Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

Anterior | Posterior | Archivo | Imprimir | Página inicial


Parashat Miketz     30 de Kislev 5783     Rosh Jodesh     Shabat Janucá     1389 


Rav Eial Vered

Hacerlos olvidar…
Rav Eial Vered
(reimpresión)

¿Cómo se puede hacer que alguien olvide algo? ¡Es paradójico! Porque en el momento que hablamos de algo que hay que olvidar, lo transformamos en un recuerdo vivo y activo. Entonces, ¿cómo pensaron los griegos hacernos olvidar de la Torá, la Torá de vida, como decimos en el rezo de Janucá?
La respuesta se encuentra en el rezo mismo: No pretendieron hacernos olvidar de la Torá. Ellos pretendían hacernos olvidar de “Tu Torá”. De la Torá de D’s que nos fue entregada en el Monte de Sinai.
Es decir, estudiar la Torá, incluso desarrollarla – pero como una sabiduría humana, y no como una revelación Divina profética. Y así podremos continuar ocupándonos de la Torá, estudiándola, comparar, analizar e investigar, encontrar esquemas literarios, motivos repetitivos, ideas filosóficas y sistemas formularios. Toda una obra maravillosa – humana.
La biblioteca estará colmada de libros, pero la Torá en ellos será una ciencia humana, que es analizada y estudiada con herramientas críticas, mientras que lo principal, el alma, la profecía, la Torá de D’s – no estará presente.
Y ese es el problema. Porque esa actitud que proveniente de la escuela griega, es una actitud de la que todos disfrutamos hasta hoy en día. Una actitud que en su base se encuentra la capacidad de dudar siempre de todo lo que se mueve. ¿Quién dijo? ¿Quizás es distinto? Esa es la actitud que hizo que el mundo se aparte de su lugar idólatra, de los mitos, en dirección al mundo científico que nos es comprensible. Cuando escuchamos truenos – no es la intención que los dioses se enojan los unos con los otros, y por ello luchan entre ellos y nosotros debemos temer las consecuencias, sino que hay un fenómeno natural sencillo, de nubes cargadas de agua que llevan también una carga eléctrica determinada y chocan entre ellas.
La ciencia es la consecuencia de esa duda, del pensamiento crítico que hace avanzar al mundo. También nosotros somos parte de ese desarrollo. Lo que hace a Grecia un asunto complejo. Parte de eso es cierto y auténtico, y D’s mora realmente también en la herencia de Iefet. La parte que es encargada de la belleza de la creación y su descubrimiento.
Pero la crítica no lo es todo. Por encima del nivel del raciocinio se encuentra la corona de la fe. Las cosas más profundas dentro nuestro no pueden ser demostradas. El amor de los conyugues, su fidelidad, el sentimiento nacional, el sentimiento de pertenencia, las tendencias más profundas dentro nuestro, lo que amamos y somos atraídos por él. Todo eso no son cosas racionales. El raciocinio puede explicarlos, pero no puede generarlos.
También la Torá es así. La Torá comienza en Sinai. Con una vivencia de revelación profunda que fue grabada en nuestros antecesores, y por su grandeza y potencia, su magnificencia y significado, nuestros antepasados juraron transmitir ese episodio a las generaciones futuras, a sus hijos y sus descendientes.
Eso es fe. Es más fuerte que el raciocinio. No hay ninguna razón lógica por la cual tantos millones a lo largo de miles de años se sientan obligados a ese episodio en el que no estuvieron presentes, que exige de ellos tanto, incluso exige su vida misma en situaciones determinadas, si no fuese por el episodio en el que hubo una vivencia de revelación profunda e infinita que fue grabada en los corazones de nuestros antecesores, y de ellos a nosotros.
La actitud frente a la Torá que no parte de ello, le quita el alma. La Torá no es una ciencia, sino que profecía. La revelación de la palabra de D’s a través de Moshé, Su profeta, y a través de todos sus siervos, los profetas. Esa es la Torá de D’s, que los griegos intentaron hacernos olvidar, a través del estudio de la Torá como si fuese sólo una ciencia. La duda, la crítica, división en fracciones, resumen en carpetas – y he aquí que la sabiduría de la Torá fue introducida también ella en el gran cofre de las ciencias, que exige demostraciones.
“La ciencia intenta desarmar las cosas para entender cómo funcionan, mientras que la fe intenta unirlas juntas para entender su sentido” (HaShutafut HaGdolá, del Rav Ionatan Zaks).
La Torá se encuentra en el mundo del sentido. En la práctica, no es posible traducirla en absoluto. Ya el primer versículo nos enfrenta con dificultades extremas de traducción. ¿Cómo podremos traducir al griego la palabra “Bereshit”? ¿En el principio? ¿El principio de qué? Nuestros sabios interpretaron ese versículo de acuerdo con el entorno – todo el relato de la creación figura en la Torá no sólo para contarnos el proceso de la creación, sino que de acuerdo con la medida en que puede dilucidar algo en cuanto a la esencia de esa creación, para qué fue creada. Y por ello la palabra “Bereshit” por supuesto que no es una indicación de un punto en el tiempo, ya que todavía el concepto de tiempo no existía, sino que describe un sentido. ¿Para qué fue creado el mundo? Y la respuesta, para lo que es llamado “Reshit” – Am Israel (el Pueblo de Israel), Eretz Israel (la Tierra de Israel) y la Torá.
Entonces, Grecia es muy buena cuando tenemos que hacerle frente al mundo físico. La duda, el pensamiento y la crítica hicieron avanzar mucho al mundo. Pero Grecia es ciega, como “la oscuridad sobre el abismo”, cuando se trata de escuchar al mundo y dilucidar su sentido.
La vela de Janucá conjuga dentro de ella lo que tomamos de Grecia y lo que no. Por un lado, la encendemos dentro de la casa, y toda ella es fuego, calor, ardor. La vela nos cuenta algo que sólo el que se encuentra dentro de la casa, el que vive el ambiente de la casa puede comprender y vivir. Pero por otro lado la vela de Janucá es encendida de izquierda a derecha, semejante a la escritura griega. Las velas avanzan de día en día de derecha a izquierda, como la escritura hebrea, mientras que el encendido mismo se hace de izquierda a derecha, como expresión de la potencia bendita de Grecia en el descubrimiento de los secretos del mundo material.
Hacerlos olvidar Tu Torá. Y frente a ello – la Torá de vida. “La única diferencia entre los libros, los tfilin y las mezuzot es que los libros son escritos en toda lengua, mientras que tfilin y mezuzot son escritos sólo en Ashurit. Raban Shimón Ben Gamliel dice, incluso los libros fue permitido escribirlos sólo en griego”. Los libros son escritos en griego, incluso libros de kodesh. Pero los tfilin y las mezuzot, el corazón de la fe judía, pueden ser escritos sólo Ashurit [las letras hebreas que utilizamos hoy en día para esos fines, una letra derecha y clara, como es escrito el Sefer Torá]. La base de la fe no puede ser comprendida sino que dentro de ella, como parte de ella. De Tu Torá.


Rav Shlomó Aviner

Pobrecito el filósofo Descartes
Rav Shlomó Aviner

 

No hablaremos de la última difamación, porque una difamación le sigue a la otra, la antigua desaparece cuando le deja el lugar a la nueva, y si hablaremos de todas no alcanzaremos, porque la prensa esta sedienta de difamaciones, y así también las redes sociales. Lamentablemente, el hombre todavía lleva en él elementos violentos, que tienen su expresión en las guerras, y también en la violencia de red, acoso de red. Por ello, hablar de cualquier difamación es una ofensa para la inteligencia del lector. Y el que no sabe qué es difamación, que preste atención a “La Calumnia” de Rossini.

Tampoco necesitamos las halajot de Lashón HaRrá (calumnias), las halajot de ofensa, las halajot del respeto por las personas, las halajot del amor por el prójimo y otras. Porque alcanza con la rectitud básica que antecede a la Torá, es decir, la comprensión natural que nos dice: No aceptes nada sin demostraciones.

Pero de momento que lamentablemente las personas están presas en sus imaginaciones y sentimientos, vino el filósofo Renee Descartes y escribió hace unos 400 años el “Discurso del Método”, cuyo tema es cómo dirigir correctamente el raciocinio para encontrar la verdad en las ciencias. No lo escribió en latino como era acostumbrado, sino que en francés, para que todos entiendan, también las mujeres (que no sabían latino) y los niños.

Y me acuerdo cuando era un niño pequeño, escuché una persona declamando en alta voz en un teléfono público: “Mi señor, yo soy cartesiano (discípulo de Descartes), y por ello no aceptaré nada sin que sea demostrado que así es”.

Descartes dice al principio que el raciocinio recto no es muy común. Por ello, él determina cuatro reglas para el raciocinio recto, cuando la primera regla es: No aceptar nada como cierto mientras no fue demostrado en forma totalmente clara. Sin preconceptos, sin premisas, sin rumores sabidos.

Como es sabido, ya anteriormente nuestro gran Rav, el Ramba”m luchó sin cuartel contra la imaginación engañosa, pero nosotros hablamos de cosas sencillas que también un niño puede entender.

Lamentablemente, somos testigos del fenómeno “escapado del raciocinio” o “retroceso del raciocinio” en todos los campos: Supersticiones, brujerías, extraños amuletos, curado con energías, astrología, adivinos, búsqueda de milagros, Admo”rim falsos, más y más.

Pobrecito el filósofo Descartes, que aspiró a basar al raciocinio en su lugar adecuado, el racionalismo, el pensamiento, la seriedad. Si escuchase todas las difamaciones de todo tipo, luego de 400 años de labor, su corazón se hubiese partido en él.

Por favor queridos amigos, un poco de raciocinio. Por favor, háganle un bien al género humano. 


Shabat

Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Medicina en Shabat

Alimento de personas sanas

Una persona que tiene dolores, y se pasea como una persona sana, está prohibido en Shabat curarlo. Pero si hay algo que también las personas sanas comen o utilizan, nuestros sabios no lo prohibieron, y está permitido hacerlo para esa persona, de forma que no sienta dolor o lo disminuya[1].

Por lo tanto, alimentos o bebidas que las personas sanas acostumbran a comer o tomar, está permitido comer o tomar para curar. E incluso si es evidente que come o bebe para curarse, de todas formas de momento que las personas sanas también comen o beben eso, nuestros sabios no lo prohibieron[2].

Por ejemplo: Una persona que tiene dolores de garganta, tiene permitido beber té para aliviar su dolor y curar su garganta, también en el verano cuando hace mucho calor y es evidente que toma té caliente para curarse, porque las personas sanas beben el té no para curarse[3].

Así también está permitido en Shabat chupar pastillas que las personas sanas acostumbran a chupar, también cuando su intención es aliviar los dolores de garganta.

Alimentos o bebidas que las personas sanas no acostumbran a consumir, está prohibido para una persona que tiene dolores y se pasea como una persona sana[4] consumirlos en Shabat para curarse[5].

Por ejemplo: Una persona que le duele la garganta, tiene prohibido en Shabat tomar jugo de cebolla con miel, porque esa bebida es utilizada sólo para curar enfermos, y las personas sanas no la beben.

Así también el que tiene heridas en la boca, y se pasea como una persona sana, tiene prohibido en Shabat enjuagar su boca con agua salada o hacer gárgaras para curar sus heridas, porque las personas sanas no acostumbran a enjuagar la boca con agua salada o hacer gárgaras



[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 328 inciso 37).
[2](Allí).
[3](Allí. Shuljan Aruj HaRav inciso 43). Y véase Mishná Brurá (allí, inciso 117) en cuanto a alimentos que ayudan para algo y dañan en otro aspecto, como el Tjol que es bueno para los dientes, pero es malo para el sistema digestivo, y es evidente que come para curar los dientes, porque de lo contrario no lo comería, ya que daña el sistema digestivo, de todas formas a veces las personas sanas comen, y entonces está permitido.
[4]Pero una persona sana tiene permitido comer y beber para saciar su hambre o sed (allí, Mishná Brurá inciso 120). Pero si lo hace para curarse o para fortalecerse, escribió el Maguen Avraham que incluso una persona sana lo tiene totalmente prohibido (allí, Kaf HaJaim inciso 221).
[5](Allí, Shuljan Aruj).
Y en Mishná Brurá (allí, inciso 119) y en Kaf HaJaim (al final del inciso 221) citaron a Eliha Rabah que incluso si come o bebe porque tiene hambre o sed, y no es su intención curarse, de todas formas de momento que está enfermo y eso lo cura, dirán que lo hace para curarse. Y en Biur Halajá (allí, comienza abal im) escribió que así es según la opinión de Rashi, pero los otros Rishonim dicen que si toma para saciar su sed está permitido. Y concluyó el Biur Halajá: “La conclusión de todo eso en mi humilde opinión, depende de las diferencias de opinión entre los Rishonim, y se debe analizar más para llegar a una conclusión practica”.