Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Vaishlaj     13 de Kislev 5771     No 793


Rav Eran Tamir ¡Peligro, cuidado!
Rav Eran Tamir

Las Parashot del libro Bereshit (Génesis) - en las que nos encontramos con nuestros patriarcas, las grandes figuras de nuestra nación - en particular, y todo el Tana”j (La Biblia) y los comentarios de nuestros sabios en general, nos colocan frente a un grave peligro. En apariencia, tal parece que se trata de cuentos y episodios, pensamientos y comentarios, que parecen ser muy sencillos, muy realísticos, como si se tratase de nosotros mismos, que vivimos cierta experiencia y la enfrentamos – para bien o para mal.
Las cosas llegan hasta tal punto que a veces nos colocamos en lugar de nuestros patriarcas, los juzgamos, los criticamos, y expresamos nuestro desacuerdo – D’s no lo permita. Sobre todo cuando llegamos a episodios nada sencillos de la Torá, como cuando Iaacov besa a Rajel, o todo el episodio de Iehudá y Tamar, o cuando los hermanos desean matar o vender a Iosef, etc. No comprendemos que debemos estudiar esas Parashot con toda su profundidad y sentido, y no en forma superficial, ya que “los Rishonim son como ángeles”…
El argumento que es muy utilizado en ese asunto, es un argumento espiritual: Si alejaremos el nivel de nuestros patriarcas de nosotros, y nuestra actitud para con ellos será como si fuesen ángeles y nosotros como personas, no habrá ningún punto de contacto y acercamiento entre ellos y nosotros, no habrá identificación y sentimiento de contacto con sus pensamientos, su moral y sus acciones.
Y debemos recordarnos y recordar a todos en forma muy clara: Todo lo que nos parece una acción incorrecta, falta de moral y equivocada de nuestros patriarcas, tiene un profundo sentido positivo, mucho más de lo que nos parece a primera vista. Hay una gran profundidad que debemos revelar e identificar, y si no lo logramos, debemos cumplir con las palabras de nuestros sabios “es bueno que el sabio calle”. Y si también diremos que se trata de una acción negativa, no lo es según nuestro entendimiento y nivel, porque ya dijeron nuestros sabios que “D’s es meticuloso con los tzadikim (justos)”, y por supuesto con nuestros patriarcas. Es decir: Esas acciones son como una desviación de un pelo, una desviación minúscula de la que no tenemos ni idea de su tamaño y su repercusión. Lo que para ellos es una desviación de un pelo, puede llegar a revelarse – D’s no lo permita – en nosotros en una desviación como una soga, como un gran y espantoso deterioro, como un triángulo en cuyo vértice no se puede percibir el distanciamiento de los catetos, y a medida que nos alejamos nos damos cuenta de la distancia que se va formando entre ellos, que es cada vez mayor cuanto más nos alejamos del origen.
Y como dice el Rav Kuk (Ein Aya, Shabat Bet, Pág. 44): “Y si algún espíritu pasó, y por alguna pelea interna se encogió un poco el resplandor de Israel, y no se expresó con todo su vigor dentro del hogar [Beit Iaacov – sus esposas e hijos], ese eclipse nos llega a la distancia como un gran deterioro, de gran importancia…”.
Es más: Cuán importantes son las palabras de la Gmará (Shabat 89): “En el futuro, D’s le dirá a Israel; vayan a vuestros patriarcas, y ellos los sermonearán”. Y explicó el Rav Kuk (Ein Aya, Shabat Bet, Pág. 223) que “vayan a vuestros patriarcas, profundicen en su kdushá (santidad) natural, fusionada con su naturaleza material y espiritual, y comprenderán correctamente el valor del kodesh (lo santo) deseado, y según ello juzguen sus acciones actuales, y orienten su espíritu para bien, porque asimilarán la base de la Torá según esa elevada valorización, que es adquirida a través de la elevación a la naturaleza de los patriarcas y la base de su kdushá, que nos fue heredada para siempre…”.
Entonces, en estos días, cuando personas pequeñas abren sus bocas con atrevimiento y desvergüenza hablando de las grandes figuras de nuestra nación, los critican como si ellos fuesen como nosotros, y se olvidan que “si los Rishonim son como ángeles, nosotros somos como personas. Y si ellos son como personas, nosotros somos como asnos”. No solo que provocan el desprecio espantoso y falso de nuestros patriarcas, sino que también impiden la actitud correcta para con ellos, y de esa forma la capacidad auténtica de asimilar de ellos, y vivirlos dentro nuestro, como particulares y como público en general.
Seremos merecedores de marchar por los senderos de nuestros patriarcas y las enseñanzas de nuestros sabios, que dijeron “sabios, cuídense de sus palabras”. No sólo se debe tener cuidado, sino que también se debe alumbrar, elevar, engrandecer con sus palabras en general, y en cuanto a nuestros patriarcas en particular [en hebreo, zehirut es cuidado, mientras que zohar es resplandor. N. del T.]. Y entonces ese resplandor que se expresa a través del cuidado se expresará también en ustedes, y se revelará frente a todos en forma clara que ustedes son sabios auténticos – y no sólo de apariencia, D’s no lo permita. 

Midreshet Majón Orá

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Rav Lior Engelmann Con el tiempo
Rav Lior Engelmann

Si hubiese sabido en aquellos tiempos lo que yo sé hoy en día, quizás todo se hubiese visto distinto. Aquí, de pronto las cosas se vuelven claras, muy claras – quizás demasiado claras para una persona de mi edad. Si me hubiese esforzado en aquellos tiempos - que ya pasaron y no regresarán - en sentir lo que siento en mi corazón hoy en día, puede ser que mi vida hubiese sido distinta, y quizás… Demasiado tarde.
Este lugar, en donde estoy ahora, es otro, muy distinto de todo lo que hay allí afuera. Como un abismo separa entre este lugar y todo otro lugar del mundo. No hay aquí lo que hay allí, y aquí hay lo que no hay en ningún lugar del mundo. Aquí no hay abundancia y desarrollo, no hay ocupación, las tareas no se suceden una tras otra, y la carrera de la vida se queda del otro lado de la puerta. Hay sólo una cosa aquí, en abundancia sin límites: Tiempo. Mucho tiempo, quizás demasiado tiempo. Ese artículo de consumo que tanto me faltó en mi vida, se encuentra aquí en grandes porciones. Aquí no se puede escapar de ese espacio del tiempo, que te deja sólo contigo mismo, con tu vida, y genera olas de pensamientos. Si pudiese tomar ese tesoro de tiempo, y repartirlo a lo largo de los años de mi vida en forma más equilibrada…
Toda mi vida pedí degustar de ese artículo de consumo tan escaso, me pedí algunos trozos de tiempo, anhelé los días cuando llegue a la placidez y la tranquilidad, y de momento que lo perseguí, él se me escapó. Y ahora, cuando perdí las esperanzas del tiempo y dejé de perseguirlo, él entró en mi vida sin previo aviso. Él se encuentra aquí, junto conmigo, en esta etapa de mi vida, una etapa que siempre supe que llegará, pero nunca me preparé como es debido para ella – porque no tuve tiempo…
Y ambos nos encontramos aquí, el tiempo y yo, compartimos largas horas juntos, en este lugar que tiene muchos nombres. Hace un tiempo lo llamaban “Asilo de Ancianos”, después las personas se refinaron y le cambiaron el nombre por “Hogar de Ancianos”. Y hoy, lo llaman “Hogar de Padres”. Yo prefiero el último nombre – pero no porque me atemorice el primero. Ya no me ilusiono con que si evitaré decir la palabra “anciano” mis cabellos no serán blancos y mi rostro no se cubrirá de arrugas. Yo ya acepté el hecho de la ancianidad: Yo sé que soy anciano. Y a pesar de ello, el nombre “Hogar de Padres” es el más apropiado, por lo menos en mi opinión. En este hogar hay algo que hace añorar los días en que fuimos padres. Más de lo que hace añorar los días que pasaron, presenta signos de interrogación respecto a la forma en que fueron vividos.
Una persona joven no lo entenderá, pero cuando se escuchan voces de niños de la puerta del lugar, cuando llegan los nietos con los padres a visitar al abuelo o la abuela, todos sentimos como un terremoto: ¿Quizás es mi nieto? A mi edad ya se comprende que no tiene sentido envidiar, pero lo que entiende la cabeza con su frío raciocinio lo niega aceptar el corazón. El dolor de la envidia hiere el corazón cuando se entiende que no se trata de mi hijo, y esos no son mis nietos. Tampoco esta vez. No, no estoy enojado con él, yo lo comprendo. Mi hijo fue creado a mi imagen y semejanza, él se encuentra en los años productivos de su vida, en la cúspide de su florecimiento - ¿cómo tendrá tiempo para visitarme? Exactamente así fui yo a su edad…
De momento que no fue mi hijo, nuevamente nos quedamos ambos – el tiempo y yo. Y nuevamente surgen los pensamientos en cuanto a los tesoros de dinero que estaría dispuesto a pagar con alegría a cambio de una pequeña conversación con mi hijo, mi nuera y mis nietos, por sólo un minuto de brindar, de estar juntos, cuando ellos realmente se interesen por mí y yo por ellos. En los pocos encuentros que me hago merecedor hoy en día, no puedo dejar de darme cuenta de sus miradas al reloj de vez en cuando…
Y nuevamente los pensamientos me llevan a esos días, cuando conversaciones de ese tipo estaban al alcance de mi mano – y no llegaron a concretarse. Una y otra vez fueron aplazadas por las otras cosas “importantes” del mundo. “Ahora no, no tengo tiempo, muéstrale a mamá” le contesté a mi hijo cuando quiso que mire el dibujo que trajo del jardín de infantes. “No tengo tiempo…”, ¡malditos sean los labios que así dijeron! Todas esas veces que mi hijo me pidió jugar conmigo, que estudie algo con él – y yo busqué otras cosas, corriendo sin descanso en la vida, buscando un tesoro escondido a lo lejos, sin ser capaz de discernir entre lo principal y lo secundario en la vida…
Recuerdo una y otra vez el camino al jardín de infantes, me acuerdo cómo mi hijo va tras mío lentamente, cuando se detiene a mirar una planta que florece, salta de alegría cuando ve un pajarito, y yo… Yo no estaba allí. Para mí, el camino al jardín de infantes no era más que otro paso – necesario – en mi camino al trabajo.
Aquí, en el “Hogar de Padres”, en este lugar, no hay prisa ni se corre nada, hay un montón de paciencia. Todo como si hubiese cesado, y desea degustar un poco de algo auténtico – y ese algo auténtico no llega. Estaría dispuesto a entregar todo el mundo para tener otra oportunidad, para volver a la mesa de Shabat y valorar esos momentos que no se quedarán para siempre. Entonces, no dejaría que el cansancio de la semana me robe esos momentos tan escasos, ¡yo lo juro!
Sí, yo sé, es demasiado tarde… Es muy despreciable la sabiduría del “después”. Si tuviese fuerzas saldría a la calle y le rogaría a todo el que está dispuesto a escucharme, y todavía puede corregir. Le contaría respecto a una de las charlas que tuve un día, entre el tiempo y yo: “¿Por qué me diste la espalda? ¿Por qué no estuviste a mi lado en aquellos días, cuando te necesité tanto?”, le pregunté al tiempo, con amargura. Y él, mi compañero de charla, con palabras agudas como un cuchillo, me hirió sin misericordia: “Yo estuve allí todo el tiempo, muy cercano a ti, tan cercano como lo estamos hoy en día. Me apena decírtelo, pero fuiste tú, mi amigo: Tú fuiste el que te negaste a darme la mano”.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
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