Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Jaiei Sara     27 de Jeshvan 5781     1283


Rav Lior Engelmann

Las canas
Rav Lior Engelmann
(reimpresión)

El mundo – así nos hacen creer – les pertenece a los jóvenes. Ellos - los jóvenes - son hermosos y efervescentes, llenos de fuerza y aspiraciones, marchan a paso rápido, y el mundo marcha con ellos. Es maravilloso ser joven en un mundo donde los jóvenes talentosos suben al estrado, acompañados de estruendosos aplausos del público. Es encantador vivir con la ilusión que quedaremos jóvenes y efervescentes para siempre, y echar del corazón los pensamientos en cuanto a los días de la ancianidad previstos. Cuando llegue nuestro momento de envejecer, haremos todo lo posible para esconder el cambio que se está operando. Toda arruga que aparece en el rostro es como si nos amenazase diciendo que dentro de poco perderemos el mundo - que no le pertenece a los envejecidos - y por ello hay que esconderla. Toda cana como si comenzase la cuenta regresiva, y anuncia que la temida vejez se encuentra en la puerta, apoyándose en un bastón… Cuanto más pasen los días, más intentaremos - como "nuevos envejecidos" - de afianzarnos a la forma de hablar y vestir de los jóvenes, en un intento digno de lástima de conferirnos una apariencia joven. Pero es en vano, el maquillaje no lo logrará, el disfraz de joven causará risa, la vejez llegará, sin duda. La gran pregunta es: ¿Qué traerá consigo esa vejez? Y la respuesta se encuentra en una forma de vida distinta.
Hay alguien que es culpable de esa vejez, hay alguien que lleva la responsabilidad de esas canas que brotan de pronto, y finalmente conquistan toda la cabeza o simplemente se caen sobre la almohada. Alguien que no pensó que el mundo les pertenece a los jóvenes, y pidió que surja en el mundo la bendición de la vejez – en la que nosotros nos obstinamos ver sólo una maldición. Esa persona fue nuestro patriarca Avraham, como cuenta el Midrash: “Dijo Rabí Iehudá Bar Simón; Avraham exigió la vejez. Dijo frente a Él: Señor del mundo, cuando una persona y su hijo entran a algún lado, nadie sabe a quién debe honrar más. Si Tú lo adornas con la vejez, las personas sabrán a quién honrar. Le dijo D’s: ¡Por tu vida! Has exigido algo bueno, y comenzará contigo. Desde el comienzo del libro (Bereshit) no está escrito vejez, de momento que llegó Avraham, le fue entregada la vejez: ‘Y Avraham era viejo, entrado en días’ (Bereshit 24:1)” (Bereshit Rabah 65:9).
Nuestro patriarca Avraham no esconde las señales de la edad, por el contrario, pide para él un tesoro de canas. Y como acostumbra, no sólo piensa en sí mismo, él piensa qué es lo que bendecirá más al mundo, y pide señales externas de la vejez. Él lo pide porque sabe que en un mundo que les pertenece a los jóvenes, no hay humildad. El joven siente que él se encuentra en la cima, es fuerte e inteligente, brillante y exitoso, y no tiene lo qué aprender de nadie. En un mundo donde los viejos son valorados por su sabiduría y experiencia, por lo que hicieron y por ser viejos en sí hay a quién mirar, hay de quién aprender y recibir consejos, hay de quien recibir y a dónde aspirar. En un mundo donde se respeta a los adultos, los jóvenes se hacen humildes. Nuestro patriarca Avraham pide un mundo donde se respete a los ancianos, y se hace merecedor que eso comience con él mismo: Las canas embellecerán su cabeza, y los jóvenes de su generación lo respetarán y reconocerán que el mundo auténtico le pertenece a los ancianos y a los jóvenes humildes.
Nuestro patriarca Avraham sabe que el mundo que le pertenece a los jóvenes es el mundo del materialismo y el avance tecnológico, la carrera y la competencia. En el mundo de los músculos los ancianos no tienen lo qué ofrecer, seguramente también la reina de la belleza será muy joven. Le será difícil al anciano seguir el ritmo acelerado de la ciencia y saber todos los secretos de la computadora. El anciano no es rápido y no impresiona con su belleza, también sus sentidos se han deteriorado, y no puede disfrutar de todas las sensaciones que el mundo le propone a los que se encuentran en él. Y a pesar de ello, nuestro patriarca Avraham desea la vejez, porque tiene algo que les hace mucha falta a los jóvenes, algo que está relacionado con los conceptos del mundo auténtico, el que nos es realmente apreciado.
En la vejez se puede mirar al mundo de una forma más exacta, más profunda. Se puede ser merecedor de saber a D’s, una sabiduría que por los agudizados sentidos de la juventud es desplazada a un lado. Anciano – es el que adquirió sabiduría. No se trata de una sabiduría intelectual común, de un conocimiento de la matemática o la ciencia, en ese sentido nuevamente el intelecto joven y ágil lleva la ventaja. Se trata de una sabiduría profunda, que sabe a D’s, que bien conoce profundamente los conceptos de justicia y rectitud, que no se deslumbra por la pasión y no confunde el bien con el mal. Se trata de la capacidad de diferenciar entre lo principal y lo secundario en la vida.
Es cierto, cuando el anciano se empecina en creer que el mundo de los logros y la competencia, de las pasiones y las adquisiciones es el mundo verdadero, se quiebra en su interior. Pero cuando se da cuenta del mundo más apreciado que las joyas, interno y moral, encuentra en la vejez un tesoro escondido que no les pertenece en absoluto a los jóvenes: “Rabí Ishmael Ben Rabí Iosi dice, los talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) cuanto más envejecen, se les agrega sabiduría, como dice el versículo ‘esta la sabiduría con los ancianos, y con la larga edad el entendimiento’ (Iyov 12:12). Y las personas burdas cuanto más envejecen, se les añade tontería, como dice el versículo ‘quita el habla a los hombres de confianza, y el entendimiento a los ancianos’ (Iyov 12:20)” (Shabat 152A).
Las personas burdas ancianas, cuyo mundo de conceptos es materialista, ven la vejez como una contrariedad, y se ven obligados a vivir su ancianidad envidiando a los jóvenes que aún pueden, añorando los días que pasaron, deseando un mundo que fue, y ya no es.
En contraste, nuestro patriarca Avraham pide la vejez y la recibe, se alegra con ella y la desea, desea su elevación, como si nos dijese que dejemos de escapar de ella, y comencemos a reconocer su valor.


Rav Shlomó Aviner

¿Tener fe o esforzarse?
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: Hay una pregunta general de los judíos creyentes, que también es válida en cuanto a la corona: ¿Tener fe o esforzarse? ¿Acaso esforzarse todo lo posible en el plano médico, o continuar rindiéndole culto a D’s como siempre, y tener fe que D’s nos protegerá?
Respuesta: Esa pregunta tiene que ver con la medicina, pero también con la economía – ¿acaso el trabajo le procura el sustento a la persona, o la fe en D’s? Y también en cuanto al ejército – ¿acaso luchar o tener fe en D’s?
De momento que D’s nos ordenó ambas cosas, por lo visto no hay contradicción. Se lo puede formular en palabras sencillas: Donde termina el esfuerzo, allí comienza la fe. También la fe en que D’s completará nuestro esfuerzo, y también la fe en que D’s enviará éxito a nuestro esfuerzo.
Por ejemplo, Rabí Ianai cuando viajaba en barco se fijaba si tenía algún agujero (Shabat 32A). Todo lo que podía hacer, hacía (véase Ein Ayá allí).
El Ramba”m menciona que hay personas que no se dirigen al médico argumentando que si D’s decretó que la persona muera, morirá también si va al médico. Y si D’s decretó que él viva, también sin comida continuará viviendo. Entonces, mejor es no comer (véase el comentario a la Mishná del Ramba”m, Psajim 4:9).
También nuestro Rav, el Rav Avraham Ben HaRamba”m explica que si D’s nos prometió algo, como que descenderá del cielo Man, por supuesto que debemos tener fe. Pero si la persona se confía del milagro, sin que D’s se lo diga, está pecando con desvergüenza, y genera una profanación del Nombre de D’s (HaMaspik LeOvdei HaShem, editorial Feldheim, pág. 107).
El Rav Kuk escribió al respecto decenas de veces en su libro Ein Aya, que cuando no hay posibilidad de esforzarse, se llega al lugar de los milagros (Ein Aya, Brajot 9:14). Y en contraste, el que se saltea alguna posibilidad de esforzarse es un pecador (allí, 4:28).
Y elevándonos más, nuestro patriarca Iaacov recibió una promesa Divina, “he aquí que Yo estoy contigo, te protegeré en todo camino en el que andes” (Bereshit 28:15). Entonces, ¿por qué temió de su encuentro con Esav y se preparó con obsequios, rezo y disposición a la batalla? (Rashi, allí 32:9). Explica Rabí Itzjak Arama que si hubiese despreciado esos esfuerzos, habría perdido la promesa Divina (Akedat Itzjak allí).
El Rav Kuk escribió al respecto extensamente en su libro Orot: D’s actúa a través de nuestras manos, dentro nuestro.


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Escritura y borrado
Escritura sobre un alimento

Está prohibido en Shabat escribir palabras, letras o números, también si lo hace sobre un alimento. Así también está prohibido hacer dibujos o figuras sobre un alimento. E incluso de forma que la escritura no permanece por largo tiempo está prohibido[1]. Por lo tanto, cuando se sirve en Shabat algún postre que acostumbran a ponerle chocolate o algo similar por encima, hay que cuidarse de no hacerlo dibujando alguna forma, como escritura o dibujo.
Borrado de escritura sobre un alimento
El que borra cuando su intención no es escribir, a pesar de que no trasgrede una prohibición de la Torá escrita, de todas formas nuestros sabios lo prohibieron[2].
Alimentos o galletitas que tienen escritos sobre ellos palabras o letras, dibujos o números, de momento que si las corte o las come las letras o dibujos son rotos y se borran, hay poskim (sabios que determinan la halajá) que escribieron que se debe prohibir su partido o comido en Shabat de ciertas formas, por la prohibición de “borrado” [como fue aclarado anteriormente]. Y a pesar de que ese borrado no tiene por objetivo escribir, de todas formas está prohibido según nuestros sabios.

Escritura en el alimento mismo
Alimentos o galletitas que la escritura en ellos no es con algún material distinto que fue depositado sobre el alimento, sino que el alimento mismo tiene palabras o dibujos grabados o salientes que fueron hechos con un molde especial, no es considerado “escritura”[3], y está permitido en Shabat cortar y comer esos alimentos o galletitas, y no se teme porque borra lo escrito o dibujado sobre ellos[4].
Por ello, jalot que en su base fue grabado el nombre de la panadería, cuando la escritura se hace colocando la masa de las jalot en un molde especial que tienen la forma de las letras en su base, salientes o hundidas, está permitido rebanarlas en Shabat, y no se teme por la prohibición de borrado de letras.
Así también galletitas o similares que tienen escritas sobre ellas letras que se hacen de la masa misma, o que la masa fue modelada de forma de letras o animales, está permitido romperlas y comerlas en Shabat.


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 340, Mishná Brurá inciso 19. Kaf HaJaim inciso 42). Porque incluso lo que fue escrito con bebidas sobre algo que no permanece, como hojas de alguna verdura o similar, está prohibido según nuestros sabios.
[2](Allí, inciso 3, Ram”a. Mishná Brurá inciso 17. Kaf HaJaim inciso 29).
[3]Es decir, está permitido comer esos alimentos, a pesar de que la escritura se borra de esa forma. Pero está prohibido en Shabat o Iom Tov grabar en el alimento letras o dibujos, y también está prohibido hornear en Iom Tov pan en un molde que tiene dibujos o letras (500, Mishná Brurá inciso 17. Jaiei Adam 92 inciso 3).
[4](340, Mishná Brurá inciso 15. Kaf HaJaim inciso 31). Y véase Kaf HaJaim allí, que terminó diciendo que “de todas formas, el que es más estricto será bendecido”. Y véase Kaf HaJaim (inciso 44) que escribió que es bueno romper las galletitas con la mano izquierda.
Y véase más en Jazon Ish (61 inciso 1).