Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Pesaj     15 de Nisan 5776     Pesaj     No 1066


Rav David Landau

Pesaj
Rav David Landau

Pesaj es nuestro día de cumpleaños. Con la Salida de Egipto surgió un pueblo: “He aquí que el pueblo de los Hijos de Israel” (Shmot 1:9), “envía a Mi pueblo” (Shmot 5:1), “serán para Mi un tesoro de entre todos los pueblos” (Shmot 19:5). Desde ese entonces hasta hoy en día somos un pueblo, y en base a ello surge la renovación del resplandor de la Torá en Israel y la renovación del Reinado de Israel y más. Por ello, en la Gmará la fiesta de Pesaj es llamada “el principio de los Regalim (las tres fiestas de la Torá: Pesaj, Shavuot y Sucot)”. Es el primero según el orden cronológico, histórico. Pero no sólo en el sentido cronológico es el primero, sino que más aún en su sentido esencial y su contenido.
El Mahara”l de Praga explica que nuestro punto singular es “que nos eligió de entre los pueblos”. Nuestro tema esencial es la kdushá (santidad) del Clal (la totalidad genérica del Pueblo de Israel), la kdushá del público (Netzaj Israel, cap. 11). También entre los gentiles hay Jasidei Umot HaOlam (piadosos de las naciones del mundo), pero eso es como personas particulares, de abajo hacia arriba. Nuestro tema es el espíritu Divino que se manifiesta sobre nosotros descendiendo de lo alto hacia abajo, por la creación Divina. Fuimos creados así, ya sea que lo deseamos o no. Am Israel (el Pueblo de Israel) – es una creación que el Creador del Hombre determinó. Es parte de “he dado leyes a los cielos y la tierra” (Irmya 33:25), como está escrito: “Este pueblo que Me he creado” (Ishaya 43:21). Nuestra tarea es hacernos afines al alma que nos fue creada, ser merecedores de estar en armonía con la creación Divina.
En Pesaj se revela nuestro valor como público. Cada uno pertenece al Clal. Se revela el valor del Clal, y en base a ello se continúa el valor personal de los individuos particulares. En nuestro día de cumpleaños hay una conjugación y encuentro entre lo público y lo particular. El sacrificio de Pesaj es un sacrificio público y también del particular al mismo tiempo, y es ofrecido en grupo, en comunidad. Al principio de la creación del pueblo, se revela la plenitud de la pertenencia del particular al público, y de ello se continúa toda la Torá, toda la historia, y toda la vida. De la vinculación Divina de Clal Israel, se continúa “bendícenos, Padre nuestro, todos juntos como uno, con la iluminación de Tu rostro” (Según Sijot HaRav Tzvi Iehudá, Moadim Bet, pág. 29-33).


Rav Shlomó Aviner

Los viajes a Polonia
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra actitud en cuanto a lo que fue publicado en las noticias, que unos 50000 sobrevivientes del Holocausto tienen que pensar ahora en vísperas de Pesaj si comprar comida o remedios?
Respuesta: Lamentablemente no es algo nuevo, es una situación que se continúa ya decenas de años. Y no sólo comida o remedios, sino que también el resto de los gastos médicos y electricidad. Muchos de ellos sufren del frío.
Pregunta: Es espantoso, un escándalo. ¿Por qué no lo publican, para que la gente lo sepa?
Respuesta: Lo publican, y lo publican. La gente lo sabe. Pero el conocimiento por un lado, y las acciones por otro lado. Hay en el país unos 180000 sobrevivientes del Holocausto, un cuarto de ellos por debajo de la línea de pobreza, dos tercios – mujeres. Un tercio de ellos tienen alguna entrada por debajo del sueldo promedio, según los datos del Servicio de Seguridad Social. Todo eso aparte de la soledad, el miedo y las dificultades anímicas.
Pregunta: ¿Hay quienes son definidos como discapacitados mentales, en hostales?
Respuesta: Si, varios cientos. Lo que es peor, allí reciben un trato deplorable. También eso fue publicado en la prensa, pero palabras por un lado y la realidad por otro lado. No reciben suficiente comida, las paredes con humedad se descascaran, los médicos se ausentan, sufren de quebraduras por caídas – espantoso.
Pregunta: ¿Pero buenos judíos no ayudan a los sobrevivientes?
Respuesta: Por supuesto. Gracias a D’s, hay muchas organizaciones que los ayudan con sacrificio. Como “Ezra Miadit LeNitzolei Shoa” (Ayuda Inmediata a Sobrevivientes del Holocausto). Pero no alcanza con ello. El que visite en sus casas encontrará muebles cojeando, heladera descompuesta, cocina que no anda, una cama incómoda, etc.
Pregunta: Entonces, ¿quizás son muy importantes los viajes de la juventud a Polonia, como “Mitzad HaJaim” (La Marcha de la Vida), cerca del día del recuerdo del Holocausto, para hacerlos más consientes?
Respuesta: No tiene nada que ver. Lamentablemente, todos esos paseos – incluso “Mitzad HaJaim” – es otra forma de “hacer vida”. La juventud que vuelve de esos paseos no ayuda para nada a los sobrevivientes del Holocausto, en su necesidad de frío y hambre.
Pregunta: ¿Quizás no lo saben?
Respuesta: Por supuesto que la juventud no es culpable. Los educadores son los culpables, que los alimentan con vivencias sin ningún valor. Dicho sea de paso, paseos de ese tipo también son organizados para soldados del ejército, oficiales, soldados reservistas – y ellos sí deberían saber cuán desgraciada es la situación de un cuarto de los sobrevivientes del Holocausto. Quizás ellos se consuelan pensando que cada año mueren unos 13000 sobrevivientes, y entonces sólo hay que valerse de paciencia y el problema se desvanecerá sólo. Espantoso.
Pregunta: ¿Acaso la vivencia de la visita en los campos de concentración no influye profundamente en la juventud?
Respuesta: No. La regla en educación: Lo que se adquiere con facilidad, se pierde con facilidad. Lo que se adquiere con esfuerzo educativo largo, serio, profundo, lento, es lo que deja una profunda huella en la personalidad, en forma fija. Así es en todo tema, y así atestiguan los que participaron de viajes a Polonia.
Pregunta: ¿Entonces, por qué continúan con ello?
Respuesta: Porque se trata de un negocio turístico fantástico, con ganancias de decenas de millones por año, y por ello la propaganda es imponente. Aparte de ello, la educación de Israel y sobre todo la educación estatal se encuentran en un callejón sin salida, lamentablemente, y utilizan esos viajes como taparrabos de su fracaso. Como hemos dicho, esa no es la solución del problema, sino que a lo largo de todo el año hay que educar en serio, con valores auténticos. Viajar fuera del país no es un valor, divertirse en centros turísticos allí – como el mercado en la ciudad Zakopane – no es un valor, trasgresión del Shabat y comida que no es kasher no es un valor, el extraño y torcido culto del rumiado del recuerdo de la muerte no es un valor, procurarle el sustento a los polacos que fueron partícipes activos del genocidio no es un valor. Torá es un valor, amado de las personas es un valor, Tzaha”l (Ejército de Defensa de Israel) es un valor, ayudar a los sobrevivientes del holocausto hambrientos y sin remedios es un valor.
Pregunta: ¿Quién paga todos esos viajes?
Respuesta: Si, me olvidé. El alumno mismo tiene que pagar. Cuesta 6000 shkalim. Por ello, sólo los alumnos ricos pueden viajar, y los pobres no. También eso no es un valor, sino que un escándalo educativo.
Pregunta: ¿Pero no es importante recordar el Holocausto?
Respuesta: Por supuesto. Nosotros también recordamos la destrucción del primer y segundo Beit HaMikdash (El Templo). Para recordar el Holocausto no es necesario viajar allí, se puede aprender aquí. Tenemos el museo “Yad VaShem” (Museo del Holocausto) y otros lugares similares. Pero todo ese asunto de los viajes a Polonia es hipocresía. Querido viajante, si el recuerdo del Holocausto te es tan importante, dona esos 6000 shkalim a los sobrevivientes que dudan si comprar comida o remedios.
Pregunta: ¿Pero dijimos que la juventud no es culpable porque no sabe?
Respuesta: Es cierto. Pero no es del todo exacto. Una vez impartí una clase a alumnas de Ulpena (liceo de muchachas), unas 200. Cuando me preguntaron sobre el tema les expliqué, y luego pregunte: ¿Quién está dispuesta a renunciar al viaje y donar el dinero a los sobrevivientes hambrientos? Ninguna levantó la mano. Volví a preguntar: ¿Quién está dispuesta a donar la mitad de esa suma? Nadie levantó la mano. Probé por última vez: ¿Quién está dispuesta a donar un 10%? ¡Ninguna! Ellas no son culpables, es la educación que recibieron. Agregué: Si alguna cambia de opinión, que me llame. Al otro día, una de las alumnas me llamó: “Yo no viajo, quiero donar el dinero”. “Que D’s te bendiga”, le dije, y me emocioné hasta derramar lágrimas. Una tzadika (justa) en la ciudad.