Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Shmot     19 de Tevet 5772     No 851


Rav Ioram Eliahu Una tierra que mana leche y miel
Rav Ioram Eliahu

Cuando D’s se le rebela a Moshé en la aparición de la zarza, le dice que ha llegado el momento de salvar a Am Israel (el Pueblo de Israel) de Egipto, “para hacerle subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, tierra que mana leche y miel” (Shmot 3:8).
Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, acostumbraba a explicar esa definición singular de Eretz Israel (la
Tierra
de Israel) según lo que está escrito en la Gmará (Brajot 6) en la que nuestros sabios definen con su santa sabiduría en pocas palabras: “La sangre se transforma en leche”. ¿Cómo puede ser? Comer sangre está prohibido severamente por la Torá, “porque la sangre es la vida” (Dvarim 12:23). Pero ese primordial líquido pasa varias transformaciones, hasta que aflora como leche. Y la Gmará demuestra de los versículos que está permitido tomar esa sangre que se trasformó en leche.
También respecto a la miel hay algo parecido. Es cierto que en la Torá cuando se habla de miel se refiere a la miel de dátiles o higos (Ktuvot 111B), pero en los escritos de los profetas nos encontramos con otro tipo de miel, miel de abeja. Como en el episodio de Shimshón, e Ionatan.
Y a primera vista, ¿cómo puede ser que está permitido comer miel de abeja? La abeja es considerada por la Torá como una criatura impura que está prohibido comer, y la regla es que “todo lo que proviene de algo impuro, es impuro”. La abeja tiene una facultad especial, de elaboración, y la Gmará cita demostraciones contundentes que está permitido comer miel de abeja. El Ramba”m, según esa Gmará, explica que el néctar que las abejas chupan no es generado en su cuerpo, ellas sólo lo recolectan y lo vomitan en la colmena. Sólo pasa a través de su cuerpo, pero no se transforma en parte de él, y por eso es permitido comerlo (Ramba”m, Hiljot Maajalot Asurot 3:3). También en este caso nos encontramos con una prohibición severa que se transformó en algo  permitido.
Explica el Rav Tzvi Iehudá Kuk que esa es la definición más maravillosa y singular de Eretz Israel, una tierra que mana leche y miel, “que es capaz de transformar lo prohibido en permitido. A través de la Torá de Am Israel en Eretz Israel se revela ese fenómeno, que lo prohibido se transforma en permitido. En base a la fuente de la Torá, en base al conocimiento y estudio de la Torá, surge esa maravillosa innovación: La Tierra de D’s – como así también el Pueblo de D’s – en base a la potencia de la Torá, es capaz de esa transformación… Es la más grande potencia espiritual santa… Es el nivel más elevado en el mundo, que se revela a través del origen de todo, que crea la luz y crea la oscuridad, que transforma oscuridad en luz y maldad en bien” (Sijot HaRav Tzvi Iehudá, Bamidvar 196-199).
Y en base a ello se puede comprender – continúa el Rav Tzvi Iehudá – que en el Palacio del Meshiaj está escrito que el que no es capaz de transformar oscuridad en luz, lo amargo en dulce, no puede entrar. “El que no ha llegado a ese nivel, y el que no tiene semejante valentía, no puede entrar allí. Él no pertenece a la ieshiva (centro del estudio de la Torá) del Meshiaj” (Sijot HaRav Tzvi Iehudá, Bamidvar 200).
Por ello en este momento, cuando la oscuridad y lo amargo se fortalecen, nosotros, que queremos actuar con D’s en el avance de la gueulá (Redención) y entrar en el Palacio del Meshiaj, debemos estudiar en profundidad cómo transformarlos en luz y dulzura, aprender a evaluar esos procesos como Rav Iosef, que en contraste a sus compañeros dijo: “Que llegue [el Meshiaj], y tenga el mérito de sentarme a la sombra de los excrementos de su burro” (Sanhedrin 98B). “A pesar de la tendencia materialista que se fortalecerá, y a pesar que las tendencias burdas que son consideradas un oprobio incluso entre los gentiles se fortalecerán, Rav Iosef tiene su consuelo en que finalmente todo eso se rendirá frente al resplandor de la Torá y el conocimiento de D’s”. Y por ello en la oscuridad “encenderá una vela de mitzva y un resplandor de Torá, y un poco de luz repelerá mucha oscuridad, y también el mal se transformará en bien, y la maldición en bendición. Por ello, dijeron en el Zohar (el libro de Kabalá por excelencia) que en el Palacio del Meshiaj el que no transforma amargo en dulce y oscuridad en luz, no se encontrará allí… porque el principio básico en la generación del Meshiaj es utilizar todas las fuerzas, incluso las más burdas, para el bien y la kdushá (santidad) únicas con las que fue coronado Israel” (en base al artículo “HaMisped BeIerushalaim” del Rav Kuk, Maamarei HaReaya, Pág. 99). 

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Rav Shlomó Aviner Se jardinera
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: Tengo dudas. Por un lado, siento una tendencia natural a ser jardinera, de niños de 3 a 6 años de edad, y cuidar todo el día de esos pequeños y adorables niños. Por otro lado, tengo otras aptitudes, y temo que me sienta desperdiciada siendo sólo una cuidadora de niños que juega con ellos y les limpia la nariz. Es cierto que los pequeños también aprenden todo tipo de cosas interesantes, pero muy poco. Como maestra, es seguro que podré enseñar mucho más.
Respuesta: Si tú sientes dentro tuyo tendencia a ser jardinera, no tengas dudas. Debes ser jardinera.
Un jardín de infantes no es sólo un lugar donde cuidan a los niños. Es mucho más. Por supuesto, no menospreciamos a las que cuidan niños - lo que es una bondad enorme para las madres necesitadas que se ven obligadas a ir a trabajar, y con muchas incertidumbres entregan su hijo al cuidado de una mujer ajena. El niño puede llegar a experimentar sentimientos de abandono, y cuando la jardinera es inteligente y materna se sentirá maravillosamente bien y seguro. Por supuesto, no como con mamá, pero de todas formas bien. Y debemos decir con pesar que a veces la casa es complicada y dura por todo tipo de razones, y el pequeño niño se siente allí apartado y de más, y por el contario, el jardín de infantes es el único lugar que le proporciona seguridad. Y por supuesto, agregaremos que hay mujeres que van a trabajar no porque tengan necesidad económica, sino porque sienten que se ahogan en la casa y tienen que ocuparse de alguna otra cosa, lo cual también es considerado una necesidad seria y justificada para traer al niño al jardín de infantes. Entonces, no menospreciamos a las cuidadoras de niños, sino que decimos que el jardín de infantes es más que eso.
Tampoco menospreciamos lo que se aprende en el jardín de infantes. Un niño pequeño no es un pequeño tonto, es un pequeño sabio. Las facultades mentales que se desarrollan en la tierna infancia son la base de todo el aprendizaje futuro, sobre todo según la psicología de desarrollo que surgió en las últimas décadas. Sabemos que esos años son cruciales en cuanto a la capacidad futura del niño. El niño  pequeño asimila los pimpollos del pensamiento racionalista. También aprende a conocer el mundo que lo rodea. Pero un jardín de infantes es más que eso: No es una pequeña escuela, no es una pequeña academia. Es otra cosa.
Y hay otro punto muy importante en el jardín de infantes: Los amigos. El niño aprende a vivir con su prójimo, a tomarlo en cuenta. Escucharlo. Aprende a ayudar y recibir ayuda. Aprende a compartir, con los juegos de grupo. Aprende disciplina. Todo eso lo capacita para asimilarse en la sociedad. ¿Acaso no vemos que muchas personas no son capaces de vivir con su prójimo – en la familia, en el matrimonio, en el trabajo, en la nación? ¿Para qué esperar el ser adulto para solucionar ese problema, cuando será acompañado de muchas dificultades? ¿Por qué no comenzar en la tierna infancia, cuando es tan sencillo? En efecto, de esa forma el niño pequeño se hace merecedor de una gran bendición. Pero un jardín de infantes es mucho más que eso, es más que una preparación para la vida social, es más que un lugar donde cuidan al niño, es más que una academia pequeña, es más que un taller de colaboración.
¿Qué es un jardín de infantes? Es el lugar donde el niño se desarrolla y crece, en cuerpo y alma. Se desarrolla en forma natural. No le embutimos lo que no hay en él, sólo tratamos de ayudarle a sacar afuera lo que se encuentra dentro suyo – con la ayuda de un entorno adecuado a su forma de ser y cualidades. ¿Por qué es llamado “jardín de infantes”? Porque el niño es como una flor, y como toda flor necesita de un jardín y un jardinero, es decir, un jardín de infantes y una jardinera. No para introducirle lo que no hay en él, sino que para descubrir lo que se encuentra en él.
¿De qué forma? A través de movimientos naturales. ¿Cuáles son? Sobre todo, el jugar.
Todo eso parte de la base general: También un niño  pequeño fue creado a imagen y semejanza Divinas, tiene un valor Divino escondido, y ese contenido Divino hay que descubrir, con la ayuda de las condiciones de entorno correctas.
Así explicó nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, en su artículo (HaTarbut HaIsraelit, LeNetivot Israel Alef), el primer artículo que escribió en su vida, donde explica que la meta de la educación es descubrir lo que se encuentra oculto en la persona que D’s hizo recta, y entonces en todo lo que haga tendrá éxito. Pero si intentan introducirle elementos ajenos a su esencia, se transforma en un fracasado - D’s no lo permita.
¿A qué se parece? A un trasplante de órganos. A pesar que es por el bien de la persona, el organismo lucha contra el trasplante como si se tratase de un cuerpo extraño, y para que no sea rechazado es necesario debilitar su sistema inmunitario, es decir, debilitar a la persona.
Por ello, hay que crear para el niño un paraíso natural, donde cada uno crecerá libre, según su camino. Sin dudas, esa pauta debe prevalecer sobre el aspecto de estudio-académico y el aspecto social-disciplinario. Lo principal, es el aspecto personal.
Esa es la meta de todas las actividades: Correr, bailar, jugar en ronda, cantos acompañados de pantomima, paseos y visitas en el entorno. Observación de plantas: Prestar atención cómo crecen, para ayudarle al niño a entender que él mismo crece. Y todo tipo de juegos muy bien pensados, que le ayudan a desarrollar todas sus fuerzas. Y la jardinera recibe preparación profesional profunda para dirigirlo en todo eso.
Todos los aspectos del niño necesitan educación: Físico, psicológico, sentimental, social, científico, moral y de fe. Y realmente, todo es una misma cosa, que emana de un solo D’s con un solo nombre. El niño tiene que crecer en unidad y armonía de todas sus fuerzas. Y ese es el papel de la jardinera. También en el mundo empezaron a llegar a esas conclusiones, con la aparición de la nueva educación, hace unos 200 años. Fue lo que dijeron Comenio, Rousseau, Pestalozzi, sobre todo Froebel y después Montessori. La educación antigua tenía por meta inculcar conocimientos, cuanto más cantidad y cuanta más calidad. La educación nueva trata de hacer partícipe al niño del proceso de estudio y aprendizaje.
Sobre todo con la aparición de la psicología profunda, que también ella determinó que la tierna infancia es la edad crítica para la formación del contenido interno de la persona.
Sobre todo con la aparición de la psicología profunda, que también ella determinó que la tierna infancia es la edad crítica para la formación del contenido interno de la persona.
Los juegos no son sólo juegos. Son una gran pedagogía, y también otras actividades como dibujar, leer, escribir, música. Ser jardinera no es algo sin importancia, es algo muy importante. Nuestros sabios compararon a los talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) al sol, y los que enseñan niños a estrellas. A primera vista, el sol es mucho más grande, pero no es cierto: Hay estrellas que son millones de veces más grandes que el sol, pero de momento que están lejanas nos parecen pequeñas. Así explica el Ben Ish Jai en su libro “Ben Ieoiada”. El niño parece pequeño, porque su manifestación plena está lejana, pero en realidad es grande.
El jardín de infantes es una institución de enseñanza maravillosa, quizás la más maravillosa que hay. Es un poco parecido a una ieshiva (centro de estudio de la Torá) para adultos: Allí el estudio es personal, y de esa forma la persona llega a la libertad espiritual auténtica.
En realidad, el jardín de infantes ideal es el hogar, es la madre, la mamá simple y amante. El jardín de infantes es una imagen del hogar, y la cualidad central de la jardinera debe ser la maternidad. Ella enrola el amor maternal para cantarle al niño cantos de madre (expresión de Pestalozzi), hacerlo maravillarse de la naturaleza, del mundo, del amor por D’s, del amor por todo, y de esa forma salir de su egocentrismo. Esa es la “Torá de tu madre” (Mishlei 1:8). El jardín de infantes es una concepción familiar de la educación, es un ambiente de confianza e intimidad. Salir del egoísmo, no precisamente en el sentido de preparación para la vida social, sino que el niño se abre al amplio mundo, se abre a D’s.
Ya explicó el Rav Kuk en su carta respecto a la educación (Iguerot HaReaya, carta 170) que la meta principal de la educación es hacer a la persona recta y buena, y la meta secundaria es prepararla para la lucha de la vida. Y en efecto, esa es la meta del jardín de infantes: No una preparación profesional es lo principal, sino que el desarrollo de la personalidad. No un “ciudadano de provecho”, sino que una “persona”.
Hemos dicho: Los juegos no son sólo juegos. Desarrollan el cuerpo, el pensamiento, las buenas virtudes. Los juegos del jardín de infantes fueron ideados cuidadosamente para permitir un desarrollo del niño, comprender las leyes de la naturaleza y de la vida, no a través de una charla frontal sino que a través de actividades personales y experiencias personales. Es el derecho del niño a desarrollarse según su naturaleza, y el juego es lo más típico en esa edad.
Dicho sea de paso, limpiarle la nariz al niño es algo importante que no hay que despreciar, es decir, la preocupación por la higiene del niño pequeño es también parte de la actitud cálida y amistosa de la jardinera. Ella también lo ayuda en su relación con sus amigos. Genera un entorno sencillo, seguro y protegido. Un paraíso en este mundo.
Se puede decir mucho más de lo que dije respecto al maravilloso jardín de infantes. Tú eres madre, o lo serás. Toda madre es una jardinera, y toda jardinera es una madre. Sorprendentemente, en la enseñanza nacional-religiosa faltan jardineras – como si esa función no fuese respetable. No es así, es muy respetable, muy importante, es la base de todo.
Bienaventurada eres, que deseas ser jardinera. Bienaventurada eres, que has recibido un regalo como ese de D’s.
Se jardinera.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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