Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Koraj     26 de Sivan 5776     No 1075

¿Quién le teme a la controversia?
Rav Eran Tamir

Es conocida la Mishná (Avot 5:17) relacionada con nuestra Parashá: “Toda controversia que es por el Cielo – finalmente permanecerá. Y la que no es por el Cielo, finalmente no permanecerá. ¿Cuál es una controversia por el Cielo? La controversia de Hilel y Shamai. ¿Y una controversia que no es por el Cielo? La controversia de Koraj y su congregación”. Analizando la Mishná nos preguntamos:
¿Qué es una controversia?
¿Qué es “por el Cielo”?
“Finalmente permanecerá” – ¿quiere decir que por siempre quedará? ¿Realmente? Acostumbramos a pensar que la controversia es algo malo, de lo que debemos cuidarnos y alejarnos. ¡Y cuán grandioso es su contrario - la paz!
El ejemplo de controversia que no es por el Cielo citado en la Mishná no está claro: “La controversia de Koraj y su congregación” - mientras que la congregación y Koraj estaban “del mismo lado” de la controversia. ¿No tendría que haber dicho “la controversia de Koraj y Moshé”?
Para comprender la Mishná la dividiremos en partes. Primero aclararemos el concepto de majloket (controversia). La raíz de la palabra es el término jelek (parte). Nuestro mundo está compuesto por muchas partes. Detalles infinitos hay en nuestro mundo, ya sea detalles relacionados con la naturaleza y detalles relacionados con la historia. Ese es el carácter de nuestro mundo – un mundo de muchos, muchos detalles, cuando cada detalle tiene un rasgo especial, que debe plasmarse y cumplir su cometido. Por ello, por supuesto que no nos asustamos que no nos escapamos de la controversia - ya que ese es el tema de este mundo, el mundo de las partes. Pero con una condición: “Por el Cielo”.
Por lo visto, quiere decir que la meta es el Cielo. ¿Qué es el “Cielo”? Nuestros sabios explican que shamaim (cielo) es esh y maim (fuego y agua). Es decir: Partes distintas, distintas fuerzas de la realidad, contrarias e incluso antagónicas. Las dos fuerzas polarmente contrarias son el fuego y el agua. Cuando hay agua, no hay fuego. Cuando hay fuego, no hay agua. Pero todas las fuerzas tienen un mismo origen, único, que comprende todo, que es la esencia del todo, “el mundo del Cielo”. Y por ello, una controversia por el Cielo - cuando cada fracción sabe que su origen y el origen de las otras fracciones es el mismo, cada fracción tiene su importancia y su meta, cuando todas las partes se complementan las unas a las otras como un gran rompecabezas - esa controversia finalmente perdurará. Porque al final de la historia, cuando el mundo llegue a su corregimiento, cada fracción será según su valor, y la totalidad genérica se edificará de todas las partes juntas. Entonces quedará como una controversia en la que ninguna fracción desprecia a la otra o intenta anularla, sino que por el contrario, una controversia en que cada parte se expresa en todo su tamaño como es, y pretende que también las otras partes se expresen, y sólo de esa forma el mundo será corregido.
Pero si D’s no lo permita, la controversia no es por el Cielo, cuando una fracción no entiende, no reconoce y no se valora a sí mismo según su parte, sino que se piensa que es la parte más grande y en base a ello sale a luchar contra las otras partes - a pesar que también ellas son necesarias para la corrección del mundo - finalmente no permanecerá. Porque cuando llegue el mundo a su meta auténtica cada parte se encontrará exactamente en su lugar adecuado, y cada fracción que se “infló” demasiado a costa de las otras fracciones se verá obligado a volver a su tamaño natural auténtico. Eso es precisamente lo que la Mishná nos viene a enseñar – una controversia que no es por el Cielo es una controversia en la que una parte, un lado, se piensa que lo es todo, no deja lugar para las demás partes - como Koraj y su congregación que no dejaron lugar a Moshé. Y por ello, el símbolo y el ejemplo negativo de ello es la controversia de Koraj y su congregación – y no Koraj y Moshe.

El nuevo ministro tiene humor
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra actitud en cuanto a lo que dijo nuestro nuevo Ministro de Defensa, que “la integridad del pueblo antecede a la integridad de la tierra”?
Respuesta: Eso es indicio que tiene humor. Y humor es síntoma de vigor anímico. Un buen chiste, a costa de los árabes. Muy bien.
Pregunta: ¿Por qué es un chiste?
Respuesta: El Ministro de Defensa seguramente desea la integridad del pueblo y de la tierra. Lo conocemos. Él dijo eso porque sabe que los árabes nunca aceptarán nada – ni la integridad del pueblo, ni la integridad de la tierra, ni la integridad de nada. Ellos ni siquiera aceptan la integridad del pueblo árabe, se matan los unos a los otros sin descanso, más de 1000 por año. Ahora, mataron cerca de medio millón de sirios. ¿Y quién les presta servicio médico a los heridos en el norte? ¡Nuestros hospitales!
Pregunta: Pero en cuanto al tema, ¿qué antecede, la integridad del pueblo o la integridad de la tierra?
Respuesta: No hay ninguna contradicción. Un pueblo íntegro en una tierra íntegra. Así piensan y así se comportan los países del mundo. No hay ningún país dispuesto a renunciar ni a la integridad de su pueblo, ni a la integridad de su tierra.
Pregunta: ¿Por ejemplo?
Respuesta: ¡EE.UU.! La Guerra Civil en la que murieron 700.000 americanos estalló porque querían dividirla - dos países para dos pueblos. Finalmente, como es sabido, luego de una guerra sangrienta, EE.UU. es un país para un pueblo.
Pregunta: Volvamos a nuestro país, y lo formularemos así: ¿Qué es preferible? ¿Paz o territorios?
Respuesta: También esa pregunta carece de sentido, desde el punto de vista práctico y desde el punto de vista de principio.
Desde el punto de vista práctico, porque desde la Declaración de la Independencia los árabes se niegan a toda proposición de paz y todo el tiempo se ocupan de hacer guerras y atentados terroristas. Y por el contrario, toda renuncia por nuestra parte genera derramamiento de sangre, como el viejo refrán: El que se hace oveja, viene el lobo y se lo come.
Desde el punto de vista de principio, “Eretz Israel (la Tierra de Israel) no es una adquisición externa de la nación” (Orot) como dice el Rav Kuk. La tierra es parte del pueblo. ¿A qué se parece? Ninguna persona renuncia a la mitad de su esposa por la paz. Y en efecto, el profeta Ishaya compara el vínculo entre nuestro pueblo y nuestra tierra al vínculo entre marido y mujer.

Pregunta: ¿En resumen?
Respuesta: Esta tierra se llama “La Tierra de Israel” - y no “La Tierra de Ishmael”.

Es posible leer la publicación de esta semana y las anteriores en www.alumbrar.org. Para recibirla directamente a su casilla de correo electrónico, escríbanos a suscribame@alumbrar.org