Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Vaikra     5 de Nisan 5777     No 1113


Rav Jagai Londin

¡Sacrificios!
Rav Jagai Londin

Este Shabat comenzamos a leer el libro “Vaikra” (Levítico) que habla en su gran mayoría de las leyes de los Korbanot (sacrificios). Para la mayoría de nosotros todo el concepto de “sacrificio” nos parece ajeno e incluso un poco detestable: Tomar un animal, degollarlo, ver la sangre que se vuelca… ¿de esa forma se acerca a D’s? ¿Dónde está la delicadeza? ¿La espiritualidad? ¿Qué es esa costumbre pagana?
La contemplación religiosa de nuestros días, que rehúye de situaciones de ese tipo, es por supuesto una concepción delicada y más refinada que la concepción idólatra, pero también ella es falta. Es una posición cuya actitud frente al culto a D’s es estéril, falta de vida. Es una contemplación académica, fría. No se siente la necesidad del vínculo vivo, rico y efervescente con la realidad espiritual.
En la situación ideal, cuando la profecía moraba en Am Israel (el Pueblo de Israel), este no se contentó solo con la vivencia religiosa abstracta – sino que existía una exigencia de sentir la cercanía a D’s en todos los campos de la vida, también los más cercanos a los sentidos, “mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela” (Tehilim 63:2). En su aspecto negativo, esa aspiración se manifestó en la idolatría. El culto a otros dioses es un tipo de experiencia de éxtasis. Los cultos a otros dioses generaron una oferta amplia de pasiones y sensaciones corruptas, que fueron exprimidas hasta lo último en el marco de las ceremonias de la idolatría. Todas las necesidades del hombre y sus impulsos – sexo, comida, enojo, deseo de destrucción e incluso hacer las necesidades – fueron traducidos a ceremonias organizadas: Orgías, culto a Peor, cortado con lanzas y pasado de los hijos por el Molej.
En contraste, en su forma pura se expresó esa aspiración en la profecía – que se manifestó también trastornando los sistemas del cuerpo, “y cayó sobre su rostro” (Bamidvar 16:4), y en el culto de los sacrificios en el Beit HaMikdash (El Templo). En el ofrecido de los sacrificios surge “la aspiración del que rinde culto a D’s… justamente dentro del marco sencillo y natural, que también el alma infantil puede absorberlo” (el Rav Kuk, Talalei Orot). Es decir, el marco de los sacrificios le permite a los aspectos del “alma infantil” encontrar puntos de contacto con el culto a D’s. En el culto en el  Beit HaMikdash llega a su cumbre la capacidad de tomar ideas abstractas elevadas y vestirlas en un sistema de vida de sentidos efervescente, donde también los aspectos más burdos del alma humana pueden identificarse con ella; degüello de un animal, volcado de su sangre y similares. La persona, cuando llega al Beit HaMikdash ve el proceso del sacrificio con sus ojos, toca, y huele, y siente de esa forma, una vinculación única, también si es inconsciente en un principio, con las elevadas ideas que el Beit HaMikdash expresa, y de allí continúa y se eleva más y más. El culto en el Beit HaMikdash debe presentarle a la humanidad un modelo ideal de culto a D’s, y esa realidad incluye la unificación de los mundos; lo material y lo espiritual, las dimensiones espirituales y las dimensiones físicas.
Pronto, en nuestros días, Amén.


Rav Shlomó Aviner

¿Somos animales?
Rav Shlomó Aviner

Una gran bondad hizo con el género humano el periodista que escribió un artículo a favor del servicio militar mixto de soldados y soldadas en las unidades combatientes, bajo el título: “Todos somos animales”. Es cierto que no es una noticia, y por lo general los periodistas buscan novedades, y a pesar de ello es una muy importante afirmación - y hay que agradecerle.
Pero antes que expliquemos por qué hay que agradecerle citaremos otros párrafos de su artículo: “Animalidad es un regalo que nos ha concedido la naturaleza, que no hay ninguna fuerza que pueda quitárnoslo”, “todos somos animales, con instintos animales”, “un instinto natural que se creó en un proceso evolutivo”, “animal es hermoso”, “ninguna halajá de recato podrá debilitar el instinto animal que late en la persona”.
Sus palabras son claras, son ciertas, cuando el problema no es lo que fue dicho, sino que lo que no fue mencionado. Porque le es conveniente al periodista actualizarse de vez en cuando, y de momento que enarbola el estandarte de la teoría de la evolución debe saber que del animal surgió una nueva especie, y es el hombre, que todavía tiene aspectos animales, pero tiene también un aspecto humano elevado, intelectual. Si ustedes quieren, se puede formular las cosas como al principio del libro “Tania”: Un ánima Divina y un ánima animal. Y si ustedes quieren se lo puede llamar: El animal que se esconde en el hombre. En efecto, no es fácil para la persona adiestrar el animal que hay en él, por un lado no reprimirlo, ya que es necesario comer y proporcionar otras funciones básicas, y por otro lado no dejarse esclavizar por él, sino que recordar la valentía humana intelectual elevada de la persona (véase Ein Aya, Brajot 9 246).
En efecto, una dura labor es esa, pero lo que complica mucho esa lucha es la mentira y el engaño cuando se presenta esa animalidad como un ideal humano, y se la envuelve con palabras resplandecientes. En efecto, escribe el Rav Kuk que muchas veces la mentira se viste de verdad y de oro y caza almas, hasta que finalmente se revela su vergüenza y su inmundicia, incluso si está envuelta de modales y tramposas imaginaciones (Olat Reaya Bet 177).
Ahora, gracias a ese periodista, todo está claro: Se trata de una animalidad. Él no intenta embellecer, no intenta engañar, sino que declama sin mentir nada: En efecto, es animalidad, es inmundicia.
Como es sabido, los antiguos hombres rendían culto a animales, leones y leopardos, vacas y víboras y más. Nos preguntamos: ¿Hasta tal punto eran tontos que pensaban que una víbora es un dios? ¿Que la vaca es una diosa? Por supuesto que no. Ellos rindieron culto a la animalidad de esas criaturas, que identificaron como un destello de lo alto que se debe andar tras él. Es decir, idolatraron la animalidad del hombre.
A veces las personas preguntan: ¿Es cierto que la teoría de la evolución es correcta y el hombre llega del animal? Yo contesto que no sabemos. Es cierto que esa teoría no contradice a la Torá, pero no alcanza con ello para garantizar su veracidad. A fin de cuentas es una teoría hermosa, a pesar que se le puede hacer varios cuestionamientos. Pero la pregunta si acaso el hombre llega del animal no nos preocupa. Lo que fue, fue, y no se le menciona al que hizo Tshuvá (sincero arrepentimiento) sus primeras acciones. Pero lo que nos preocupa es si la persona ya dejó de ser animal, y la respuesta es que aún no, y no nos debemos dormir en la vigila.
En efecto, el Rav Kuk le recuerda a la persona su origen animal, para que “sienta que cuando corrompe sus caminos puede caer en esa oscura decadencia” (Orot HaKodesh Bet 543).


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Encendido de las velas
Cuando varias familias o varias mujeres se hospedan en un mismo lugar y comen en un comedor conjunto, como en un hotel o similar, y una de las mujeres ya encendió velas en el comedor, los poskim (sabios que determinan la halajá) difieren en cuanto si las demás mujeres pueden encender velas en ese mismo lugar y recitar la bendición correspondiente.
Hay quienes opinan que también el resto de las mujeres pueden encender velas recitando la bendición, porque con cada vela que se enciende se añade luz, y todo lo que se añade luz es mejor para la paz del hogar y agrega alegría. Y hay quienes dudan de ello, ya que también sin las velas añadidas hay suficiente luz con las velas que encendió la primera mujer.
La opinión del Shuljan Aruj es que el resto de las mujeres no deben recitar la bendición[1]. Pero en opinión del Ram”a la costumbre es como los poskim que determinaron que se puede bendecir por la luz agregada, y también el resto de las mujeres pueden encender velas y bendecir en ese mismo comedor[2].


[1](Shuljan Aruj 263 inciso 8, Mishná Brurá inciso 35 36). El Shuljan Aruj citó ambas opiniones y concluyó: “Y es correcto cuidarse cuando se trata de bendiciones, y no bendecirá sólo una de ellas”. Es decir, de momento que hay diferencia de opinión al respecto, no se debe bendecir porque quizás se trata de una bendición en vano. Y según su posición también el resto de las mujeres pueden encender las velas en el comedor, pero no pueden bendecir. (Véase Kaf HaJaim allí, inciso 54 56).
[2](Allí, Ram”a. Mishná Brurá inciso 37).
Pero también según esa posición no deben encender y bendecir dos mujeres en un mismo candelabro, a pesar que tiene varios brazos, y hay quienes permiten también eso. Y se debe confiar en esas opiniones cuando se trata de mujeres pobres que tienen sólo un candelabro (allí, Mishná Brurá).
Una mujer ciega que se hospeda y cena junto con otros, y otra mujer ya encendió allí velas de Shabat, de momento que las velas que la ciega enciende agregan a las velas ya encendidas, no debe bendecir, porque incluso según la opinión que se puede bendecir cuando se añade luz eso es cuando hay alegría por el añadido de luz, pero tratándose de una mujer ciega no tiene ninguna alegría de ello (allí, Mishná Brurá inciso 14. Kaf HaJaim inciso 28). Y véase Pri Megadim (Eshel Avraham allí, inciso 9) que si la ciega es el ama de casa, ella debe encender primera y bendecir, y luego las demás mujeres encenderán bendiciendo también.