Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Dvarim     9 de Av 5772     Shabat Jazon     No 878


“Convocó contra mi una festividad”
Rav Eli Fainsilber

Cuanto más nos alejamos de algún acontecimiento, nos es más fácil liberarnos de la fuerte impresión de la vivencia y analizar el contenido de lo sucedido por sí mismo. Los sentidos se exacerban durante el acontecimiento, y sólo cuando terminó el episodio el raciocinio puede mirar “de lo alto” y comprender las cosas como son, y no sólo según la impresión que nos causó.
Así también en cuanto a la Expulsión de Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza) – casi no hay otro acontecimiento que haya sido acompañado de tanto "barullo" imaginario, de medios de prensa, político y práctico, hasta tal punto que cuando pasó no era posible hablar de ello con el pensamiento claro y asentado. Sólo de la distancia, cuanto más pasan los años, somos capaces de elevarnos por encima de la vivencia personal – particular que nos aconteció y analizar lo que pasó "a vuelo de pájaro", desde una perspectiva elevada que mira las cosas en el entorno general, nacional, histórico. Cada año que pasa, ese enfoque amplio y eterno hereda más el lugar de la mirada estrecha y temporal.
Hoy en día bien comprendemos – con todo el dolor y desagrado que fue el destino de los habitantes de Gush Katif – que el “Programa de Desconexión” no fue un problema particular de ellos, sino que un síntoma de una terrible y dura enfermedad nacional que atacó – y todavía continúa atacando – al pueblo que habita en Tzion. El síntoma bien lo sentimos en forma puntual en nuestra propia carne, pero la auténtica enfermedad es de todo el país.
Hoy es más fácil entender que la cuestión no es sólo qué será de cierta zona de nuestro territorio, sino qué será de la columna de fuego que marcha frente al campamento, la meta política, el espíritu nacional. Ya hace más de 100 años que el Movimiento Sionista se define a sí misma en forma sumamente superficial. ¿Acaso se puede resumir miles de años de sacrificio, de anhelos por Tzion, por la renovación del reinado, por la reconstrucción del Beit HaMikdash (El Templo) y por el regreso de la profecía en la edificación de un estado cuya función es solamente proteger a sus ciudadanos de los pérfidos planes de sus enemigos? ¿Acaso solamente evitar algún daño es capaz de generar un movimiento nacional tan vigoroso? ¿Acaso nuestro apego por la Torá durante todos los años de la galut (exilio), por la bondad, por el cumplimiento de las mitzvot y la edificación de comunidades ejemplares pueden resumirse en una definición nacional tan banal y común? Es como un pintor genial, que invierte diez años de su vida en crear con sus manos una obra artística maravillosa, que resumirá toda la esencia de su creación artística. Pero desgraciadamente, cuando el telón es corrido, nos encontramos con un mamarracho infantil. ¿Acaso esa obra es una fiel expresión de la maravillosa habilidad del artista? Por supuesto que hubo un doloroso error, una terrible equivocación, un espantoso extravío. También el artista mismo siente cierta incomodidad que no puede explicar con el resultado artístico. Pero no es capaz de explicar qué es lo que eso significa.
Así también fue edificado el Estado de Israel, en base a una orientación derivada del presente, por un deseo de encontrar una solución práctica para las desgracias de la vida israelí. Un estado de “Apagado de Incendios”. Pero, ¿qué podemos hacer?, Am Israel
(el Pueblo de Israel) que ya hace dos mil años que edifica su vida a la luz del lejano futuro, a la luz de sus anhelos radicales de alto vuelo, impulsado por exigencias de valores extremos, no querrá ni tampoco podrá liberarse de esas características, que se encuentran selladas en su ser colectivo por su existencia misma. No puede ser distinto. Sólo sabe dirigirse con altura.
Y a pesar de todo eso, se edificó un estado con gran estruendo, con trompetas y gran entusiasmo,  pero con una mirada a corto plazo, empequeñecimiento de sabiduría y empequeñecimiento de imagen. Se imagina que desea paz y descanso, mientras que en su naturaleza misma tiene muchos dones, matizados y efervescentes, que no lo dejan descansar. Para ser plasmados en forma plena, para vivir en paz consigo mismo, debe aspirar las alturas, elevarse a los cielos. Podrá encontrar la calma sólo en una vida de creatividad, de alto vuelo y elevada aspiración. Y en vez de ello, intenta con todas sus fuerzas quedarse en su  lugar, cuidar de lo que hay, conformarse con lo poco que fue logrado y volver a declamar - por la mañana y por la noche, frente a todo el público - que sus aspiraciones nacionales no son más que sus necesidades de existencia, limitadas y escuetas.
Pero por debajo de la superficie siente cierto desasosiego de todo lo que pasa, se siente insatisfecho de sus obras. Por fuera, todo está bárbaro: Un país ejemplar, una cultura libre y una economía maravillosa. En comparación con todas las demás naciones tenemos de qué enorgullecernos. Pero por dentro – vacío. Una fe que se desintegra, un cinismo que va creciendo y un país sin corona. El país no colma las expectativas que surgen de lo recóndito del ser. Él desea un país con una escala de valores mucho más sofisticada, con aspiraciones de vida mucho más grandes de lo que por ahora logra crear. Al principio del camino la emoción y la innovación encubrieron el problema, pero cada día y cada año que van pasando la frustración va creciendo y el enojo también. Sin que pueda reconocerlo en forma clara, la nación empieza a entender más y más que ella no ama tanto el país que edificó. Si pudiese, devolvería atrás con alegría la rueda de la historia. Pero no es posible. La necesidad empuja y no nos permite desarmar lo que ya fue construido. Pero en cierta etapa, la frustración se volvió insoportable, y la explosión inevitable.
Como en toda situación en que la persona está enojada consigo misma en su sub consciente, orienta su enojo hacia los otros. Los habitantes de Gush Katif fueron el chivo expiatorio, pero ellos no son el tema, para nada. Por supuesto, cuando la majestad misma de Israel desata su furia y con sus propias manos destruye lo que construyó, duele, duele mucho. Pero el arrebato furioso encierra en sí mismo la bendición. Mientras la enfermedad se esconde en lo profundo del ser y no son concientes de ella, tampoco se la puede curar. Justamente ahora, cuando el pueblo se hizo conciente en forma clara y sin intermediarios de las tribulaciones más esenciales en el plano nacional, se puede empezar un tratamiento de raíz, en vez de tratar los síntomas. Mientras el nacionalismo puede desentenderse de su meta y valor, se puede seguir "barriendo" el problema "debajo de la alfombra". Justamente ahora, cuando la aclaración de la meta nacional se convirtió en un tema del que no se puede desentender, que ya no se puede posponer – es señal de la adolescencia nacional, de que Am Israel vuelve a sí mismo, de que el contenido de su vida más esencial se convirtió en un tema existencial. Con todo el dolor, sin duda, la nación se elevó un peldaño.
Cuando comprendemos ese punto ciertamente, el comienzo de una sonrisa se escabulle en la comisura de los labios, que es el esbozo de la futura sonrisa que está por llegar. Nos aferramos de la túnica de Rabí Akiva, que se reía cuando veía zorros paseándose en las ruinas del Beit HaMikdash, y nos acordamos que Tisha BeAv (el ayuno del día 9 del mes de Av) es llamado también “festividad”.

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
español y portugués.
¡¡Están todas invitadas!!
Para más detalles llamar al 052-4621830
o escribir a anachman2@walla.com, editorial@alumbrar.org
Para las interesadas, hay dormitorios en el lugar. 


Rav Shlomó Aviner

Estudio de Emuná diario
Rav Shlomó Aviner

Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, dijo que la innovación de la ieshiva (centro de estudio de la Torá) Merkaz HaRav – o para ser más exactos, una de las innovaciones de ella – es el estudio de Emuná (fe).
Por supuesto, no es una innovación. El estudio de Emuná es parte del estudio de la Torá, pero en el transcurso de los años fue olvidado, y era necesario devolverlo a su lugar. Y ya lamentaron con dolor los grandes sabios de las generaciones ese abandono, como por ejemplo en los libros “Mesilat Iesharim”, “Jovat HaLevavot”, “Tikunei Zohar” respecto a una Torá “seca”, y elevándonos más, lo que dijeron los profetas en cuanto a que “los que se ocupaban de la Torá no Me conocieron” (Irmya 2:8).
Ese olvido produjo grandes daños, porque la Torá no es sólo cumplir mitzvot sino que cumplirlas en base a una fe. Tus mitzvot son muy amplias, muy profundas, tienen un alma.
Por ello, la Torá comprende dos partes:
1. El estudio de la Gmará y la halajá, que nos indican cómo debemos comportarnos.
2. El estudio de la Emuná, que nos indica en qué debemos tener fe, qué debemos pensar, qué debemos sentir.
La expresión “estudio de Emuná” es una innovación de nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, y a primera vista parece ser una contradicción: Se estudia con el raciocinio, pero Emuná es vida. Pero ya dijo el Gaón (genio del estudio de la Torá) de Vilna – y esa es la fuente de la expresión de nuestro Rav – que hay que estudiar el libro “HaKuzari” porque "las bases de la Emuná de Israel y la Torá dependen de ello". Entonces, se estudia Emuná.
En cuanto a la relación entre el estudio y la Emuná encontramos dos versículos: “La sabiduría da vida al que la posee” (Kohelet 7:12) y “el justo vivirá por su fe” (Jabakuk 2:4). Explicó el Rav Kuk que la sabiduría no es en sí vida, pero si es estudiada como corresponde puede entregar vida. En contraste, la Emuná es vida en sí.
La conclusión de todo eso, es que hay que estudiar Emuná a diario. Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá enseñó en su ieshiva que hay que estudiar todos los días Emuná, por lo menos una hora y no más de dos horas. Pero es sobre entendido que también el que no es estudiante de ieshiva necesita ese alimento espiritual del alma. Y para ser más exactos, también el estudio de la Gmará y la halajá es un alimento para el alma, pero el estudio de la Emuná es como oxígeno para el alma.
Qué es mejor y qué es más natural que esa iniciativa surja de la
iehsiva Merkaz HaRav, la ieshiva central mundial, con todas nuestras ieshivot, como escribió el Rav Kuk: “Ayudar a nuestras almas… a través de un estudio fijo de todos esos apreciados libros, de los Rishonim y los Ajaronim de todas las partes del musar (cultivo de las virtudes) y el temor, revelados y ocultos, libro tras libro, e intentar elevarse en los peldaños del entendimiento y profundización…” (Iguerot HaReaya, Carta 95). 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
sfaradit@emeir.org.il, editorial@alumbrar.org