Beahavá Ubeemuná
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Parashat Bahar     12 de Iyar 5768     No 667


Un descanso para D's
Rav Iaacov Ariel

Está escrito: "Cuando entren en la tierra que Yo les entrego, la tierra guardará un descanso para el Eterno" (Vaikra 25:2) – para D's, y no para cuidar nuestra salud o una correcta alimentación. Pero D's – que incluye en Él a todo – contiene dentro de la gran riqueza de ideas de la Shmita (descanso de la tierra, cada 7 años) también la salud física de la persona y el cuidado de la ecología natural de la tierra. Porque el uno depende del otro: "Que el cuerpo sea saludable, es parte del culto a D's". Y el retorno a la naturaleza exige también el retorno a la salud de todos los componentes de la persona: La naturaleza espiritual y personal, la naturaleza nacional, la naturaleza moral – junto con la naturaleza física y ecológica.
La larga galut (el exilio) tenía por fin – entre otras cosas – purificar al pueblo del pecado de la trasgresión de la Shmita. "Entonces la tierra apaciguará sus años de descanso durante todos los años de su desolación… todos los años de su estar desolada descansará lo que no descansó en sus años de descanso, cuando habitasteis en ella" (Vaikra 26:34-35). El fin de la galut y el retorno de los miembros dispersos de Am Israel (el Pueblo de Israel) a su tierra exigen la restitución de la diadema de la Shmita a su lugar.
La galut es un fenómeno antinatural. El lugar de todo pueblo, es en su tierra natural. Un pueblo exiliado y erradicado de su tierra, de su aire, de su paisaje y su clima – no lleva una vida normal. El retorno a Tzion, quiere decir el retorno a la naturalidad. Am Israel – que se encontraba "en el aire" – volvió a su tierra, a trabajarla y cuidarla. Escritores y poetas, pensadores y educadores, se unieron para devolver al "Pueblo del Libro" su libro y su espíritu, regresar a la naturaleza terrenal, a los terrones de la tierra, a sus cerros y sus valles, a los árboles y flores de Eretz Israel (la Tierra de Israel).
El debate en relación a la Shmita que acompañó al asentamiento de la tierra hace 100 años – y cuyas consecuencias todavía oscurecen con su sombra la realidad de nuestros días – se centró en dos polos: El polo espiritual, y el polo terrenal. Unos pensaron que el regreso a Tzion debe ser el regreso a nuestra naturalidad espiritual, la naturalidad de Am Israel únicamente - y los problemas existenciales de la naturaleza terrenal no son nuestro tema. Es más, si le prestamos demasiada atención a las exigencias existenciales del asentamiento de la tierra, estamos demoliendo las bases de la naturaleza espiritual del Pueblo del Espíritu y del Libro. Los otros, pensaron que la meta del retorno a Tzion es puramente terrenal, y no tiene nada que ver con la espiritualidad que simboliza la galut. Y la Shmita – que no tiene nada semejante en ningún pueblo o cultura agrícola – terminará imposibilitando la existencia israelí nueva. La confrontación entre ambos polos provocó una reacción que ahondó más aún la distancia entre ellos. En el centro, se encontraba la Shmita: Ella era el estandarte.
La verdad está compuesta por ambos polos, que juntos conforman una misma plenitud. El retorno a Tzion es el retorno a la naturaleza, toda nuestra naturaleza: La salud personal, la naturalidad y el regreso a la tierra, el regreso al trabajo físico, al marco nacional y político, a una sociedad justa y una vida espiritual plena, a una vida de Torá, a la kdushá (santidad), con toda su grandiosidad.
El Rav Kuk apoyó el Heter HaMejirá [una venta provisoria de terrenos destinados a la agricultura en el año de Shmita. Esa venta permite realizar ciertas labores en el cultivo, venta y exportación de la producción agrícola bajo determinadas condiciones – lo que de lo contrario estaría prohibido según la halajá. N. del T.] en su momento para garantizar la subsistencia de la vida agrícola y comercial del asentamiento. Pero al mismo tiempo exigió esforzarse para encontrar una forma de cumplir con la mitzva de la Shmita plenamente en el futuro.

La Shmita expresa la correcta actitud frente a la tierra. De la misma forma que el Shabat atestigua que el individuo particular cumple con las mitzvot, la Shmita atestigua que así lo hace el pueblo, cuando su actitud frente a la tierra emana de las fuentes santas, y por ello reconoce que la tierra santa exige un Shabat cada siete años. Y al mismo tiempo, debemos tomar en cuenta las necesidades existenciales de la agricultura, que para nosotros tiene un valor religioso: La mitzva del asentamiento de la tierra. El objetivo del Rav Kuk era garantizar en primer lugar la existencia física del asentamiento – vigorosa y bien basada – para que después sobre esos cimientos se pueda edificar un segundo nivel, de la Shmita como corresponde plenamente. Dos niveles de independencia. 

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Rav Shlomó Aviner El amor desinteresado 
Rav Shlomó Aviner

Cuál es la diferencia entre "Sinat Jinam" (odio gratuito) y el odio que no es gratuito?
Puede que haya alguien que odia a su compañero porque le hizo un daño, lo molestó o lo ofendió. Incluso entonces no es el camino correcto, sino que hay que resolver el problema a través del diálogo, la explicación. No hay que conservar resentimiento en el corazón por siempre. De todos modos, no es un odio gratuito, tiene una razón.
El “odio gratuito” significa odiar a alguien sin motivo alguno, sólo por el hecho que el prójimo es diferente. Las personas le temen a lo diferente, a todo aquel que no piensa o actúa como ellos.  Ven a esa persona como quien destruye el país, el mundo, toda la humanidad. Lo odian debido a la distancia ideológica que existe ente ellos. Ese odio es gratuito. No conocen para nada a la persona odiada, nunca le han hablado, no saben cuáles son sus cualidades y virtudes. Sin embargo, lo odian por poseer una visión diferente y otra tendencia.
Eso fue lo que condujo a la destrucción de nuestro Beit HaMikdash (El Templo) y nuestro reinado. Los judíos difieren entre sí: Sus caras y sus opiniones, sus voluntades y sus sentimientos son diferentes - eso es algo natural. No existen dos personas en el planeta que estén de acuerdo en todo - lo que puede originar el odio que lleva finalmente a la violencia. Tampoco es obvio estar de acuerdo consigo mismo, vivir con una unicidad interna.
La violencia no es sólo física, puede ser también verbal. Mismo el pensamiento violento está prohibido. El odio está prohibido!
Podemos preguntar: Estamos obligados a aceptar, callar, no reaccionar cuando la otra parte destruye todo lo bueno? Por supuesto que no! Está permitido discutir, luchar una guerra ideológica pero sin odio.  Existen límites.
Antes de la Guerra de Independencia, hubo grandes discrepancias en el seno de nuestro pueblo. Las instituciones del Ishuv (el asentamiento judío en Israel) y de la Haganá (la organización de auto-defensa) consideraban que la cooperación con los ingleses era una condición para establecer el estado. En cambio, el Etzel y el Leji (las organizaciones clandestinas) consideraban que los ingleses eran traidores y malvados y había que luchar contra ellos para establecer el estado.  Hubo entonces un debate feroz. Pero eso produjo el odio, insultos y acciones muy lamentables. Entonces, el Rav Tzvi Iehudá Kuk publicó por primera vez un artículo titulado: “Busco a mis hermanos”. El mensaje del artículo era que no debemos olvidar que somos hermanos. Se puede discutir, criticar, expresar su propia opinión, pero no cruzar los límites. Discutir, argüir pero sin odio, sin ofensa y sin violencia.
La lucha de opiniones opuestas es posible pero no una guerra acompañada por el odio. Está prohibido odiar, exagerar. Tampoco la dura crítica justifica transformar al prójimo en un estereotipo, en un monstruo, en una caricatura, atribuyéndole rasgos que no posee para poder atacarlo fácilmente. No hay que verlo con una imagen preparada de antemano diciendo: Los religiosos son de este modo, los seculares de este otro, los ashkenazim son así y los sfaradim asa. Debemos ser verdaderos!
No queremos decir que hay que esconder la verdad, sino que hay que ser individuos auténticos, observar la verdad en su totalidad. “Debemos juzgar a toda persona favorablemente” (Avot). El Rav de Gur, autor del libro “Divrei Emet”, dijo: “Si juzgamos a la persona en su totalidad, nuestro juicio será favorable”. No debemos centrarnos únicamente en un aspecto de su personalidad, como si reflejase toda la personalidad. “Ciertamente, no hay en la tierra hombre justo que haga bien y no peque” (Kohelet 7:20). No debemos observar la pequeña mancha con una lupa, sino que debemos considerar también los aspectos positivos.
No es posible que en la corriente de pensamiento opuesta a la nuestra no haya aspectos positivos. Si todo fuese malo, hace tiempo se habría derrumbado. Persiste gracias a los puntos de verdad y justicia que posee. También la impureza existe gracias a las centellas de santidad que se esconden en ella.
Lo que debemos principalmente recordar es que lo común es más que lo que separa: somos el pueblo de Israel, somos hermanos, hermanos de carne. Somos hermanos en los problemas frente a nuestros enemigos y hermanos en las alegrías.
Si no se toma en cuenta el común denominador, se adopta un punto de vista superficial, sin penetrar desde dentro. Esa es una visión deformada, basada en una generalización negativa, eso es perder la fe en el pueblo judío y en nuestra generación.
Acaso no vemos que nuestra generación es una generación de grandeza?. Una generación excelente!. Una generación que ha hecho maravillas, las hace y las hará!. Cuando se deja de ver las cosas a la luz de esa claridad, se llega al odio gratuito. Todo aquel que es un poco diferente a nosotros se transforma en enemigo.
El Netzi"v (Rav Naftali Tzvi Iehudá Berlín) escribió en la introducción de “Haamek Davar” que en la época del segundo Beit HaMikdash cuando veían a un judío un poco diferente en su temor a D’s, en el color de su kipá, en la extensión de su barba o de sus peot, o en su vestido, decidían de inmediato: “Es un hereje, un Apikores!”. Hoy en día, el estilo de la persona no justifica el empleo de estereotipos. Esa es una visión superficial!
Recordemos que todos somos judíos, pertenecientes al mismo pueblo sagrado y grande que carga con la historia mundial sobre sus hombros.
Se puede luchar contra opiniones opuestas, pero esta lucha debe constituir lo que llamó el Rav Kuk “una guerra entre hermanos” - expresión que empleó en el sentido positivo, la lucha entre dos personas que son conscientes del hecho que son hermanos y se quieren. El observar lo común es profundizar, constituye el verdadero enfoque y conduce al amor desinteresado.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
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