Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Ki-Tavo     18 de Elul 5767     No 632

El enemigo de la Tshuvá
Rav Lior Engelmann

Por lo general, él se encuentra justamente en las personas virtuosas, que con su ayuda llegan a alcanzar logros importantes. Es muy querido por los maestros y los padres. Él existe por el simple hecho que el alma de la persona fue extraída de los elevados mundos espirituales, y no se conforma con todo lo que sea parcial. Es tan apreciado y valorado, hasta tal punto que es difícil de creer que justamente él – la aspiración a la plenitud, el perfeccionismo – se merece el apodo de "el enemigo de la Tshuvá (arrepentimiento sincero)". Con ayuda de él, la persona puede mirarse a sí misma y descubrir qué debe corregir, de qué errores debe arrepentirse – y a pesar de ello, él mismo le quita a la persona la clave de la Tshuvá, lo neutraliza y no lo deja arrepentirse sinceramente!.
El que aspira a la perfección no puede aceptar el ser falto, y no está dispuesto a arrepentirse paso a paso. Él exige una Tshuvá plena, sin ninguna carencia, de una vez!. Todo defecto que encuentra en sí mismo – incluso el más pequeño – no lo deja en paz. Mientras no ha llegado al éxito total – nada tiene valor a sus ojos. Cuando la persona no puede reconocer sus éxitos, y se mira a través de un espejo malvado - cuya cualidad es acentuar sus defectos - prontamente descubrirá que no es capaz de mantener su situación ni de corregirse. Cuando mira sus acciones no siente ninguna alegría de sus logros, y se comporta como Aman. Aman le cuenta a su esposa Zeresh y a sus amigos toda la gloria y la riqueza que ha alcanzado, pero termina diciendo: "Mas todo eso de nada me aprovecha, mientras yo vea al judío Mordejai sentado en la puerta del rey" (Ester 5:13). De momento que no es pleno, no tiene ningún valor a sus ojos. Así es para Aman – el perfeccionista en el mundo de los deseos – y así también, salvando las grandes diferencias, para muchos que desean la perfección moral-espiritual: Toda pequeña desviación de lo que les parece la plenitud en el culto a D's, anula totalmente el valor de las demás acciones, y les quita la dulzura de la alegría de sus obras.
Muchas veces le resulta difícil a la persona arrepentirse plenamente: Hay pecados de los cuales arrepentirse le parece una tarea demasiado difícil. Quizás en el futuro podrá hacerlo, pero ahora no tiene la valentía necesaria. Una persona como esa puede a lo sumo arrepentirse de las demás carencias, pero si se enfermará del síndrome del perfeccionismo, no valorará ese arrepentimiento parcial. Justamente la aspiración a la plenitud es la que le hace detenerse en su lugar, sin posibilidad de cambiar.
Frente a ese peligro, escribe el Rav Kuk: "No debe detenerse la Tshuvá, por ninguna causa – espiritual ni mucho menos material. Incluso cuando se da cuenta que todavía no se ha arrepentido de varias cosas – que no tienen ninguna justificación – de todas formas, debe hacer Tshuvá y alegrarse de todo lo que le fue concedido arrepentirse" (Meorot HaReaya, Ieraj HaEitanim).
A primera vista, se trata de una concesión: Se contenta por ahora con un arrepentimiento parcial. Pero en realidad, se trata de algo muy grandioso: No esclavizar su culto a D's a sus imaginaciones de aspiración de plenitud - que terminan por clavarlo en su lugar y no lo dejan avanzar.
Otro punto que es muy notorio entre los aspirantes a la plenitud, es la incapacidad de aceptar sus flaquezas con comprensión: Es incapaz de perdonarse a sí mismo sus derrotas. Una persona que se mira a sí misma de esa forma – con ojos que escupen el fuego de la exigencia – le será difícil vivir una vida de movimiento espiritual con alegría. Sin ninguna relación con la realidad, él se ve a sí mismo como un pecador y un ser despreciable, se adhiere a sí mismo una etiqueta de "derrotado" – incluso si el que lo mira por fuera piensa que se merece gran aprecio. Esa auto-crítica exagerada es como una barrera entre él y la capacidad de cambiar: El que no cree en sí mismo, de dónde tendrá fuerzas para arrepentirse?...
Escribe el Rav Kuk: "Cuando la persona hace Tshuvá por amor, debe perdonarse a sí mismo todos sus pecados, de la misma forma que debe hacer las paces con su amigo cuando se trata de pecados que cometió para con él, para que le sea purgado. Y después que a sus propios ojos se vea purgado y limpio del pecado, será merecedor que del cielo sus pecados se transformen en méritos" (Meorot HaReaya, Ieraj HaEitanim).
Cuando analicemos profundamente, descubriremos que por lo general la aspiración a la plenitud es una expresión del recogimiento de la persona en sí misma. Hay que liberarse y llegar a una plenitud distinta, que marcha paso tras paso tras la voluntad de D's, lentamente.

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
español y portugués
Están todas invitadas!!
Para mas detalles llamar al : 052-4621830
o escribir a: anachman2@walla.com , editorial@alumbrar.org
Para las interesadas, hay dormitorios en el lugar 

No odies
Rav Shlomó Aviner


No odies a nadie, no guardes rencor para toda la eternidad. No es bueno, tampoco es sano, incluso si tienes razón en odiar – y por supuesto que no si no la tienes.
Porque el sentimiento no es como el pensamiento. Con el pensamiento se puede abarcar sin límites: Incluso se puede abarcar cosas opuestas, sin que ello moleste.
Pero el sentimiento no es así, no es capaz de abarcar lo opuesto – porque puede llegar a quebrarse en pedazos. Él tiene que enfocarse: Tú eres una persona alegre, o triste. Eres optimista, o pesimista, valiente o cobarde. Y de la misma forma, tú eres una persona que ama, o una persona que odia. Cuando una persona tiene una naturaleza de odio, su personalidad se disgrega: Se transforma en una persona con rencores, en una persona que todo el tiempo rasca sus heridas.
También si tiene razón, incluso si sus duros sentimientos son realmente justificables – según la moral y la halajá – de todas formas se trata de un "gol en contra", de un auto-castigo. Por encima de todo lo que lo hicieron sufrir, ahora él continúa haciéndose sufrir a sí mismo, y se dispara en los pies!. Todo lo que obtiene, es el odio – no gana nada con ello!.
Puede ser realmente que esa persona o ese grupo de personas se merecen que los odien – pero no son ellos los que nos preocupan, sino que nos lamentamos por el que los odia, que se desbarranca por la cruel pendiente del auto-veneno. Y por supuesto si se trata de un odio que no es justificado – porque si bien es cierto que esa persona te hizo algo malo, también te hizo diez cosas buenas!. No pierdas la proporción de las cosas, no te dejes llevar, cuida tu pensamiento correcto y tu calma. En efecto, esa persona no es un ángel – pero tú tampoco lo eres. Si te importa de ti mismo, de tu felicidad, de tu rectitud – escápate del odio!.
El problema es que es fácil de decir, pero difícil de hacer. El instinto del odio se encuentra muy profundo en las personas. Por ello, debes tomar una actitud estratégica en tres pasos:
1. Antes que nada, debes admitir que odias. No debes escabullirte ni encubrir, no debes llamar ese veneno con nombres delicados, sino que debes reconocer la verdad: Tú odias!. Tú odias a tus padres/hijos/pareja/vecinos/amigos/personas que tienen una posición política o espiritual distinta que la tuya.
2. Debes reconocer que el odio es algo malo, es un veneno, es un crimen. Es cierto que hay ideologías de odio que lo glorifican, o por lo menos lo justifican – pero nosotros somos los discípulos de nuestro patriarca Avraham y nuestro Rav Moshé: No somos personas de odio, no guardamos rencor para siempre.
3. Tú puedes liberarte del odio. Es cierto que se trata de un instinto fuerte, pero tienes un instinto más fuete aún: Tienes un alma pura, un alma Divina que tiene mucha fuerza. Por ello, no debes claudicar: Sale a luchar, y vencerás. En efecto, el instinto del odio, de la violencia y el asesinato – es un fuerte instinto en la persona. A veces preguntan: Acaso es cierta la teoría que sostiene que el origen del hombre es en el animal – y debemos interpretar algunos versículos del Génesis en forma alegórica?. Y la respuesta, es que no sabemos, porque no estuvimos allí. Y también si así es, no se le recuerda a la persona que se arrepintió sus malas acciones anteriores, o a un converso su origen. La pregunta que nos preocupa, no es si el hombre tiene su origen en el animal: Lo que nos preocupa es si acaso ya llegó al nivel humano!. Y lamentablemente, el género humano aún no ha llegado. Es cierto que avanzó mucho, pero todavía ha quedado la bestia del hombre.
El que observa el mundo de los animales ve que hay tanta crueldad, cuando cada uno devora al otro!. Así quiso D's que sea en Su mundo. Pero el hombre fue creado a imagen y semejanza Divina, y debe vencer la bestia que se encuentra en él. Esa es la labor continua: Cada día, la persona debe hacer una retrospección y limpiar su ser de los brotes de odio que pueden llegar a salir sin que se dé cuenta, como las malas hierbas – para que sea una persona que ama, y ama, y ama...
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
espanol@machonmeir.org.il, editorial@alumbrar.org

Es posible leer la publicación de esta semana y las anteriores en www.alumbrar.org. Para recibirla directamente a su casilla de correo electrónico, escríbanos a suscribame@alumbrar.org