Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Shabat Jol HaMoed     20 de Tishrei 5776     Sucot

Los siete pastores
Rav Jagai Londin

En la historia del Tana”j (La Biblia) nos encontramos con siete líderes centrales en Am Israel (el Pueblo de Israel), que son apodados “los siete pastores”. Cada uno expresa una fuerza distinta que dirige a la nación de Israel. En Sucot (la fiesta de los tabernáculos) los apodamos “los siete huéspedes”, que cada uno llega a “visitarnos” en otro día de los 7 días de Sucot, y juntos edifican Sucat Shalom (la Suca de la plenitud). Cada uno es paralelo a otra medida en la Kabala:
Avraham – El padre de la nación. El primero en la historia que rebela a D’s. Nuestro patriarca Avraham marca un nuevo camino, y enseña a la humanidad pagana que es posible llevar una vida colmada de vigor y actividad, una vida efervescente que incluye el pastado del rebaño, las adquisiciones y la familia – en base a la kdushá (santidad). Avraham plasma en su vida la medida de Jesed (Benevolencia) – abundancia de bien infinito que desea hacer el bien con la realidad y entregar moralidad, pureza y kdushá incluso para con los malvados, como los habitantes de Sdom y Amora.
Itzjak – Luego de la muerte de Avraham tal parecía que el nuevo camino que él marcó fue un episodio efímero. Itzjak, el hijo de Avraham, se ve obligado a encarar las confrontaciones que comenzaron con Avraham. Por ejemplo, (Bereshit 26:18): “Itzjak volvió a cavar los pozos de agua que habían cavado en los días de su padre Avraham, que los plishtitas habían tapado después de la muerte de Avraham”. El sentido profundo del versículo es que Itzjak revela nuevamente, con un esfuerzo enorme, los pozos de fe que cavó su padre Avraham y fueron tapados por fuerzas ajenas. Itzjak es la medida de la Gvurá (Rigor) – la capacidad de tomar la abundancia enorme de la bondad “avrahamista” y verterla en marcos de vida bien definidos, que persisten a lo largo del tiempo.
Iaacov – El hijo de Itzjak. Para corregir el mundo se necesita un pueblo, un gran público que plasme los valores de fe en la vida social plena. Nuestro patriarca Iaacov es el padre de las doce tribus que componen a Am Israel. Iaacov es el primero que genera la aparición de la idea de Israel en forma pública, amplia y plena. Esa es la medida de Tiferet (Belleza) – una composición plena, que inspira sentimiento de armonía y esplendor.
Iosef – La capacidad de corregir el mundo se basa en el auto control. El tzadik (justo) Iosef fue vendido como esclavo a Egipto y logró salvar desafíos nada sencillos. Iosef no cae frente a los intentos de seducción de la esposa de Potifar, y vence a su instinto en el punto de vida más sensible. Iosef hereda a su descendencia la preparación para toda la edificación de la personalidad, la medida de Isod (Fundación) – basar la vida de acuerdo a la kdushá.
Moshé – La marcha de Am Israel avanza otro paso: Luego de la preparación de la base nacional a través de los tres patriarcas e Iosef, cristaliza la tribu israelí en un marco nacional con conciencia espiritual. Moshé, el profeta de todas las generaciones, amalgama una familia de esclavos y les entrega la Torá. Nuestro Rav Moshé es la expresión de la medida de Netzaj (Eternidad) – toma la idea de Israel, que finalmente corregirá a todo el mundo, y la grava en el alma nacional, para todas las generaciones.
AharonLa Torá de Israel no le pertenece sólo a algunos pocos elegidos, sino que se difunde en todo el mundo. El Cohen (sacerdote) Aharón, respecto al cual fue dicho “ama la paz y persigue la paz” (Avot 1:12), cuyo papel era hace las paces y enseñar Torá a Am Israel, es el que hace descender al mundo la medida de Hod (Gloria) – la pureza interna que se difunde y se revela en círculos externos, con gloria y esplendor.
David – El rey central de Am Israel. Las buenas virtudes que fueron sembradas dentro nuestro por los patriarcas: La eternidad de la Torá de Moshé, la gloria del sacerdocio de Aharon y la tzidkut de Iosef – todas ellas se plasman en la personalidad de David. David, el rey de Israel, el alma que comprende todas las fuerzas de la nación y es capaz de unificar entre los contrastes de la vida, expresa la medida de Keter (Corona). “Meshiaj Ben David” (Mesías del linaje de David) es el apodo de la época futura que llevará a todo el mundo a su corrección, y la marcha de Am Israel llegará a su destino final.

La Suca del Leviatan
Rav Shlomó Aviner
(Tal JermónTorá, pág. 456)

Rezamos que seamos merecedores de sentarnos en la Suca de la piel del Leviatan (pescado mitológico, de grandes proporciones), y debemos entender cuál es la intención.
El Leviatan es un animal gigante, es la máxima expresión de la animalidad y el vigor físico. A primera vista, no tenemos ningún contacto con ello. Nuestra aspiración es elevarnos por encima de los asuntos materiales de este mundo, y ser merecedores del resplandor Divino.
Y esa es la gran innovación: No hay contradicción entre el kodesh (lo santo) y lo laico, e incluso cuando lo laico se expresa en su máximo vigor. Es cierto que “el kodesh común” es “opuesto a la naturaleza”, “lucha hasta su última gota en contra de la naturaleza” (Orot HaKodesh Bet 317). No comprende que de la misma forma que lo laico sin el kodesh es como un cuerpo sin alma, también el kodesh sin lo laico es como un alma sin cuerpo. No comprende que de momento que lucha en contra de la naturaleza, lucha contra su propia naturaleza.
Pero nuestra intención es no desconectarse de la naturaleza sino que elevarla, lo que es posible sólo cuando el resplandor Divino nos envuelve. Por ello, esa elevación es notoria sobre todo en la fiesta de Sucot, en la que las nubes de honor nos envuelven y la Shjina (manifestación de la presencia Divina) mora dentro nuestro. Y en base a la kdushá de Sucot, que es la kdushá de este mundo y su elevación, serán merecedores los tzadikim (justos) de comer del banquete del Leviatan.

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