Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Jaiei Sara     25 de Jeshvan 5773     No 892


Rav Lior Engelmann

Las canas
Rav Lior Engelmann

El mundo – así nos hacen creer – le pertenece a los jóvenes. Ellos - los jóvenes - son hermosos y efervescentes, llenos de fuerza y aspiraciones, marchan a paso rápido, y el mundo marcha con ellos. Es maravilloso ser joven en un mundo donde los jóvenes talentosos suben al estrado, acompañados de estruendosos aplausos del público. Es encantador vivir con la ilusión que quedaremos jóvenes y efervescentes para siempre, y echar del corazón los pensamientos en cuanto a los días de la ancianidad previstos. Cuando llegue nuestro momento de envejecer, haremos todo lo posible para esconder el cambio que se está operando. Toda arruga que aparece en el rostro es como si nos amenazase diciendo que dentro de poco perderemos el mundo - que no le pertenece a los envejecidos - y por ello hay que esconderla. Toda cana como si comenzase la cuenta regresiva, y anuncia que la temida vejez se encuentra en la puerta, apoyándose en un bastón… Cuanto más pasen los días, más intentaremos - como "nuevos envejecidos" - de afianzarnos a la forma de hablar y vestir de los jóvenes, en un intento digno de lástima de conferirnos una apariencia joven. Pero es en vano, el maquillaje no lo logrará, el disfraz de joven causará risa, la vejez llegará, sin duda. La gran pregunta es: ¿Qué traerá consigo esa vejez? Y la respuesta se encuentra en una forma de vida distinta.
Hay alguien que es culpable de esa vejez, hay alguien que lleva la responsabilidad de esas canas que brotan de pronto, y finalmente conquistan toda la cabeza o simplemente se caen sobre la almohada. Alguien que no pensó que el mundo le pertenece a los jóvenes, y pidió que surja en el mundo la bendición de la vejez – en la que nosotros nos obstinamos ver sólo una maldición. Esa persona fue nuestro patriarca Avraham, como cuenta el Midrash: “Dijo Rabí Iehudá Bar Simón; Avraham exigió la vejez. Dijo frente a Él: Señor del mundo, cuando una persona y su hijo entran a algún lado, nadie sabe a quién debe honrar más. Si Tú lo adornas con la vejez, las personas sabrán a quién honrar. Le dijo D’s: ¡Por tu vida! Has exigido algo bueno, y comenzará contigo. Desde el comienzo del libro (Bereshit) no está escrito vejez, de momento que llegó Avraham, le fue entregada la vejez: ‘Y Avraham era viejo, entrado en días’ (Bereshit 24:1)” (Bereshit Rabah 65:9).
Nuestro patriarca Avraham no esconde las señales de la edad, por el contrario, pide para él un tesoro de canas. Y como acostumbra, no sólo piensa en sí mismo, él piensa qué es lo que bendecirá más al mundo, y pide señales externas de la vejez. Él lo pide porque sabe que en un mundo que le pertenece a los jóvenes, no hay humildad. El joven siente que él se encuentra en la cima, es fuerte e inteligente, brillante y exitoso, y no tiene lo qué aprender de nadie. En un mundo donde los viejos son valorados por su sabiduría y experiencia, por lo que hicieron y por ser viejos en sí hay a quién mirar, hay de quién aprender y recibir consejos, hay de quien recibir y a dónde aspirar. En un mundo donde se respeta a los adultos, los jóvenes se hacen humildes. Nuestro patriarca Avraham pide un mundo donde se respete a los ancianos, y se hace merecedor que eso comience con él mismo: Las canas embellecerán su cabeza, y los jóvenes de su generación lo respetarán y reconocerán que el mundo auténtico le pertenece a los ancianos y a los jóvenes humildes.
Nuestro patriarca Avraham sabe que el mundo que le pertenece a los jóvenes es el mundo del materialismo y el avance tecnológico, la carrera y la competencia. En el mundo de los músculos los ancianos no tienen lo qué ofrecer, seguramente también la reina de la belleza será muy joven. Le será difícil al anciano seguir el ritmo acelerado de la ciencia y saber todos los secretos de la computadora. El anciano no es rápido y no impresiona con su belleza, también sus sentidos se han deteriorado, y no puede disfrutar de todas las sensaciones que el mundo le propone a los que se encuentran en él. Y a pesar de ello, nuestro patriarca Avraham desea la vejez, porque tiene algo que le hace mucha falta a los jóvenes, algo que está relacionado con los conceptos del mundo auténtico, el que nos es realmente apreciado.
En la vejez se puede mirar al mundo de una forma más exacta, más profunda. Se puede ser merecedor de saber a D’s, una sabiduría que por los agudizados sentidos de la juventud es desplazada a un lado. Anciano – es el que adquirió sabiduría. No se trata de una sabiduría intelectual común, de un conocimiento de la matemática o la ciencia, en ese sentido nuevamente el intelecto joven y ágil lleva la ventaja. Se trata de una sabiduría profunda, que sabe a D’s, que bien conoce profundamente los conceptos de justicia y rectitud, que no se deslumbra por la pasión y no confunde el bien con el mal. Se trata de la capacidad de diferenciar entre lo principal y lo secundario en la vida.
Es cierto, cuando el anciano se empecina en creer que el mundo de los logros y la competencia, de las pasiones y las adquisiciones es el mundo verdadero, se quiebra en su interior. Pero cuando se da cuenta del mundo más apreciado que las joyas, interno y moral, encuentra en la vejez un tesoro escondido que no le pertenece en absoluto a los jóvenes: “Rabí Ishmael Ben Rabí Iosi dice, los talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) cuanto más envejecen, se les agrega sabiduría, como dice el versículo ‘esta la sabiduría con los ancianos, y con la larga edad el entendimiento’ (Iyov 12:12). Y las personas burdas cuanto más envejecen, se les añade tontería, como dice el versículo ‘quita el habla a los hombres de confianza, y el entendimiento a los ancianos’ (Iyov 12:20)” (Shabat 152A).
Las personas burdas ancianas, cuyo mundo de conceptos es materialista, ven la vejez como una contrariedad, y se ven obligados a vivir su ancianidad envidiando a los jóvenes que aún pueden, añorando los días que pasaron, deseando un mundo que fue, y ya no es.
En contraste, nuestro patriarca Avraham pide la vejez y la recibe, se alegra con ella y la desea, desea su elevación, como si nos dijese que dejemos de escapar de ella, y comencemos a reconocer su valor. 

Midreshet Majón Orá

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Rav Shlomó Aviner

No cualquiera es llamado judío (segunda parte)
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Quizás para que no se colme nuestra santa tierra con cientos de miles de gentiles casados casamientos mixtos con judíos, debemos formar caminos de conversión fáciles, sin la exigencia de aceptar las mitzvot que sabemos ellos no cumplirán, y conformarnos con una intención sincera de pertenecer a Am Israel (el Pueblo de Israel)? Como dijo Rut: “Tu pueblo es mi pueblo” (Rut 1:16).
Respuesta: Todo niño de jardinera sabe que Rut no sólo dijo “tu pueblo es mi pueblo”, también dijo “tu D’s es mi D’s” (Rut 1:16), es el D’s de Israel, “y dijo el Señor todas estas palabras” (Shmot 20:1), toda la Torá. Por ello, una conversión debe incluir la aceptación sincera y auténtica de las mitzvot, una aceptación profunda y seria.
Quizás ustedes digan: ¿El Ramba”m determina que si ya fue convertido, la conversión tiene valor incluso si no aceptó las mitzvot (Ramba”m, Hiljot Isurei Bia 13:17)? Eso es diferente. Es cierto que a veces algo no debe ser hecho, pero si ya se hizo tiene vigencia. No es nuestro caso, se habla sólo de situaciones excepcionales, no se puede basar en algo así una norma para toda una nación, tratándose de cientos y miles de personas.
Es más, el Ramba”m habla de una situación en que no le hicieron saber al converso que hay mitzvot, y puede que si le hubiesen dicho de todas formas se hubiese convertido. En nuestro caso los gentiles que viven en Israel bien saben que hay judíos temerosos de D’s y judíos que no cumplen mitzvot, no hay ningún secreto, y ellos en forma explícita no están interesados en cumplir las mitzvot.
Es cierto que el autor del libro “Shu”t Ajiezer” permitió la conversión de una mujer que quería  convertirse para casarse, y dijo que quiere cumplir las mitzvot, a pesar que el juez estaba seguro que ella lo decía de la boca para afuera y en realidad no pretendía cumplirlas. Lo permitió porque alcanza con que haya alguna posibilidad remota que las cumpla. Pero él escribe que si sabemos en forma clara que no las cumplirá, no se lo puede convertir (Shu”t Ajiezer 3:26). Y así es en nuestro caso, muchas personas no mentirán diciendo que pretenden cumplir las mitzvot, y los que sí declamen, tenemos claro que no lo harán.
Quizás ustedes digan que el anciano Hilel aceptó un converso que se negó a cumplir toda la Torá oral. Ya lo preguntó Rashi, ya que el que quiere convertirse y está dispuesto a aceptar toda la Torá salvo una sola cosa no se lo convierte. Y contestó que el anciano Hilel entendió con su sabiduría que finalmente aceptará toda la Torá (Shabat 31A). Y ya escribieron los poskim (sabios que determinan la halajá) que el juez sólo puede juzgar según lo que es evidente, y en nuestro caso por el contrario, vemos que no tienen intención de cumplirlas.
Es más, incluso si la conversión tuviese vigor, hay que sopesar seriamente qué gran bien le hacemos a Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel) cuando aceptamos conversos como esos, que no cumplirán la Torá ni las mitzvot, y de esa forma hacemos pecar a decenas o centenas de miles que serán judíos. Es cierto que de esa forma salvamos a su pareja del pecado de casarse con un gentil, pero entonces los hacemos pecar todas las mitzvot de la Torá. Y así dijo el Gaón (genio del estudio de la Torá), el Rav Moshé Fainshtein: “¿Qué bien ellos le hacen a Clal Israel cuando aceptan conversos como esos? Seguramente no le es de Su agrado a D’s y a Am Israel (el Pueblo de Israel) que se mezclen conversos como esos en Israel” (Iguerot Moshé, Iore Dea 157). Y así escribió el Gaón Rav Shlomó Zalman Oirbaj: “En cuanto a la prohibición de hacer pecar… ese tipo de conversos… que en su corazón no piensan como dicen, y estamos casi seguros que no pretenden en absoluto cumplir las mitzvot de D’s, en esa situación, me parece en mi humildad que todos los que los ayudan a convertirse si ellos se equivocan y piensan que son conversiones válidas, incluso de esa forma, según su opinión los que  los convierten trasgreden esa prohibición, porque todo lo que se hace en contra de la voluntad de D’s es llamado pecado. Porque si ese converso trasgredió el Shabat y comió lo que estaba prohibido cuando aún no se había convertido no hacía ningún pecado, pero ahora que continúa haciéndolo es como si todas sus acciones se convirtiesen en obstáculos y pecados” (Minjat Shlomó 35:3).
Y así escribió el Rav Kuk: “En cuanto a los que realizan conversiones en forma incorrecta y en contra de la religión, respecto a los cuales seguramente fue dicho por nuestros santos sabios ‘maldad tras maldad recaerán sobre los que reciben conversos’… pero si ellos se esfuerzan por convertirse, se los recibe, y se está hablando cuando se nota que se quieren convertirse con entereza, por la buena causa. Pero los que aceptan a esos otros conversos… conversos como esos por supuesto que son duros para Israel como
sapajat (soriasis), y ellos son como espinas en la vid de la Casa de Israel. Y en forma explícita dijeron nuestros sabios que un gentil que está dispuesto a aceptar toda la Torá salvo una sola cosa no se lo acepta, ¿entonces, cómo se puede aceptar conversos de ese tipo que estamos seguros que después de su conversión trasgredirán la Torá?... Y a pesar que finalmente fue determinado como la opinión que todos ellos son conversos… y eso incluye también el que se convirtió por una mujer… eso se trata cuando la conversión fue plena, con cumplimiento de mitzvot, pero cuando no se convierte totalmente, es decir no acepta ni cumple las mitzvot, no hay ninguna conversión… Y es más, los que los aceptan trasgreden la prohibición de hacer pecar al prójimo. Porque si diremos que su conversión no es válida de ninguna forma, ellos hacen pecar al público que consideran esos gentiles como parte de Israel, y cuántas desgracias puede eso generar… Y si realmente su conversión es válida, los hacen pecar y hacerse acreedores de castigos por las prohibiciones de la Torá que trasgreden” (Daat Cohen 154).
Y también debemos agregar que desde otro punto de vista su conversión no es válida, según la opinión de los
Rishonim que se necesita un jurado Samuj (autorizado por un jurado que a su vez fue autorizado, remontándose hasta nuestro Rav Moshé), y somos sus emisarios (Tosafot Guitin 88B, comienza Bemilta), ¿y cómo podemos ser sus emisarios para hacerlos trasgredir prohibiciones de la Torá? Como escribió el Rav Kuk respeto a esa persona que quería convertirse por la buena causa, pero la circuncisión le era peligrosa por su enfermedad. Incluso si diremos que la circuncisión no es parte de la conversión, sólo la primer mitzva que tiene obligación de cumplir, no podemos ser emisarios para convertirlo de esa manera: A través de la conversión lo introduciremos en una situación en la que no podrá cumplir la mitzva  de la circuncisión, y no somos emisarios para ponerlo en semejante situación, en la que tiene la obligación de la circuncisión y no puede cumplirla (Daat Cohen 150). ¿Y qué podremos decir en nuestro caso?
No debemos buscar soluciones rápidas que finalmente serán muy amargas, marcharemos por los senderos claros, nos valdremos de paciencia histórica, de la paciencia de la
gueulá (Redención) que llega paulatinamente, y D’s no privará el bien de los que se conducen con entereza (ver Shu”t Sheilat Shlomó 3:296). 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
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