Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Ree     30 de Av 5778    
Rosh Jodesh     1181 


El juicio que no terminó
Rav Ziv Rave

Bagat”z (Suprema Corte de Justicia). Fuera del tribunal cientos de miles protestan, con carteles como “la Torá no será juzgada”, “en el lugar de la justicia está la maldad, y en el lugar de la rectitud hay iniquidad” (Kohelet 3:16) - y enfrente, un puñado de personas esgrimen carteles como “debemos cuidar a Israel democrática” y similares. El jurado está compuesto por dos mujeres jueces israelíes, y un juez árabe, que fueron elegidos cuidadosamente según sus ideas. El fiscal, Iohan Volkswagen, es un abogado alemán brillante que estudió para ese juicio el idioma hebreo sólo en cuarenta días, y lo habla con más fluencia que el Rav HaRashi (Supremo Rabino). Desde que comenzó a ocuparse de ese expediente recibe un sueldo de un millón de euros por día, del “Fondo Europeo del Cuidado de Israel Democrática”. El abogado defensor, Zjaria Ben Iehoiada llegó en forma voluntaria, y para ser francos debemos decir que no es un abogado para nada. Con una barba blanca brillante muy acuerdo con su semblante, ojos inteligentes y buenos, vestido de blanco, desde los zapatos hasta el gorro, se ve como si llegase de otra época. Y quizás realmente ha llegado de otra época, ¿quién sabe?
Para ser francos, no era posible sentar en la silla de los acusados al que tenía que sentarse en ella: D’s. Pero de momento que “todo el mundo está colmado de su honor” (Ishaya 6:3) eligieron poner en su lugar un libro de la Torá, que de acuerdo a todas las opiniones representa a D’s fielmente. El argumento de la fiscalía es que D’s es el enemigo de la democracia, y hay que sacar fuera de la ley del Estado de Israel sus ideas y sus seguidores. Las acusaciones se extienden a lo largo de un grueso expediente con 613 incisos, con culpaciones y pruebas varias. Luego de que la jueza superior comenzó el juicio, llegó el turno del discurso del fiscal Iohan Volkswagen: “Honrados jueces, está escrito en la Parashá Ree (Dvarim 12:2-3): ‘Destruirán completamente todos los sitios donde ahí hayan rendido culto los pueblos a quienes ustedes conquistan; a sus dioses sobre las altas montañas y sobre los valles, y debajo de todo árbol frondoso. Demolerán sus altares y despedazarán sus pilares; sus árboles de culto quemarán al fuego; derribarán las imágenes talladas de sus dioses y destruirán sus nombres de ese sitio’. La fiscalía ve en esa mitzva algo anti democrático en forma clara, realmente una orden de lo alto que es contraria a la libertad de pensamiento y de culto acostumbrados en el país, e incita a destruir iglesias y templos santos”.
La jueza: “Señor Zjaria, ¿acaso la Torá tiene lo qué decir al respecto?”. Rabí Zjaria: “En una época en la que hay debilidad espiritual y el gobierno toma en cuenta factores políticos en sus decisiones, no se está interesado en destruir templos de idolatría, no sea que edifiquen más hermosos a cuestas de los impuestos. Como dicen nuestros sabios: No te apures a destruir templos de gentiles, no sea que los reconstruyas con tus propias manos, no sea que destruyas de ladrillos y te digan construirlo de piedras, de piedras y te digan construirlo de madera” (Midrash Tanaim, Dvarim 12:2). La jueza: “Yo estoy conmocionada. De tus palabras entiendo que cuando Israel estén más erguidos, ¿cada uno podrá destruir?”. Rabí Zjaria: “¡D’s no lo permita!, este es un país que se rige según la ley, con un gobierno central, está prohibido que la persona particular tome la ley en las manos. La policía o el ejército deben hacerlo, según las órdenes impartidas por el gobierno”. La jueza: “¿Acaso se te ocurre que algo así puede ser hecho en un país democrático?”. Zjaria: “¿Acaso tú crees que en un país democrático el ejército y la policía pueden expulsar judíos de sus casas y destruir una zona entera del país, incluso muchos Batei Kneset (Sinagogas), D’s se apiade?”. “Señor Zjaria, te llamo al orden. Te recuerdo que tú eres el abogado defensor, y no la fiscalía. Como he dicho, tu describes una acción anti democrática
clara”. Rabí Zjaria: “Entonces, debemos decir la verdad: Hay un problema con la democracia. La Torá es Divina y es eterna, y la democracia es una invención humana. La Torá no legitima la idolatría y otras acciones e ideas que son nocivas para el mundo, a pesar que el liberalismo lo considera ‘todo lo bueno y lindo en el país’”.
La jueza: “¡En la época en que nosotros vivimos coerción de ideas es totalmente insoportable!”. Rabí Zjaria: “Entonces, ¿por qué es la Torá enjuiciada? ¿Por qué personas creyentes son obligadas a enderezarse según el pluralismo liberal?”. Silencio en la sala… La  jueza golpeó con el martillo, antes de saber qué es lo que va a decir. “Señor Zjaria, esta es la última advertencia: Usted abusa de su autoridad, no es la democracia la que está siendo juzgada sino que la Torá”. Rabí Zjaria: “¡Ese es justamente el problema! De una vez por todas debemos decir que no es la mayoría la que determina, sino que D’s determina. Se puede hacer una votación democrática, pero sólo en los campos en los que no hay una determinación Divina explícita en la Torá”. La jueza comenzó a golpear con el martillo nerviosamente, “cállate enseguida, o el juicio será terminado”, pero Rabí Zjaria continuó con tranquilidad, “ustedes se postran frente al ídolo que crearon con sus propias manos, ‘no apelaremos más a los dioses que son obra de nuestras manos’ (Oshea 14:4), esa es la democracia. El Estado de Israel es kodesh (santo), ‘la base del trono de D’s en el mundo, que toda su aspiración es que D’s sea uno y su nombre uno’ (Orot Israel 6:7), la aspiración de Israel es ‘dirigir nuestro reinado de acuerdo a las bases del bien y la sabiduría, la rectitud y el resplandor Divino claro’ (Orot HaMiljama 3), pero la democracia no es kodesh, es una forma de dirección de la vida colmada de influencias ajenas, sin capacidad de aceptar la orientación Divina que la elevará realmente. Toda la verdad se desluce a través de la democracia, ‘Ierushalaim fue destruida cuando igualaron el pequeño al grande’ (Shabat 119B)”.
“¡Hasta aquí!”, gritó la jueza colorada, señalándoles a los guardias del tribunal con el dedo. Rabí Zjaria es expulsado con brutalidad del tribunal, tapándole la boca… 


Rav Shlomó Aviner

Bebés para pervertidos
Rav Shlomó Aviner

En nuestro frío y distanciado mundo se puede comprar todo, “el dinero responde por todo” (Kohelet 10:19). Incluso un bebé. ¿De qué estamos hablando? De la ley de alquiler de vientre de la que se habla en los últimos tiempos: Una pareja de hombres que viven una vida prohibida, podrán añadir a su pecado y comprar un bebé – a condición de que sean ricos. Por supuesto, sin preguntarle a ese niño si eso es lo que quiere en su vida, vivir una vida anormal y deshecha.
Por supuesto que no encontrarán ni un solo posek (sabio que determina la halajá), ningún gran estudioso de la Torá, ningún sabio del kodesh
(lo santo) que encuentre alguna forma de permitir algo semejante. Cuando hay un problema médico y una pareja no puede tener hijos, y la mujer no puede ser fecundada en la forma corriente – entendemos que se puede justificar de alguna forma el alquiler de vientre. Pero una pareja de hombres homosexuales, que viven una vida prohibida definida como “abominación” por la Torá, que se compren un bebé - ¿dónde le encontrarán a algo así algún asidero en nuestra Torá santa?
Pero la verdad debe ser dicha, para entender algo así no se necesita la Torá como fuente Divina, alcanza con un poco de cordura natural, un poco de moral natural, un poco de rectitud humana básica. Todos sabemos que la pequeña criatura más desgraciada es el huérfano, un huérfano de padre y mucho más un huérfano de madre. Lamentablemente eso ocurre cuando la madre fallece por alguna enfermedad o accidente o atentado, y entonces no hay límite a las lágrimas que son vertidas. ¿Y en este caso crearemos con nuestras propias manos un huérfano de madre? ¿Hasta ese punto llegará nuestra crueldad?
¿Acaso un niño sin madre es normal? ¿Acaso es lógico? ¿Quizás han olvidado qué es “madre”? ¿Quizás deben leer otra vez los libros de la gran socióloga Margaret Mead?
Quizás ustedes esgrimen a los cuatro vientos el estandarte de la libertad, pero recuerden la gran regla de John Stuart Mill cuando habló de la libertad: Tu libertad termina donde hiere la libertad de tu prójimo.
¿Acaso ese niño tendrá plena libertad sin madre? Quizás ustedes exigirán la plasmación del derecho de ese hombre homosexual de su amor. Lo escuchamos. ¿Y el bebé no tiene derecho de realización personal? ¿Leyeron los informes de las trabajadoras sociales respecto a lo que le ocurre a niños como esos?
¿Leyeron sobre un niño como ese que volvía avergonzado de la jardinera cuando los otros niños se burlaban de él: ¡No tienes madre! ¡No tienes madre!? ¿Leyeron sobre la niña que se despertaba todas las noches llorando amargamente: ¡Mamá! ¡Mamá!? ¿Leyeron sobre la pequeña niña que le preguntaba a los dos hombres que se apoderaron de su vida, ¿dónde está mi madre? Y ellos le contestaron que es una estudiante en la facultad de medicina? Entonces ella se paraba allí todos los días al final de los estudios y le preguntaba a las estudiantes: ¿Quizás tú eres mi madre?
¡Hay que poner límite a la oscuridad! ¡Hay que poner límite a la abominación al cuadrado! Un poco de humanismo. Un poquito.


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
La salida del Shabat
Cuando alguien recita la bendición de la Habdala y otros cumplen su obligación escuchándolo, es mejor que también en las bendiciones de las especies y de la vela ellos cumplan su obligación escuchándolo y no bendigan de por sí mismos, porque “con mucho pueblo se enaltece al rey” [1].
Pero hay quienes acostumbran que también cuando escuchan la bendición de la Habdala de otro, de todas formas las bendiciones de las especies y la vela las bendicen cada uno de por sí mismo[2].
Los que acostumbran que cada uno bendice esas bendiciones de por sí mismo deben cuidarse de terminar su bendición antes de que el que bendice para los otros comience la bendición de la Habdala, porque de momento que cumplen su obligación escuchándolo deben escuchar atentamente su bendición, desde el principio hasta el final. Y también el que bendice para los otros debe estar atento, y no comenzará la bendición de la Habdala hasta que los presentes hayan terminado de bendecir sobre las especies y la vela[3].
Si no puede cumplir su obligación escuchando la bendición de “bore meorei haesh” que bendice el que recita la Habdala - por ejemplo si se encuentra lejos de la vela y no puede disfrutar de su luz - entonces no debe tener intención de cumplir su obligación escuchando la bendición, sino que bendecirá de por sí mismo luego de la Habdala, cuando este cerca de la vela[4].
El que escucha de otro la bendición “hamabdil bein kodesh lejol” y tenía intención de cumplir su obligación escuchando la bendición, incluso si cuando el que recita las bendiciones y bendijo sobre el vino no tenía esa intención, cumplió con su obligación de la Habdala, porque la bendición “hamabdil” es la principal[5]. Pero en ese caso tiene prohibido beber del vino sin antes bendecir de por sí mismo[6].


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 297 inciso 13. Y véase 298 14 Mishná Brurá inciso 37, Kaf HaJaim inciso 70).
[2](Aruj HaShuljan 297 inciso 7. Y en 298 inciso 16 escribió que la costumbre en cuanto a la vela y las especies es que cada uno bendice de por sí mismo).
[3](297, Mishná Brurá inciso 13).
[4](Allí).
[5](297, Mishná Brurá inciso 33, Kaf HaJaim inciso 47 citando a Maguen Avraham, y Shuljan Aruj HaRav inciso 18).
E incluso si no escuchó en absoluto la bendición del vino, no es crítico y cumplió con la obligación de la Habdala (Shuljan Aruj HaRav allí).

[6](Allí, Mishná Brurá citando a Pri Megadim, Shuljan Aruj HaRav allí. Y Kaf HaJaim los citó allí).