Beahavá Ubeemuná
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Parashat Dvarim     4 de Av 5766     No 575     Shabat Jazon


Rav Iaacov Filver La destrucción y el exilio
Rav Iaacov Filver

D’s le dijo al profeta Iejezkel: “Acaso Yo Me complazco de manera alguna con la muerte del malvado?, dice el Eterno, sino que Me complazco con que se arrepienta y viva!” (Iejezkel 18:23). De esa forma, nos enseñan que los castigos del Cielo no son represalias, que buscan hacer sufrir a la persona: Son castigos educativos, cuya meta es que la persona corrija sus faltas a través de ellos.
Según esa idea, debemos preguntarnos: Por qué eligió D’s castigar a Am Israel (el Pueblo de Israel) al final de la época del segundo Beit HaMikdash (El Templo), destruyendo al Beit HaMikdash, aniquilando el Reinado Judío, y exiliando al pueblo de su tierra? - como decimos en el rezo “por nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra” (Musaf de las festividades). A primera vista, D’s podría haberlos dejado en su tierra y castigarlos allí con el hambre, la peste, las guerras u otras calamidades. Por qué eligió justamente el castigo de la destrucción y el exilio?.
El Rav Kuk contesta (Ein Aya, Brajot, Cáp. 9, inciso 118) que la Providencia Divina castig
ó a la Nación de Israel destruyendo su centro nacional – el Beit HaMikdash – y exiliando al pueblo de su tierra, porque era el único castigo que podía curar al pueblo. Por qué?.
Nuestros sabios nos dijeron que el pecado que causó la destrucción del segundo Beit HaMikdash fue Sinat Jinam (odio gratuito). Ese pecado se enraizó profundamente y se difundió por toda la nación, hasta tal punto que la única posibilidad de corregirlo era dispersando a la nación en la galut (exilio) y desmenuzando todos los distintos marcos existentes. De esa forma, dejará de existir la vida del Clal (totalidad genérica de todo el Pueblo de Israel) y se vivirá sólo como individuos particulares. Entonces,  cada individuo particular podrá corregir sus caminos y sus acciones, y más tarde, cuando se reúnan los exilios en Eretz Israel (la Tierra de Israel) será construido un nuevo centro nacional sano, con personas que se purificaron en el crisol de la galut. Porque mientras los marcos antiguos continúen funcionando, también continuarán existiendo todas las carencias en el plano de las acciones, las virtudes y las concepciones erróneas que existían en la generación de la destrucción.
Según esa explicación, Sinat Jinam es como una enfermedad epidémica, que se difunde y puede llegar a provocar una tragedia en el ámbito nacional. Y de acuerdo a ello, podemos interpretar que Rabí Iojanan Ben Zakai le pidió al enemigo que no destruya todo - “déjame la ciudad de Yavne y sus sabios” (Guitin 56B) - no sólo porque no había más remedio, sino que desde un principio él prefirió cortar un miembro enfermo del cuerpo, para salvar al resto.
El Rav Kuk explica que el castigo de la destrucción y el exilio tiene por objetivo corregir el pecado del público en el crisol de la galut. Podemos agregar que la Providencia Divina así lo hizo porque no había otra solución posible: Incluso si hubiese querido dejar al pueblo en su tierra y castigarlos allí, no podría haberlo hecho. Por qué?. Porque el pecado que originó la destrucción, fue Sinat Jinam, y así la describió el Netzi”v (Rabí Naftali Tzvi Iehudá Berlín) en su prólogo al libro Bereshit (Génesis): Las personas que vivían en la época del segundo Beit HaMikdash “eran tzadikim (justas), piadosas y se esforzaban en el estudio de la Torá. Pero no se conducían con rectitud en su vida mundana. Por ello, por el odio gratuito que se escondía en sus corazones, todo el que no se comportaba como ellos pensaban que debería en el culto a D’s, sospechaban que era un hereje. Y de esa forma, fue destruido el Beit HaMikdash”. Si analizamos con detenimiento sus palabras, veremos que los sospechosos eran temerosos de D’s, y se comportaban como corresponde, sólo que los que sospechaban de ellos no coincidan con su opinión. Y por ello se permitieron odiarlos, cuando cada fracción pensaba que la verdad se encuentra sólo con ella, y todos los demás se equivocan y son pecadores.
Ahora, imaginemos si en semejante situación todos los marcos sociales continuasen existiendo, y D’s hubiese castigado al pueblo en su tierra: Acaso ese castigo hubiese corregido el pecado del odio?. Por supuesto que no!. Por el contrario, los castigos seguramente hubiesen agravado la situación y arraigado más aún el odio, ya que cada grupo habría apuntado con su índice acusador a los demás, diciendo: “Por su culpa somos castigados!”. De forma que el castigo no solo que no hubiese corregido el pecado, sino que lo hubiese fortalecido. Por ello, la Providencia Divina no tuvo más remedio que desarmar todos los grupos, exiliar al pueblo de su tierra – y entonces, podrá el pueblo reconstruirse nuevamente. Como escribe el Rav Kuk: “Y después, cuando los exiliados vuelvan a reunirse en la tierra, será construido un nuevo centro, con las almas que se purificaron en el crisol de la galut”.
Y todos preguntarán: Qué provecho sacamos de la galut, si también hoy en día estamos colmados de discusiones?. Quizás el odio de nuestros días es muy distinto de aquel odio, anterior a la destrucción. Y quizás a eso se refirieron nuestros sabios cuando dijeron que puede que llegue la gueulá (Redención) incluso sin que el pueblo se haya arrepentido sinceramente, cuando llegue el momento adecuado. Como está escrito en las profecías de Iejezkel (Cáp. 36): “Pues Yo os tomaré de entre las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestra propia tierra” (Iejezkel 36:24). Y sólo más tarde: “Luego rociaré sobre vosotros agua pura, y seréis puros, de todas vuestras inmundicias… y os daré un nuevo corazón” (Iejezkel 36:25-26). Y rogamos que todo eso se cumpla pronto, en nuestros días.

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Rav Shlomó Aviner El que destruyó, lo reconstruirá
Rav Shlomó Aviner

En el casamiento, bajo la jupa, se acostumbra a poner cenizas sobre la frente del novio, en recuerdo de la destrucción del Beit HaMikdash (El Templo). Yo, en mi humildad, acostumbro a ponerle arena de Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza). Una vez, la novia comenzó a llorar – y yo también lloro por dentro.
Al mismo tiempo, somos “creyentes hijos de creyentes” (Shabat 97A): Decimos “recordaremos y volveremos”. Pero para sanar la terrible lesión, debemos saber cuál fue su causa, como dice el Ramba”m: “Quién es sabio?. Aquel que sabe la causa de las cosas”. O como dijeron nuestros sabios: “Quién es sabio?. El que sabe prever lo que ocurrirá” (Tamid 32A). Y ambas expresiones tienen un mismo sentido, porque el que sabe las causas, también puede prever el futuro. Pero el problema es que hay muchas opiniones en cuanto a la causa de esa tragedia, y las personas están confundidas. Hay quienes dicen que todo eso pasó por el Primer Ministro enérgico, que se impuso por la fuerza. O el gobierno. O quizás el Kneset (Parlamento). O por la prensa, que hechizó al público con sus brujerías. O quizás por el sistema judicial torcido. Y hay quienes dicen que los culpables son los izquierdistas, que con el tiempo edificaron una concepción falsa de la realidad. O porque la democracia fue atropellada, arrogantemente. O porque no creímos verdaderamente que no ocurrirá semejante desgracia. O porque no utilizamos toda la fuerza en la lucha. O porque no nos arrepentimos sinceramente de nuestras faltas. Porque no invertimos suficientes esfuerzos en explicarle a la nación nuestro punto de vista. O porque no realizamos suficientes encuentros “cara a cara” - y muchas otras razones.
Por ello, debemos llegar a “la causa de las causas”: D’s, la “Causa Inicial”!. Por supuesto, existen distintas leyes que regulan los procesos históricos - pero D’s se encuentra por encima de todas las leyes, y actúa a través de ellas. Gush Katif y el Norte del Shomrón (Samaria) fueron destruidos porque así decidió D’s.
Pero cómo puede ser que D’s, que “es bueno para con todos, y Su piedad vela sobre todas Sus obras” (Tehilim 145:9), decretó semejante desgracia?!. Al respecto dice el versículo: “Yo hago la luz, y creo las tinieblas, Yo hago la paz y creo la calamidad” (Ishaya 45:7). Todo proviene de D’s - tanto el bien como el mal. Por lo bueno, bendecimos “hatov veameitiv” (bendito sea D’s… que es el origen del bien, y nos hace bondades), y por lo malo, “dayan haemet” (bendito sea D’s… que es Juez Auténtico). Es un veredicto muy duro, pero es auténtico. “Él es la Roca, perfecta es Su obra, porque todos Sus caminos son justicia, D’s es fiel, y sin iniquidad, Él es justo y recto” (Dvarim 32:4).
Por ello, cuando vemos que ocurre algo malo, debemos saber que es para bien. En el presente es malo, pero en el futuro es bueno – incluso si no somos capaces de comprender de qué forma será bueno. Porque D’s siempre nos ama, “un amor eterno nos has amado”, “ama a Su pueblo Israel” (bendiciones de Kriat Shmá).
Por supuesto, eso no quita la responsabilidad de los malvados, y ellos rendirán cuentas por todas las maldades que cometieron, ya que existe el libre albedrío absoluto – de lo contrario, toda la base de la Torá se desmoronaría (Rambam, Hiljot Tshuva, Cáp. 5). Y al mismo tiempo, existe la Hashgajá (Providencia Divina) absoluta, incluso si nuestro limitado razonamiento no es capaz de unir ambos conceptos (Rambam, Hiljot Tshuva, al final del Cáp. 5. Orot HaTshuva 16:1).
D’s hace las maldades a través de malvados (Shabat 32A), y por ello castigará incluso a “Ashur, vara de Mi ira” (Ishaya 10:5), y también a “Nebujadnetzar, rey de Babel, siervo Mío” (
Irmya 25:9). D’s es la “Causa Inicial”, y su mano actúa a través de las causas secundarias. Y el que eligió ser una causa secundaria para hacer el mal – el mal lo perseguirá a él. Al mismo tiempo, nuestra creencia que es la mano de D’s la que actúa, no nos hace quedarnos de brazos cruzados – D’s no lo permita – según el argumento fatalista holgazán. Ya que hemos dicho que D’s actúa a través de intermediarios, y hace el bien a través de los buenos (Shabat 32A). Y nuestro deber es ser esos intermediarios que el bien surca a través de ellos, que actúan según la voluntad de D’s, con dinamismo y celeridad.
Todo lo que hicimos por Gush Katif y el Norte del Shomrón – muy bien que lo hicimos, y lo hicimos por el Nombre de D’s, incluso si no tuvimos éxito. Hicimos lo que pudimos, y el resto se encuentra en manos de D’s, que decidió enfermar a nuestro Primer Ministro después de la expulsión, y no antes.
Pero como hemos dicho, no nos desalentamos, no nos culpamos a nosotros mismos ni a los demás en cuanto al pasado, sino que continuamos adelante, hacia el futuro, con más ansia.
Y decimos “porque Tu, Eterno, en fuego la encendiste, y con fuego habrás de construirla” (rezo del ayuno del 9 de Av), a través de tus fieles emisarios, Tu pueblo, toda la Casa de Israel.
 

Departamento ibero-americano

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