Parashat Vaieji 12 de
Tevet 5778 No
1150
Rav
Azriel Ariel (reimpresión)
Nuestro patriarca Iaacov se encuentra al
final de sus días. Sus hijos están alrededor de su cama,
tristes y llorando. No
se encuentran en la tierra de sus antepasados, sino que en una tierra
extraña,
al principio de una larga galut (exilio). Anhelan escuchar
palabras de
consuelo de su padre. También su padre Iaacov quiere
fortalecerlos antes de
retirarse de este mundo, y hacerles saber lo que les deparará el
futuro.
“Juntaos, y os haré conocer lo que os sucederá al fin de
los días” (Bereshit
49:1). Pero justamente en ese momento lo abandonó
Imaginemos ¿qué sucedería si hubiésemos
recibido respuestas detalladas a esas preguntas, si tuviésemos
un programa
minucioso de lo que ocurrirá en cada momento? Podemos suponer
que viviríamos
nuestras vidas con indiferencia y aburrimiento, o en el mejor de los
casos con
pasividad. ¿Para qué esforzarnos, tomar la iniciativa y
actuar, si todo es
sabido de antemano? No es eso lo que D’s pretende de nosotros. A partir
del
momento en que fue aclarado que la gueulá (Redención)
llega en forma
natural, fue aclarado también que la gueulá llega
a través de la
participación plena de las personas. Tenemos que tomar la
iniciativa y actuar,
ser responsables de nuestros actos y aprender de nuestros fracasos.
Pero por
supuesto, eso no quiere decir que traemos la gueulá con
nuestros
esfuerzos, sino que hay quien dirige y orienta desde arriba. Hay quien
crea las
oportunidades, y Él introduce la segunda oportunidad
también cuando la primera
fue desaprovechada. Hay quien pone obstáculos y retos en el
camino - que
haciéndoles frente se impulsa el proceso hacia adelante.
Él es el que nos
enseña por el duro camino si nos equivocamos, y Él
también es el que abre
delante de nosotros los portones de los senderos para corregir cuando
fracasamos y nos equivocamos.
Con una intuición excepcional lo expresó
Moshé Dayan cuando pronunció su discurso hace unos 40
años, frente a los
oficiales que habían concluido el Curso de Alto Rango del
ejército. Y así dijo:
“Dije ‘¿qué será?’, y no dije ‘¿qué
será al final?’. Lo hice porque me parece
que el énfasis de esa pregunta judía es en el camino,
y no en la meta
final. El énfasis es en el proceso y en la lucha, y no en la
última
estación… Por ello, yo creo que la respuesta central,
básica, que podemos dar a
la pregunta ‘¿qué será?’, es: Continuaremos
luchando… Debemos estar preparados
anímicamente y físicamente para un proceso continuo de
lucha, más que andar
fijando fechas y programas para alcanzar el descanso y la calma”.
Por ello, nos fueron ocultados los
complicados caminos de la gueulá de Israel. Un anhelo
activo de la
salvación nos acompañará en todos los momentos de
nuestra vida. Pensaremos,
aclararemos, actuaremos y haremos, nos equivocaremos, aprenderemos de
los
errores y corregiremos, “hasta que sople el céfiro del amanecer,
y huyan las
sombras”, e iremos “al monte de la mirra, y a la colina del incienso”
(Shir HaShirim
4:6).
En las palabras de Iaacov para sus hijos,
a fin de cuentas, no fue comunicada ninguna “información
secreta”: El final no
fue revelado. Pero les dijo algo muy importante: Tú,
Iehudá, debes ser como un
león. Y tú, Binyamin, como un lobo. Y tú, Isajar,
serás como un burro de carga.
Y tú, Naftali, serás como una gacela suelta. Cada uno
debe actuar según sus
cualidades particulares, para hacer llegar a todo el pueblo a su meta.
Pero no
preguntes: “¿Qué pasará al final?” – esa pregunta
no es la correcta. Debes
preguntarte cada día: “¿Qué debo hacer yo?”.
“¿Qué debo hacer hoy, con las
facultades particulares que D’s me ha dado a mí?”. Y entonces,
se cumplirá en
cada uno de nosotros la expresión "todos los días de tu
vida – para hacer
llegar los días del Meshiaj (Mesías)".
Temeréis
Mi Mikdash
Rav
Shlomó Aviner
“Temeréis Mi
Mikdash” (Vaikra 26:2). Por supuesto, “no del Mikdash tu
temes,
sino que del que te ordenó reverenciarlo” (Iebamot 6B), y eso es
válido también
cuando el Beit HaMikdash (El Templo) está desolado
(allí).
Por ello,
no subimos al Har HaBait (el Monte del Templo).
Y el Rav
Kuk publicaba el mismo panfleto cada año, cuando se acercaban
las fiestas:
“Queridos hermanos que llegan a nuestra santa ciudad Ierushalaim, que
será reconstruida,
de lejos y de cerca, cuídense por favor de la severa
prohibición de entrar en
el lugar del Mikdash y el Har HaBait”.
Hay
quienes arguyen que si así haremos, renunciamos a nuestra
autoridad sobre ese
lugar. Por lo contrario, dijo el Rav Kuk: “Y la razón por la
cual no entramos
más allá del Kotel (Muro de los Lamentos), no es
por falta de derecho o poca
relación con ese santo lugar, sino que justamente por nuestro
fuerte lazo a él
y a su elevada santidad” (carta, fue citada en el libro Kotlenu
pág. 220).
Y así escribió
nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk: “Toda la estricta
prohibición según la halajá
que acostumbramos de no entrar allí… no daña o disminuye
en lo más mínimo el
valor de nuestra soberanía de pertenencia sobre el
perímetro de ese lugar santo
singular” (LeNetivot Israel Bet 281).
Y hay
quienes arguyen que en cuanto a Eretz Israel (
Y no es
por azar que el temor se encuentra en el libro Mesilat Iesharim
en los
altos niveles de los capítulos 24 – 25, y él describe el
tremendo temor al
pecado de nuestro patriarca Avraham y nuestro Rav Moshé.
Esa es la
regla, no a través del desprecio del Har HaBait
llegaremos al Beit
HaMikdash, sino que por el contrario, a través del temor del
Mikdash.
Por ello, cuánto debemos alegrarnos que finalmente surgió
la organización “Mora
Mikdash” que enarboló como estandarte ese elevado tema, el
temor por el Har
HaBait y la subida a él.
Todo el
que done para ello, recibirá la bendición del cielo,
desde el Mikdash.
Para más
detalles, lemoramikdash@gmail.com, 053-241-8479
Meorot
HaShabat
El cometido de esta sección es
familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat.
Cada uno
debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en
cuanto a los
detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Las comidas de Shabat
Cuando bendice sobre algo para
comerlo, debe tomarlo con la mano derecha[1],
para demorarse lo menos posible entre la
bendición y el comido[2],
y para prestar atención al
alimento sobre el que bendice[3].
Cuando bendice la bendición hamotzi
del pan, debe tomar los dos panes con su mano[4].
Y es bueno que cuando
bendice ponga ambas manos sobre ellos, que tienen diez dedos, en
paralelo a las
diez mitzvot que se cumplen en la preparación del pan[5].
Cuando bendice y menciona el nombre
de D’s, elevará los panes[6].
Cuando los invitados cumplen con su
obligación de bendecir escuchando al que bendice, cortará
el pan sólo después
que hayan terminado de contestar Amén a su
bendición la mayoría de los reunidos[7].
No es necesario cortar de ambos
panes, alcanza con cortar sólo uno. De momento que la mitzva
de los dos
panes en Shabat es en recuerdo del Man, y sólo
fue mencionado al
respecto dos panes cuando era recolectado, es decir, cuando los toma en
su mano
cuando bendice, así se acostumbra[8].
Y hay quienes acostumbran a
cortar de ambos panes[9].
El Shuljan Aruj escribió que
debe cortar del pan de abajo[10].
Y el Ram”a escribió
que eso es justamente en la noche de Shabat, pero en el
día de Shabat
o la noche de Iom Tov debe cortar del pan de arriba, y la
razón de esas
costumbres es según los temas esotéricos[11].
Cuando corta del pan de abajo, debe
ponerlo más cerca de él que el pan de arriba, para que
cuando corte de él no
“saltee” las mitzvot[12].
[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 167 inciso 3, 206
inciso 4).
[2](167, Mishná Brurá inciso 22
citando a Maguen
Avraham).
[3](206 inciso 4, Mishná Brurá inciso
17 citando
al Lebush). Y si ya lo hizo, incluso si no lo tomó para nada
durante toda la
bendición, cumplió con su obligación
(allí). Y en Kaf HaJaim (allí, inciso 33)
escribió que si ya lo hizo y estaba delante de él,
cumplió con su obligación.
[4](274 inciso 1, Mishná Brurá inciso
3).
[5](167 inciso 4, Mishná Brurá inciso
23).
[6](allí, Mishná Brurá inciso
23, 271 Mishná Brurá
al final del inciso 41. Y así también en Kaf HaJaim 167
inciso 33), y agregó
citando al Ar”i que según lo esotérico se los debe elevar
cuando pronuncia la
palabra “hamotzi”.
[7](allí 167 inciso 16, Mishná
Brurá inciso 84).
Porque debe terminar la bendición cuando el pan aún
está entero, y también la
contestación de Amén es parte de la bendición
(Shuljan Aruj HaRav allí inciso
3, Mishná Brurá inciso 85, Kaf HaJaim inciso 118).
[8](274 inciso 1, Mishná Brurá inciso
4, Shuljan
Aruj HaRav allí inciso 2).
[9](así acostumbraban Rasha”l y Shl”a como
explicó
Rashb”a, y así también consintió el Gr”a). Y las
personas acostumbran como el
Shuljan Aruj, que cortan sólo de uno de los panes (allí,
Mishná Brurá).
[10](274 inciso 1, Beit Iosef al final del inciso).
Y el Ben Ish Jai (segundo año, Vaiera inciso 15) y Kaf HaJaim
(262 inciso 2)
escribieron según Shaar HaKavanot que el orden debe ser
así: Toma ambos panes,
uno del lado derecho y el otro del lado izquierdo, y los junta cuando
la parte
de debajo de ellos se tocan, de forma que se ven como un solo pan que
tiene dos
caras, semejante al Lejem HaPanim, y corta del pan derecho (y
véase más en Kaf
HaJaim 274 inciso 2).
[11](allí, inciso 1. Ram”a, y Darkei
Moshé allí).
[12]“No se saltean las mitzvot” (Ioma 33B), es
decir,
que si se encontró con una mitzva u objeto de mitzva, no debe
saltearlo sin
cumplir la mitzva correspondiente.
Y tratándose de los dos
panes, si pone uno sobre el otro, cuando quiere tomar uno de ellos
encuentra el
que está arriba primero, y si no lo corta es como si saltease la
mitzva (Ba”j).
Por ello, escribió el Ta”z que debe poner el pan de abajo
más cerca suyo que el
de arriba, de forma que se encuentra con el pan de abajo antes, y de
esa forma
no lo saltea (allí, Mishná Brurá inciso 5). O
cuando bendice tomará el pan de
arriba y lo pondrá abajo, y cuando termine la bendición
lo cortará a él (allí).