Beahavá Ubeemuná
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Parashat Vaikra     8 de Adar Bet 5768     Shabat Zajor     No 659


Sin intención
Rav Azriel Ariel

Las ofensas que la persona le causa a su prójimo, o a su esposa, o viceversa – son cotidianas. Por lo general no se trata de algo que se hace intencionalmente, sino que por no haber prestado suficiente atención. Y entonces, se disculpan diciendo: “Lo siento, fue sin querer”. Y hay algunos que van más lejos aún, y dicen: “Por qué tengo que disculparme, y conciliarme?. Lo hice sin mala intención!”.
La Parashá dedica un capítulo entero al pecado que se hace sin mala intención: “Cuando alguno pecare por yerro contra cualquiera de los mandamientos del Eterno, relativos a cosas que no deben hacerse, haciendo cualquiera de aquellas cosas” (Vaikra 4:2). D’s no se conforma con que la persona se disculpe, diciendo que fue sin mala intención. El pecador sin intención – a pesar que no es castigado con los latigazos o apedreado – debe traer una ofrenda. Y no es algo tan sencillo: El precio de una oveja o una cabra no es nada barato, y es algo así como varias centenas de shkalim, traducido a los conceptos de hoy en día. Pero no alcanza con ello: El pecador debe llegar él mismo a Ierushalaim, y traer su sacrificio al Beit HaMikdash (El Templo). Debe dirigirse al Cohen (sacerdote), contarle que él trae un sacrificio de ese tipo, y confesarle su pecado frente a D’s. Es de suponer que el que pasó por semejante vivencia alguna vez – por ejemplo, por haber separado la comida de la basura en forma incorrecta en shabat – se encargará de estudiar muy bien las halajot relevantes, para no volver a experimentarla...
La halajá distingue entre el que cometió un pecado sin mala intención, y el que lo hizo intencionalmente - pero no exime al pecador de su responsabilidad. Debe aprender, debe cuidarse más, debe asumir la responsabilidad de sus actos. En la práctica, no se rebeló frente a la voluntad de D’s, pero produjo un daño en su interior.
Esa diferenciación – entre intencional o no – sólo la encontramos en las mitzvot de la persona para con D’s. Pero en el plano de las mitzvot para con el prójimo – no hay ninguna diferencia. “La persona siempre es culpable” – nos enseñan nuestros sabios (Baba Kama) – “con intención, o sin ella, despierto o dormido”. También el que le produce algún daño a su prójimo sin intención, debe indemnizarlo en su totalidad. Si bien su responsabilidad “criminal” es menor que la del pecador adrede – y por ello el que asesina sin intención no se merece la muerte, sino que debe ser exiliado a la Ciudad de Refugio - pero su responsabilidad jurídica “civil”, es igualmente válida.
Hay dos aspectos de las mitzvot: Por un lado la acción misma, y por otro lado la consecuencia de ella. En el plano de las mitzvot para con D’s, lo principal es el primer plano, el de la acción. La consecuencia – que es el aporte de la mitzva para la corrección del mundo – se encuentra más allá de nuestra capacidad de comprensión, y no tenemos responsabilidad directa de ella. En el plano de las mitzvot para con el prójimo, en contraste, se recalca sobre todo la consecuencia de la acción. La mitzva de “amarás a tu prójimo como a ti mismo” – que constituye la base de todas esas mitzvot – le exige a cada persona ser totalmente responsable de las consecuencias de su conducta. De la misma forma que no quieres que alguien te hiera “sin querer”, también tú debes expresar tu amor por tu prójimo siendo cuidadoso para no herirlo.
Por ello, el que desea conciliarse con su amigo, y también el esposo que quiere conciliarse con su esposa que hirió, no podrá esconderse tras el argumento que “fue sin querer, sin darme cuenta” – y por supuesto que no podrá decir que “perdí el control”. El que hirió a su prójimo, lo apropiado es que busque otra forma de hacer las paces, sin desentenderse de la plena responsabilidad de sus actos, y la corrección de ahora en más. No hay posibilidad de corregir sin asumir responsabilidad. Sólo “si tu crees que se puede arruinar” – y tú eres el que has arruinado, entonces también “debes creer que se puede corregir” (Rabí Najman de Breslav). 

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Rav Shlomó Aviner Cómo se debe alegrar?
Rav Shlomó Aviner

El Rav Kuk zt"l nos enseña que "la alegría es algo natural para la persona". "La persona en forma natural ama la vida y su alegría", y debe cuidar esa alegría de todo lo que puede perjudicarla (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 30).
De esa forma, nos enseña dos cosas: No sólo que la alegría es algo natural para la persona, sino que también es una buena cualidad natural que debemos cuidar. Y cuál es la fuente de ello?.
La respuesta es muy sencilla: Todas las buenas virtudes, son mitzva  de la Torá. Como dice el Ramba"m: "Fuimos ordenados dirigirnos por los senderos del buen equilibrio, que son los senderos buenos y correctos, como dice el versículo 'y te dirigirás por Sus senderos' (Dvarim 28:9)" (Hiljot Deot 1:5). Y una de esas buenas virtudes es la alegría, como dice el Ramba"m: "No se debe alegrarse en exceso y reírse, ni tampoco estar triste y de duelo, sino que debe alegrarse moderadamente todos sus días, con amabilidad y buen rostro" (Hiljot Deot 1:4).
Aprendemos entonces que como toda virtud, también tratándose de la alegría hay que cuidarse del exceso, que daña la integridad interna de la persona. Como dice el Rav Kuk: "Porque el sosiego interno que sienten los tzadikim (justos) siempre se encuentra vinculado con los caminos íntegros por los que se dirigen y la pureza de sus corazones", en contraste con las personas "que intentan colmar su vacío interno con el bullicio de la vida superficial, con las carcajadas y los grandes banquetes" (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 38).
Por ello – explica el Rav Kuk – los discípulos de Shamai se sacrificaron para que en Am Israel (el Pueblo de Israel) "no te regocijes como los demás pueblos" (Oshea 9:1) – y en ese tema, la halajá fue determinada como su opinión. Y debemos diferenciar entre el deleite y la alegría. En general, "no todos los integrantes del pueblo pueden ser piadosos y santos", hasta tal punto que todas sus acciones sean puramente santas. Por ello, nuestros sabios no quisieron imponer como obligación para todo el pueblo una prohibición de deleitarse con manjares y festejos, incluso cuando no se trata de algún festejo de mitzva (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 76). Pero en cuanto a la alegría, es distinto: En ese aspecto, nuestros sabios no querían que "el pueblo de Israel se alegre como los demás pueblos en días comunes, como si fuesen festivos, con vino y carcajadas, bromas y desenfreno", que "no se alegren como los demás pueblos en público" (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 77).
Mientras que Hilel pensaba que "se debe reconocer la alegría del público como una de las necesidades de la vida, hasta tal punto que no se puede limitar y restringir sólo para elevadas metas" (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 78). Pero los discípulos de Shamai pensaban que no será la "vida corrupta del público" lo que determinará, y "no se puede llegar en absoluto a una alegría pura y con un fin santo a nivel nacional". No se debe dar por vencido ante la vida corrupta, y no se deben determinar pautas auténticas de la Torá de acuerdo a ella. "Que D's no lo permita, que la vida corrupta fuera del Beit HaMidrash (centro de estudio de la Torá) con su decadencia influya en la determinación de la halajá" (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 79).
"Hilel, con su bondad, veía toda la vida en su buen aspecto, también el alma humana", y por ello según su opinión "a la persona correcta… no la dañará la alegría abundante. Se alegrará y se regocijará, cantará y gritará, y cuanto más se alegre, mejor le será". Pero Shamai tomó en cuenta que "la persona también tiene un mal aspecto, esa fuerza que irrumpe con la intención de destruir todo lo santo". Si le preemitiremos a la persona "la alegría abundante… la burla y la frivolidad conducen a la persona a la depravación (Avot 3:13), la alegría sobrepasará los límites, y terminará mal… y empañará el esplendor de las virtudes santas y el recato". Shamai "bien conocía también los aspectos negativos que se encuentran en las personas… y mostró los aspectos nocivos que fueron asimilados – lamentablemente – también en Am Israel, y cómo deben cuidarse mucho de todo daño o sobrepaso de límites". Hilel escuchó las palabras de Shamai, "y no tuvo fuerzas para oponerse", "y ese día Hilel se sentó encorvado frente a Shamai, como un discípulo más" (Shabat 17), es decir, "encorvó su punto de vista bueno y amable, para darle paso a la clara verdad de la realidad" (Ein Aya, Shabat Cáp. 1, 80).
Finalmente, "Shamai e Hilel determinaron el decreto, pero no fue aceptado. Más tarde, cuando los discípulos lo determinaron, sí fue aceptado" (Shabat 17). En su generación, en que todavía la nación poseía vigor y valentía, todavía no podían concebir por qué son necesarios los límites. Pero Hilel y Shamai supieron ver la situación de antemano. "Pero su intención fue de provecho, porque cuando pasó el tiempo y llegaron los discípulos, cuando las generaciones descendieron y también la autoridad del gobierno decayó… sus ojos fueron capaces de ver que no como los demás pueblos se enorgullecerá Am Israel - con la alegría desmedida de la vida - y en contraste, se reveló en forma clara los daños que la alegría grosera produce a las bases de la moral de Israel" (Ein Aya, Cáp. 1, 81).
Pero la persona no debe pensar que por ello él salió perdiendo, ya que en realidad la alegría superficial no es auténtica, es falsa. La alegría auténtica, siempre es interna. Escribe el Rav Kuk: "La persona correcta no persigue el éxito, porque su alegría es sólo externa. Para la persona que mira desde afuera tal le parece que el que vive en grandes palacios, con muchos festejos y gran bullicio, siente alegría en su corazón – pero en realidad, el corazón está vacío". "El conocimiento interno, dentro de la persona, que su vida es nula, que no obtendrá nada con su esfuerzo, que no hace nada bueno y su vida y su éxito no tienen ningún provecho, ni para él ni para el mundo - esas ideas le imposibilitarán la auténtica alegría a los que codician el éxito externo" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 1).
La alegría delicada, no es como "la alegría de las personas simples". La persona no debe equivocarse, "pensando que esa prohibición le impide alcanzar los deleites de la vida". Por el contrario, "los que ponen por objetivo sólo metas materiales, no podrán elevarse a la santidad de las ideas y alegrarse una alegría delicada en su vida, y cuando sacien su deseo y la ancianidad comience a pesar sobre ellos, se encontrarán a sí mismos despavoridos y confundidos" (Ein Aya, Cáp. 2, 29).
Así es el común de la gente, "se hará un sendero en su vida – a su pesar – y según su forma de ver la vida estará llena de vueltas y antagonismos, es bulliciosa y tempestuosa, y él está colmado de cambios y sensaciones, alegría y pesar, enojo y complacencia". Y lamentablemente, "irán descendiendo, una y otra vez" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 200).
De todas formas, cuando la alegría se da en su medida correcta, "la alegría debe encontrarse siempre en la naturaleza humana" (Ein Aya, Cáp. 2, 95), y esa es la alegría silenciosa de la que hablamos anteriormente. "Hay dos tipos de deleite y felicidad. El primer tipo, es el que se siente en forma moderada, y llena a la persona de satisfacción y esperanzas – pero carece del bullicio y el sentimiento de la alegría profunda que trastorna. Y hay un segundo tipo de deleite, que le llega a la persona y la inunda, con fuerza, y la colma de vigor, placer y alegría bullanguera" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 97).
Por ello, "puede que se cometan dos tipos distintos de errores". Uno de los errores, es "que se le deje a la alegría irrumpir según la naturaleza salvaje de la persona, y respecto a ella fue escrito 'y la alegría, de qué sirve?' (Kohelet 8:15. Ver Shabat 30B)". Y el segundo error, es "conducirse en forma contraria a lo que le es natural". Y respecto a ese tipo de alegría, fue dicho: "A la alegría dije que es alabada" (Kohelet 2:2. Ver Shabat 30B, Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 98).
Por un lado, hay que cuidarse de "la alegría y el bullicio infantil… porque la vida y el intelecto lo reprenderán, y le dirán; y la alegría, de qué sirve?. La forma de pensar en la que se basa el bullicio infantil, es toda ella mentira. Lo que brilla desde lejos, el aspecto alegre de la vida superficial, cuando sea aclarado se verá en forma auténtica su mentira".
Por otro lado, "la alegría es una de las tendencias naturales de la persona. La persona sana en su cuerpo y en su mente siempre estará alegre, y esa es su forma natural". "Por ello, debemos decir 'alabé yo la alegría' (Kohelet 8:15). Es decir, la alegría conocida y natural de la persona, de acuerdo a su esencia natural" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 98).
Y también "la alegría y el buen corazón es muy afín al estudio de la Torá. Y según eso, es correcto que siempre cuando se estudia Torá sienta alegría". "Pero no debemos olvidar que ya no encontramos hoy en día a la persona en su situación natural, pura y auténtica", sino que "se entrometió en nuestro corazón la vanidad y la oscuridad del libertinaje y el deseo de todo lo que los ojos ven en forma externa". Por ello, al principio de su estudio, la persona encontrará dificultades, y deberá recordar que "la persona nació para esforzarse" (Iyov 5:7). La pauta educativa debe ser: "Por ello, los que desean que todos los niveles de estudio – incluso para los estudiantes principiantes – sean divertidos, es una necedad". La alegría no llegará inmediatamente, "a pesar que es muy adecuada la alegría, la satisfacción y el divertimento cuando se estudia Torá y se adquiere sabiduría. Pero  - que D's no lo permita – no se debe perseguir enseguida esa satisfacción, que no es más que el aspecto exterior de la sabiduría". "La alegría y el placer… ese obsequio Divino le es entregado sólo a los que ya se han esforzado mucho". "Y esa es la obligación de los estudiantes principiantes, saber que deben llegar al plano interior, a la profundidad de la Torá, y para ello tendrán que renunciar a muchas alegrías y placeres naturales" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 101).
"El alumno principiante debe aceptar el yugo y reconocer su valor - que él todavía no llegó al nivel en el que tendrá un conocimiento profundo de la Torá y esta le será un deleite - sino que debe esforzarse" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 102). Y también "el Rav mismo, a pesar que la medida de la alegría le es adecuada según su nivel, para ensanchar sus miras… también le es necesaria la seriedad" (Ein Aya, Shabat Cáp. 2, 103).
No fuimos merecedores de conocer al Rav Kuk, "el padre de todo Israel, el director de nuestra generación y de todas las generaciones", como dijo nuestro Rav (LeNetivot Israel Alef, 65). Pero fuimos merecedores de conocer – con mucho respeto – a nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, el especial enviado Divino para hacer fulgurar el resplandor de la Torá y la santidad dentro de la generación y las generaciones de la resurrección del pueblo en su tierra, y consolidar su independencia estatal y espiritual. Nuestro Rav siempre estaba alegre, con una alegría interna pura y fulgurante - y al mismo tiempo estaba colmado de una impresionante seriedad.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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