Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir


Parashat Ree     29 de Av 5768     No 682

Beit HaMikdash, reinado y paz
Rav Azriel Ariel

La mitzva de construir el Beit HaMikdash (El Templo) en Ierushalaim no fue escrita en forma explícita en la Torá. La mitzva “y Me harán un santuario” (Shmot 25:8) – que es enumerada como una de las 613 mitzvot – no habla en forma explícita del Beit HaMikdash, sino que se refiere al Mishkán (Tabernáculo) provisorio, en el desierto. En nuestra Parashá, la construcción del Beit HaMikdash en Ierushalaim es solamente insinuada: “Entonces, habrá cierto lugar que el Eterno, vuestro D’s, escogerá para hacer habitar en él Su nombre, allí llevaréis todo lo que Yo os mando…” (Dvarim 12:11). El lugar preciso no fue escrito. Sólo “al lugar que el Eterno, vuestro D’s, escogiere de entre todas vuestras tribus… lo buscaréis, y allí iréis” (Dvarim 12:5), como comentaron nuestros sabios: “Búscalo y encuéntralo, y después te lo confirmará el profeta”.
El momento en el que hay que cumplir esa mitzva es más claro: “Mas cuando paséis el Iarden, y habitéis en la tierra que el Eterno, vuestro D’s, os hace heredar, y cuando Él os haya dado reposo de todos vuestros enemigos alrededor, de modo que habitéis seguros” (Dvarim 12:10). El versículo enumera cuatro condiciones: Entrada en la tierra, habitación en ella – cada uno en su lugar – reposo de las luchas contra los enemigos, y seguridad. Nos parece extraño: Acaso no tenemos la obligación de construir el Beit HaMikdash en la primera oportunidad que tengamos?!.
Por lo visto, esa fue la pregunta que se hizo el rey David. Sólo terminó sus luchas contra los Plishtim, se construyó una casa de cedros -  y enseguida pretendió construir el Beit HaMikdash. Tal le parecía que D’s le da reposo de las luchas contra los enemigos alrededor. Pero su alegría fue corta: Por la mañana del día siguiente, llegó el profeta Natan y le hizo saber que no es él el que lo construirá. Es más, le dijo que no fue elegido como rey para eso: “Yo te tomé del redil, de andar en pos del rebaño, para que seas caudillo de Mi pueblo Israel… y señalaré un lugar para Mi pueblo Israel, y lo plantaré, y él habitará en su propio lugar, y no será inquietado más, ni volverán más de los malhechores a oprimirle, como fue al principio… y ahora te he dado descanso de todos tus enemigos. Además, te hace saber el Eterno que Él te hará a ti una dinastía…” (Shmuel Bet 7:8-11).
El rey David tenía un papel: Proporcionarle a Am Israel (el Pueblo de Israel) un refugio seguro de los enemigos. Pero después de haber cumplido su cometido, David no construirá la Casa de D’s, sino que D’s le construirá a David una dinastía!. Ya que “tres mitzvot debe cumplir Am Israel cuando entra en la tierra: Coronar a un rey…” y sólo después “construir el Beit HaMikdash” (Ramba”m, Hiljot Melajim 1:1). Pero no alcanza con coronar un rey: Hay que consolidar el reinado y la dinastía, con firmeza – y sólo entonces se puede construir el Beit HaMikdash, un Beit HaMikdash que también robustecerá el reinado. “Y cuando se te cumplieren los días, y tu yacieres con tus padres, levantaré tu linaje en pos de ti, el cual ha de salir de tus entrañas, y haré estable su reino. Él edificará una casa para Mi nombre, y Yo estableceré el trono de su reino para siempre” (Shmuel Bet 7:12-13).
Pero hay otra condición: No alcanza con que tengan reposo de las luchas con los enemigos alrededor. No alcanza con un cese de fuego provisorio. Antes de la edificación del Beit HaMikdash, Am Israel tiene que vivir con seguridad, sin estar amenazado - ni siquiera una amenaza lejana. Esa condición no se cumplió en la época de David, él tuvo que librar muchas otras guerras. Tuvo que luchar contra Amon y Moav, Aram y Edom. Una época de luchas no es adecuada para la construcción del Beit HaMikdash: Se necesita una época de paz. Y así le dice David a su hijo Shlomó, antes de morir: “El Eterno se me reveló, y me dijo, tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras, tú no edificarás una casa para Mi nombre, porque has derramado mucha sangre en tierra delante de Mí. Mas he aquí que ha de nacerte un hijo, el cual será hombre de reposo, pues Yo le concederé descanso de todos sus enemigos en derredor, porque Shlomó será su nombre, y paz y sosiego daré a Israel para siempre. Él edificará una casa para Mi nombre…” (Divrei HaIamim Alef 22:8-10). No escuchamos ninguna entonación de reprimenda moral en las palabras de D’s – ni tampoco en los comentarios de nuestros sabios – sólo que debemos entender que mientras no han terminado las guerras, y Am Israel no fue merecedor de asentarse con tranquilidad y sosiego bajo su viñedo y su higuera, todavía no ha llegado el momento de la construcción del Beit HaMikdash. Y por lo visto, ese sosiego es también el indicio que la situación espiritual del pueblo ha llegado a tal punto que es adecuado construirlo, también desde el punto de vista espiritual.
Y hasta que lleguemos a la tranquilidad y el sosiego, el descanso de las luchas contra los enemigos cercanos y a la seguridad frente a las amenazas lejanas, no tenemos más que andar por el camino de David, que se esforzó por dejar prontos los programas y los medios para la construcción – y de esa forma preparar los corazones para ese gran día, como le dijo a su hijo Shlomó: “Ahora, pues, hijo mío, sea el Eterno contigo, para que prosperes y edifiques la Casa del Eterno, tu D’s, según Él ha prometido acerca de ti” (Divrei HaIamim Alef 22:11).

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“Yo construyo la nación”
Rav Shlomó Aviner

Cuando el Rav Kuk llegó a Israel, Rabí David HaCohen – el Nazir – fue caminando toda la noche desde Ierushalaim a Jevrón para recibirlo, y allí escuchó una clase de él. Le dijo el Nazir: “Entonces, lo que usted dice, es como dice la gente de Jaba”d (corriente jasídica)!”. El Rav Kuk se sonrió, y le contestó: “Yo construyo la nación”.
“Cada generación y sus oradores, cada generación y sus enseñanzas” (Sanedrín 38B). En cada generación D’s conduce de forma distinta Su mundo – y según esa conducción son enviados los guías adecuados a esa generación (Even Shlema 11:9). La Torá lo incluye todo: Todas las generaciones desde un principio hasta el final, todas las preguntas y todas las situaciones. Y cada generación tiene un enviado Divino especial para revelar otra porción de la Torá que estaba oculta hasta ese momento, y sólo lo sabían los pocos elegidos – que se encuentran por encima de las generaciones, por encima del tiempo – que son capaces de verlo todo desde un punto de vista genérico. El Rav Hilel Tzaitlin escribió un artículo llamado “La línea básica de la Kabalá del Rav Kuk”, en el que compara la Kabalá del Ar”i (Rabí Itzjak Luria Ashkenazi), la Kabalá del Baal Shem Tov, la Kabalá de Jaba”d y la Kabalá del Rav Kuk. Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, dijo que en líneas generales ese artículo es correcto, y supo llegar al punto álgido del tema. Pero hay que agregar la Kabalá del Gaon (genio del estudio de la Torá) de Vilna. Dice el Rav Hilel Tzaitlin: El Ar”i habló del fulgor Divino de todos los mundos, el Baal Shem Tov – y siguiendo su línea el autor del libro “Tania” – reveló ese fulgor dentro del hombre. Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, agregó que el Gaon de Vilna reveló el fulgor Divino que hay en la Torá. Y finalmente, el Rav Kuk reveló el fulgor Divino que hay en la nación (Sifran Shel Iejidim 235).
Por supuesto, todo está relacionado. Por supuesto que todos abarcan todo con su mirada, pero el punto de vista cambia. Es como varias personas que miran las estrellas desde una alta torre: Cada uno se encuentra en otro lugar de la torre, y las ve desde un ángulo distinto (Sifran Shel Iejidim 236). O si prefieren, cada uno se encuentra en otro punto en la escala del tiempo.
En los últimos cien años ocurrió algo fabuloso: “Toca con el gran Shofar (cuerno) para nuestra liberación, y eleva el estandarte para reunir nuestros exilios” (rezo de Shmona Esre). Comenzaron a reunirse los exilios. Me dijo una persona: “Cuando nació el abuelo de mi abuelo, en Israel habían 12.000 judíos. Cuando nació el padre de mi abuelo, 30.000. Cuando mi abuelo nació, 80.000. Cuando mi padre nació, 200.000. Cuando yo nací, 600.000. Cuando mi hijo nació, 2 millones. Y ahora que nació mi nieto, 5 millones!”.
Pero la reunión de los exilios no es solamente un cambio de lugar geográfico, o una población que inmigra. Nos reunimos y nos juntamos, y conformamos un pueblo único nuevamente. Pasamos de individuos particulares dispersos, de “un pueblo disperso y dividido”, y volvemos a ser “y quién como Tu pueblo, un pueblo único en la tierra” (Divrei HaIamim Alef 17:21).
El Mahara”l al principio de su libro “Netzaj Israel” explica que un pueblo sano, natural y normal se caracteriza por tres cosas: Sus miembros se encuentran juntos, en su tierra, independientes. La traducción práctica: Estado, ejército, gobierno y todas sus instituciones.
Lentamente, volvemos a ser concientes, a entender, a creer que somos un pueblo, y tenemos que vivir juntos como tal. Ya hace cien años que comenzamos a despertar, pero todavía hay muchos judíos que continúan durmiendo en la galut (exilio) y también en Israel. Y también hay muchos datiim (religiosos) que todavía no entendieron qué quiere decir “nación” – pero nosotros avanzamos, somos llevados por las alas de un movimiento gigantesco, el Movimiento Sionista. “En los últimos tiempos, ha surgido un movimiento silencioso - lleno de potencia y deseos, lleno de contrastes y contradicciones, lleno de luces y sombras - que se ha propuesto llegar a la costa de la salvación de Israel” (Orot 38).
Por ello, hay muchos datiim que ven las sombras – y lo excomulgan. En contraste, hay muchos jilonim (seculares) que ven las luces, y se identifican. Llegó el Rav Kuk, vio las luces y las sombras juntas, y dijo: “Yo construyo la nación”. Es decir, fortalece las luces para que echen a las sombras. Escribe el Rav Kuk, hablando de si mismo: “Yo se que D’s me ha enviado a la Tierra kdoshá (santa) para proveer de alimento” (Iguerot HaReaya Alef, Pág. 189). Inyectar el alma en el renacimiento nacional, o para ser más exacto, revelar el alma de ese renacimiento. Y también escribió: “Y yo soy un esclavo del público, para trabajar y llevar la carga, para el Pueblo de D’s que comenzó a echar raíces en la tierra de su herencia, con esperanzas de redención” (Iguerot HaReaya Alef, Pág. 239, 240).
Esa es una gran tarea. Es una tarea de la Torá, lo que nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk definió como “la Torá redentora” (Or LeNetivati 280), una Torá que nos enseña cómo debemos forjar la redención de nuestro pueblo, según la palabra Divina.
Pero no nos equivoquemos pensando que esa tarea no edifica la persona particular: Por el contrario, la edifica mucho más. Para ser partícipe de la construcción de la nación – y no ser solamente un montón de individuos particulares – la persona tiene que estar mucho más colmada de Torá y Mishná, de Gmará y “Shuljan Aruj” (el libro de halajá por excelencia), temor a D’s y buenas virtudes, kdushá y pureza, “Mesilat Iesharim” y “Jovat HaLebavot” (libros del cultivo de las virtudes).
Y no menos que eso, el renacimiento de la nación necesita también que los individuos particulares se eleven mucho, como dice el Rav Kuk: “Si el renacimiento nacional no innovará nada en el campo del rezo, de la Torá, en la moral y la atención a la fe – entonces, todavía no es un renacimiento auténtico” (Maamarei HaReaya 414).
Esa es la misión Divina del Rav Kuk: Convertir nuestro renacimiento en un renacimiento auténtico. Y gracias a D’s, ya hace cien años que se va transformando en un renacimiento auténtico, gracias a las luces del autor de “Orot” [uno de los libros del Rav Kuk, cuyo título es “luces”, en hebreo. N. del T.]. Pero todavía tenemos un largo camino por delante. Todavía tenemos que estudiar mucho las luces, estudiar y enseñar, y descubrir las luces que se esconden en nuestro renacimiento, hasta que se materialice en su totalidad la visión del Rav Kuk: “El anhelo de nuestro estado - el Estado de Israel, la base del Trono Celestial en el mundo - es que D’s sea uno, y Su nombre uno” (Orot, Pág. 160).

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
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