Rav Ajai Gaon 142). Por ello, por favor, no le dispares al oficial. Déjalo de lado, y no te aproveches de que no puede devolverte, y sufre con amor las tensiones de todas las corrientes.
¡Él se pone en peligro para salvarte, y tú lo mortificas! ¡Tú no eres una persona, no eres un judío! Lloré por dentro, y llamé por teléfono a un oficial que tuvo que soportar el fuego de un diario, para consolarlo. Me dijo: “Hacemos cosas tan importantes, que ese tipo de fastidios no nos molestarán en la continuación de nuestra labor”. Quise consolarlo, pero él me consoló.
“Y a pesar de ello” – él no me lo dice, pero seguramente lo piensa – “yo soy tan inocente, que me dejo engañar. Soy sólo una persona, y vi tantos compañeros que cayeron en la batalla, uno tras otro, y lo que me duele, es: ¿Dónde se encuentran todos los otros, los cientos y miles, que podrían haber salido a luchar, y se esconden en la ciudad y pasean? Yo veo las luces de lejos, y me digo a mí mismo que yo hago todo lo que ellos no hacen. Y a veces es más doloroso que la muerte misma. Qué suerte que no tengo tiempo para pensar en todas esas cosas”.
Sí. Él marcha con el arma al hombro y con gran valor, desde la mañana hasta la noche, y desde la noche hasta la mañana. Trabaja duro, en todo lugar y en toda condición climática – y no se ve en su rostro ni envidia ni avidez. Él trabaja todo el tiempo para los demás, no los molesta, sólo rinde su servicio en el ejército para los otros.
Realmente, Tzaha”l (Ejército de Defensa de Israel) no necesita ninguna comisión externa de investigación – todo el tiempo se investiga a sí mismo, sin descanso. ¡¿Para matarse es bueno, pero para investigar lo que pasó no?! No me entusiasmé mucho de la comisión de investigación después de la Guerra de Iom Kipur, y después de los acontecimientos en Sabra y Shatila – que cocinaron a todo el ejército sobre las brasas, y eximieron a la dirección política. No es justo.
No te equivoques, Tzaha”l no es un lugar donde se organizan paseos: Él está ocupado en la lucha contra crueles enemigos que quieren exterminarnos. No te olvides, nos encontramos en guerra, ya sea una guerra a alto volumen – llamada Hic – o ya sea a bajo volumen – llamada Lic. La Guerra de la Independencia todavía no terminó. Por supuesto que también en la guerra hay que cuidar las leyes – Jus in bello – pero no debemos olvidar que todavía estamos en guerra.
De pronto, hay silencio y calma en el país. ¿Tú te piensas que es por casualidad? No. Es por mérito de esas personas que sacrifican sus vidas en el ejército, para toda la nación. Y llegan personas que se piensan inteligentes – que no es seguro que todas ellas estén dispuestas a sacrificarse por los demás – y los insultan por derecha e izquierda. Y el oficial escucha, se ofende, y calla. ¡Déjalo en paz! Los oficiales ya son nenes grandes, y saben arreglárselas solas entre ellos, y hablar unos con otros como buenos amigos, que se quieren y valoran. No te metas. No te necesitan. Por el contrario, tú los necesitas a ellos. Y si no les tienes confianza, ¿qué haces en esta tierra?
No te preocupes, el oficial es moral. No le hace nada malo a ningún inocente. Todo es de acuerdo a los valores correctos, de acuerdo a la moral.
Dijo la esposa de un oficial: “No me es fácil. No sólo que él no se encuentra en casa, que no lo veo, que los niños no lo ven, sino que también lo difaman en el diario”. Pero el oficial se dijo a sí mismo: “Gracias a D’s, en el ejército tengo amigos. Ellos realmente son mis amigos, en los que puedo confiar. Son mis amigos del alma, siempre están conmigo, en todo lugar donde voy – mis comandantes, mis camaradas, mis soldados. Ellos me conocen, sin necesidad de explicarles, ellos son fieles, ellos son amigos auténticos, ellos siempre están conmigo, no temen encontrarse a mi lado en las dificultades, bajo fuego, cuando se duele, cuando el enemigo ataca, cuando los amados nos atacan…”.
Ese es el oficial que no come, no toma ni duerme. A penas se ocupa de las cosas mundanas. Todos sus pensamientos están ligados a Am Israel (el Pueblo de Israel). No tiene tiempo para sí mismo. No se tiene a sí mismo.
Y tú, que lo único de lo que te ocupas es de tus placeres y de tus problemas particulares, tú, que comes con comodidad y duermes tranquilamente, y cuando sientes que algo te falta gritas “¡qué injusticia!” – ¡no tienes el mínimo respeto por una persona que se sacrifica por el destino de su pueblo, que lleva en su corazón los problemas del pueblo, que ama a su prójimo como tú amas a tus hijos, que no se preocupa por su felicidad particular y su vida particular!
El que vive de esa forma – lleva a D’s en su corazón.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
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