Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Shmot     21 de Tevet 5783     1392 


Los nombres que faltan
Rav Oren Travelsi

Es difícil de desentenderse del hecho que justamente en la Parashá Shmot” [Nombres, en hebreo. N. del T.] la Torá omite varios nombres esenciales.
El nacimiento de Moshé carece de nombres. La Torá cuenta que “un varón de la casa de Levi fue y tomó como esposa a una hija de Levi” (Shmot 2:1). Nosotros sabemos que esos son Amram e Iojebed, pero la Torá prefirió omitir sus nombres. Así también el nombre de Moshé en su nacimiento no es mencionado, sólo dice el versículo “la mujer concibió y dio a luz un hijo” (Shmot 2:2). Es cierto que en la Gmará (Sota 12A) dicen que su nombre era Tov o Tuvia, pero la Torá omitió ese nombre. Su nombre será determinado sólo a continuación, por la hija del Faraón.

¿Por qué los nombres son omitidos? El nombre de un objeto, un lugar o una persona expresa su esencia y raíz de vida. Cuando el Primer Hombre le puse nombres a todos los seres vivientes, sabía dilucidar el contenido de vida esencial de cada animal, señalar su papel y su aporte singular en la vida, y definirlo con su nombre.

Según ello explica el Mahara”l (Gvurot HaShem 16) la razón por la cual el nombre de los padres de Moshé fue ocultado. El nacimiento de Moshé no es el nacimiento de una persona común, Moshé no es una persona con una capacidad particular definida, sino que una persona que posee un alma amplia y genérica.

El Mahara”l (Gur Arieh 20:2) explica que esa es una de las razones por las cuales Moshé es el adecuado para recibir la Torá y hacerla descender al mundo. La Torá le habla a Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel), “las mitzvot no son para Israel por parte que ellos son personas individuales, ya que la Torá le fue entregada a Clal Israel”. Por ello, Moshé es el más apto para ello, porque es considerado como todo Clal Israel. “No hay una totalidad plena, sino que en Moshé, que es considerado como 600.000”.

Eso está escrito en forma explicita en el Midrash: “Rebi se encontraba sentado enseñando, y notó que el público se dormía. Intentó hacerlos despertar, y dijo: Una mujer había en Egipto que tenía 600.000 en un vientre. Y había allí un alumno, llamado Rabí Ishmael Ben Rabí Iosi, que preguntó quién era, y le contestó que era Iojebed, que dio a luz a Moshé que es equivalente a 600.000 de Israel”.

La esencia de Clal Israel tiene una expresión reducida en Moshé, y de momento que Moshé no es particular, tampoco sus padres lo son y figuran en la Torá como personas genéricas, sin nombre.

También mencionamos que la Torá nos encuentra con Moshé la primera vez sin nombre. El nombre de Moshé expresa ideas muy altas y elevadas. El Or HaJaim (Shmot 2:10) analiza los versículos y recalca que en el nacimiento de las tribus fue antecedida la razón del nombre al nombre mismo. Pero la hija del Faraón antecedió el nombre de Moshé a la razón de él. Aprende de ello el Or HaJaim que las matriarcas sabían la esencia del nombre que le daban a sus hijos. Pero el nombre de Moshé no se limita a la razón que dio la hija del Faraón, su nombre indica cosas ocultas y maravillosas (por ejemplo, véase Tiferet Israel, cap. 21).

Con toda la importancia y vitalidad del nombre, a fin de cuentas él define y limita. Hay algo por encima del nombre, y eso se expresa con el omitido del nombre. El encuentro entre Am Israel (el Pueblo de Israel) a través de la figura de nuestro Rav Moshé, llega en primer lugar sin nombre. Por encima de toda definición, de todo límite.

Esa es también la actitud que debemos tomar frente a D’s. Todos los nombres que le referimos son para permitirnos algún punto de contacto con nuestros limitados pensamientos e intelecto. Pero en realidad Él se encuentra por encima de todo pensamiento, por encima de todo nombre. Así también Am Israel, que es una manifestación Divina en el mundo. El nombre de Am Israel insinúa cosas elevadas, y también el nombre de Moshé. Pero antes que nada debemos entender que Am Israel se encuentra por encima de todo nombre o definición. Por ello encontramos en Am Israel una fuerza que lo empuja y lo eleva haciéndolo desarrollarse y elevándose constantemente, una fuerza sin límites. Y así escribe el Rav Kuk (Nejamat Israel): “Un pueblo eterno podrá ser un pueblo en el que la elevación perpetua se encuentra en su estandarte, y eso no puede ser sino que en una nación en la que la elevación en dirección a D’s es la raíz de su alma, que es una elevación que no tiene límites ni fin. Porque la esencia Divina no sabe limite ni fin a su elevación, su completado y su desarrollo”.

El omitido del nombre de Moshé nos aclara el punto de partida en cuanto a Am Israel. Antes que definamos, antes que le demos nombre, por más elevado y grande que sea, sabremos que en realidad nos encontramos frente a una fuerza que es mayor que todo limite o definición. Una fuerza ilimitada. Esa es la fuerza que se plasma en la nación de Israel, y la impulsa a elevarse y desarrollarse continuamente, en todo campo y tema de la vida. 


Rav Shlomó Aviner

Verdad y post verdad
Rav Shlomó Aviner

 

Nuestros sabios nos hacen saber que en la época de los Talones del Meshiaj la verdad será poco frecuente, se hace rebaños. Cada grupo y su verdad, cada uno y su verdad. Nada es seguro, todo es dudoso. En todo se duda, salvo en la duda en sí. No hay verdad. Estamos en la época posterior a la verdad: Post verdad. La prensa conduce la duda. No hay hombre, no hay mujer. No hay judío, no hay gentil. No hay bien, no hay mal. Lo que es llamado: Post modernismo. Por supuesto, no es así, somos los discípulos de nuestro Rav Moshé. Nuestros sabios nos dicen: El que la certitud es Su nombre, esa es Su gloria.

El Eterno, el Señor es la verdad (Irmya 10:10). Él es el Señor vivo y Rey del Mundo. D’s está cercano a todos los que lo llaman, a todos los que lo evocan ciertamente. Purifica nuestro corazón para rendirte culto auténticamente. D’s es la verdad.

Es cierto que hay unas siete definiciones distintas de la verdad, y a veces las conclusiones son diferentes. Es más, también en cada definición muchas veces las cosas no son decisivas. Y de acuerdo con ello se generan dudas. Pero no se debe pasar al extremismo y decidir que todo es dudoso. Por supuesto que hay cosas que son ciertas para toda persona recta. Es más, el esfuerzo por aclarar en el campo de la ciencia lo que es verdad, es un esfuerzo continuo. Como explica Karl Popper en cuanto a la filosofía de la ciencia, el principio de la negación continua.

Si no hay verdad, nada tiene valor. Toda formulación tiene el mismo valor, es decir, no vale nada. No hay diferencia entre demostración o negación, entre conocimiento o superstición, entre percepción real o alucinación, entre testimonio auténtico o falso. Es el fin del raciocinio, es decir, la locura.

Según el post modernismo la verdad es la norma de sí misma. No hay equivocación o no equivocación. No hay sinceridad, no hay mentira. Esa concepción no es nueva, es muy vieja, pero en los últimos tiempos se agravó mucho.

Pero junto con ello la ciencia y el conocimiento avanzan. Es constantemente verificado, y avanza todo el tiempo. Un alumno de liceo sabe más que Aristóteles. Hay un diluvio de conocimiento. Pero eso no le molesta al post modernismo, ellos continúan arguyendo que no hay verdad.

Es cierto que el filósofo Kant explicó que no conocemos la cosa en sí, solo su manifestación. Pero no se debe avanzar otro paso y desconectarse de la realidad. Por supuesto que hay realidad, pero nosotros la percibimos a través de nuestra conciencia. Cuán lejos se encuentra eso del relativismo absoluto, cuando la persona es la medida de las cosas, y se trata de un nihilismo epistemológico.

Y nuevamente, la posibilidad de equivocación no desplaza la verdad. En el concepto mismo de “equivocación” se encuentra la premisa que hay una verdad. La verdad es producto de la búsqueda continua, a través del error y ensayo. Nosotros, los mortales, nunca podremos concebir la verdad absoluta, pero podremos trepar a nuestro ritmo, como dice el Rav Kuk en su libro Orot HaKodesh (Primera parte) en cuanto a los niveles de la certeza. La verdad es una escalera apoyada en el suelo que llega al cielo.

En efecto, hay por lo menos siete parámetros de verdad, también en el camino a ella:

1. Evidencia. Por supuesto. La verdad es notoria, y no necesita de demostración. La verdad es testigo de sí misma. Por supuesto, hay quienes piensan que algo es sobre entendido, como que la tierra es plana, hasta que les es aclarado que es un error. Pero hay cosas que son claras de por sí.

2. Correspondencia. La verdad es lo que es afín con la realidad. Por supuesto, también aquí puede haber error, y ese parámetro no nos proporciona certeza, sólo probabilidad de certeza, que también ella tiene mucho valor.

3. Coherencia. Cuando más fenómenos explica una teoría, así también crece la probabilidad de que sea cierta. Véase Orot (pág. 130). Por supuesto, siempre se puede argüir que algún día se encontrará otra teoría que explique una mayor cantidad de fenómenos. Y a pesar de ello, es un parámetro muy firme.

4. Consenso. Cuantas más personas están de acuerdo en ello, sobre todo si son expertos en el tema, es una indicación más clara de verdad. Y a pesar de ello, se puede caer en la trampa del relativismo.

5. Pragmatismo. La verdad, es lo que tiene éxito en la práctica. Pero de esa forma nos alejamos de la verdad, y no es este el lugar para extenderse en el tema.

6. Fundamentalismo. La verdad es lo que se basa en lo primordial, el principio básico, que es una verdad absoluta. Queda solo aclarar qué es lo primordial. Está claro en nuestro caso que es la Torá.

7. Objetividad. La verdad existe en forma absoluta objetiva, no es la persona la que la genera, sino que se esfuerza por percibirla. Por supuesto que D’s es verdad, como mencionamos al principio.

Y después de todo eso, por supuesto que no se puede saber toda la verdad, a pesar de que ella existe. Hay que diferenciar entre el escéptico y el sofista. El escéptico sostiene que nada es seguro, el sofista arguye que nada es cierto. Como hemos dicho, la formulación “nada es seguro” implica que hay una verdad.

Es más, hay que diferenciar entre el relativismo consciente y el relativismo moral. El relativismo epistemológico, consciente, sostiene que no conocemos la verdad. No es incertidumbre, porque también un conocimiento relativo es un conocimiento, y puede incluso ser cierto.

Pero el relativismo moral arguye que no hay un valor moral absoluto. La moral es subjetiva, depende del individuo, de sus genes, de su bilogía, su historia, su época, su cultura, su entorno sociológico e incluso de su sentido de la estética.

Pero peor que eso es el nihilismo: No hay ningún valor moral, ni absoluto ni relativo. Cada uno determina el orden de su vida según su voluntad.

En resumen, si no hay verdad, ¿de qué vale la vida? Si todos son lo mismo, nadie vale nada. Todo es solo discursos, narrativos.

Y nosotros, discípulos de nuestro Rav Moshé, incluso si nuestras bocas están colmadas de cantos como el mar no alcanzamos a agradecerte, D’s, que nos hay entregado una Torá cierta, y la vida del mundo has plantado dentro nuestro. 


Shabat

Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Medicina en Shabat

Vendaje para curar

Un vendaje que tiene algún medicamento para curar, su colocado sobre una herida o golpe es considerado curado, y estará permitido en Shabat sólo cuando se cumplen las condiciones que el curado está permitido. Pero cuando está prohibido, está prohibido colocar un vendaje como ese sobre una herida. Así también un vendaje untado con alguna pomada, nuestros sabios decretaron que esté prohibido utilizarlo en Shabat, no sea que unte o alise el untado sobre el vendaje[1].

Un enfermo que no está en peligro

Una persona que tiene una herida o golpe que por ello necesita acostarse o todo su cuerpo se debilitó [lo que es definido como “enfermo que no está en peligro”], está permitido en Shabat vendar la herida o el golpe en forma distinta de lo acostumbrado para curar, porque de esa forma nuestros sabios no lo prohibieron en Shabat[2].

Pero si para vendar se necesita utilizar alguna pomada, y no tiene un vendaje listo [que fue untado antes de Shabat], debe cuidarse de no trasgredir la prohibición de untado[3]. Es decir, oprimirá el tubo de la pomada de forma que la pomada salga directamente sobre la herida [o el vendaje], o sacará pomada del tubo con la ayuda de un palito, y luego sacudirá la pomada del palito directamente sobre la herida[4], y no untará la pomada en absoluto, sino que vendará sobre ella.

Dolores

Si la persona se pasea como los sanos, y la herida sólo le produce algún dolor, está prohibido en Shabat vendar la herida con un vendaje que tiene algún medicamento, porque en ese caso nuestros sabios prohibieron hacer toda acción que cura en Shabat [no sea que llegue a moler medicamentos, como fue aclarado anteriormente]. Y tratándose de un vendaje con alguna pomada, se debe temer también que llegue a untar la pomada[5].



[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 328 inciso 25. Mishná Brurá inciso 81. Kaf HaJaim inciso 153). Nuestros sabios prohibieron colocar un vendaje con alguna pomada sobre una herida en Shabat, no sea que llegue a untar y alisar la pomada para que se esparza uniformemente, y cometerá una trasgresión de la Torá escrita, ya que esa acción es considerada untado.
[2](Allí, Mishná Brurá inciso 85).
[3]Porque si untará la pomada y la alisará para que sea uniforme, comete una trasgresión de la Torá escrita, ya que el untado de un vendaje es considerado borrado (allí, Mishná Brurá inciso 81. Kaf HaJaim inciso 153 160).
[4]Véase Jazon Ish (52 inciso 16) en cuanto al curado de una herida de un animal, que escribió: Cuando se pone pomada sobre una herida, no la untará, sino que la salpicará.
[5](Allí, inciso 24 25. Mishná Brurá inciso 81. Kaf HaJaim inciso 153).