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La ciudad milagrosa
Rav Shlomó Aviner  
(Beahava Ubeemuna No616)

Ierushalaim es una ciudad milagrosa, maravillosa. No es mencionada por su nombre en todo el Jumash (Pentateuco). Todo lo que está escrito es: “El lugar que el Eterno, vuestro D’s, escogiere” (Dvarim 12:5) – ya desde un principio, podemos notar que Ierushalaim no se alcanza rápidamente, con facilidad.
A lo largo de las generaciones el fulgor de Ierushalaim se amorteció un poco: Ella fue destruida, reducida a ruinas. Pero en el futuro, ese fulgor volverá a surgir. Ocurrió una vez que Rabí Iojanan estaba hablando de Ierushalaim, y mencionó el versículo: “Y haré que sean tus almenas rubíes, y tus puertas carbunclos” (Ishaya 54:12) – es decir, las ventanas y las puertas de Ierushalim estarán hechas de piedras preciosas. Dijo Rabí Iojanan: “En el futuro, D’s traerá piedras preciosas de 30 codos por 30 codos, y cavará en ellas 10 codos de ancho por 20 codos de alto, y las pondrá por portones en Ierushalaim”. Uno de sus discípulos se burló de ello. Un día, ese discípulo partió con un barco y se alejó gran distancia, en dirección desconocida, y allí vio ángeles celestiales que aserraban piedras preciosas de 30 codos por 30 codos, socavando en ellas 10 codos por 20 codos. Les preguntó: Para qué son esas piedras preciosas?. Y le contestaron que están preparando los futuros portones de Ierushalaim. Cuando regresó al Beit HaMidrash (centro de estudio de la Torá), le dijo a Rabí Iojanan: “Cuéntanos, Rabí, que te es adecuado. Exactamente lo que tú has dicho, yo vi con mis propios ojos”. Rabí Iojanan lo amonestó: “Vanidoso!. Y si no lo hubieses visto, no lo habrías creído?!”. Lo miró con sus ojos, y se convirtió en una montaña de huesos (Baba Batra 75A).
Es cierto que Rav Jaim Vital dice que los midrashim deben ser interpretados en forma textual (Shaar HaGuilgulim, prólogo 10), pero el Mahara”l de Praga (Netzaj Israel 51) explica ese midrash en forma alegórica: Rabí Iojanan intentó enseñarle a sus discípulos qué es Ierushalaim, la Ierushalaim del futuro venidero. Ese discípulo no lo entendió, él pensaba que Ierushalaim del futuro será como cualquier otra ciudad, y el mundo continuará siendo el mismo mundo que conocemos. Luego, se sumergió en el mar de la sabiduría, viajó por todos sus confines, hasta que su cerebro se iluminó y comenzó a entender cuál es el nivel de Ierushalaim. Cuando volvió a su Rav, y le confesó que ahora sí ha entendido, fue amonestado: Y si no lo hubieses entendido, no lo hubieses aceptado?. Yo no necesito tu consentimiento!.
El Mahara”l dice que Ierushalaim no es una ciudad natural: Es cierto que se encuentra en un punto determinado del globo terráqueo, pero también se encuentra en el cielo. Existe una Ierushalaim terrenal, y una Ierushalaim celestial – pero también la Ierushalaim celestial se encuentra aquí abajo. Como vio nuestro patriarca Iaacov en su sueño: “No es esta sino que la Casa de D’s, y esta es la Puerta del Cielo” (Bereshit 28:17). Terrenal y celestial al mismo tiempo. Ierushalaim “está vinculada a otro mundo totalmente distinto” (Netzaj Israel 51), “he aquí que Yo asentaré tus piedras con turquesas, y echaré tus fundamentos con zafiros” (Ishaya 54:11). Esa ciudad es construida toda ella de zafiros – una de las piedras del Joshen HaMishpat (prenda que se vestía sobre el torso) del Cohen Gadol (Sumo Sacerdote). Todo en ella está vinculado con el sacerdocio y el Beit HaMikdash (El Templo). Por supuesto, esa edificación es lenta y paulatina: Ierushalaim vuelve a ser reconstruida, empieza a consolarse, y lentamente se vuelve más como turquesas y zafiros. Esa ciudad, que toda ella es Beit HaMikdash, cuya kdushá (santidad) depende de la Shjina (manifestación de la Presencia Divina) [que nunca la abandonó. Véase Ramba”m, Hiljot Beit HaBejira 6:15-16. N. del T.], que toda ella es como los rollos de la Torá – no es natural, sino que Divina. Y ese aspecto Divino se va revelando más y más, lentamente.

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