Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Itro     20 de Shvat 5766     No 552

Consultar a D's
Rav Itiel Ariel

Itro fue merecedor que se agregue una Parashá a la Torá que lleva su nombre. En ella, se habla del sistema judicial, que es como las normas de conducta básicas que anteceden a la Torá.
Muchos de los comentaristas apuntaron a la oculta discusión entre Moshé e Itro en cuanto a su consejo - que se encontró con la oposición de Moshé. Moshé no se termina de convencer de
la necesidad de organizar un marco judicial amplio, y prefiere continuar juzgando él sólo al pueblo. Hasta tal punto, que su respuesta a la pregunta "por qué" de Itro (Shmot 18:14), nos hace sentir como si se hiciese el inocente, y no comprendiese a qué se refiere: Itro le pregunta por qué él es la única persona a la que el pueblo puede dirigirse en todo lo que respecta a temas judiciales, y no toma en cuenta la enorme carga que eso implica?. Y Moshé responde "porque el pueblo viene a mí para consultar a D's" (Shmot 18:15). Acaso Moshé no comprendió la pregunta de Itro y su argumento "sin duda alguna desfallecerás así tú como este pueblo que está contigo" (Shmot 18:18)?.
Si analizamos con detenimiento las palabras de Itro, podremos resumir su posición en una palabra central: "
Podrás" (Shmot 18:23). Su concepción, es que cada persona debe ser conciente de sus limitaciones. Él arguye - y con mucha razón - que incluso una persona como Moshé, que es apodado "el hombre de D's" (Dvarim 33:1), debe ser conciente de sus limitaciones, y hacer partícipes a otras personas junto con él en la dirección del pueblo y en las sentencias judiciales.
Eso es formulado en forma más tajante por el autor del libro "Meshej Jojma" (allí). Él explica que Itro objeta respecto a la
posición que Moshé tomo para sí mismo como juez único, justamente en base a un argumento del plano de la halajá. Según la halajá ningún juez puede juzgar sólo, salvo si ambas partes del pleito lo aceptan como juez único. Pero cuando así es, ellos no tienen la obligación de pararse ante él en el juicio. Y por ello objeta Itro "por qué estás sentado tú sólo, y todo el pueblo permanece parado frente a ti?, y por qué no les permites sentarse frente a ti, ya que eres un juez que juzga sólo?. Y solamente por el hecho que Moshé poseía una tranquilidad y conocimiento semejante a tres jueces, y la Shjina (manifestación de la presencia Divina) moraba en él pudo justificar su conducta.
Pero en contraste, nuestro Rav Moshé - que comprendió perfectamente el consejo de Itro - se empecinó en demostrar su descontento en cuanto a la
concepción básica de Itro - y sólo después de ello accedió acatar su consejo en el plano práctico. Ese consejo le pareció desde un principio producto de la falta de comprensión plena del valor según la Torá que acompaña la labor del juez, que se encarga de "consultar a D's". Y no es por casualidad que las palabras "no podrás" le sonaron a sus oídos demasiado parecidas a "no deseo".
El Rav Kuk (Orot, pág. 21) agrega follaje a ese episodio. El concepto del juicio según la Torá en Am Israel, es totalmente distinto del concepto laico de él. El que observa superficialmente a las partes del pleito - cuando cada uno parecería ser impulsado puramente por intereses monetarios, y pretende salir del tribunal habiendo satisfecho todas sus pretensiones - puede equivocarse y pensar que el juez se limita a plantear una
fórmula funcional que permita una solución satisfactoria del problema. Y sólo esa es su función. Pero en el fondo, las partes que se encuentran frente al tribunal para ser juzgados según la Torá, en esencia están sedientas de escuchar la voz de D's. Porque la singularidad de la Torá es precisamente esa: La capacidad de descender hasta los detalles más ínfimos de la vida, y dirigirlos a la luz del resplandor Divino.
En cuanto a ello, agrega el Rav Kuk que los sabios de Am Israel consideraron el juicio según la Torá en Am Israel algo tan esencial, que justifica sacrificar la vida por ello. Y es así que Rabí Iehudá Ben Baba se encargó de autorizar como jueces a sus discípulos cuando los romanos lo habían prohibido con sus terribles decretos - para desplomar el sistema judicial en base a la Torá en Am Israel -
y fue capaz de sacrificar su vida por ello, en forma textual!.
Y si continuamos esa línea de pensamiento, a los ojos de Moshé el argumento de Itro carece de esa disposición a sacrificarse por el estudio de la Torá en público. Las ideas más brillantes para mejorar los marcos relacionados con la Torá de una u otra forma - que en forma intrínseca se ocupan del desarrollo de las distintas habilidades, ya sea del estudiante como del maestro - no pueden suplir lo principal, que es la disposición de sacrificarse por la continuidad de la vida según la Torá en Am Israel. En la base de todo sistema, se encuentra una persona que
en nombre de la Torá se encuentra cara a cara frente a personas que necesitan sus servicios en los distintos campos de ella, y es precisamente en ese aspecto que es puesto a prueba: Hasta qué punto él es responsable de la Torá que él representa?. Acaso él es profundamente conciente de su responsabilidad en el entendimiento de la Torá, de la determinación de la halajá y su puesta en práctica, en la transmisión del contenido que sus maestros le entregaron?. O acaso a sus ojos se trata de un "trabajo", y nada más?. Él debe recordar que quien se encuentra frente a él ya se sacrificó cuando consintió a acatar la determinación de la halajá - incluso cuando ello implique que perderá una gran suma de dinero - y es su obligación tomar una actitud similar.
Esa enseñanza en relación a la enorme responsabilidad de todo el que se ocupa de "consultar a D's", es la clave para la entrega de la Torá, y por ello esta Parashá es el prólogo de ese episodio.

Midreshet Orá

Majón Meir se dispone a abrir una Midrashá (centro de estudio de Torá) para muchachas de habla hispana y portugués en Ierushalaim. Las interesadas en recibir más detalles son invitadas a llamarnos o escribirnos:
Gueula Najman
Cel: 052-4621830
E-mail: tgueu@hotmail.com , editorial@alumbrar.org

Estoy casado por tercera vez
Rav Shlomó Aviner

Mi nombre es Dr. Johns, consejero matrimonial. Yo viví en mi propia carne las dificultades de la vida matrimonial - ya que hace unos años me casé por tercera vez. Seguramente ustedes se extrañarán: "Tú eres la persona que nos enseñará qué es vida matrimonial?!".
Si, yo les debo una explicación. Cuando me casé con Jenny, ella era joven y encantadora - y yo era muy feliz. Pero con el transcurso de los años su encanto se fue desvaneciendo, y después de 20 años de casados me di cuenta que no es la mujer con la que me casé - y sufrí una crisis.
Pero me repuse y aprendí a valorar de nuevo a mi esposa Jenny: Me casé con ella por segunda vez, y me sentí muy feliz. Me casé con una mujer de 40 años - no porque no tenía más remedio, sino que desde un principio. Porque la descubrí nuevamente, con cualidades que no poseía a los 20 años. Se puede hablar con ella interesantes charlas, y aprender mucho: Sensibilidad, seriedad, su actitud frente a hijos adolescentes, menos vergüenza y empecinamiento. Ella me comprende más, y comencé a ver en mi lo que ella amaba, y gracias a ella aprendí a amarme a mí mismo. Lo que veía en ella, también lo veía en mí. Profundicé en su-mi interior.
Cuando tenía 20 años me dejé impresionar por aspectos superficiales, por su encanto, y ahora pude observar una belleza interior: Tranquilidad, inteligencia, feminidad, maternidad y amor por el prójimo. Ella me enseñó lo que es paciencia - qué mujer maravillosa!.
Pero cuando pasaron otros 20 años, me encontré a mí mismo con una mujer un poco anciana, y me sentí un poco defraudado - pero me superé, y me volví a casar con mi mujer. Nuevamente la descubrí. Yo soy una nueva persona, y descubro otra persona nueva frente a mí. Las arrugas de su rostro no me molestan: La vida grabó en ellas el trabajo que ella invirtió y una profunda sabiduría. Sus blancos cabellos no me molestan - destella en ellos la ternura. Finalmente comprendí cómo es que Sara a los cien años - era bella como a los 20. Me superé, y descubrí nuevamente a mi esposa.
Ahora, ustedes comprenden que de momento que me casé tres veces con una misma mujer, tengo derecho a hablar respecto a la vida matrimonial.
Seguramente ustedes tienen curiosidad y desean saber cómo lo hice. Muy sencillo - y muy difícil al mismo tiempo. Cuando nos encontramos en las citas antes del casamiento, Jenny me preguntó si estoy dispuesto a asumir responsabilidad. No comprendí su pregunta. "El hecho que no comprendes mi pregunta" - dijo Jenny - "me preocupa. Muchas de mis amigas se casaron con esposos que no toman responsabilidad por el hogar, por el matrimonio, por los hijos - sino que se sienten como turistas". "Yo asumiré responsabilidad, Jenny, te lo prometo" - le dije. Pero Jenny no se tranquilizó, y preguntó: "Y qué te propones hacer al respecto?". Medité un poco, y le dije: "Yo invertiré esfuerzo!. Si, yo invertiré mucho!". Los ojos de Jenny centellaron, y dijo: "O.K., let's go!". Bajo la jupá, después de haberle dicho "tú me eres desposada con este anillo…", le susurré en el oído: "Esta es mi primera inversión". Ella lanzó una carcajada. Y desde ese entonces yo invierto esfuerzo día a día. También Jenny.
Ambos invertimos esfuerzos, y nunca cesamos. Una vez escuché a Rav White decir que el ensamblaje con la pareja es difícil como el rasgado de las aguas del Iam Suf. Y en otra ocasión, él dijo que el mar no se abrió en par, sino que frente nuestro, con cada paso. Le pregunté: "También en el matrimonio es así?". Y Rav White contestó: "Seguro, seguro!".
No crean que en nuestro matrimonio todo fue tranquilo, casi todos los días peleábamos por todo - porque ambos tenemos temperamento, y ambos nos empecinábamos. Pero no renunciamos y charlamos día a día juntos, y no nos fuimos a dormir sin antes haber perdonado el uno al otro. Nos llevó mucho tiempo - pero estábamos preparados para ello desde un principio. El Rav White nos enseño: "'Estará limpio para su casa un año' - el primer año, deben estar juntos mucho". "Y después?", le pregunté. "Si lo hacen como corresponde, con el tiempo podrán ir bajando la dosis en forma paulatina". Pero asimilé correctamente que matrimonio no es sólo "fun", placer - es también labor. Si algo me es preciado - estoy dispuesto a invertir por ello. Los estudios de psicología me eran importantes - y por ello invertí esfuerzo en ellos. Por supuesto, también el estudio de la Torá me es importante, y entonces invertí esfuerzo en él. Ahora, Eretz Israel me es importante, y entonces invierto esfuerzo. Jenny me es importante - entonces, invierto esfuerzo!.
Pero debo confesar que a pesar de todos los esfuerzos nos desplomamos bajo el peso de las discusiones. Llegué a la conclusión que no se puede todo al mismo tiempo, debemos limitarnos a lo esencial, y le dije a mi esposa: "Escucha, Jenny, hay cuatro cosas que me son imprescindibles. Si estás dispuesta a cederme en ellas, yo estoy dispuesto a concederte en todo lo que te sea importante para ti. Sobre todo hay una cosa que me es crítica, por favor concédemela y yo te llevaré en la palma de mis manos". Ella también me presentó su lista de pretensiones. Y en efecto, la lista de pretensiones de ambos tenía cierto denominador común, y así llegamos a un acuerdo.
Seguramente ustedes se extrañarán: Cómo puede ser que yo, siendo un psicólogo, me lleve tanto tiempo comprender?. Ese es el punto álgido: Me resulta muy fácil comprender, soy rápido de entendimiento. Pero me resulta difícil cambiar. Ustedes entienden?. No alcanza con comprender - también se debe cambiar. Tengo carácter - y no lo cambié en un solo día. El cultivo de las virtudes toma su tiempo. Aprendí a renunciar, y a exigir. Aprendí a escuchar, y a hablar. Aprendí a pedir perdón, y a perdonar. Aprendí a ser flexible, y a ayudar a mi cónyuge a serlo. Salimos ganando doblemente: Un matrimonio feliz, y también cultivo de las virtudes!. Quizás por ello D's nos ordenó casarnos, para que no tengamos más remedio que cultivar nuestras virtudes, ya que de lo contrario el matrimonio naufragará, y llegaremos al divorcio o al divorcio emocional - que tampoco es un ideal.
Reconozco que muchas veces el amor romántico de la luna de miel se desgastó - pero siempre logramos revivirlo. Defraudarme de mi mujer porque pasaron los años - es una mala virtud. En general, la condición para el matrimonio - es poseer buenas virtudes. Por supuesto, no se exige que seamos perfectos, se puede comenzar el camino juntos y organizarse marchando, como en el ejército, y ayudar el uno al otro a cultivar las virtudes. Pero también hay un mínimo indispensable. Los soldados no pueden salir a la batalla sin armas, sin botas, sin cascos, sin saber cómo se dispara - con la esperanza que marchando se organizarán. Pero tampoco se debe llegar al otro extremo.
Si, yo estoy orgulloso de mi mismo: Logré cambiar mi carácter en muchos campos, y por ello fui merecedor de casarme por tercera vez. Cada día invertí esfuerzo, energía, labor - y cada día me casé nuevamente. Cada día mis desposorios fueron nuevos. Mazal Tov!.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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