Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Noaj     1 de Jeshvan 5774     Rosh Jodesh     No 937


Rav Iaacov Filver

Y no habrá otro Diluvio
Rav Iaacov Filver

Vivimos en una realidad en la que existe el bien y también el mal, cuando la meta es que el mal sea anulado y el mundo sea un mundo todo bueno. Hay dos formas de anular el mal en el mundo: Una de ellas es destruyendo y aniquilando el mal que existe en la realidad, y sobre las ruinas humeantes construir un mundo nuevo, todo bueno y positivo. Y la otra forma es no dañar y destruir la realidad que existe, sino que cuidar lo bueno y paulatinamente intentar convertir el mal en bien.
En las diez generaciones desde el Primer Hombre hasta Noaj, podemos discernir ambas formas de dirección en la Providencia Divina: El Primer Hombre, a pesar que fue advertido de antemano que “el día que comas de él, ciertamente morirás” (Bereshit 2:17), después de haber pecado y comido del Árbol del Conocimiento fue expulsado del Gan Eden (Paraíso), pero la vida misma no le fue quitada. Y así también Kain, después de haber asesinado a su hermano Hevel no fue sentenciado con la muerte, sino que fue exiliado, “vagabundo y errante serás en la tierra” (Bereshit 4:12). De forma que a pesar del pecado y del fracaso la Providencia Divina les dio otra oportunidad para corregir el mal y convertirlo en  bien.
Otra conducción encontramos en la Generación del Diluvio, una generación respecto a la cual fue escrito: “Y vio el Señor que era grande la maldad del hombre en la tierra y que toda imaginación de los pensamientos de su corazón era solamente mala todos los días” (Bereshit 6:5). Respecto a ellos se expresa el versículo en cuanto a la Providencia: “Y arrepintióse el Señor de haber hecho al hombre en la tierra y afligióse Su corazón, y dijo el Eterno borraré al hombre que he creado de sobre la faz de la tierra… porque Me arrepiento de haberlos hecho” (Bereshit 6:6-7). Y en efecto, el Diluvio borró el mundo pecador con la esperanza que Noaj edifique sobre las ruinas un mundo nuevo.
Por un lado la elevada Providencia se conduce según la Medida de la Misericordia, no aniquila el mal sino que le da la oportunidad de corregirse para bien, como le fue dicho a Kain “si obrases bien podrás erguir tu frente” (Bereshit 4:7). Y junto con ello vemos que con la Generación del Diluvio se conduce según la Medida de la Justicia, se arrepiente de haber creado al hombre y decide aniquilarlo todo sobre la faz de la tierra: ¿Cómo podemos entender esa conducción doble?
Para entenderlo debemos prestar atención a la historia humana, desde la creación del hombre hasta la Entrega de la Torá, y entender que es una etapa de búsqueda, cuando las figuras centrales, los individuos particulares y la sociedad humana en general, intentan formular reglas de conducta que no son exitosas y conducen al fracaso, pero esos fracasos no son en vano, sino que nos enseñan para todas las generaciones futuras, “la persona no aprende la Torá sin antes fracasar” (Guitin 43A). Eso no solo se aprende de los fracasos sino que también de las reacciones de la Providencia Divina, lo que nos enseña para todas las generaciones: El Señor es un padre misericordioso, que tiene piedad por Sus obras y no desea aniquilarlas, incluso la criatura más baja, o borrar alguna fuerza que existe en la realidad. Por ello, desde un principio la conducción preferida es no destruir el mal existente sino que intentar corregir las carencias con paciencia, y con mucha misericordia, de forma que también las fuerzas que ahora son malas no se pierdan, y después de haber sido tratadas en forma correcta también ellas se convertirán finalmente para bien. Esa es la conducción fija y deseada desde un principio, y sólo cuando no hay otra posibilidad, cuando el mal es tan corrupto hasta que no hay más remedio, sólo entonces se utiliza la medida de la aniquilación y destrucción (Sanhedrin 55A). Y así debemos entender el Diluvio y la aniquilación de todo ser viviente en la Generación del Diluvio, como un episodio extraordinario en la historia del género humano, después del cual promete el Creador que no habrá otro Diluvio como ese.
Otro punto que aprendemos del Diluvio es que también si ese castigo era justo, no fue capaz de corregir el mundo, ya que la experiencia demuestra que después de él cuando se disponen a edificar un nuevo mundo sobre las ruinas del anterior, se fracasa. Noaj – que era la nueva esperanza del género humano – fracaso, y no sólo que no logró elevarse por encima de las carencias humanas y ser un modelo del nuevo hombre, sino que se tiró desnudo en su tienda, borracho por el vino que tomó.
Del precedente de Noaj y el Diluvio aprendemos que la corrección del mundo y el arrancado del mal no llegarán a través de las acciones de destrucción de la realidad mala sino que justamente a través de acciones positivas, con paciencia y en forma paulatina, que convertirán finalmente el mal en bien. Por ello, no debemos destruir y aniquilar la realidad existente, incluso si los órdenes de vida están colmados de defectos y muchas carencias, también en esa situación la persona no debe ser corta de paciencia e intentar corregir de un golpe, porque esa forma de corrección daña los caminos antiguos, hace perder el mal junto con lo bueno. Y también si a veces esa forma de conducción debe ser adoptada, sólo debe ser utilizada en situaciones en las que no hay ninguna otra posibilidad de corregir en forma positiva – como el quebrado de las Tablas de la Ley  por Moshé. D’s no lo permita, no se debe transformar el camino del quebrantamiento en la forma común y corriente de corrección.

Midreshet Majón Orá

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Rav Shlomó Aviner

“Te recordare”
Rav Shlomó Aviner
(reimpresión)

- ¿Dónde está la joven e interesante muchacha con el vestido azul, con la que estuve sentado largas horas en el banco de la calle Hertzel frente al supermercado, en los encuentros para conocernos antes del casamiento? Hablamos de todo, de nuestro matrimonio y de nuestros futuros niños, de nuestros padres y nuestros Rabanim (rabinos), de nuestros estudios y nuestras aspiraciones, y también del Kuzari y del Mahara”l. Y ahora, ya no eres interesante; eres aburrida.
- Yo soy la muchacha de azul, aún soy interesante, incluso más que en el pasado. Ponme a prueba; No me entierres entre las ollas y los pañales.
- ¿Dónde está la mujer que irradiaba de dicha, con el vestido blanco debajo de la jupa, sonriente y tan hermosa, que colmaba tanto mi vida? Y ahora, estas encorvada, apagada, distante y fría.
- Yo soy la mujer con el vestido blanco. Mi sonrisa aún es bella, mi corazón aún late con fuerza como en aquel entonces bajo la jupa. Estoy plena de fuertes emociones, anhelo salir contigo a pasear, y me emociono tanto cuando tú me envías flores, poemas y mensajes. Ponme a prueba, y te volveré a dar un gusto maravilloso.
- ¿Dónde está la madre que brillaba, con el vestido verde y los ojos centellantes, que desbordaba amor y besaba al niño que acababa de nacer, "gozosa madre de los hijos" (Tehilim 113:9)? Y ahora, estás nerviosa, amonestas a los niños, criticas y trasmites tristeza.
- Yo soy la madre vestida de verde, enamorada de mis hijos, por los que me sacrifico noche y día, me alegro con sus éxitos y lloro con sus derrotas. No soy un ángel, y a veces mis fuerzas son superadas, pero mis hijos son toda mi vida, y todos ellos se encuentran sobre mi corazón. Ponme a prueba.
Pero dime tú; ¿dónde está el muchacho delicado y joven, lleno de vida, con el que entable largas charlas íntimas antes de casarnos, y ahora se convirtió en un hombre silencioso?
- Soy yo, soy yo, pero estoy sobrecargado, estoy cansado. Pero aún estoy lleno de vida; pruébame.
- Y dime; ¿dónde está mi fuerte marido, que estuvo a mi lado bajo la jupa y me cubrió con su vestidura, insinuando que siempre encontraré en él apoyo y amparo? Y ahora, tú te desentiendes de mí y me abandonas con mis problemas.
- Soy yo, soy yo, pero desfallezco bajo el peso de pesadas tareas, y estoy muy preocupado. No te lo comenté, pero puedes contar conmigo; yo estoy contigo con todo el corazón, sólo pruébame y lo verás.
- ¿Quizás tú me puedes decir, mi querido marido, dónde está el padre que era partícipe conmigo de la tarea, y ahora me deja sola con el cuidado de los niños?
- Soy yo, soy yo, ponme a prueba. Escúchame, mi esposa, vine a leerte un poema, pero me dejé llevar en dirección equivocada. Es un poema a la mujer que amé. Un poema que no me atreví a decirte hasta ahora, un poema de anhelo al maravilloso paisaje de tus ojos, de las hermosas horas que pasamos juntos, cuando entendíamos tanto uno al otro, y un mismo destino nos unió. Pero pasaron tiempos prohibidos, tristes y desesperanzadores, tantas desilusiones, cada uno con su soledad. El dulce sabor desapareció, lo busqué pero no lo encontré, pero aún lo siento, y vine a buscarte, mi amada compañera, más allá de los montes de la oscuridad, del olvido y falta de comprensión. ¿Dónde estás tú, mi amada de antaño?
- Yo estoy aquí, y te amo.

- Yo también estoy aquí, mi esposa.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
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