Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Masaei     2 de Av 5776     No 1080

El trayecto
Rav Eyal Vered

Muchas estaciones pasa la persona en su vida. Parte de ellas recuerda, parte no – pero pasó por todas, y cada una dejó en su ser cierta impresión. La vida es un largo trayecto entre las estaciones, y en el camino que las vincula.
A veces nos parece que la estación en la que nos encontramos es la estación central, ella nos colma totalmente, estamos muy ocupados en ella – pero es sólo una estación entre muchas, y habrá más después de ella. Nuestros sabios se preocuparon por nosotros, y nos enseñaron que la persona debe ser consciente de las muchas estaciones de su vida, “sabe de dónde vienes, y a dónde te diriges, y frente a quién rendirás cuentas” (Avot 3:1).
Y a veces justamente nos parece ahora que la estación anterior en la que estuvimos era pequeña, falta de importancia, e incluso despreciable. Muchas veces me encuentro con cosas que me escribí hace años, en las estaciones anteriores de mi vida, y me parecen cosas pequeñas, inmaduras - incluso cómicas.
En nuestra Parashá aprendemos el secreto de las estaciones. “Partieron… y acamparon” (Bamidvar 33:5). Cada estación es nombrada, cada lugar es tomado en cuenta, también los lugares pequeños, también los lugares donde fracasaron, también los lugares donde nos volvimos atrás, y por supuesto los lugares exitosos y hermosos, los lugares donde avanzamos y tuvimos éxito. Todo es tomado en cuenta. “Partieron… y acamparon”. Ninguna estación está de más.
Esta Parashá me proporciona un punto de vista nuevo en la vida.

La Torá no ahorra palabras, y se esfuerza por enumerar todos los lugares donde pasaron los Hijos de Israel, también esos que parecen – sólo parecen – no ser relevantes ahora. No hay algo así. Cada estación es valiosa, de cada fase tomamos algo.
Partieron y acamparon. Y también está el camino entre las estaciones. La parada tiene significado, el recuerdo, la retrospección de las estaciones que abandonamos, quizás surgirá un sentimiento de agradecimiento, o de maravilla, quizás un rezo. Algo surge del parado y la observación del camino que avanzamos. Mío, de mi familia, de mi comunidad, del pueblo.
Es más. En la carrera de la vida de nuestros días, tal parece que nos encontramos en un trayecto continuo, sin paradas, que galopamos de estación en estación y de título en título, sin detenernos.
Pero no sólo los trayectos son la meta, sino que también las estaciones. El tiempo “desperdiciado” a primera vista, en el que no hacemos nada salvo parar, es un tiempo precioso, un momento de observación y asimilación.
“Y en el desierto viajaban cada estación, cuando en cada estación había un tema distinto, y en el estacionado alcanzaban la kdushá  (santidad) de una de las letras del Nombre de D’s de 42 letras, y luego había un trayecto nuevo, distinto de la kdushá del estacionamiento del que salieron. Y eso es lo que quiere decir que ‘Moshé escribió sus partidas según sus viajes por mandato del Eterno’ (Bamidvar 33:2), es decir, que cada trayecto era según la salida de la que salieron del estacionamiento anterior, y andaban siempre de nivel en nivel, y eso fue escrito según D’s, la salida y el trayecto, como ‘y salieron de Sucot y estacionaron en Eitam’ y similares” (Pri Tzadik).
El trayecto siguiente es según el estacionamiento anterior a él, según el punto de partida del que se sale al trayecto. “El lugar donde acampan también es llamado viaje” (Rashi, Shmot 40:38) – nos enseña Rashi al final del libro Shmot. Los estacionamientos entre los trayectos son parte del trayecto mismo, son los que permiten a la fuerte impresión del trayecto ser asimilada lentamente, grabar su impresión, y preparar un punto de partida bueno para el trayecto siguiente.
En la jasidut figura que las 42 estaciones de los Hijos de Israel en nuestra Parashá son paralelas al Nombre de D’s de 42 letras, y en paralelo a ese nombre hay 42 palabras que componen el rezo “Ana BeKoaj” – que está compuesto de 42 palabras que generan 42 conjuntos de letras.
No entendemos de temas esotéricos, pero está claro que la interpretación sencilla de ese rezo habla de la protección Divina a lo largo del tiempo a través del avance hacia lo alto. Hay quien está apresada y desea avanzar, y para ello necesita de fuerzas, la fuerza de su Creador que la ayudará y la liberará al camino.
El camino es peligroso, hay clamor, el Satán se encuentra en el camino – “he aquí que yo he salido a desviarte, porque tu camino se precipitó contra mi” (Bamidvar 22:32).
El camino exige protección, y para dirigirse en forma correcta de un lugar a otro se le ruega a D’s que en Su bondad dirija a su congregación. Y hay en la salida al camino mucha incertidumbre, ¿cuándo llegaremos? ¿cómo llegaremos? Y por ello se reza que reciba nuestra imploración el D’s que sabe todo lo oculto.
No es por casualidad que ese rezo se dice en el pasaje del día secular al día kadosh, cuando llega el Shabat. Un momento antes que recibimos a la Reina y salimos al trayecto de un nuevo Shabat, rezamos a ese camino, al punto de pasaje que es siempre un punto donde despierta la Medida de la Justicia y se necesita de misericordia.

La Parashá de Masaei nos invita a observar ese trayecto. El comienzo de todo trayecto es la salida de entre los escollos, la salida de Egipto. También nuestro trayecto individual en este mundo comienza con un escollo que debemos pasar, cuando salimos del vientre materno a la vida exterior. El escollo del nacimiento es también la puerta de la vida afuera, y el más grande trayecto – el viaje a la Tierra de la Vida.

¿Se debe mentir?
Rav Shlomó Aviner

En los últimos tiempos hay un ataque a los Rabanim (Rabinos) y exigencias que mientan en nombre de la Torá. Por ejemplo, en cuanto a algo que la Torá dijo que es “abominación” (Vaikra 18:22) se les exige que digan que es legítimo. Ya que el Rav debe ser “amistoso”, “comprensivo”, “no alejado”, etc.
Pero nuestros sabios no pensaron así, ellos dijeron que si hay un talmid jajam (erudito del estudio de la Torá) que es amado por todos en su ciudad, es porque no los amonesta.
Quizás ustedes digan: “De la misma forma que es una mitzva decir algo que será aceptado, así también es una mitzva no decir algo que no será aceptado” (Iebamot 65). Por supuesto. Pero el sentido de “es aceptado” no es que enseguida el oyente hace la venia y cumple, sino que según su situación moral e intelectual es capaz de comprender. Puede llevar mucho tiempo hasta que las palabras lleguen a lo profundo de su ser.
Y ya encontramos que D’s le ordenó al profeta Iejezkel (Iejezkel 9) escribir una señal de muerte sobre la frente de los malvados y de los tzadikim (justos) - los primeros porque son malvados, y los últimos porque tendrían que haberlos amonestado y no lo hicieron, a pesar que también si hubiesen amonestado no les habrían hecho caso (Shabat 55). ¿Por qué? ¿De qué sirve una amonestación que no es aceptada? Explica el Rav Kuk que una amonestación siempre influye, incluso si no es de inmediato. Y también por lo menos purifica el ambiente del mundo (Ein Aya, Shabat 55, inciso 15).
Y en forma similar, escribieron los poskim (sabios que determinan la halajá) que si bien la persona tiene permitido mentir para preservar el Shalom (paz), y por supuesto que para salvarse de la muerte, pero no puede mentir en nombre de la Torá. Una mentira en nombre de la Torá está bajo la regla de “morirá y no lo trasgredirá”. Y es comprensible, porque es la destrucción del mundo.
Por ello fuimos ordenados “no teman a nadie” (Dvarim 1:17), e Itro aconsejó tomar “valerosos” como jueces (Shmot 18:21), “que no tengan necesidad de adular a otros ni de hacer favores” (Rashi). La definición de adulación es decir a algo malo que es bueno, para recibir algún provecho. Toda persona tiene prohibido adular, y por supuesto los pensadores, porque si es así la sociedad está perdida.
Es cierto que ahora hay un amplio movimiento de tapado de bocas de los Rabanim. Por el contrario, es una buena señal, es síntoma que sus palabras actúan e influyen.
Ocurrió una vez que una mujer importante le preguntó a Rabí Elazar una cuestión de estudio, y él no quiso responderle. Por ello, perdió una donación anual colosal, pero él no se inmutó, y no cambió de opinión (Ierushalmi, Sota 3:4).
Esa es la regla, como le dijo el Rav Kuk a los británicos: “La verdad no es temerosa ni vergonzosa”.
Y él escribió en su artículo “HaGadol VeHaGuibor” respecto al Rav Shmuel Moholiver que en la galut (el exilio) nos acostumbramos a grandes Rabanim que no son valerosos, en los que se cumplió “y será como el ov de la tierra su voz” (Ishaya 29:4), una voz endeble. Y ahora, vuelven a surgir grandes tzadikim, kdoshim (santos), humildes, que también son valerosos y fuertes, sin temor alguno, frente a toda dificultad o escollo. Los primeros se parecen a un rey en tiempos de paz, mientras que los últimos se asemejan a un rey en la guerra (Maamarei HaReaya 127).
En efecto, la Torá le fue entregada por un Valeroso a un pueblo valeroso. El cristianismo es una religión de debilidad, y por ello anuló las mitzvot que requieren valentía y vigor.
Todo Rav es ordenado: ¡No marches con la corriente! Marcha con la Torá.
Y también escribió el Gaón (genio del estudio de la Torá), semejante a un ángel del cielo, el Rav Shimshón Refael Hirsh:
“Sabrá el Cohen (sacerdote) y pondrá en su corazón: Con su existencia, con su posición y con su papel como Cohen él se encuentra en la santa tierra de la tribu de Levi, y él debe ser lo elegido entre esa tribu, esa tribu que ya su primer patriarca encendió con vigor la llama del espíritu general. Y cuando el pueblo erró su camino, él sólo fue tras Moshé y respondió al llamado ‘quién está con el Eterno, que venga a mí’ (Shmot 32:26). Y en ese momento fue coronado para las generaciones como el representante y el salvador de la palabra de D’s en el pueblo. Los Cohanim deben recordar todo eso, y también siendo Cohanim no deben dejar de ser leviitas, a pesar de su dependencia en su existencia, no dejarán de representar la Torá con independencia, sin miedo ni temblor. Representarán la Torá en el pueblo, y si será necesario – también en contra del pueblo. Porque no para eso les fue entregado su pan del pueblo – para que sean flexibles y consientan a toda locura o debilidad. El pueblo encontrará en ellos los representantes de la Torá – incluso en contra de ellos mismos. Porque el selecto del género humano – que también fue el selecto dentro de los leviitas – le dijo a su tribu: ‘Aquel que dijo de su padre y de su madre no lo miro, y a su hermano no reconoció ni conoció a sus hijos, pues guardaron Tu enunciado y preservaron Tu pacto’ (Dvarim 33:9)” (comentario a la Torá, Vaikra 22:9).

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