Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Pesaj     15 de Nisan 5772     No 863


Rav Lior Engelmann Es Él
Rav Lior Engelmann

Hay un contenido que se repite a lo largo y a lo ancho de la Hagadá de Pesaj: ¡No somos nosotros los que hacemos, sino que es Él!
La Gueulá (Redención) de Pesaj no ocurrió por nuestro mérito. No nos rebelamos frente a los egipcios, no luchamos contra ellos: D’s luchó por nosotros, y nosotros callamos. No fuimos merecedores de esa Gueulá. “Al principio, nuestros antepasados fueron idólatras”, D’s tomó a Avraham de la otra orilla del río, y lo eligió. La elección de Am Israel (el Pueblo de Israel) en Egipto no fue consecuencia de alguna acción meritoria. “Estos son idólatras, y estos otros son idólatras” - y a pesar de ello, D's nos eligió justamente a nosotros: La elección Divina se encuentra por encima de todo entendimiento.
En esta noche nos hacemos conscientes que algo muy grande ocurre en el mundo, y no depende para nada de nuestras elecciones en nuestra vida. Fue creado un pueblo al que D’s eligió para que cumpla una gran misión. Querremos o no querremos, así será. Obligados por una orden Divina descenderemos a Egipto, y por obligación saldremos de allí: “‘Saca a los cautivos al goce de felicidades’ (Tehilim 68:7) – llanto y cantos. El que no quiere, llora, y el que quiere, canta” (Midrash Rabah). Si lo deseamos, cantaremos. Y si no lo deseamos, lloraremos – pero de todas formas, saldremos de Egipto. Es un proceso que ocurrirá sin ninguna relación al hecho de si queremos ser partícipes o no.

La Hagadá excluye totalmente el factor humano del panorama de la Gueulá. Nuestro Rav Moshé es enteramente excluido de ella, porque todo él era un enviado de D’s, al que se dice al principio de su misión: “¿Quién dio boca al hombre? O ¿quién lo hace mudo o sordo, vidente o ciego? ¿Acaso no lo hago Yo, el Eterno?” (Shmot 4:11). En la Hagadá no es ni recordada alguna acción terrenal que fue partícipe de la Gueulá. Am Israel solo le clama a D’s, y este lo redime sin ninguna ayuda, “Yo, y no un ángel… Yo, y no un serafín… Yo, y no un enviado. Yo soy el Eterno, Yo y ningún otro” (Hagadá de Pesaj).
Lo único de lo que fue partícipe Am Israel es la preparación de la provisión para el camino – y también en este caso la acción no fue terminada, porque D’s gira la rueda de la Gueulá según Su ritmo: “Esta matza (pan ácimo) que comemos… nos recuerda que antes de que fermentara la masa que prepararon nuestros antepasados para su pan, el Rey de reyes, el Señor, bendito sea, se les reveló y los redimió” (Hagadá de Pesaj).
La creación humana quedó sin terminar, D’s no depende de ella, de todas formas Él hará descender pan para ellos del cielo. La salida de Egipto es descrita como obligada para Am Israel – “por cuanto siendo echados de Egipto, no habían podido detenerse, ni se habían hecho provisión alguna” (Shmot 12:39). Exactamente como la Entrega de la Torá, que es descrita como un acontecimiento obligatorio – “les puso el monte sobre sus cabezas”, así también la salida de Egipto obligatoria es descrita como expulsión. Nuevamente, no somos nosotros, es Él – el que genera los acontecimientos, e impulsa los procesos por encima de nuestra cooperación.
Incluso si no seremos merecedores de la Gueulá – seremos redimidos. Incluso si rendiremos culto a otros dioses como los mismos egipcios – Él saltará por encima de nuestras casas, y no nos dañará.
El hijo malvado, que sólo mira a los ojos y no logra ver las grandes cosas ocultas, no lo aceptará. Según el Mahara”l de Praga preguntará ¿qué es todo este ritual para ustedes? ¿Por qué justamente ustedes fueron elegidos y no otro pueblo? Ustedes no son mejores que los demás pueblos que los rodean. Él no acepta el concepto de “Pueblo Elegido”, que se encuentra por encima del entendimiento humano sencillo – pero con su pregunta nos ayudará a agudizar la gran respuesta de la Noche del Seder: No somos nosotros, es Él. D’s decidió crear un pueblo para Él. Esa es una creación de la que no podremos desentendernos. Nos entregó la capacidad de elegir hasta cierto límite – pero nuestra misión, no podremos cambiar. El pacto que se formó entre nosotros y Él es más elevado que toda nuestra elección y todos los acontecimientos que podrán ocurrir. “Y ella fue la que sostuvo a nuestros ancestros y a nosotros” (Hagadá de Pesaj) – la promesa que le prometió a Israel, que es puesta a prueba en toda galut
(exilio) y todo pecado. Ella es la que nos convierte en el Pueblo Eterno. Justamente porque no lo queríamos, justamente porque D’s no nos eligió por nuestras buenas acciones sino que por el profundo secreto de nuestro alma que sólo Él lo sabe, justamente por todo eso ese pacto se transforma en un pacto válido para la eternidad.
Todo lo que nos resta hacer es agradecer, loar y alabar.
Y saber… que en la última Gueulá las cosas cambian. No habrá milagros, no será apresurada. No habrá un D’s que lo hará todo en nuestro lugar. Tendremos que ser partícipes de nuestra propia redención, tendremos que desearlo – ya que debemos dirigirnos a “una tierra deseada”. Y a pesar de ello, recordaremos la primer Gueulá, porque sólo el que vivió en forma absoluta ese pacto eterno, la formación de Am Israel en su principio, tendrá las fuerzas para elegir y actuar en forma correcta en la Gueulá futura. 

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Rav Eliezer Shanvald La libertad auténtica del pueblo no le es obsequiada
Rav Eliezer Shainvald
(reimpresión)

La salida de Egipto, de la esclavitud a la libertad, es un modelo del proceso del pasaje a la libertad auténtica.
El proceso comenzó antes de Pesaj, cuando Am Israel (el Pueblo de Israel) fue ordenado tomar un cabrito para sacrificarlo. En ese momento, ocurrió el “gran milagro”; a pesar de la furia de los egipcios - cuya divinidad les estaban arrebatando - no fueron capaces de hacerles ningún daño (y por ese milagro es llamado “Shabat HaGadol”). El apodo “gran”, nos hace preguntar:
"¿Por qué es llamado ‘gran’ milagro, acaso no hubo milagros más grandes que ese? Por ejemplo, el milagro de la partición de las aguas en Iam Suf, y los otros milagros que le hizo D’s a Am Israel. ¿Acaso no fueron más grandes?” (Kdushat HaLevi, Itro). Y la respuesta: ¡El gran milagro que ocurrió, es el cambio en Am Israel mismo! “Y por ello lo llamaron ‘gran milagro’, ya que su entendimiento fue engrandecido, y no temieron en lo más mínimo a los egipcios, a pesar que pretendían degollar su divinidad” (Kdushat HaLevi, Itro). El cambio radical que preparó la gueulá (Redención) y la libertad, fue el “engrandecimiento del entendimiento”. Am Israel logró comprender en profundidad quién es él y cuales son sus metas, y gracias a ello se colmó de vigor y espíritu de valentía, de osadía, hasta ser capaz de arriesgarse y enfrentar a los egipcios. Una nación que quiere ser libre, debe estar dispuesta a luchar por sus principios y pagar el precio que ello exige, ya que la libertad no le es obsequiada.
Para ser merecedores de una libertad plena y auténtica, antes debemos tener claro qué significa ello, a través del “engrandecimiento del entendimiento”. “No es tan fácil concebir el concepto de esclavitud en todo su sentido, hasta ser capaz de reconocer cómo liberarse de sus lazos y salir a la extensión de la libertad, liberarse totalmente de la maldición del esclavo (Bereshit 9:25) y acogerse bajo la bendición del que es libre (ver Mishlei 6:23). No es fácil tampoco concebir el concepto de libertad en todo su sentido, hasta ser capaz de llegar a la libertad auténtica sin caer en la falsa libertad, que es mucho peor y mucho más vil que toda esclavitud” (Rav Kuk zt”l, Maamarei HaReayá, Pág. 163). Fácilmente se puede caer en una ilusión de libertad, cuando en realidad nos encontramos sumergidos en una esclavitud perpetua. Libertad auténtica comprende principalmente dos etapas: Libertad física, y espiritual. “A) La libertad propia, libertad del cuerpo de toda esclavización ajena... B) Esa libertad sólo puede ser adquirida a través de la libertad del alma, la liberación del espíritu de todo lo que lo aparta del sólido y derecho camino, que fue gravado en su esencia propia” (Olat Reayá Bet, Pág. 244). En primer lugar, la libertad física - liberación de toda influencia de gobierno ajeno, que ocurrió en Pesaj. En segundo lugar, la libertad espiritual - formación y cristalización de la cultura propia, que comenzó en Shavuot con la entrega de la Torá, pero es un proceso que continuará hasta su culminación en el término de los días. Los días de Sfirat HaOmer son los que vinculan ambas etapas, y conforman la fórmula de la libertad plena.
Una nación puede ser libre desde el punto de vista político, poseer organismos democráticos, pero ser una nación esclava desde el punto de vista espiritual y cultural: Esclava de las modas cambiantes, de los intereses y metas ajenos. Como explica el Rav Kuk zt”l: “La diferencia entre el esclavo y el hombre libre, no es sólo su situación física, si está sometido por otro o no. Podemos encontrar un esclavo culto, que su espíritu es totalmente libre, y por el contrario, un hombre libre cuyo espíritu es el de un esclavo. La libertad en esencia es ese sublime aliento, a través del cual la persona y el pueblo se elevan, y son fieles a su esencia interna propia... lo que no es así en cuanto al que pose un espíritu esclavo, que su vida y sus sentimientos nunca estarán vinculados a su esencia propia, sino que a lo que es hermoso y bueno para el que lo somete de alguna forma, ya sea un sometimiento formal o moral” (Maamarei HaReayá, Pág. 157). En esa situación, la libertad de la nación es sólo en apariencia. El camino para llegar a la libertad espiritual auténtica incluye varios factores: En primer lugar - la nación debe invertir esfuerzos y talentos para aclararse a sí misma - en base a la Torá y el “engrandecimiento del entendimiento” - su naturaleza propia. En segundo lugar - de acuerdo a su naturaleza propia, debe confeccionar su sociedad y su Estado, y no solamente como copia de los demás. En tercer lugar - actuar en base a ello; debe llevar esos principios a la práctica en todo el sistema gubernamental y todas las fases de la vida. Ese es un largo camino, que a su término será alcanzada la deseada meta. Para garantizar el avance continuo, hay que realizar constantes evaluaciones, “búsquedas de jametz (levadura)” psicológicas-espirituales continuas en el ámbito nacional, para diagnosticar si se es fiel a las metas y la voluntad propia de la nación, o aún se encuentra esclavizada por las metas y voluntades de los demás: “Y cuando buscamos el jametz (harina fermentada) a la trémula luz de la vela, buscamos también en los escondrijos del corazón, para eliminar todo fermento de esclavitud que se adhirió a nuestra ánima, para que podamos entrar al círculo del resplandor de la 'fiesta de la libertad' con alegría, limpios de toda mancha de esclavitud, ya sea esta la esclavitud evidente...ya sea la esclavitud oculta, que es pintada con los falsos colores de la libertad superficial, con los que los embaucadores engañan a la ciega multitud” (Maamarei HaReayá, Pág. 163). En ese largo camino, hay obstáculos que es necesario eliminar, en forma semejante a la “eliminación del jametz”: “Pero esos dos tipos de libertad son posibles de ser alcanzadas - la persona como particular y el pueblo como un grupo con contenido espiritual singular - sólo a través de la eliminación de los obstáculos de su libertad en todo lugar, que son el jametz, la levadura de la masa, cuyo daño es muy común cuando el resplandor de la gueulá comienza a alumbrarlo” (Rav Kuk zt”l, Olat Reayá Bet, Pág. 244). A veces la libertad auténtica nos parece algo lejano, y el peligroso desaliento nos acecha. Pero el Pueblo Eterno no teme de largos y difíciles caminos. Él continúa marchando por el sendero, teniendo presente que el valor del producto es proporcional al grado de dificultad.
Luego de haber buscado el jametz y haberlo eliminado de todo lugar, después de habernos sentados a la mesa del Seder como personas libres, y declarar frente a todos que “este año somos esclavos, el año que viene seremos libres” (Hagadá de Pesaj), recibimos nuevas y frescas fuerzas para seguir marchando por el sendero hacia la libertad auténtica y la gueulá plena.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
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