Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Bereshit     27 de Tishrei 5779     1188 

“Las inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su mocedad”
Rav Elishá Aviner
(reimpresión) 

En la Gmará (Sanhedrin 91B) es citada una discusión entre Rebi y Antoninus, “¿desde qué momento el Ietzer HaRrá (mal instinto) somete a la persona?”. Rebi opinaba que el Ietzer HaRrá comienza su acción ya desde el momento de la creación, es decir, cuando comienza a formarse el feto. Pero finalmente asintió con Antoninus, que el Ietzer HaRrá somete a la persona sólo “desde el momento que sale”, es decir, a partir del nacimiento. Él encontró un versículo que apoya esa opinión: “El pecado yacerá a la puerta” (Bereshit 4:7). La puerta, es la salida de la matriz. El pecado se encuentra sólo a la puerta de la matriz - y no antes. En otro Midrash (Bereshit Rabah 34) hay otra versión un poco distinta de esa discusión. Allí, el versículo que Rebi cita apoyando la opinión de Antoninus es “las inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su mocedad” (Bereshit 8:21) – el término “mocedad” en hebreo está escrito de forma tal que puede ser interpretado como de momento que se dispone a salir del vientre materno.
Nuestros sabios citan otra discusión entre Rebi y Antoninus: “¿Desde qué momento le es entregada el alma a la persona?” También en esa discusión Rabí Iehudá aprende de Antoninus que el alma le es entregada en el momento de la fertilización (Rashi: “Cuando el ángel toma la gota y la trae frente a D’s y pregunta qué será de ella - enseguida le es entregada el alma y la vida”).
En esa aseveración – que el Ietzer HaRrá influye en la persona sólo de momento que sale del vientre materno – hay algo optimista y algo pesimista. El aspecto optimista es que el Ietzer HaRrá no es algo que está relacionado con la esencia misma de la persona, sino que es algo que surge a consecuencia del encuentro con la vida práctica. En contraste con él – que surge sólo en el nacimiento y el encuentro con la vida – el alma antecede al nacimiento, y eso nos enseña que es algo más esencial que el Ietzer HaRrá.
Pero también hay un aspecto menos optimista: El encuentro con la vida misma somete a la persona al Ietzer HaRrá, incluso tratándose de un bebé recién nacido. A partir del nacimiento, el Ietzer HaRrá no deja en paz a la persona. Tendrán que pasar 13 años hasta que surja el Ietzer HaTov (buen instinto) y pueda gobernar. Como dicen nuestros sabios: “El Ietzer HaRrá es 13 años mayor que el Ietzer HaTov, porque el Ietzer HaRrá nació desde la salida del vientre materno y crece con la persona. Comienza a trasgredir el Shabat, y no hay quién lo impida. Se dirige por el mal camino, y no hay quién lo impida. Después de 13 años, nace el Ietzer HaTov” (Psikata DeRav Kahana, Nispajim 3).
13 años de gobierno del Ietzer HaRrá no se deben tomar a la ligera. El Ietzer HaRrá ya logró dejar su huella en el niño – joven, e influir en la formación de su personalidad. ¡¿Acaso después de tantos años de gobierno sin control del Ietzer HaRrá será capaz el Ietzer HaTov de revertir la situación y borrar las huellas del pasado, y forjar una personalidad que sea toda ella buena?!
La respuesta a esa pregunta se encuentra en un Midrash que describe de otra forma el período de la niñez. El Midrash se basa en el versículo de Kohelet (Eclesiastés): “He aquí, solamente esto he hallado, que D's hizo recto al hombre, mas ellos se han buscado muchos artificios” (Kohelet 7:29). “D’s – que es llamado justo y recto – creó a la persona a Su imagen y semejanza para que sea justa y recta como Él. Y si tú dirás: ¿Por qué creó al Ietzer HaRrá, como dice el versículo ‘las inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su mocedad’? Tú [D’s] dices que es malo, ¿quién podrá hacerlo bueno? Dijo D’s: Tú [el hombre] lo haces malo. ¿Por qué un niño pequeño – de 5 años, 6, 7, 8 y 9 – no peca? Sólo a partir de los 10 años, cuando cría al Ietzer HaRrá, comienza a pecar. Y si tú dices: La persona no es capaz de cuidarse a sí misma, dice D’s: Tú [el hombre] lo has hecho malo. ¿Por qué cuando eras un niño pequeño no pecabas, y ahora que lo has hecho crecer pecas?”.
Ese Midrash habla del tema que si “las inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su mocedad”, ¿qué posibilidad hay que la persona sea buena? Si D’s plantó dentro nuestro un instinto que es malo, ¿acaso pretende que seamos buenos? El punto álgido de la respuesta, es que el niño no nació malo, y la prueba está que por lo general en los primeros diez años de su vida el niño no peca. Respecto a esa época, se puede citar el versículo que “D's hizo recto al hombre”. Sólo después de los 10 años, comienza otra época, la época de “ellos se han buscado muchos artificios”, el retorcimiento y las complicaciones que conducen al mal. En efecto, un niño pequeño no peca. Él es inocente, y quiere hacer el bien. Es disciplinado, y es posible encaminarlo por el buen sendero. Él obedece a sus padres y maestros, presta oídos a los sermoneos. También si se tropieza, es posible elevarlo nuevamente al buen camino. Sólo a los diez años de edad comienza el niño a presentar algunas señales de astucia, y dirigirse en direcciones menos deseables. Se ocupa mucho tiempo de sí mismo, y de satisfacer sus placeres materiales. El Ietzer HaRrá ha despertado, y late con fuerza.
La intención del Midrash es aprender del comportamiento del niño pequeño que el mal no es algo relacionado con la esencia del hombre, y por ello también si la persona se arruinó a sí misma, “lo has hecho crecer”, tiene la posibilidad de volver a la situación inicial, vivir sin pecado y sin deterioro.
¿Acaso ese Midrash está en contradicción con la Gmará y los Midrashim que determinaron que el Ietzer HaRrá influye de momento que sale del vientre materno? Hay quienes así piensan: Los Midrashim opinan distinto en cuanto a la esencia del hombre, si es mala o buena. Pero Rabí Tzadok HaCohen de Lublin (Pri Tzadik, Ree) dice que no son opiniones contradictorias, sino que complementarias:
La persona no nació con Ietzer HaRrá, sino que con Ietzer – es decir, deseo. Ese deseo puede ser dirigido en dirección positiva, o negativa. El Ietzer nace de momento que sale del vientre materno, pero un niño pequeño no pecará – porque el Ietzer en sí no es malo, y el niño ni siquiera sabe qué es “malo”. “En ese entonces [los primeros años de su vida] no tiene conocimiento de ningún mal, sólo le fue creado el deseo, el anhelo constante”. La tarea de la persona es desear el bien, “anhelar la Torá y sentir satisfacción de ella”. Cuando crece de edad [10 años] y se encuentra con las complicaciones de la vida práctica, el niño orienta ese Ietzer en direcciones negativas, bajos deseos. Esa es la intención del Midrash cuando dice “tú lo hiciste malo”.
Esa es también la intención de nuestros sabios cuando dicen “creé el Ietzer HaRrá, creé también la Torá que es su condimento”. ¿Cómo es la Torá un “condimento” del Ietzer HaRrá? Contesta Rabí Tzadok: La Torá no borra el Ietzer, sólo borra el mal. Ella orienta el Ietzer en dirección del bien. En vez de invertir el anhelo y el deseo en satisfacciones y bajas pasiones, se puede tomar ese anhelo mismo y dirigirlo en dirección de la Torá, satisfacciones espirituales que pueden ser alcanzadas a través del cumplimiento de la Torá y su estudio. 

No odies árabes
Rav Shlomó Aviner

No odies árabes, porque no se debe odiar personas, y los árabes son personas.
No odies árabes, es cierto que está escrito “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y él no es considerado tu prójimo, y por lo tanto no hay una mitzva de amarlo - pero tampoco hay una mitzva de odiarlo.
No odies árabes arguyendo que todos ellos son nazis y asesinos, porque no es cierto, y está prohibido mentir incluso si se trata de gentiles.
No odies árabes, porque sufrimos dos mil años el odio, y comprendemos lo que se siente.
No odies árabes, a pesar que ellos nos hacen muchos problemas, nos demonizan en sus escuelas, se alimentan de estereotipos antisemitas, hay quienes niegan el Holocausto, hay quienes admiran la Alemania nazista, hay quienes incitan a la violencia, al terror, al asesinato. Pero no debemos tomarlos como ejemplo, porque somos judíos, y no todos los árabes son así.
No digas: ¡Muerte a los árabes! No pongas carteles: ¡Muerte para los árabes! Si realmente es necesario, debes decir: ¡Muerte para los terroristas! Y por supuesto que eso se refiere a todos los terroristas del mundo, de todo pueblo o religión.
No odies árabes, porque de esa forma justificarás a los que arguyen que “la colonización corrompe”, ya que no conquistamos una tierra extraña, sino que volvimos a nuestra tierra.
No odies árabes, sino que dice: Esta es nuestra tierra, nuestro país, según la moral, según la historia, según el Tana”j (La Biblia). Dice: Ustedes pueden habitar dentro nuestro como minoría, si no rinden culto a otros dioses y no se ocupan de asesinarnos (Sijot HaRav Tzvi Iehudá Kuk, Eretz Israel pág. 112).
No odies árabes, y en base a ello no desprecies, no ofendas, no hagas sufrir, no discrimines, no mortifiques, no les hagas “apartheid”.
No odies árabes, a pesar que no es fácil, porque nos hicieron una guerra tras otra, cuando nuestra mano está extendida en señal de paz, mientras que ellos no cesaron con su terror, y asesinaron más de 10.000 judíos en nuestra tierra, dejando viudas y huérfanos, sin contar todos los que fueron asesinados a lo largo del exilio.
No odies árabes, a pesar de los duros datos de la ADL (Liga Anti Difamación) en cuanto a los países donde el índice de antisemitismo es el más alto:

Iesh”a (Judea, Samaria y Aza) – 93% de la población adulta.
Irak – 92%.
Yemen – 88%.
Argelia – 87%.
Libia – 87%.
Túnez – 86%.
Kuwait -  82%.
Bahréin -  81%.
Jordania – 81%.
Marruecos – 80%.
En contraste, los países con el índice más bajo:
Dinamarca – 9%.
EE.UU. – 9%.
Inglaterra – 8%.
Vietnam – 6%.
Holanda – 5%.
Suecia – 4%.
Filipinas – 3%.
Laos – 0.2%.
O si nos fijaremos en los musulmanes del mundo: 49% antisemitas. Y dentro del cercano oriente y el norte de áfrica, 75%. Y a pesar de ello, no los odies.
No odies árabes, ya sea que tú eres derechista y los ves como tus enemigos políticos, o izquierdista y deseas la separación de ellos porque sencillamente te repugnan. No odies, no odies.
Pero yo sé que no odias, yo sé que no eres racista, yo sé que ya sea que eres religioso o no, el ideal de la Torá de brindar a toda la creación colma tu alma, y por ello no te digo en vano: No odies, porque tu naturaleza es no odiar, pero no te descuides en tu guardia.
Y de momento que no odias árabes seguramente te alegrarán dos cosas que escribió nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk al respecto (Sijot Rabeinu allí, pág. 13):
Una vez vio niños que salieron de una escuela y afrentaron dos vendedores árabes en la calle. Intentó atraparlos y amonestarlos, pero ellos corrieron más rápido y se escaparon. Entonces le escribió una carta al director y los maestros de la escuela: “Esa realidad, que me dolió y me ofendió, como he dicho, me obliga a hacerles notar la necesidad de prestar atención educativa especial al anulado de algo así, ya sea por parte de la Torá del judaísmo y su moralidad, ya sea por parte del valor práctico de asentamiento y político del cuidado de los caminos de la paz y buenas relaciones entre vecinos”.
Y también una vez en un ómnibus escondieron los zapatos de un anciano árabe que se durmió, y lo publicaron en el diario como travesura exitosa. Nuestro Rav escribió como protesta: “Si lamentablemente pasó algo así tan vergonzoso, una ofensa y una mortificación como esa, una burla salvaje y pervertida, por parte de personas dentro nuestro para con alguna persona de nuestros vecinos que viven y habitan dentro nuestro, debemos condenarlo y avergonzarnos, y buscar cómo consolar realmente al inocente ofendido, y corregir eso, que no vuelvan a ocurrir cosas espantosas como esas, y quitar la profanación del Nombre de D’s de ese pecado, y no publicarlo como ‘travesura interesante’”.
Esa es la regla, no odies árabes, respétalos, no te dejes llevar, son personas como nosotros.

Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Bishul
Alimentos que fueron cocinados sólo en forma parcial, pero pueden ser comidos si no hay más remedio, son llamados por la GmaráMaajal Ben Drusai” (comida de Ben Drusai). Ben Drusai era un ladrón, y de momento que tenía que vivir escapando acostumbraba a comer medio cocido, sin poder cocinar su alimento todo lo necesario[1].
El que cocina algún alimento hasta que llega al punto de Maajal Ben Drusai en Shabat, trasgrede la prohibición de cocinar de la Torá escrita. Y a pesar que el alimento todavía no fue cocinado todo lo necesario, de todas formas de momento que puede ser comido si no hay más remedio es considerado como cocinado a esos efectos[2].
Los Rishonim discrepan en cuanto a cuál es exactamente la medida de cocción de Maajal Ben Drusai: Hay quienes opinan que es la mitad del cocido[3], y hay quienes opinan que es un tercio[4].
El que calienta agua en Shabat, incluso si el agua no llegó a hervir, de momento que llegó a una temperatura que la mano se aparta de ella [es decir, la mano se calienta y sufre una quemadura], ha trasgredido la prohibición de cocinar de la Torá escrita[5].
La temperatura en que la mano se aparta no es uniforme para todas las personas, hay quienes son más sensibles y hay quienes lo son menos. Por ello, para determinar esa temperatura se utiliza otro criterio: Si la barriga de un bebe sufriría una quemadura a esa temperatura. Si el agua ha llegado a esa temperatura, es considerado que ha cocinado en Shabat[6].
Los poskim (sabios que determinan la halajá) discrepan cuál es exactamente esa temperatura en grados Celsius[7].


[1](Shabat 20A, Rashi comienza Ben Drusai).
[2](Ramba”m, Hiljot Shabat 9:5. Shuljan Aruj, Orej Jaim 318 inciso 4, Biur Halajá comienza shaiaj bo bishul).
Y véase Jazon Ish (50 inciso 9) que escribió que a pesar que en cuanto al castigo se necesita que llegue a Maajal Ben Drusai, de todas formas de momento que llegue a la temperatura que la mano se aparta ya ha trasgredido una prohibición, y puede que sea una prohibición de la Torá escrita, similar al concepto de “media prohibición está también prohibida”.
Nuestros sabios prohibieron dejar un alimento o una bebida en un lugar donde puede llegar a una temperatura que la mano se aparta, incluso si piensa quitarlos de allí antes que llegue a esa temperatura, porque se teme que se olvide de quitarlos a tiempo (318 inciso 14, Mishná Brurá inciso 90, Kaf HaJaim inciso 144).

[3](Ramba”m allí, Raaba”d allí).
[4](Shabat 20A, Rashi comienza Ben Drusai).
Véase Jazon Ish (37 inciso 6) que “medio cocido” y “tercio cocido” son medidos según el tiempo que lleva cocinar. Por ejemplo, si algún alimento lleva cocinarlo dos horas, entonces “medio cocido” será una hora, y “tercio cocido” serán 40  minutos. Y el tiempo que lleva cocinar se mide desde el momento que el alimento llegó a la temperatura que la mano se aparta, que es considerado el comienzo del cocinado para esos efectos [y no desde que comenzó a calentarlo sobre el fuego].

[5](Shabat 40B. 318 inciso 14, Shaar HaTziun inciso 114).
[6](Allí en la Gmará, Rashi comienza iji dami. Shuljan Aruj allí, Mishná Brurá inciso 89).
Y si preguntarás, ¿cómo podrá la persona darse cuenta de ello? La regla es que cuando el agua caliente puede ser bebida, y la persona no deja de beberla por ser tan caliente, entonces no se encuentra a la temperatura de la que la mano se aparta. Pero si la persona no puede beberla de tan caliente que está, entonces ha llegado a la temperatura que la mano se aparta (Ben Ish Jai, segundo año, Bo inciso 5. Fue citado por Kaf HaJaim allí, inciso 143).

[7]Hay quienes escribieron que ya de 40 grados en más hay que ser riguroso y considerarlo que la mano se aparta de tan caliente que está.

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