Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Pinjas     14 de Tamuz 5774     No 976


Rav Uri Sherki

Dos veces cinco
Rav Uri Sharki

Todo lo pleno, todo lo bueno, se manifiesta en diez: Diez frases con las que fue creado el mundo, diez generaciones de misericordia, diez plagas, diez mandamientos, diez milagros diarios en el Beit HaMikdash (El Templo), y muchos otros.
Cuando se trata de una crisis, en días de ruptura, se manifiesta en división del diez: Cinco cosas le ocurrieron a nuestros antepasados el 17 de Tamuz, y cinco en el 9 de Av [esas fechas son días de ayuno, por las cinco desgracias que ocurrieron en cada una de ellas. N. del T.].
Pero con todo eso, hay cierto consuelo dentro de la crisis, porque de momento que las desgracias son diez en total, y el hecho que las grandes desgracias caen siempre en esas mismas fechas, nos insinúa que hay una providencia oculta también en las situaciones de alejamiento de D’s. Es bueno que sepamos que hay un orden interno de las crisis y desgracias, que D’s no nos dejó en manos de las casualidades también en los momentos de enojo.
Si descendemos a los detalles veremos que los acontecimientos del 17 de Tamuz son todos comienzos, mientras que los del 9 de Av son todos terminaciones.
El 17 de Tamuz indica el comienzo de la fisura en la manifestación del kodesh (lo santo), que se va propagando en círculos concéntricos, desde el círculo más íntimo hasta el más lejano. Las Tablas de la Ley fueron quebradas, esas tablas cuyo lugar debería ser el Kodesh HaKodashim
(Sacrosanctorum), el lugar más íntimo del kodesh. La grieta se continúa luego en la Azará (el patio externo en el Templo), cuando dejaron de ofrecer el sacrificio diario, el Korvan HaTamid sobre el altar. Más allá del Beit HaMikdash (El Templo), se continúa con la muralla de Ierushalaim que fue penetrada por el enemigo en ese día. La cuarta desgracia, Apostomus que quemó la Torá en público, está relacionada con la destrucción de todo Eretz Israel (la Tierra de Israel). Por lo visto se trata del incidente en que los soldados romanos quemaron la Torá en Beit Jorón, a raíz de lo que brotó la Gran Rebelión – cuya consecuencia fue la destrucción total de la tierra. La quinta desgracia, fue la colocación de un ídolo en el Eijal, lo que por lo visto insinúa el comienzo del cristianismo, que incita al culto a otros dioses dentro del judaísmo, en forma interna. Según ello, el Eijal simboliza todo el mundo.
Con todo ello, la providencia nos insinúa que todos esos acontecimientos son para bien, ya que el primero – el quebrado de las Tablas de la Ley – es para bien de Am Israel (el Pueblo de Israel), cuando nuestro Rav Moshé prefirió quebrarlas a que el pueblo sea dañado. El versículo en Irmya indica que la muralla fue penetrada en el día 9 de Tamuz, cuando la letra “Tet” [9 en hebreo. N. del T.], es la raíz del “bien” [que se escribe “tov”, comenzando con esa letra. N. del T.].
En el 9 de Av, fue el Pecado de los Espías – que es paralelo al Pecado del Becerro de Oro, del 17 de Tamuz. La destrucción del primer Beit HaMikdash – que ocurrió el 9 de Av – es la expresión final del Korvan HaTamid que cesó, cuando la destrucción del segundo Beit HaMikdash está relacionada principalmente con la penetración de las murallas y no el cesado del Korvan HaTamid, ya que en el segundo Beit HaMikdash no se manifestó la Shjina. El caído de la ciudad Beitar – en la que habían muchas personas de Israel, ese pueblo Israel que antecedió a la Torá – fue el fin del quemado de la Torá, y el arado de la ciudad cuyo objetivo era demostrar la supremacía de Roma sobre Ierushalaim, fue el término de lo que comenzó cuando fue colocado el ídolo en el Eijal.
El estudio del orden de las desgracias nos puede ayudar a corregirlas, y observar por encima las grandes obras de D’s para con nosotros en aquel entonces y también en nuestros días, cuando hace retornar su Shjina (manifestación de la Presencia Divina) a Tzion. 

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Rav Shlomó Aviner

Valentía contra el terror
Rav Shlomó Aviner

Los muchachos que fueron asesinados por terroristas, malditos sean, murieron como valientes, porque en nuestro país cada kilómetro es frontera, y cada ciudadano es un soldado – ya sea que vista uniforme o no cada uno es un luchador, también si es un muchacho o incluso un niño. Por ello los asesinos, malditos sean, quieren matarlos, porque ellos bien saben que los muchachos de hoy en día serán los soldados del mañana. Aunque en realidad ellos ya son los soldados de hoy en día, porque Eretz Israel (la Tierra de Israel) se conquista no solo con el ejército, sino que también viviendo en ella. Como dijo nuestro Rav Moshé en su bendición a la tribu de Asher: “Tus cerrojos son de hierro y cobre” (Dvarim 33:25). Explicó Rashi: “Habla de todo el Pueblo de Israel, porque los valerosos de cada tribu estaban asentados en las ciudades fronterizas, y como si cerraban el país con cerrojos para que los enemigos no pudieran entran en él, como si estuviese cerrado con candados y travesaños de hierro y cobre”. Gracias al ejército se puede asentar, y de la misma forma gracias a los que se asientan hay ejército. Gracias a cada muchacho y muchacha, cada niño y cada niña que no temen y viven en todo lugar del país, y viajan y llegan a todo lugar. Gracias a D’s no tememos. Ha nacido una nueva generación de judíos que no teme, incluso los muchachos y las muchachas, los niños y las niñas.
Los que temen son los árabes. 200 millones de árabes le tienen miedo a 5 millones de judíos. Desde la Guerra de Iom Kipur ellos no se atreven a abrir un frente de batalla contra nuestro ejército, sólo atentados terroristas miedosos. Matar por matar. El terror no tiene fuerza de por sí, nunca podrá conquistar un país – sólo amedrentar y estorbar. Pero no tememos, cumplimos el versículo “no temas, Mi siervo Iaacov”. Hay que temerle sólo a D’s, colmarse de reverencia frente a Su majestuosidad – pero no temerle a carne y hueso.
En situación de guerra está prohibido temer – y también del terrorismo no se debe temer. No es el momento de ponerse a llorar. Cuando hay pogromos en la galut (el exilio) no se puede hacer nada salvo implorar, recitar salmos o escapar. Pero ahora no es momento de pogromos, es momento de guerra. Desde la Guerra de la Independencia nos encontramos en situación de guerra, que a veces se viste de una forma, a veces de otra, guerra externa y guerra interna – y gracias a D’s, vamos venciendo. Cuando un soldado cae en la batalla su comandante no se sienta a llorar y a dolerlo, no se puede permitir a sí mismo ese lujo, también transgredirá la prohibición de “no derrita el corazón de sus hermanos” (Dvarim 20:8). Por el contrario, debe fortalecerse y fortalecer a sus soldados, para luchar con más vigor aún.
Hay que prestar mucha atención al lamento de David. Cayeron en la batalla Shaúl, el rey de Israel, y su hijo Ionatán – al cual David amaba como a sí mismo. Por supuesto que su corazón se partió dentro de él. Pero en ese episodio él vio necesario fortalecer la valentía del pueblo, “dijo que le enseñarán a los hijos de Iehudá el arco” (Shmuel Bet 1:18).
“Antes de empezar a lamentarse, vio necesario fortalecer los corazones de sus hombres no sea que se debiliten y pierdan la esperanza de levantar cabeza frente a los plishtitas, y les dijo: Ha llegado el momento de enseñar a los hijos de Iehudá el arco de guerra, para que venzan a los plishtitas” (Metzudat David). “Porque el arco es el arma por excelencia” (Ralba”g).
“He aquí que está escrito en el Libro Recto” (Shmuel Bet 1:18) – es decir, el libro Bereshit
(Génesis), que es llamado Libro Recto, donde está escrita la mitzva de luchar.
“Tu belleza, oh Israel” (Shmuel Bet 1:19) – Eretz Israel (la Tierra de Israel) deseada, la tierra que por ella es correcto incluso entregar la vida.
“¡Cómo han caído los valerosos!” (Shmuel Bet 1:19). Ellos han caído, pero no fue en vano – han caído en la batalla, bienaventurados son. Ojalá que también nosotros seamos valientes como ellos.
“De la sangre de los traspasados, de la gordura de los valerosos, el arco de Ionatán nunca retrocedió y la espada de Shaúl no volvió vacía” (Shmuel Bet 1:22). Ellos nunca se volvieron atrás sin haber saciado sus armas de sangre y gordura del enemigo, sin haber matado muchos de ellos (Metzudat David).
“¡Cómo han caído los valerosos en medio de la batalla!” (Shmuel Bet 1:25) es un estribillo que se repite en el lamento. “¡Cómo han caído los valerosos y han perecido las armas de guerra!” (Shmuel Bet 1:27) – ese es el último versículo del lamento, que fortalece la valentía en momento de guerra.
Debemos hacer un cambio en nuestro pensamiento, en nuestro laboratorio interno de la vida, y comprender que nos encontramos en situación de guerra y no de paz, una situación que puede que se continúe mucho tiempo – porque de lo contrario podemos llegar a sufrir muchas desilusiones.
Por supuesto, debemos doler los preciados y amados muchachos que han caído - pero es un duelo particular, como se duele por cada persona que muere, también el que murió en un accidente de tránsito. Por el contario, justamente en este caso es un poco más fácil consolarse, porque ellos cayeron por el pueblo y la tierra.
Pero no hay un duelo nacional en cuanto a las guerras de Israel, no hay un “Día de Recuerdo” de los que cayeron en la conquista de la tierra en la época de Ioshua, ni la guerra de los Jashmonaim. Hay días de duelo nacionales por la destrucción y el exilio, como el 9 de Av. Tratándose de tiempos de gueulá (Redención) no hay días de duelo nacionales. Esos días debilitan los corazones de los luchadores en la batalla. También hoy en día, el que llora y se aterroriza y pierde la esperanza – hace justo lo que los terroristas quieren, malditos sean. Por el contario, hay que decirles: Ustedes quieren aterrorizarnos,  pero esta es nuestra tierra y no nos moveremos de ella, y ustedes lo pagarán caro.
En general, hay que recordar que no nos encontramos en un parque de entretenimientos o un paraíso. En el primer capítulo del libro “Mesilat Iesharim” se explica que en el paraíso todo es natural y fácil, pero en este mundo todo requiere esfuerzo. Por el contario, si hay algo que llega con facilidad se debe sospechar que el Ietzer HaRrá (mal instinto) se esconde tras ello (al final del cap. 6). Todo lo que marcha según el Ietzer HaRrá es fácil, y todo lo que marcha según el Ietzer HaTov (buen instinto) exige esfuerzo, lucha y labor. Y si no se esfuerza, no se alcanza.
“El hombre nació para esforzarse”. Gracias a D’s, no somos unos debiluchos llorones o melancólicos sin voluntad alguna.
Somos valerosos, nos fortalecemos cada día nuevamente. De cada retrospección, cada estudio de la Torá y rezo, nos colmamos de más valentía para nuestra vida particular, y por supuesto para nuestra vida nacional, que exige más valentía aún