Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Shoftim     4 de Elul 5777     No 1133


Rav Iaacov Filver

Pondrás sobre ti un rey
Rav Iaacov Filver
(reimpresión)

Cuando Rav Ashi le preguntó al rey Menashe en sueños: “De momento que ustedes eran tan sabios, ¿por qué le rindieron culto a otros dioses?”, este le contestó: “¡Si hubieses vivido en nuestro tiempo, habrías levantado la falda de tu túnica para poder correr tras nuestro a rendirles culto!” (Sanedrín 102B). Ese fenómeno - un público que marcha como ciego tras una moda que fue impuesta - se repite una y otra vez en la historia. Y los que corren tras la nueva moda la adoptan sin ningún sentido crítico, y sin darse cuenta de la falsedad y las carencias que se esconden en ella. Así acostumbraron hace más de 50 años nuestros hermanos que habitaban en Tzion frente al comunismo, cuando veían en su líder el “Sol de los Pueblos”. Y muchos marcharon ciegamente tras él, cuando en realidad se trataba de un dictador que asesinó masas enteras. Eso vuelve a repetirse en nuestros días con el “proceso de paz”, cuando muchos marchan como ciegos tras él. Y también con el cínico abuso de la democracia por parte de los políticos, que llegan al poder con falsas promesas con las que tergiversan y desfiguran la voluntad del pueblo. Y en una democracia como la de nuestros días, podemos entender mejor lo que escribió en su diario (Primera parte, 21 de Junio 1895) el fundador del Sionismo Político, Dr. Binyamin Zeev Hertzl respecto a la democracia: “Yo me opongo a la democracia porque no tiene límites, ya sea para bien como para mal, y sus consecuencias son los discursos retóricos parlamentarios y el feo tipo de políticos que buscan saciar su codicia… La democracia es una tontería política, que puede ser aceptada por el público sólo en un momento de entusiasmo revolucionario”. Esas agudas palabras que fueron escritas hace más de cien años, se plasman en nuestra vida política con toda su mentira y distorsión.
De vez en cuando se vuelve a hablar del tema de la relación entre la democracia y la Torá, lo que nos hace preguntarnos: ¿Acaso la Torá prefiere algún régimen de gobierno determinado? A primera vista, el sistema de gobierno preferido por ella es la monarquía, como dice el versículo: “Pondrás sobre ti por rey…” (Dvarim 17:15). Es por ello que el Ramba”m cuando enumera las mitzvot determina que la coronación del rey es una mitzva positiva (Sefer HaMitzvot, Positivas 173), como escribe: “Fuimos ordenados coronar un rey de Israel, que una a toda nuestra nación y nos dirija, como dice el versículo ‘pondrás sobre ti por rey’”. Pero el tema no es tan sencillo, ya que antes de hablar de la coronación del rey dice la Torá: “Cuando hubieres llegado a la tierra… y dijeres yo quiero poner sobre mí un rey, como todas las naciones que están en mis alrededores” (Dvarim 17:14). Eso indica que el nombramiento del rey depende del consentimiento y el pedido del pueblo. Y por ello, muchos de nuestros Rabanim (Rabinos) escribieron que no es una obligación, sino que sólo está permitido. Como figura en el Talmud Ierushalmi (Sanhedrín, al final del segundo capítulo). Y también así dice Rabí Saadia Gaón: “Pondrás – lo tienes permitido”. Y Rabí Abraham Eben Ezra escribe “pondrás – no es obligación”. Y el Sforno comenta: “Está permitido coronar un rey, de la misma forma que está permitido desposar a la Ifat Toar (hermosa cautiva)”. Y también los comentaristas del Ramba”m – como el Radba”z (Hiljot Melajim 3:8) – escribieron: “Y ese rey, se trata de un rey que fue coronado por un profeta y todo el pueblo consintió. Pero si una persona toma el poder y reina por la fuerza – el pueblo no tiene la obligación de acatarlo, y el que no lo obedece no se considera rebelde”. Es más, el consentimiento del pueblo es necesario no sólo para coronar al rey, sino que también determina qué atributos tendrá este. Como escribió el Jatam Sofer (Torat Moshé, Pág. 37B): “El pueblo puede condicionar con el rey hasta qué punto consiente con su gobierno”. Y por ello, escribió Maari”tz Jaiut en cuanto a las leyes del rey de Israel: “Las leyes del rey son como un contrato entre el pueblo y el rey, y el consentimiento es sólo para el bien del público. Y si el rey abusa de su poder y lo utiliza para sus necesidades personales y no para el bien del público, es considerado un crimen, un robo y una maldad. Y por ello le dijo el profeta Eliahu al rey Ajav ‘¡¿asesinaste, y también heredaste?!’”.
En resumen: Se puede decir que el régimen de gobierno preferido por la Torá es todo aquel que el público lo acepta, siempre y cuando el líder sea una persona moral, fiel a las metas auténticas del Pueblo de Israel, y utilice el gobierno para plasmar esas metas. Y ese gobernante debe tener siempre presente solamente el bien del público. Todo régimen de gobierno que tenga esas características será adecuado.


Rav Shlomó Aviner

La Tshuvá no es fácil
Rav Shlomó Aviner
(reimpresión)

Pregunta: Al confesar mis faltas [vidui, en hebreo] cuando sé que me será imposible mantener mi promesa y que nuevamente volveré a cometer cierto pecado, ¿cómo puedo hacer frente al Señor del mundo y expresar mi arrepentimiento y la verdadera aceptación del futuro?
Respuesta: Este vidui constituye un arrepentimiento verdadero, mas no es suficientemente fuerte para hacer frente a eventuales irrupciones instintivas que puedan aparecer. Constituye una verdadera Tshuvá (arrepentimiento sincero), y a pesar de no ser completa, no debemos menospreciarla.
La Tshuvá es inmensa, tan enorme, tan grandiosa, tan extraordinaria, que incluso una parte mínima de ella es considerada como algo grandioso. Una vez iniciada, ilumina el espíritu y le da fuerza al individuo para seguir ascendiendo por los peldaños de la Tshuvá.
Así como la redención es lenta, la Tshuvá avanza progresivamente, una etapa tras otra, un esfuerzo tras otro. Todas esas gotas se suman hasta formar un gran océano.
¡Dichoso quien hace de una vez una Tshuvá grande y completa! ¡Dichoso quien logra transformarse en otra persona en un instante! Rabí Elazar Ben Dordai que estaba sumido terriblemente en las profundidades del pecado, con un esfuerzo extraordinario y sobrehumano logró salvarse de su personalidad, se despedazó, hasta que se desvaneció. Surgió entonces una voz que declaró: “Rabí Elazar Ben Dordai está invitado a la vida en el mundo venidero”. Rabí lloró y dijo: “Hay quien compra su mundo en varios años y hay quien lo hace en una sola hora” (Avoda Zara 17A).
La mayoría de nosotros somos incapaces de alcanzar ese nivel de Tshuvá repentina, en el cual el fulgor de espiritualidad expulsa a la fealdad del pecado en un instante. Sin embargo, nosotros somos capaces de una Tshuvá progresiva, gradual: Subir y conquistar lentamente los caminos de la rectitud, corrigiendo nuestras virtudes, mejorando nuestros actos y aprendiendo de qué modo depurarnos hasta llegar al alto nivel de pureza (Orot HaTshuva 2).
Cuando el individuo piensa en la Tshuvá, quiere hacer Tshuvá, decide hacer Tshuvá, mismo si no es capaz aún de arrepentirse realmente, con tan sólo el deseo logra encender en su espíritu una gran luz.  Esta situación es similar a un estado corrupto, pero en el cual los intelectuales protestan enérgicamente en su contra. En cambio, puede haber otro estado corrupto en el cual los intelectuales reclinan su cabeza frente al mal. En el primer estado, existe aún la esperanza de una salvación. En el segundo, en cambio, se ha perdido toda esperanza. Asimismo, cuando el individuo se confiesa, reconoce sus faltas, protesta contra la maldad que está en él. De este modo, se expone a la luz reconfortante.
Nuestro maestro el Rav Kuk escribió: “El hombre debe revelar sus pecados…. Cuando realiza un examen de consciencia, inicia entonces un proceso de purificación, día tras día, a través de la plegaria y el reconocimiento de sus faltas. A partir de entonces, logra liberarse lentamente de la maldad, antes que ésta haya logrado constituirse en un montón que no le permita alzar su cabeza” (Orot HaKodesh Guimel 302).
Por consiguiente, la Tshuvá es por un lado una de las mitzvot más fáciles, porque por la simple evocación constituye la Tshuvá misma. Pero, por otra parte, es también la más difícil de todas las mitzvot, porque no se llega a ella sino después de un gran esfuerzo (Orot HaTshuva, prólogo).
El individuo no debe desesperarse al ver que al levantarse vuelve a caer. El tzadik, el justo, “se levanta y vuelve a caer siete veces”, hasta que no cae más. En cambio, el malvado yace caído y desesperado. A veces, el tzadik también cae en la lucha y se repone. Pero hay algo que es peor que caer en la lucha: caer sin lucha alguna.
Por lo tanto, el hombre debe tener coraje, hacer frente con integridad a la luz, fortalecerse con la Tshuvá y finalmente llegará el bien. Porque D’s no lo abandonará sino que le ayudará, hasta que llegue a las alturas y a la santidad.                                                              


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Kidush
Para cumplir la mitzva del Kidush de la mejor forma, los que están reunidos deben probar del vino. Pero pueden probar de todo vino que se encuentra delante de ellos, y no deben probar justamente del vino de la copa del que recitó el Kidush [1].
Incluso cuando los que están reunidos beben de otro vino que sirvieron en sus copas, en un principio deben beber de un vino que no es defectuoso [es decir, del que no bebieron anteriormente], y por ello si el vino que fue servido en sus copas es defectuoso, le agregarán un poco de vino de la botella para corregirlo[2].
Si desean corregir el vino en sus copas agregándole del vino de la copa del que recitó el Kidush, hay que hacerlo antes de que el que recitó el Kidush pruebe de su copa, porque después que bebió el vino que quedó en su copa no puede corregir el vino en las copas de los que están reunidos[3]. Pero también después de haber bebido de su copa el que recitó el Kidush, pueden agregar un poco de vino de la botella a la copa para corregirla, y luego verterán de la copa a las copas de los que están reunidos[4].
Si el que recitó el Kidush vierte de su copa antes de haber bebido a las copas de los que están reunidos para corregir el vino defectuoso en sus copas, no beberán los que están reunidos hasta que beba el que recitó el Kidush antes. Pero cuando el vino en las copas de los que están reunidos no es defectuoso, no tienen que esperar al vino del que recitó el Kidush, y pueden beber de sus copas antes que beba el que recitó el Kidush[5]
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[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 271 inciso 17).
[2](allí 17).
[3](allí, Mishná Brurá inciso 82, Shaar HaTziun inciso 89).
[4](allí, inciso 17).
[5](allí, inciso 16, Mishná Brurá inciso 81, Kaf HaJaim inciso 106).