Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Koraj     28 de Sivan 5780     1263 


“Toda la congregación, todos ellos son santos”
Rav Iair Frank
(reimpresión)

El argumento de Koraj – “toda la congregación, todos ellos son santos” (Bamidvar 16:3) – tiene algo de cierto, y esconde una idea muy profunda. Justamente por ello debemos aclarar ese punto a fondo, para poder discernir entre lo puro que hay en esa idea y lo impuro que la acompaña.
Esa tarea es importante sobre todo en esta generación, cuando la singularidad y la importancia de cada individuo son muy recalcadas. La sensación interna de la persona es que debe desarrollar y expresar su propia “letra” de la Torá, y todo conocimiento o sentimiento que reciba del exterior son sólo una ayuda para descubrir la raíz de su alma. ¿Qué es en este caso lo que está enraizado con la kdushá (santidad), y hay que adoptarlo, y qué es lo que está enraizado con la impureza y la obscenidad, que dificulta la búsqueda de la verdad y la vida de kdushá?
Si releemos las Parshiot de la Torá, encontraremos que no sólo Koraj es el que utiliza ese argumento. Y en cada ocasión, debemos analizar – de acuerdo a su entorno y sus consecuencias - ¿de qué aspecto de la persona llega ese argumento? ¿Qué es lo que se esconde detrás de esas palabras?
Respecto a la congregación de Koraj – esas 250 personas con sus incensarios – la Torá dice que eran “príncipes de la congregación” (Bamidvar 16:2). Ellos murieron por haber pecado. Pero mientras que Koraj, Datan y Aviram descendieron vivos a las profundidades, esas 250 personas murieron frente a D’s, y finalmente de sus incensarios Elazar HaCohen hizo “cubierta del altar, porque los han presentado delante del Eterno, por tanto son santificados” (Bamidvar 17:3). Es evidente que se trata de un pecado - pero no como el de Koraj.
En el caso de Koraj, él era motivado por un gran orgullo y el deseo de gobernar y ser honorado. El argumento de la igualdad era sólo una artimaña, para hacerse valer y desafiar a Moshé y Aharon. Un orgullo en cuyo origen se encuentra la anulación del prójimo y la arrogancia, “todo el que descalifica, ve su propio defecto”. Pero los que ofrecieron el incienso, en el origen de sus acciones se encontraba el deseo de vincularse con D’s auténticamente. Y en efecto, el Ramba”n y el Rav Even Ezra escriben que esas personas eran primogénitos, que anteriormente eran los que deberían rendir culto en el Mishkan (Tabernáculo), y fueron reemplazados por los Leviitas después del Pecado del Becerro de Oro. Su argumento era muy sencillo: Toda persona, toda familia, se merece rendirle culto a D’s, y no solamente una tribu o una familia elegida. ¿Cuál fue el origen de su equivocación?
En efecto, cada uno tiene una vinculación singular única con la kdushá, y desde ese punto de vista deberían ser todos iguales – ya que cada uno es importante y único. Pero desde el principio de la creación – y sobre todo después del Pecado del Primer Hombre y el Pecado del Becerro de Oro – hay en el mundo niveles distintos. Hay quien es como la “cabeza”, hay quien es como el “corazón”, y hay quien es “mano” o “pie”. Cada uno es importante, como parte de la plenitud humana. Pero cada uno tiene que saber cuál es su lugar, y debe reconocer la necesidad de recibir de los demás y ser partícipe de los demás miembros de ese “cuerpo” – ya que también ellos tienen un papel. Y sobre todo, debe ser capaz de recibir y anularse frente a las grandes almas genéricas, que entregan la vida a toda la plenitud humana.
Es más, la persona debe discernir entre su potencial y su nivel en la práctica. A veces la persona siente que se esconde en él algo especial, pero debe saber que eso todavía se encuentra oculto y en pequeño, está cubierto por muchas cáscaras y deberá esforzarse y desarrollarse antes que pueda salir a flote. En su camino a esa meta, deberá ayudarse y recibir de otras almas. Muchas veces el orgullo es producto del potencial de algún talento bueno y adecuado, pero la persona todavía no supo sacarlo a flote y por ello él llena el vacío con la impureza del orgullo. Quiere encontrar su lugar anulando a los demás. En contraste, la persona que logró plasmar en la práctica su talento ya no necesita del orgullo en absoluto, y se puede encontrar en él la sencillez de la humildad.
Esa diferenciación está ligada a un punto más profundo aún: ¿Acaso la persona busca realmente la vinculación con D’s y el corregimiento del mundo, y por ello desea descubrir su alma? ¿O en realidad lo importante para él es descubrirse a sí mismo? En el segundo caso, si bien no se trata precisamente de orgullo, no se trata tampoco de una pureza de corazón auténtica. El que realmente busca la vinculación con D’s, y realmente le interesa la corrección del mundo, se alegra con la elevación de todas las criaturas y está dispuesto a escuchar y recibir de todo el que busca a D’s. Y sobre todo de los talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) de su generación, respecto a los cuales fue dicho que “‘al Eterno, tu D’s, temerás’ (Dvarim 6:13) – incluye también a los talmidei jajamim” (Kidushin 57A). Él entiende cuánto puede aprender de su sabiduría y sus acciones.
Esos talmidei jajamim auténticos no buscan en absoluto el señoreo ni el honor, sólo entregar fuerzas y vida a cada uno para que logre revelar lo que se esconde en su corazón, y de esa forma edificar a toda la Casa de Israel. Y en efecto, un argumento similar al de Koraj y su gente lo encontramos en boca de Moshé mismo. Ioshua Bin Nun celó al gobierno de Moshé y los setenta sabios cuando Eldad y Meidad profetizaron dentro del campamento y empañaron las diferencias de niveles. Pero Moshé le contesta de corazón, “ojalá que todo el pueblo del Eterno fuesen profetas, y que pusiera el Eterno Su espíritu sobre ellos” (Bamidvar 11:29). En efecto, “el varón Moshé era muy modesto, más que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra” (Bamidvar 12:3) y todo su deseo es hacer el bien para todos y elevar todas las almas de Israel.
“... Este será el pacto que haré con la Casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno, pondré Mi Torá en sus entrañas, y en su corazón la escribiré, y Yo seré su D's, y ellos serán Mi pueblo. Y no enseñarán más cada cual a su compañero y cada cual a su hermano, diciendo; conoced al Eterno. Porque todos ellos, dice el Eterno, Me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor de ellos, dice el Eterno, porque Yo perdonaré su iniquidad, y no Me acordaré más de sus pecados” (Irmya 31:32-33). 


Rav Shlomó Aviner

El Plan del Siglo – un crimen nacional
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Acaso el nuevo plan del que se habla, según el cual seccionarán nuestra tierra, es bueno?
Respuesta: ¡Hay de la pregunta! Ella demuestra que el pueblo está confundido. También la galut (el exilio) atontó totalmente nuestra salud nacional. Hay de la pregunta, y más aun de la respuesta positiva de parte de nuestros hermanos.
Y hay cuatro razones, como la conocida división de todo lo que tiene que ser analizado en cuatro aspectos, que todas ellas son ciertas: Divina, moral, religiosa y nacional.
Comenzaremos esta vez con el aspecto nacional. Un pueblo que está dispuesto a entregar de su tierra a un pueblo ajeno es un crimen nacional. Un pueblo y su tierra son una misma esencia única. El que divide parte de la tierra, es como si cortase parte del pueblo.
Quizás ustedes digan: Si es así, ¿cómo subsistimos en la galut sin una tierra? Subsistimos en base al recuerdo del pasado. Es como una persona que no puede vivir sin oxígeno. Y cuando se zambulle en agua profunda, a pesar de ello logra subsistir, gracias al oxigeno que aspiró antes – hasta que se le termine. El oxígeno de Am Israel (el Pueblo de Israel) en la galut se terminó, y sufrimos un Holocausto espantoso, y después sufrimos otro holocausto espiritual espantoso de casamientos mixtos. El consentimiento de edificar un estado árabe en el 70% de Iehudá y Shomrón (Judea y Samaria) no tiene par en toda la historia mundial.
Una excepción fue lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, cuando los franceses se rindieron frente a los alemanes porque no tuvieron más remedio, y firmaron un acuerdo que el norte este bajo el poder del conquistador, y el sur sea considerado cierta autonomía francesa. Lamentablemente, también del sur fueron enviados judíos a los campamentos de exterminio. Después de la guerra, todos los que fueron partícipes de ese acuerdo traicionero fueron juzgados. El mariscal Philippe Pétain no fue condenado con la muerte por ser un héroe de la Primera Guerra Mundial, pero su ayudante Pierre Laval fue ejecutado por traición. ¿Cuál era la alternativa? Continuar luchando con todos los medios, como por ejemplo lo hizo el General Charles de Gaulle.
Por supuesto, nuestra situación no es similar en absoluto, nadie viene a conquistar nuestra tierra. Lo intentaron tres veces y fracasaron, y ahora ni siquiera piensan en ello. Salvo Irán, que es el enemigo de turno que intenta basar fuerzas militares en Siria, y no lo logra, porque de vez en cuando los bombardeamos con nuestra fuerza aérea. Pero si hubiese una situación en la que el enemigo conquistase nuestra tierra, D’s no lo permita, la solución no sería renuncias sino que sacrificio en la lucha.
Otra excepción fue Checoslovaquia, cuando Hitler exigió con vigor que las zonas fronterizas de los Sudetes sean anexadas a Alemania, porque vivían en ellas cientos de miles de alemanes. Y si no consentirán, amenazó con la guerra. Y si consentirán, prometió paz eterna en Europa. Inglaterra y Francia temieron de una guerra similar a la Primera Guerra Mundial, que fue la más terrible hasta ese momento en el mundo, y por ello presionaron mucho a Checoslovaquia, que terminó rindiéndose. Pero después de algunos meses Hitler conquistó todo el país, y continuó conquistando, y todos sabemos cuál fue el terrible precio de esa política pacifista equivocada. Pero por supuesto, no es similar en absoluto a la situación en nuestra tierra.
Como hemos dicho, un pueblo que sacrifica parte de su tierra es como si se sacrificase a sí mismo, y su destino es perecer. Hace 150 años el historiador y pensador francés secular Ernest Renan, escribió en su libro “¿Qué es una nación?” que no es la lengua, la religión o la raza los que aúnan un pueblo, sino que dos cosas: El recuerdo del pasado, que todos forjaron con fuerzas conjuntas. Y el deseo de continuar ese pasado y fortalecerlo. No alcanza con un museo nostálgico del pasado, sino que se lo debe continuar en el futuro. Eso es lo que apuntala la nación, y por mérito de ello edificamos el Estado de Israel y luchamos nuestra guerra de independencia.
Quizás ustedes digan: ¿Acaso no es necesario recibir el reconocimiento de los americanos en cuanto al Valle del Jordán y otros lugares? No. No necesitamos su reconocimiento. Eretz Israel (la Tierra de Israel) es nuestra, sin necesidad de reconocimientos. ¡¿Acaso los americanos no leyeron el Tana”j (La Biblia), e incluso los musulmanes no leyeron el Corán?!
De todas formas, alcanza con que nosotros mismos lo reconozcamos, y entonces también los demás pueblos del mundo consentirán. Ocurrió una vez que presionaron a la Primer Ministro Golda Meir para que renuncie – ya que las presiones para que renunciemos se repiten todos los años, la misma señora con otro vestido. De momento que se negó, los americanos amenazaron que si así es, no nos abastecerán más de armas. Contestó: ¡Viviremos y veremos! En una clase que impartí a mujeres, mencioné eso y dije: “¡Eso es un hombre!”. Las mujeres me corrigieron: “¡Eso es una mujer!”. Por supuesto, ellas tienen razón.
Y hay otras almas débiles que proponen una jugarreta política: Nos haremos los que aceptamos, y después que declaremos la soberanía, de momento que los árabes seguramente no cumplirán su obligación de desarmar el movimiento Hamas, cesar de pagarles a las familias de los terroristas y reconocer el Estado de Israel, no tendremos que edificar un estado palestino. Es más, se necesita una inversión de 50 millares de dólares, que no son los americanos los que deben aportarlos, sino que donaciones de los países árabes, y tampoco eso se ve en el horizonte.
Esa proposición no toma en cuenta que los árabes están muy acostumbrados a mentir. Todos los acuerdos que firmamos con los palestinos ellos no los cumplieron. Por supuesto, ellos se basan en el antecedente de Muhammad en la batalla de la ciudad Medina, que está permitido y es una obligación religiosa para apoderarse de toda nuestra tierra.
Pero no es ese el problema central, sino que firmar un acuerdo en el que entregamos parte de nuestra tierra para que se edifique en ella un país ajeno. Eso en sí es una desgracia nacional, como mencionamos citando a Renan. Nuestra tierra no es una mercadería, sino que parte de nuestra vida, y para ello se necesita vigor nacional, y no complejo de felpudo. Y sobre todo cuando nosotros nos fortalecemos en el plano económico, militar, político e internacional, de año en año. Y como es sabido, todos los países árabes menosprecian a los palestinos, salvo Irán.
Si hubiésemos sido tan felpudos en el pasado, el estado no hubiese nacido, y no habríamos luchado la Guerra de la Independencia, que en su momento fue una guerra de subsistencia muy peligrosa.
En resumen, aparte de que se trata de un negocio que no es rentable, es también un negocio de crimen, porque no se comercia con la tierra.
¡Qué extraño es que personas buenas y rectas no lo entienden! En efecto, una gran confusión producto de la larga galut.
Nos fortaleceremos y vigorizaremos.


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Melaben
Utensilios de madera

Tratándose de utensilios o muebles de madera, no es relevante la prohibición de lavado, y está permitido limpiarlos en Shabat[1]. Por ejemplo, está permitido volcar sobre ellos agua o remojarlos en agua para quitar alguna suciedad. Una mesa o un banco [sin acolchado] de madera o similar, está permitido volcar sobre ellos agua para quitarles alguna suciedad. Así también si se les adhirió algún resto de comida, está permitido volcar sobre ellos agua y frotarlos con la mano o con algún utensilio en el lugar de la suciedad para quitarla.
Lavado de utensilios
Así también cubiertos o utensilios de comida que están sucios, como boles, platos y similares, está permitido remojarlos en agua y lavarlos, e incluso está permitido frotarlos para quitar la suciedad de ellos[2].
También tratándose de esas cosas respecto a las cuales no es relevante hablar de prohibición de lavado, lo que fue permitido en Shabat es sólo limpiarlas porque le son necesarias en ese Shabat. De lo contrario, no está permitido.

Esponja
Cuando se lava utensilios en Shabat está prohibido utilizar una esponja, por la prohibición de escurrido, ya que no es posible evitar escurrir la esponja entre sus dedos cuando la sostiene[3]. Así también está prohibido limpiar la mesa o un banco con un trapo húmedo, por la prohibición de escurrido[4].
Secado de la mesa
Una mesa, banco o similar sobre los que se volcó agua, si se quiere poner alguna prenda en donde está mojado para que absorba el agua, se debe utilizar sólo un trapo o prenda que por lo general no se lo seca después, y no le importa que quede mojado. Pero una prenda que le importa y se cuida que no quede empapada con agua, no se debe depositar en el lugar húmedo para absorber el agua, porque se teme que llegue a escurrirla[5], como será aclarado más adelante.


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 302, Mishná Brurá inciso 41).
[2](Shuljan Aruj, Orej Jaim 323 inciso 6 y 9. Mishná Brurá inciso 28).
[3](Véase Shuljan Aruj, Orej Jaim 320 inciso 17. Mishná Brurá inciso 48. Kaf HaJaim inciso 91 y 93). Y véase Biur Halajá (allí, comienza sfog) en cuanto a una esponja seca que Elia Rabah y Tosefet Shabat se inclinan a ser más estrictos, porque nuestros sabios no diferenciaron. Y el Biur Halajá no determinó.
[4](Según lo anteriormente mencionado).
[5](Shuljan Aruj, Orej Jaim 302, Mishná Brurá inciso 51 y 60).
Un mantel de tela que está tendido sobre la mesa y se volcó sobre él agua, no se debe utilizar un cuchillo o similar para arrastrar el agua fuera de la mesa, porque se teme que de esa forma se escurra el mantel, incluso si no lo hace con fuerza. También de esa forma humedece partes secas del mantel, y se teme que está lavando, según la regla que su remojado es su lavado. Y si es muy necesario, si arrastra el agua con el cuchillo sin hacer fuerza, está permitido (320 inciso 18. Biur Halajá comienza tov).