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Reverencia, amor y alegría en el mes de Tishrei
Rav Iaacov Filver
(Beahavá Ubeemuná No534)

Rabí Iehudá HaLevi en su libro "HaKuzari" (2:50) explica: "Porque la Torá no nos agobió martirizándonos y quebrantando nuestras facultades. Por el contrario, la Torá y sus mitzvot nos enseñan a darle a cada cualidad y al cuerpo lo que se merece, en forma equilibrada, sin que hagamos prevalecer alguna cualidad por sobre las otras". Y eso es puesto en la práctica por la Torá gracias a tres pilares, que Rabí Iehudá HaLevi describe de esta forma: "Porque según nuestra Torá hay tres pilares en el culto a D's; la reverencia a D's, el amor y la alegría. Debes acercarte a Él a través de cada uno de ellos, y el acercamiento de la persona y su sujeción a D's en los ayunos, no es más que su alegría en shabat y días festivos - cuando su alegría proviene del pensamiento y dirección correctos. Y la alegría, está relacionada con el amor por D's. Y por ello te alegrarás con el cumplimiento de las mitzvot por tu amor al que las ordena, y serás consciente de cuanto bien te ha hecho a ti cuando te las ordenó". Y concluye allí: "Porque a través de la alegría en los días festivos sentirás como si hubieses concurrido a la Casa de D's, y en tu comida festiva como si hubieses sido invitado a comer con el rey, y disfrutases de los manjares del Creador. Y si te has alegrado en los días festivos hasta tal punto que cantes y bailes, también ello es parte del culto a D's, y a través de ellos la persona se vincula con Él". Esa combinación de la reverencia, el amor y la alegría tiene por objetivo lograr un equilibrio de la persona, ya que la preferencia de uno de esos pilares a expensa de los otros no sólo daña a la persona, sino que también a ese elemento mismo que es utilizado exclusivamente en forma extrema por la persona. Con esas tres dimensiones nos encontramos en las fiestas del mes de Tishrei: Rosh HaShana (Fin de Año judío) - el día en que se toca el Shofar (cuerno), y como dice el versículo "sonará el Shofar en la ciudad, sin que se atemorice el pueblo?" (Amos 3:6) - es el Día del Juicio, y en él se revela la cualidad del temor y reverencia por D's. Iom Kipur (Día del Perdón) - es el día de la purgación y el perdón de los pecados - en él se revela la cualidad del amor. Y en la fiesta de Sucot (Fiesta de las Cabañas) - que es "el momento de nuestra alegría" - se revela la cualidad de la alegría. Y por lo visto, ese debe ser el orden correcto: Primero, se debe comenzar siempre con la reverencia y el temor, como dijeron nuestros sabios "si no hay reverencia, no hay sabiduría". La reverencia crea el marco sin el cual no puede perdurar el amor, que es el contenido interno de él. Por ello, a pesar de toda la importancia del amor, este no puede perdurar sin la reverencia, como escribió Rashi comentando el versículo "y Yo andaré en medio de vosotros" (Vaikrá 26:12): "Me pasearé en el Gan Eden (Paraíso) como uno más de ustedes [amor], y no Me temerán. Entonces, tampoco Me reverenciareis?. No es así, seguirán reverenciándome, ya que a continuación está escrito 'y seré vuestro D's'". Sólo la combinación del amor y la reverencia nos permiten llegar a la plenitud.
En Iom Kipur, cuando el judío se abstiene de todos los placeres de este mundo, y todo el día se encuentra vinculado con D's a través del rezo y los pensamientos de arrepentimiento, en esa situación llega el judío a la cima del amor, hasta que al finalizar Iom Kipur en Tfilat Neilá (El Rezo de Cierre) declama con todo el público siete veces: "El Eterno es el D's!". Y al finalizar ese día, hay un brusco pasaje de la elevación espiritual de Iom Kipur a nuestra baja realidad material. Cómo se debe evitar el daño que ese brusco pasaje puede producir en la persona?. Escribe el Rav Kuk al respecto (Olat Reayá Bet, pág. 367): "A través de la elevación de Iom Kipur nos alejamos mucho de este mundo, y cuando volvemos a encontrarnos con nuestros asuntos mundanos debemos tener mucho cuidado. Y esos días - entre Iom Kipur y la fiesta de Sucot - nos fueron dados para reeducarnos en nuestro regreso a los asuntos cotidianos, con una digna porción de kdushá (santidad)". Y lo que él quiere decir es que ese brusco pasaje de la elevación de Iom Kipur a la vida laica (que es semejante al pasaje de un cuarto iluminado a la oscuridad, o del calor al frío) puede alterar a la persona. Y para que ese pasaje no sea tan brusco, nos fueron entregados los cuatro días entre Iom Kipur y Sucot, en los que la persona por un lado se ocupa de asuntos materiales - como la construcción de la Suca y su decoración, y la compra de las cuatro especies y similares - y al mismo tiempo esas acciones mundanas están relacionadas con el cumplimiento de la mitzva. Esa combinación - de la santidad de las mitzvot con actividades prácticas mundanas - es capaz de capacitar a la persona para un descenso paulatino, de la cima de la kdushá de Iom Kipur al suelo de la realidad material cotidiana. Y de esa forma se evita la incompatibilidad entre el mundo material y el mundo espiritual, entre el cuerpo y el alma, y de la unión de ambos se forma la base de la alegría, que cuando ella surge del amor auténtico es Simja Shel Mitzva (alegría que es mitzva).

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