Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Reé     25 de Av 5766     No 578

Elegir ser pobre
Rav Itiel Ariel

La mitzva de la limosna que es mencionada en nuestra Parashá, es acompañada de la actitud básica de la Torá frente a la indigencia. Existen dos promesas contrarias: Por un lado está escrito “no deberá de haber en medio de ti menesteroso alguno, porque el Eterno te bendecirá abundantemente” (Dvarim 15:4), y por otro lado “porque no dejará de haber menesteroso en la tierra” (Dvarim 15:11). La Gmará (Taanit 21B) nos presenta un punto de vista singular, que resuelve esa aparente contradicción.
La Gmará describe la dura lucha interior de dos talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) que les era difícil procurarse su sustento cuando se dedicaron íntegramente al estudio de la Torá – un tema que le es muy conocido a muchos de los que se dedican al estudio en nuestros días. Y del final del relato, es posible entender que la respuesta a esa cuestión es una decisión personal de cada uno de ellos, según su nivel espiritual: Uno de ellos, eligió abandonar la ieshiva (centro de estudio de la Torá) y ser comerciante, cuando arguyó que debe cumplir él mismo la promesa del versículo “no deberá de haber en medio de ti menesteroso alguno”. Y en contraste, su amigo – junto con el que marchó un largo trecho – fue merecedor de escuchar a los ángeles del cielo que decían que en el futuro, él será un gran talmid jajam, si decidirá continuar con sus estudios. Y su conclusión fue justamente contraria: Debo cumplir yo mismo el versículo “porque no dejará de haber menesteroso en la tierra”. De esa forma es resuelta la aparente contradicción de los versículos: Hay dos principios nuevos que aprendemos de ello. En primer lugar, debemos interpretar los versículos como una promesa que le habla a la persona particular, y no una promesa genérica. Y por ello, puede darse que alguien sea merecedor de la primer promesa – que no le faltará nada, y todas sus necesidades serán colmadas – y contrariamente la pobreza de su buen amigo con el que vive se perpetuará, como dice el segundo versículo.
Y en segundo lugar, la maldición de la indigencia y la bendición de la riqueza recaen sobre la persona también de acuerdo a su elección, y la persona puede elegir desde un principio vivir una vida de carencias y pobreza para poder alcanzar de esa forma una meta que le es muy preciada – como el estudio de la Torá – y a pesar de ello, tenemos la obligación de procurarle su sustento, como los demás pobres cuyo destino fue determinado por el cielo. Por su parte, él debe ser consciente de su elección – vivir una vida dedicada al estudio de la Torá – aceptar su “pan y agua” y su vida de sufrimiento y necesidad que eso implica, también si por parte del público no se debe discriminar entre él y los demás necesitados, que intentaron suplir sus necesidades y no lo lograron.
En los últimos años se ha arraigado la concepción que pretende hacer recaer sobre los hombros de los indigentes toda la responsabilidad de sus necesidades y sus problemas. De esa forma el público se desentiende del tema, y no se preocupa por eliminar la pobreza y sus raíces. Esa actitud es muy superficial - incluso desde el punto de vista de los hechos objetivos - pero es adecuado recalcar que la mitzva de la limosna también nos obliga a ayudar al menesteroso cuando su pobreza es producto de su elección, incluso si se trata de una elección equivocada.
Justamente ese tema - la elección de la pobreza como una forma de vida - nos presenta una concepción social sana, según la cual la pobreza no es solamente una maldición, sino que también es un desafío que es correcto enfrentar, en todos los campos. En el plano personal, nos enseña que la presión económica que recae sobre la persona no necesariamente debe aparejar un descenso de su autoestima, y no necesariamente implica desdicha espiritual. Se puede sacar mucho provecho de su aspecto positivo – “cuídense de los hijos de los indigentes, porque de ellos saldrá la Torá”. Pero todo eso a condición que el pobre se responsabiliza de su situación, y es conciente de su elección y sus consecuencias. Y en el plano público, esa concepción nos hace colocar el valor de la entrega como el desafío central, incluso cuando esa entrega no necesariamente logrará resolver totalmente el problema de la indigencia. Porque la pobreza es parte de la realidad mundana, y también la bendice: “Ciertamente le darás, y no debe dolerte el corazón cuando le dieres, porque a causa de esto te bendecirá el Eterno, tu D’s, en toda tu obra y en todo aquello en que pusieres tu mano” (Dvarim 15:10). Que sea Su voluntad que seamos de los que dan, y no de los que necesitan que les entreguen.
 

Midreshet Majón Orá

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Yo soy único
Rav Shlomó Aviner

Yo marcho por la calle, veo tantas personas - y me siento perdido. Yo soy tan minúsculo, no valgo nada, soy como una migaja, soy anulado dentro de toda la multitud.
Pero entonces, recuerdo que soy único, especial, no hay otra persona como yo en todo el mundo. En toda la historia, nunca hubo otra persona como yo. Incluso mis hermanos y mis hermanas son tan distintos a mí!. Somos como mundos distintos, como pertenecientes a estrellas distintas.
Si, soy una estrella. Así es a mis ojos, y a los ojos de D's. No es arrogancia - porque también los demás son estrellas, y no los envidio.
Hay quienes son mucho más ricos que yo, los hay más hermosos, más valientes que yo, más inteligentes, más amados, más apreciados - pero no me importa, porque soy especial. Nadie puede suplirme, y D's me necesita a mí.
Si, yo digo: "D's me necesita a mí", porque de lo contrario, no me habría creado. Sí, yo digo: "D’s quiere que yo exista". "La Torá habla utilizando los conceptos humanos", y yo también!.
D's me creó singular, con tendencias especiales, con cualidades únicas, con padres determinados, con tendencias buenas y malas especiales, y me deparan pruebas especiales. Yo soy todo especial, desde la planta de los pies hasta la punta de la cabeza. Así me hizo D's, así debe ser, y Él pretende de mí que yo sea lo que debo ser - ni más, ni menos. Él se preocupa por mí, y me ama.
Eso lo aprendí del rezo "Adon Olam". Su primer parte, es muy genérica: "Él es el eterno Soberano, que reinó antes que todo ser fuese creado" - antes del mundo, y no necesita al mundo para nada. "Al tiempo en que todo fue hecho por Su voluntad, Él era ya reconocido como Rey" - cuando fue Su voluntad, creó todo el mundo. "Y al final, cuando todo cesará de ser, sólo el Reverenciado D's será aún Rey" - nada le hará falta. "Él fue, Él es, y Él será, en gloriosa eternidad" - por encima de la dimensión del tiempo. "Él es Uno, y no hay otro que pueda comparársele, o asociársele" - no hay nadie similar a Él, no hay nadie que pueda asociarse con Él. "Él es sin comienzo, sin fin, Le pertenecen poder y dominio" - se encuentra por encima del mundo, por encima del tiempo, Su poder es ilimitado.
Según eso, qué soy yo?!. Una nulidad!. Pero en la segunda parte del rezo, todo cambia: "Él es mi D's" - como si fuese mío, en particular. "Mi viviente Redentor" - Él me redime a mí!. "Mi sostén", me protege, "en tiempo de desgracia". "Él es mi guía, y mi refugio" –
es mío, en forma particular!. "Es mi parte de buenaventura en el día que lo invoco" - cuando lo llamo, Él siempre se encuentra allí - para mí. Por ello, "en Su mano confiaré mi espíritu", sin temor, "cuando duerma y cuando despierte". "Mientras mi alma está en mi cuerpo, el Señor está conmigo" - mí Señor, mío en forma particular - "no temeré".
Por ello, cuando le rindo culto a D's soy dichoso. En ese momento, yo sé que valgo. A veces, me siento en lo profundo de la desgracia, como en un mar de opresión. Busco entonces una isla de felicidad - y la encuentro. Esa es la dicha, "bienaventurado el hombre que no anda en el consejo de los inicuos… sino que en la Torá del Eterno es
su dicha" (Tehilim 1:1-2). Me pueden quitar todo - salvo mi deseo de cumplir con la voluntad Divina.
Yo cumplo con Su voluntad con todas mis fuerzas - y entonces, tengo la certeza que cumplo con mi cometido, y alegro a
mi Creador. Y yo también soy feliz.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
espanol@machonmeir.org.il, editorial@alumbrar.org

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