Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Bamidvar     29 de Iyar 5780 


Rav Dov Bigún

La reconstrucción de Ierushalaim es la reconstrucción de Am Israel
En la actualidad

El profeta Irmya, cuando le habla a Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel) en nombre de D's, le dice: “Anda y clama a los oídos de Ierushalaim, diciendo; así dice el Eterno, acuérdoMe del cariño tuyo a Mi en tu juventud, del amor de tus desposorios, cuando Me seguiste por el desierto, en una tierra no sembrada” (Irmya 2:2). El Rada”k explica que “a los oídos de Ierushalaim” quiere decir al lado de Ierushalaim. El que habla se encuentra frente a Ierushalaim, como si se encontrase frente al pueblo. También Rav Jaim de Voloshin zt”l escribe en su libro “Nefesh HaJaim” que el versículo habla respecto a Clal Israel, y lo llama “Ierushalaim”. Porque en ella se reunía todo Am Israel (el Pueblo de Israel) en las fiestas, cuando llegaban al Beit HaMikdash (El Templo). Y allí recibían abundancia de Torá, de kdushá (santidad) y temor a D’s, cada uno según la raíz de su alma en Kneset Israel (el alma genérica del Pueblo de Israel) – y por ello es llamado “Ierushalaim del cielo”. ¿Y qué es “el amor de tus desposorios”? Es el secreto de la fuente de las almas de todo Israel. Y por ello es también llamada Kneset Israel, como “Ierushalaim de la tierra” – cuando llegaba todo Am Israel en las fiestas, para presentarse frente al Señor. Y ese es el tema de la Shjina (manifestación de la Presencia Divina), que se manifiesta sobre todo en Ierushalaim. “Ierushalaim, la edificada como ciudad bien unida entre sí, a donde suben las tribus de D’s, como testimonio a Israel, para dar gracias al Nombre del Eterno” (Tehilim 122:3-4).
En la actualidad, “nuestros pies estaban plantados en tus puertas, oh Ierushalaim” (Tehilim 122:2). Comenta Rashi – “nuestros pies estaban firmes para luchar en todo lugar por los portones de Ierushalaim… Ierushalaim que está edificada en el cielo, y en el futuro Ierushalaim en la tierra será como ella… porque en Ierushalaim se revelará la Shjina, y en ella serán colocados tronos para juicio (Tehilim 122:5), para juzgar a los pueblos y el trono reinal para el linaje de David”.
Bienaventurados y dichosos somos, que nos encontramos en los portones de Ierushalaim y vemos con certeza cómo se cumple “el Eterno es el que edifica a Ierushalaim, que recoge a los desterrados de Israel” (Tehilim 147:2). Es cierto que aún luchamos por Ierushalaim – los enemigos de Israel todavía no aceptan nuestro gobierno en Ierushalaim y en
Har HaBait (el Monte del Templo) – y debemos estar preparados para combatir por su integridad y su edificación. Pero el sueño que soñaron todas las generaciones – regresar a Tzion y a Ierushalaim - ya se plasma frente a nuestros ojos. Como decimos “cuando el Eterno hizo tornar el cautiverio de Tzion, éramos como quien sueña” (Tehilim 126:1) – no “soñábamos”, no alucinaciones, sino que “como quien sueña”. Nosotros ya somos merecedores de ver con nuestros ojos a Am Israel que se reúne en Eretz Israel (la Tierra de Israel), y reconstruye a Ierushalaim. Es una gran mitzva alegrarse en el Día de la Liberación de Ierushalaim, con el regreso de nuestra soberanía en ella y con su reconstrucción, como dicen nuestros sabios: “Todo el que guarda duelo por Ierushalaim, se hace merecedor de ver su alegría”. No dicen “de ver su reconstrucción”, sino que “de ver su alegría”: Los edificios, todos los ven. Pero el que realmente se lamenta por su destrucción, puede alegrarse por cada edificio y edificio que se construye en ella, por cada árbol que es plantado en Ierushalaim, por cada camino que es pavimentado en Ierushalaim, por cada ieshiva (centro de estudio de la Torá) y Beit Kneset (Sinagoga) que es inaugurado en Ierushalaim, por cada fábrica que es construida en Ierushalaim. Bienaventurado somos, que podemos decir y cantar con alegría en nuestra generación “alaba, oh Ierushalaim, al Eterno. Alaba, oh Tzion, a tu D’s. Porque Él fortalece los cerrojos de tus puertas, bendice a tus hijos en medio de ti” (Tehilim 147:12-13). 

Del que se alegra con el regocijo de Ierushalaim y su liberación
Dov Bigún


Rav Shlomó Aviner

Un cuento enojoso
Rav Shlomó Aviner

Cuando estudié en el liceo me obligaron a leer literatura ajena, y como es acostumbrado, me olvidé de la mayoría. Pero hubo artículos que los recuerdo porque me emocionaron, o me enojaron, o ambos. Por ejemplo, un cuento corto de Guy De Maupassant de hace 150 años, que es titulado “Misericordia”. Acostumbran a citarlo como demostración que el escritor era una persona sensible, que comprende el sufrimiento de los demás, y se identifica con ellos. Y así dice:
“¿Por qué sufro en la vida, cuando la mayoría de las personas son alegres? ¿Por qué esa extraña tortura que me consume? ¿Por qué no sumergirme en los placeres, en los deleites?
La razón es que tengo otro punto de vista de la realidad, que es el don y el suplicio de los escritores. Yo escribo, porque comprendo y siento el dolor de todo lo que hay en el mundo, porque conozco demasiado, y ese sufrimiento vive dentro mío.
Recuerdo días grises, cuando mi corazón tanto se quebró, de lo que vi en ese momento, y esa visión continúa en mí desde ese entonces, como una herida abierta.
Una mañana, en la avenida de la Opera, en medio del público ruidoso y alegre, borracho del sol del mes de mayo, de pronto vi pasar una criatura sin nombre, una mujer anciana totalmente encorvada, vestida de trapos que en algún momento fueron un vestido, con un gorro de paja negro que hace ya mucho tiempo todos los adornos y cintas cayeron de él. Ella marchó, arrastrando sus pies, con tanta dificultad, que sentí en mi corazón como ella, y aún más que ella, el dolor de cada uno de sus pasos. Ella se apoyaba en dos bastones, pasó desconectada del entorno, del ruido, de las personas, de los vehículos, del sol, y así volvió a su pobre casa. Una bolsa de papel estaba colgada de su mano con una cuerda, por lo visto con pan en ella. Nadie, ningún vecino, no se ofreció a hacer por ella esa bondad, y por ello, sin ningún otro remedio, ella misma hizo esa terrible marcha, de su casa al almacén. Dos horas de marcha ida y vuelta, por lo menos. ¡Qué camino doloroso!
Elevé mis ojos a los techos de los altos edificios. Allí ella se dirigió. ¿Cuándo llegará? ¿Cuántas veces tendrá que detenerse resoplando, en las escaleras oscuras y tortuosas?
Todos se daban vuelta para mirarla, murmurando: Pobre mujer, y pasaban. Su pollera, ese trapo que usaba como pollera, se arrastraba sobre la vereda, colgada de su cuerpo roto. ¿Acaso había algún pensamiento en ese cuerpo roto? ¡No! ¡Sólo un terrible sufrimiento, continuo, insoportable!
Hay, la miseria de los ancianos sin pan, sin esperanzas, sin hijos, sin dinero, sin nada aparte de la muerte frente a ellos. ¿Acaso pensamos en ellos, acaso pensamos en los ancianos hambrientos en las pobres moradas? ¿Acaso pensamos en las lágrimas de los ojos apagados, que una vez brillaron, se emocionaron y se alegraron?”.
Realmente, emocionante. Hace llorar. Y a pesar de ello es enojoso, por tres razones:
1. Querido escritor, si tú te emocionantes tanto, ¿puedo saber por qué no la ayudaste a marchar? ¿Por qué no le propusiste darle comida, que le llevarás a su casa? ¿Por qué no la invitaste a comer en un restaurante o en tu casa? Hablar, emocionarse - es fácil. Pero también hay que hacer.
2. ¿Y dónde escribió el escritor todo eso? En su diario personal, “En Las Aguas”. ¿Ustedes saben cuándo escribió ese diario? En su crucero de placer en el Mediterráneo, en su yate particular. Por lo visto, no le faltaba comida para desayunar. Es muy lindo hablar, ¿pero quizás le darás un poco de lo tuyo a los desgraciados?
3. Y ahora, lo más enojoso: Eso es lo que ocurre en nuestro país. Hay muchos ancianos, muy pobres, no tanto como en el cuento, pero de todas formas deben decidir si comprar comida, remedios o pagar la electricidad del calentado. Y hay también más jóvenes, que trabajan muy duro de la mañana hasta la noche, pero les falta lo indispensable. Y hay incluso niños que saltean comidas.
No digan que no es cierto, negarlo es lo más fácil. Lean el informe del Seguro Social, lean el informe del Control del Estado, lean el informe de la OECD.
¿Dónde están ustedes, donde estamos nosotros, los Hijos de Israel, “misericordiosos hijos de misericordiosos”?
Es lindo hablar de izquierda, es lindo hablar de liberalidad - pero también hay que hacer.
¿Dónde está el corazón? 


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Melaben
Su remojado es su lavado

La prohibición de lavar una prenda en Shabat es válida no sólo cuando hace una acción de lavado propiamente dicha – que remoja la prenda y la frota para quitar de ella la suciedad – sino que también si sólo la remoja en el agua, a pesar de que no la frota, también está prohibido.
La razón es que el remojado de la prenda en el agua es como lavarla, ya que la regla es “su remojado es su lavado”[1].
Por ello, aparte de la prohibición de lavar prendas, está prohibido remojarlas en agua. Esa prohibición se refiere tanto a prendas blancas – claras, como prendas coloreadas - oscuras[2].

Una prenda sucia
Una prenda sucia, incluso si tiene sólo una pequeña suciedad [por ejemplo, cayó sobre ella una gota de sopa, jugo, sangre o similar que la manchó], está prohibido mojar la prenda en Shabat incluso si no la frota para limpiarla, porque el remojado es su lavado. Y si la mojó incluso un poco con agua, es considerado un lavado prohibido según la Torá escrita[3].
Una prenda limpia
El Ram”a escribe que hay quienes opinan que también cuando la prenda está limpia – es decir, no tiene ninguna suciedad – está prohibido según la Torá escrita mojarla con agua en Shabat [incluso un poco de agua], porque el remojado de la prenda es considerado lavado también cuando la prenda está limpia, porque también tratándose de una prenda sin suciedad la regla es que su remojado es su lavado[4].
Escribieron los poskim (sabios que determinan la halajá) que se debe ser más estricto y tomar en cuenta esa opinión, porque se trata de algo relacionado con una prohibición de la Torá escrita[5].
En efecto, también en opinión de los que prohíben mojar una prenda limpia, de todas formas no siempre está prohibido, y si moja la prenda con agua como si la ensuciase [por ejemplo, si seca sus manos con una toalla] está permitido[6], como será aclarado más adelante.


[1](Zbajim 94B, Shuljan Aruj, Orej Jaim 302 inciso 9, Mishná Brurá 39 inciso 3, 45. Kaf HaJaim inciso 66).
[2](Shuljan Aruj HaRav 21, Mishná Brurá 39, inciso 2. Kaf HaJaim allí).
[3](Allí, Shuljan Aruj 9, Mishná Brurá inciso 43, 44 y 45. Kaf HaJaim inciso 65, 66).
[4](Allí, Ram”a).
Los Rishonim discrepan si la prohibición de remojar una prenda en agua porque su remojado es su lavado es relevante sólo cuando se trata de una prenda sucia, o también una prenda limpia (véase Mishná Brurá 39 inciso 3).
Según la interpretación sencilla de lo que escribió el Shuljan Aruj, “una prenda sucia”, tal parece que opina que tratándose de una prenda limpia no se dice que su remojado es su lavado, y así escribió Maguen Avraham comentando el Shuljan Aruj.
Pero Tosefet Shabat y Biur HaGr”a escriben que también el Shuljan Aruj opina como lo citado por el Ram”a, que incluso tratándose de una prenda limpia es válida la regla que su remojado es su lavado (como es evidente en 334, inciso 24), y la razón por la que el Shuljan Aruj escribió aquí que se trata de una prenda sucia es porque esa es la formulación de la Mishná, y por lo que dice a continuación que seca la suciedad con un trapo (Biur Halajá allí, comienza sheiesh alaiv lijluj, Kaf HaJaim inciso 74).

[5](Allí, Mishná Brurá inciso 48. Kaf HaJaim inciso 69 y 73 citando Aruj HaShuljan).
Y en el Biur Halajá (allí) escribió que en la práctica, citando al Gr”a, si no tiene intención de lavar, lo correcto es como la primera opinión, que si la prenda está limpia no cabe decir que su remojado es su lavado. Y en Eliha Rabah tal parece que esa es la opinión de la mayoría de los Rishonim. Y de todas formas, de momento que hay varios Rishonim que son más estrictos, y esa es la opinión del Tur (319 y 334) según lo que comentó Beit Iosef, se debe ser más estricto, por tratarse de una prohibición de la Torá. Y así también parece que es la opinión de Eliha Zuta y otros Ajaronim.

[6](Allí, Mishná Brurá y Kaf HaJaim inciso 72).