Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Matot - Masaei     1 de Av 5781     Rosh Jodesh     1316 

Lo que pasó
Rav Lior Engelmann
(reimpresión)

Los primeros meses después de lo que pasó, casi no comimos. El pan nos recordaba el pan de allí, y eso sin mencionar la carne asada y las croquetas de sémola. Alcanzaba con el olor de la carne asada para hacernos recordar esos días – los días en que yo era el “hijo de”. Papá, Pinjas Ben Shmuel, fue el último Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) que rindió culto en el Beit HaMikdash (El Templo). Yo fui el último “hijo de”. En realidad podría haber llegado a suceder a mi padre y ser Cohen Gadol yo mismo, si no fuese por lo que pasó. En nuestra casa no utilizamos las palabras “destrucción”, o “incendio”, decimos “lo que pasó” y todos entienden, temen aseverar la realidad con palabras – como si a la realidad le importase de nuestras palabras, como si no decimos destrucción y no miramos allí, podremos imaginarnos que nada pasó. Quizás nos es cómodo decir “lo que pasó”, para darnos la sensación de un destino ciego, como si no hubiese otra posibilidad, como si no fuimos nosotros mismos los que hicimos recaer “lo que pasó” sobre nosotros mismos, con nuestra propia boca.
Cuando lo vuelvo a pensar, puede ser que de todas formas nunca me convertiría en Cohen Gadol, ya que tampoco Papá fue hijo de Cohen Gadol. Vivíamos en el poblado Jarta, lejos del ambiente de Ierushalaim, y un día llegó una comitiva con plata, oro, y lujosas vestiduras de Cohen. Comenzaron los susurros entre Papá y Mamá, nosotros los niños escuchamos aquí y allí algunas palabras, como Cohen Gadol, nombramiento, prushim (fariseos), tzdokim (saduceos), sikarikim (
sicarios) [nombres de diferentes sectas en las que el pueblo se dividió hacia el final de la época del segundo Beit HaMikdash. N. del T.] de entre sus labios. Luego de muchas presiones y otras tantas comitivas, pasamos a vivir a Ierushalaim, y nuestras vidas cambiaron. Era complejo ser el “hijo de” en esos días. Entre los callejones de la ciudad eran disparadas agudas flechas de burlas, era imposible no ser herido por ellas. “Ahí llega el hijo del escultor” me decían, “el nombramiento corrupto”, “el acercado al presidente”, decían respecto a Papá. Todos hablaban mal de todos, era como un deporte nacional – todo el que puede aguzar su lengua y clavarla con toda su fuerza, lo hacía sin pensarlo dos veces. Las almas sangraban en las calles, y las bocas las picaban una y otra vez. No me mal entiendan, todo era por la buena causa, por el nombre del Cielo. Realmente por el nombre del Cielo. Los prushim se preocupaban de los tzdokim que se burlaban de lo que decían los sabios, y en su celo por la Torá oral golpeaban con su lengua todo el que les parecía tzdoki. No había que ser tzdoki para ser herido, alcanzaba con equivocarse un pequeño error, decir algo que no era del todo correcto, y ya el gorro de tzdoki era colocado sobre tu cabeza. Y de momento que te catalogaron como tal, no es posible volver atrás. “Los disculpados” - así apodaban los prushim a sus compañeros sospechosos de marchar peligrosamente al límite entre los unos y los otros. Los tzdokim por su parte se burlaban de los prushim por su falta de avance, del judaísmo “viejo y burgués” que terminará matando al pueblo. Los ricos se burlaban de los pobres, los que no tenían más para hacer que maldecirlos en secreto. Los moderados se burlaban de los fanáticos – los llamaban “fortachones”, “ignorantes”. Y no les perdonaron haber quemado las reservas de comida, que provocó el hambre de todos. Los fanáticos por su parte se burlaban en todas direcciones, sobre todo se burlaban de Rabí Iojanan Ben Zakai. Lo llamaban “ben jaiav” [en hebreo, zakai es inocente, jaiav es culpable. N. del T.] después que salió del sitio a Ierushalaim en un ataúd, “nos traicionó, el miedoso”, decían ellos. Familias luchaban contra familias, parte de las familias se dividieron y luchaban entre ellos mismos. Eran combates sin manos, una guerra elegante y limpia, sin lanzas o espadas, sólo con la boca, con la lengua y los labios. Todos luchaban por Am Israel (el Pueblo de Israel), todos esgrimían el nombre de D’s, todos luchaban por el nombre del Cielo, todos sabían qué desean en el cielo – hasta que el cielo les cayó encima, a todos.
Estaba seguro de que nunca podré volver a comer con apetito, que para toda la eternidad pondré el alimento en mi boca como un enfermo que toma un remedio, a pesar suyo. Después de lo que pasó, ¡¿quién es capaz de abrir la boca?! Pero pasaron los años, y lentamente el gusto volvió a la comida. La semana pasada la familia se reunió, o para ser más exacto lo que queda de la familia, e incluso comimos carne en un día común. Por primera vez. El olor hizo despertar los recuerdos, y el recuerdo dio un gusto amargo en la boca, pero a pesar de ello comimos, y la amargura fue un poco más dulce. Nadie reconoció que le fue sabroso, semejante reconocimiento es casi como reconocer que se puede vivir sin… Pero es imposible, sencillamente, no se puede vivir sin.
El primer Shabat luego de lo que pasó vestimos prendas comunes. No fue un intento de gritar el duelo, sencillamente no podía ser de otra forma. Las prendas de Shabat eran para vestirlas en el Beit HaMikdash. El segundo Shabat vestimos prendas de Shabat, pero Mamá no se fijó que estén limpias y sin arrugas como acostumbraba. Luego que los vimos formando montañas enormes de prendas de Cohanim e incendiándolas, también nuestras prendas perdieron su gracia. Una prenda que teníamos en casa, Mamá logró esconder. Ella cavó un profundo pozo, en el patio. La envolvió, la enterró, y marcó el lugar con piedras. Ella me llamó, y me rogó que no me olvide del lugar exacto. “Quizás tú lo usarás, algún día”. Ella casi no pronuncio la palabra “quizás”, pero bien escuché la duda que se apoderó de su esperanza. Recuerdo a Mamá tomando el viernes el vestido que se hizo para Rosh HaShaná (dos meses antes, así siempre fue mi Mamá, todo estaba preparado de antemano. En la ciudad marchan los romanos, y ella, con su optimismo, se prepara un vestido para las fiestas) y lo tiró a la basura. “No tiene sentido”, dijo. No sé si su intención era que el Shabat perdió su gusto, o que no tiene sentido vestirse bien, porque desde lo que pasó Papá desapareció, y ella no tiene frente a quién embellecerse. Como sea, el vestido fue tirado, Papá no volvió, y a pesar de ello me parece que ayer llegó una costurera a casa y tomó medidas. Por un momento me pareció que vi una sonrisa de Mamá en su rostro.
La comida volvió lentamente a casa, así también las prendas, e incluso – es increíble – los rezos. Eso es algo nuevo para nosotros, mover los labios, estar parados dirigiendo nuestro rostro en dirección a ese lugar, al lugar que era todo nuestro mundo, y saber que no hay quien rinda el culto en nuestro lugar. Al principio no lo logré, sentí que si Él les dejó a las llamas devorar nuestra Casa de Rezo, no tiene sentido empecinarse. Pero en los últimos tiempos, invisibles hilos comienzan a extenderse de los labios al corazón…
Sólo una cosa no volverá a nuestra casa: Una tarde juramos, cuando estábamos Mamá y los niños (es extraño que los llamó así, “niños”, cuando la mayoría ya estamos casados. Yo también) que nunca, así juramos, nunca dejaremos las burlas entrar en nuestra casa, nunca se hablará aquí mal de otras personas. Incluso por el Cielo. Nunca. Juramos y fuimos al pozo donde Mamá escondió las prendas del Cohen, para mirar las prendas del Cohen Gadol, quizás por última vez…

Carta del pueblo al gobierno
Rav Shlomó Aviner

Gobierno apreciado, los amamos. ¿Por qué? Porque son nuestra carne y hueso, parte de nuestra alma, porque ustedes son judíos como nosotros.
Pero no amamos sus acciones. Perdón, pero debemos decir la verdad: Ustedes nos roban el país. No les pertenece, es nuestro, nosotros lo edificamos, nosotros vertimos nuestra sangre por él. Nos pertenece, a Am Israel (el Pueblo de Israel) de hoy en día, de ayer y de mañana.
No nos gusta toda su política. Ustedes borran el judaísmo, la moral, el nacionalismo – no somos nosotros. Ustedes arruinan lo que edificamos durante setenta años, e incluso antes.
Sepan que no somos tan materialistas, no estamos tan adheridos a las bajas pasiones. Tenemos un espíritu, tenemos fe, tenemos una heredad eterna.
Pero no deseamos que haya anarquía, andarla musía, porque tememos del futuro de Am Israel, del Estado de Israel.
Nos duele también que robaron nuestro voto, nos engañaron. Nos impusieron un Primer Ministro sin preguntarnos, sin fijarse lo que pensamos al respecto. Pero nos duele mucho más otro robo. No comprendemos cómo ustedes, que pretenden ser líderes, no entienden dónde estamos nosotros, el pueblo. Am Israel, religiosos y seculares, derechistas e izquierdistas, no somos pervertidos, no despreciamos el Shabat con indiferencia, no estamos de acuerdo con conversiones falsas, y muchas otras equivocaciones.
Ustedes no nos representan, y por ello protestamos. Estamos seguros de que este gobierno no durará mucho. No hay nada más seguro que ello. El alma interna despertará.
Si tienen todavía un poco de valentía, un poco de rectitud, por favor hagan un plebiscito por la orientación de las resoluciones. Veamos si ustedes se atreven. No nos gusta criticar, nos gusta añadir lo positivo y disminuir lo negativo, nos agrada ver el sol que brilla sobre todo. Pero esta vez, no es que tengamos fuerzas para hablar, sino que no tenemos fuerzas para callar.
Sepan que no lograrán cambiarnos, no trastocarán nuestra esencia singular. Incluso Juan Bautista Vico, de los primeros historiadores filosóficos, reconoció que en contraste con la historia de los otros pueblos que es laica, la historia de Am Israel es santa. Subsistimos durante 2000 años en la galut (exilio). También ahora subsistiremos, frente a ustedes, que robaron los puestos, que roban la esencia, que descuartizan el alma con un cuchillo, cautivos del Thanatos nacional.
Con gran respeto
El sencillo Am Israel
(No queriendo decir con sencillo superficial e ingenuo, sino que recto y normativo)

Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Construcción
Silla o banco

Enseres o muebles que están hechos de varias piezas, está prohibido en Shabat armar sus piezas juntas si el armado se hace clavando las piezas. Esa prohibición es de la Torá escrita[1].
El clavado al que nos referimos es cuando la unión de dos piezas se hace con clavos o adhesivos o similar, o cuando encaja las piezas unas en las otras con fuerza, hasta que se unen[2].
Por ejemplo: La pata de una silla, que está unida a la silla con una punta que sobresale de ella que es encajada con fuerza y presión en un orificio de la silla, o también la pata de una cama o similar. Cuando esa pata se salió de su lugar, está prohibido en Shabat volver a embutirla con fuerza en el orificio, y el que así hace en Shabat comete una trasgresión de la Torá escrita[3].

Unir sin encajar
También si coloca la pata de la silla o la cama sin encajarla con fuerza, está prohibido según nuestros sabios. La razón es que de momento que se acostumbra a encajarla con fuerza y embutirla, nuestros sabios temieron que si estará permitido colocarla sin encajarla, llegará a hacerlo con fuerza, y trasgredirá una prohibición de la Torá escrita[4].
Utilizado de una silla o banco rotos
Una silla o banco que se le salió una pata está prohibido colocarlos sobre otra silla o banco para que pueda sentarse en ellos en Shabat, porque se teme que llegue a colocar la pata de la silla o del banco en su lugar con fuerza [5].
De momento que se teme que llegue a arreglar la silla o el banco, está también prohibido moverlos de su lugar
[6].
Pero si ya los utilizó antes de Shabat cuando estaban rotos, colocándolos sobre otra silla o banco, está permitido en Shabat utilizarlos así, porque de momento que así hizo ya en los días corrientes, no se teme que llegue a colocar la pata y clavarla en su lugar[7].


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 313 inciso 6. Mishná Brurá inciso 41). Según la opinión que cabe hablar de edificación tratándose de utensilios cuando es una acción de edificación propiamente dicha, se hace acreedor por la Melaja de edificación. Y en opinión de los que dicen que no cabe hablar de edificación tratándose de utensilios, se hace acreedor por Make BePatish (allí. Kaf HaJaim inciso 58, 308:80).
[2](Rashi, Shabat 47B, comienza itaka. Ramba”m, Hiljot Shabat 10:13. Shuljan Aruj 313 inciso 9. Mishná Brurá inciso 54).
[3](Allí, inciso 6 y 8). Y así también cuando encaja la cabeza de un martillo o hacha en su manija, como fue aclarado anteriormente.
[4](Allí, inciso 6. Mishná Brurá inciso 41 y 51. Kaf HaJaim inciso 62).
[5](Allí, Shuljan Aruj inciso 8. 308 inciso 16, Ram”a).
Si la pata se perdió y no se encuentra al alcance, o se rompió de forma que no es posible colocarla en su lugar nuevamente, está permitido colocar la silla o el banco sobre algo para sentarse, porque de momento que no se puede arreglar colocándole la pata, no se teme que la clave con fuerza (308, Mishná Brurá inciso 69. Kaf HaJaim inciso 122).

[6](313, Mishná Brurá inciso 52. 308 inciso 16).
[7](Allí, Mishná Brurá inciso 71. 313 inciso 8, Ram”a. Mishná Brurá inciso 53. Kaf HaJaim 308 inciso 123). Y de esa forma tampoco es considerado muktze (allí, Mishná Brurá inciso 72).

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