Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Bereshit     27 de Tishrei 5777     No 1091


Rav Dov Bigún

El hombre bueno
En la actualidad

El versículo que culmina y resume los seis días de la creación revela la orientación interna de ella: “D’s vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno” (Bereshit 1:31). En efecto, la dirección en la que se dirige la creación es la revelación del bien Divino, como dicen nuestros sabios “todo lo que hace D’s, es para bien”. Y como es sabido, D’s lo creó todo, y es el dueño de todo, y debemos alabarlo como decimos al final de todos nuestros rezos “debemos alabar al Dueño de todo”.
La revelación del bien Divino es responsabilidad del hombre, como fue insinuado en el versículo “he aquí que era muy bueno” (Bereshit 1:31) – “muy”, son las letras del hombre [en hebreo, meod y Adam. N. del T.]. La meta de la creación es un hombre bueno, que a través de él se revele el deseo del bien. Y la forma de revelar el bien en nuestra vida y nuestro mundo es el estudio y el cumplimiento de la Torá, respecto a la cual fue dicho que “no hay bien como la Torá, como dice el versículo ‘porque una buena enseñanza os he dado, no abandonéis Mi Torá’ (Mishlei 4:2)” (Avot 6:3). ¿Y quién es el hombre respecto al cual habla la Torá? – Am Israel (el Pueblo de Israel), como nos indicaron nuestros sabios “ustedes son llamados hombre”.

En la actualidad, Am Israel es el pueblo que D’s eligió de entre todos los pueblos y le entregó Su Torá, “porque el núcleo interno de la esencia del alma de Kneset Israel (el alma genérica del Pueblo de Israel) es el deseo del bien para todos, sin límite alguno, ya sea en la cantidad de senderos como en las luces de bien, esa es la herencia y el patrimonio que nos legaron los patriarcas de Kneset Israel. Ese sentimiento del bien debe ser coronado con gran sabiduría y poderosa valentía para saber cómo revelarlo en la práctica, en todos sus matices” (Orot 139).
Bienaventurados somos que somos llamados “hombre”, que a través nuestro se revela el bien Divino en el mundo, porque la vida de los mundos plantó D’s dentro nuestro.

Anhelando la salvación plena

Dov Bigún


Rav Jagai Londin

La creación del mundo
Rav Jagai Londin

Cada año, cuando se lee Parashat Bereshit (Génesis), vuelve a surgir nuevamente la discusión si existe una contradicción entre la Torá y la ciencia. Hace unos cien años esa cuestión proporcionó combustible a controversias muy grandes, cuyos terremotos removieron hasta los cimientos. Hoy en día las cosas se tranquilizaron un poco, pero todavía hay que aclarar el tema. El Rav Kuk escribió en aquel entonces, en esa tempestuosa época de discusiones entre la Torá y la ciencia, una importante oración: “Una regla general cuando se habla de combate de ideas, es que cada idea que intenta contradecir algún detalle de la Torá, debemos al principio no necesariamente invalidarla, sino que edificar el palacio de la Torá más alto que ella” (Iguerot HaReaya Alef, 134). Por ejemplo, en el tema central donde a primera vista hay una contradicción clara entre la concepción de la Torá y la concepción científica: El tema de la evolución. Intentaremos comprender las palabras del Rav Kuk utilizando ese ejemplo.
El principio central de la Teoría de la Evolución - que a primera vista parece amenazar la concepción de la Torá - presenta la realidad como el resultado de una evolución gradual de millones de años, mientras que la interpretación sencilla de los versículos de la Torá habla de una creación del mundo en pocos días. En cuanto a esa aparente contradicción contesta el Rav Kuk varias respuestas, cuando la central de ellas es la comprensión que no es el papel de la Torá describir la forma en que fue creado físicamente el mundo. Cuando la Torá dice que el mundo fue creado en “seis días” no habla necesariamente de “días” según nuestros conceptos, es decir, 24 horas (eso lo podemos comprender incluso solamente de lo que cuentan los versículos que los astros fueron creados en el cuarto día, cuando en los primeros tres “días” no había sol. Entendemos de ello que esos “días” no pueden ser según la interpretación sencilla); la intención de la Torá es recalcar que la compleja realidad está compuesta de varios planos, que expresan distintos eslabones que existen en la creación, cuando cada uno de ellos es paralelo a un “día”. Por lo tanto, no es contradictorio decir que desde el punto de vista físico el proceso de la creación en efecto se continuó durante millones o millares de años, como arguye hoy en día la ciencia (y los años que contamos en nuestro calendario judío comienzan en un punto determinado, donde hubo un cambio espiritual determinado en el mundo, y no justamente desde el momento en que fue creado físicamente el universo).
En forma similar, no es obligación interpretar al pie de la letra los versículos que describen la creación del Primer Hombre del “polvo de la tierra”. Las expresiones que figuran en la Torá en cuanto a la creación del hombre no se refieren a la forma física justamente en la que fue creado, sino que su intención es expresar ideas espirituales profundas que están relacionadas con la naturaleza del alma del género humano. Rabí Iehudá Livai, más conocido por su apodo, el Mahara”l de Praga, escribe por ejemplo en su libro Netivot Olam (Netiv HaTorá 15): “Y por ello fue llamado ‘Adam’, en nombre de la tierra [adama, en hebreo. N. del T.], porque la tierra se encuentra en potencia y sale a la práctica… y el hombre debe sacar a la práctica lo que es sembrado en ella, y por ello es llamado Adam”. De acuerdo a ello, puede ser (y no es el papel de la Torá aclarar ese punto) que desde el punto de vista técnico, en efecto, fueron creadas las especies en el mundo en un proceso gradual evolutivo a través de muchas generaciones, pasando a través de varios niveles de vida, y similares.
La idea básica que nos dirige cuando son descubiertas contradicciones entre la ciencia y la Torá, a primera vista, es que la meta de la Torá de Am Israel (el Pueblo de Israel) es enseñarnos la dimensión de valores internos de la realidad, y no ser un libro de historia o física, como dice el Rav Kuk (allí): “Porque no es para nada algo fundamental en la Torá contarnos hechos sencillos y acontecimientos que pasaron. Lo principal es lo interno, la explicación interna de las cosas”. Eso no quiere decir que la Torá sea una alegoría y nada más. La mayoría de los versículos de la Torá tienen un sentido real según la interpretación sencilla, pero en cuanto a una minoría su principal sentido son las ideas espirituales. Versículos como los que cuentan la creación o “se encolerizó la nariz del Eterno” (Shmot 4:14), no pueden ser comprendidos sólo en forma sencilla. El Creador no tiene nariz como es sabido, sino que esas palabras nos quieren decir que hay un enojo en D’s o en palabras sencillas: Una carencia en la realidad.
Es más, luego de comprender que la Teoría de la Evolución no amenaza a la concepción de la Torá podemos valernos del encuentro entre esas dos concepciones y ganar con ello. Por ejemplo, el principio básico de la Teoría de la Evolución, que arguye que la creación se encuentra todo el tiempo en un proceso evolutivo gradual, es un principio muy afín con ideas esotéricas de la Torá de Israel. Como dice el Rav Kuk (Orot HaKodesh Bet, 537): “La Teoría de la Evolución, que va conquistando el mundo, es afín con los secretos de la Kabalá más que todas las otras concepciones filosóficas. La evolución, que se dirige por un trayecto de elevación, confiere el principio optimista al mundo, porque ¿cómo se puede perder las esperanzas cuando vemos que todo va evolucionando y elevándose?”. En otras palabras, la comprensión que el mundo se va desarrollando todo el tiempo, es afín con el punto de vista de fe optimista, que ve toda la creación como una realidad que va elevándose en dirección a su redención. Y en base a ello, la humanidad va avanzando. Entonces, gracias a la concepción científica de la Teoría de la Evolución, que es parte de la cultura en las últimas generaciones, fue más agudizado otro punto de vista de fe que se encontraba en la Torá.
En resumen: La discusión entre la Torá y la ciencia ya no está de moda. Hay mucho sobre lo que discutir entre la concepción religiosa y la concepción no religiosa, no se necesita generar puntos de roce superfluos.


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Agregar al Shabat
Es una mitzva agregar a lo santo, ya sea a la llegada del Shabat como a su partida[1]. El agregado al principio – es que el viernes, en cierto momento antes de la puesta del sol, la persona reciba el Shabat y deje de hacer toda Melaja (tareas que están prohibidas en Shabat). Y el agregado al final – es que cuando termina el Shabat a la salida de las estrellas, la persona espere un poco antes de volver a hacer Melaja[2].
La fuente de ello es lo que fue escrito en cuanto a Iom Kipur (el Día del Perdón), en el que la Torá nos ordenó agregar al ayuno[3], y allí el término utilizado por el versículo es “descansarán vuestro reposo” (Vaikra 23:32). De ello aprendieron nuestros sabios que en todo día en el que debemos descansar, también tenemos obligación de agregar, y por ello también en Shabat o Iom Tov (días festivos) es una mitzva agregar a lo santo[4].
El agregado al Shabat que nos ordenó la Torá al principio, debe ser antes de “Bein HaShmashot” (desde la puesta del sol a la salida de las estrellas). Porque “Bein HaShmashot” es un período de tiempo dudoso, que no sabemos exactamente si debe ser considerado todavía día, o ya debe ser considerado noche, e incluso sin ninguna orden de la Torá tendríamos la obligación de abstenernos de Melaja por las dudas, quizás ya es noche y el Shabat ha llegado. Por lo tanto, está claro que el agregado es anterior a “Bein HaShmashot”, es decir, antes de la puesta del sol, porque de momento que el sol se oculta comienza “Bein HaShmashot[5].
En forma similar, el agregado al Shabat que nos ordenó la Torá a la salida, por supuesto que es después de la salida de las estrellas, porque antes de ello es “Bein HaShmashot”, y también sin agregar nada está prohibido hacer Melaja, quizás todavía es considerado día y aún no ha terminado Shabat[6].


[1](Shuljan Aruj 261 inciso 2. Mishná Brurá inciso 19. Kaf HaJaim inciso 17). Y durante ese lapso de tiempo no hay castigo de Karet ni prohibición de la Torá (allí).
El Shuljan Aruj citó eso como una opinión que “hay quien dice”, porque el Ramba”m no coincide con ello (allí, Biur Halajá comienza iesh omrim). Y véase allí que el Gr”a determinó como el Ramba”m (véase Kaf HaJaim allí, inciso 17).
También las mujeres tienen obligación de agregar al Shabat (Kaf HaJaim allí, citando Tosafot. Y también Pri Megadim, Mishbetzot Zaav inciso 608:1)

[2] (Shuljan Aruj 261. Mishná Brurá allí y en 293 inciso 2 y Mishná Brurá inciso 5. Kaf HaJaim inciso 4. Ben Ish Jai segundo año, Parashat Vaietze inciso 1).
Y cuando sabe cuándo es la salida de las estrellas, debe esperar un poco luego de ello, y entonces tiene permitido hacer Melaja (Shuljan Aruj 293, Mishná Brurá inciso 5. Y véase Kaf HaJaim inciso 4). Y véase más adelante las halajot de la salida del Shabat y Habdala.

[3] La Gmará (Rosh HaShaná 9A) lo aprende de lo que fue dicho respecto a Iom Kipur “harán afligir vuestras almas, desde el nueve del mes al anochecer, desde un anochecer hasta el anochecer descansarán vuestro reposo” (Vaikra 23:32). ¿Puede ser que el noveno día se ayuna? El versículo dice “al anochecer”. Si es por la noche, ¿puede ser luego del anochecer? El versículo dice “el nueve”. ¿Cómo puede ser? Comienza a afligirse cuando todavía es día, para agregar al Kodesh, y también al término del día agrega, como dice el versículo “desde un anochecer hasta el anochecer” (Shuljan Aruj 261, Mishná Brurá inciso 19)
[4] (Shuljan Aruj 261, Mishná Brurá inciso 19. Kaf HaJaim inciso 17).
[5] (Allí, Mishná Brurá inciso 19 y 23. Kaf HaJaim inciso 18).
[6] Según lo anteriormente citado.