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Pasando de “familia” a “pueblo”
Rav Shlomó Aviner
(Beahava Ubeemuna No599 )

De los hijos de Israel que llegan a Egipto en número de 70, surge y se cristaliza una nueva entidad: “Y los hijos de Israel fueron fecundos, y aumentaron abundantemente y se multiplicaron y se hicieron muy fuertes, y el país se llenó de ellos” (Shmot 1:7). Los individuos particulares desaparecen, la familia desaparece, y en su lugar surge algo amplio y popular - poco claro al principio - que se cristaliza y se consolida paulatinamente hasta que llega a su forma plena y orgánica: “He aquí que el Pueblo de los hijos de Israel...” (Shmot 1:9).
Pregunta: En qué etapa los hijos de Israel dejan de ser una “familia” de 70, y pasan a ser un “pueblo”?. Cuántas personas son “pueblo”?.
Respuesta: La entidad nacional también tiene una expresión numérica – el número 600.000 tiene un valor singular. Cuando salimos de Egipto éramos 600.000. También cuando entramos en Eretz Israel (la Tierra de Israel), y nuestros sabios dicen que en el momento de la gueulá (Redención) seremos 600.000 (Ialkut Shimoni, 918). Y en efecto, en el comienzo de la formación del Estado de Israel habían 600.000 judíos en el país. Pero la entidad nacional no se define solamente en forma cuantitativa: La formación de una nación es un proceso, que convierte muchos individuos particulares en un cuerpo orgánico, en el que sus partes están unidas, actúan e influyen unos sobre los otros. Paró (el Faraón) siente en determinado momento que frente a él se encuentra un pueblo, que esas personas conforman un algo único.
Dentro de la nación, hay también grandes individuos que son mencionados por su nombre propio – pero ahora no son considerados como particulares, cada uno por separado, sino que como parte de un pueblo, y para el pueblo. Y así deben ser medidos: No sólo desde el punto de vista de su valor personal, sino que principalmente desde el punto de vista de su valor para el pueblo. D’s le dijo a Moshé: “Yo aparecí a Avraham, a Itzjak y a Iaacov como el D’s Todopoderoso, pero con Mi nombre, Eterno, no Me di a conocer a ellos” (Shmot 6:3). Los patriarcas – con toda su grandeza – no fueron merecedores de que D’s se revele frente a ellos como “El Eterno”, pero ahora: “Por tanto, di a los hijos de Israel, Yo soy El Eterno” (Shmot 6:6). Am Israel (el Pueblo de Israel), como pueblo, sí se hace merecedor. No es por mérito de la grandeza de nuestro Rav Moshé: Por el contrario, desde el punto de vista personal, hay que lamentarse por los patriarcas que ya no están!. Cuando el sufrimiento aumenta en Egipto y la gueulá se demora, Moshé regresa frente a D’s y protesta: “Por qué has hecho mal a este pueblo?. Y por qué me has enviado?” (Shmot 5:22). D’s le contesta: “Es una pena por los que se fueron y ya no se encuentran aquí. Muchas veces Me revelé a Avraham, Itzjak y a Iaacov con el nombre de D’s Todopoderoso, y no les hice conocer Mi nombre Eterno – como te lo hice conocer a ti – y a pesar de ello, ellos nunca protestaron. Le dije a Avraham: Levántate, y anda por la tierra a lo largo y a lo ancho... cuando quiso enterrar a Sara no encontró donde, hasta que compró un lugar a cambio de una gran suma – y no protesto... y tú, al principio cuando te envié Me dijiste: ‘Cuál es Su nombre?’ (Shmot 3:13). Y finalmente, dices: ‘Pues desde que vine a Paró para hablarle en Tu nombre, él ha maltratado a este pueblo, y Tú no has librado a Tu pueblo’ (Shmot 5:23)!” (Shmot Rabah, Vaera 6:4). No es el nivel personal de nuestro Rav Moshé que nos hace meritorios, sino que el nivel del pueblo. Y por ello, Moshé podía negarse cuando le fue comunicada su misión: “Por favor, D’s, envía, Te ruego, por mano de quien quieras enviar” (Shmot 4:13). La gueulá de Am Israel llegará – ya sea a través de Moshé o de otra forma: No depende de Moshé, él es sólo un emisario. Y por lo menos en forma teórica, puede ser otra persona el enviado. De esa forma, podemos comprender entonces lo que le dijo D’s a Moshé después de que el pueblo pecó en el Pecado del Becerro de Oro: “‘Desciende, porque tu pueblo ha pecado’ (Shmot 32:7) – desciende de tu nivel. Toda la grandeza que te entregué, era para Am Israel. Y ahora, que Am Israel ha pecado, para qué te necesito?” (Brajot 32A).

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