Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Vaietze     9 de Kislev 5776     No 1044


La persona y su lugar
Rav Azriel Ariel

Uno de los más grandes desafíos que la persona debe enfrentar es construir la capacidad de “hacerse a un lado” y dejar lugar a otra persona. No estamos hablando al lugar físico, sino que al lugar social, a la posición, a un papel determinado – en la familia, o en la sociedad. El que siente que no tiene su lugar, siente que su existencia sobre la faz de la tierra no tiene sentido. Darle el lugar al prójimo es una de las cosas más difíciles para toda persona. Ya nuestros patriarcas y matriarcas tuvieron que enfrentar ese desafío, y nosotros intentaremos marchar tras ellos y aprender de ellos.
Nuestra guía es nuestra matriarca Rajel, que consintió a darle el lugar a su hermana en su casa. Es muy grande la renuncia de una mujer a su lugar exclusivo como única esposa de su marido – y Rajel hizo ese sacrificio para evitar la vergüenza de su hermana. Pero cuando pasa el tiempo, ese sacrificio termina siendo demasiado pesado. Al principio, Rajel era la esposa principal de Iaacov. “Y amó también a Rajel aún más que a Lea” (Bereshit 29:30). Y entonces, Lea da a luz el primer hijo de Iaacov, e implora “ahora me amará mi marido” (Bereshit 29:32). Luego, le nace otro hijo, y eso genera otro cambio más en la actitud de Iaacov para con ella. Con el tercer nacimiento, Lea ve que “esta vez mi marido se unirá a mí” (Bereshit 29:34). Y con el cuarto nacimiento ella le agradece a D’s por todo lo que fue merecedora ella también de ser una esposa amada a su marido.
A lo largo de todo ese tiempo Rajel ve cómo se le va “escapando” su lugar. Si al principio del camino le fue garantizado el lugar central en la carpa de Iaacov – como madre y como esposa – el lugar de la madre fue tomado por completo por Lea. Y no sólo eso, sino que también es notorio que el lugar como esposa le es quitado paulatinamente.
Por ello, nos cuenta la Torá: “Y vio Rajel que no da hijos a Iaacov, y envidió Rajel a su hermana, y dijo a Iaacov; dame hijos, porque si no, muerta soy” (Bereshit 30:1). No se trata de una envidia burda, sino que un duro sentimiento que surge en el corazón de Rajel, que siente que no tiene su lugar, ¿y qué gusto le queda en la vida a la persona que “está de más”, que no tiene un papel propio en el mundo?
Iaacov no lo pasa por alto: ¿Por qué piensas que no tienes un lugar? ¿Acaso piensas que por capricho D’s “retuvo de ti el fruto del vientre” (Bereshit 30:2)? ¿Quizás tu misión especial en el mundo es justamente enfrentar cara a cara el desafío de entregar el lugar al prójimo (véase Midrash Eija, Ptijata 24)?
Rajel entiende el sentido de sus palabras, y toma una decisión. No solamente que le da lugar a su hermana, sino que ahora le dará lugar incluso a su sirvienta. “Y dijo, he aquí mi sirvienta Bilha, llégate a ella y dará a luz sobre mis rodillas, para que también yo me edifique de ella. Y le entregó a Bilha su sirvienta como esposa” (Bereshit 30:3). En contraste con Sara - que quería que Hagar se quede en su posición de sirvienta también después de haber sido entregada a Avraham - Rajel consintió a que Bilha no se quede sirvienta, sino que sea realmente esposa de Iaacov, su marido (Or HaJaim).
Luego que Rajel fue capaz de cumplir con esa misión y darle lugar incluso a Bilha, fue merecedora de edificarse a través de ella, y dice: “Con obstinaciones porfié a D’s para ser como mi hermana, y también pude” (Bereshit 30:8). Es decir: Me compliqué espantosamente con mi hermana, pero finalmente logré salvar las complicaciones. Sólo entonces nació Iosef.
Al final, no sólo que Bilha se cuida de dejarle a Rajel su lugar como esposa principal - hasta tal punto que también en su segundo embarazo es definida como “la sirvienta de Rajel” (Bereshit 30:7) - sino que también todo Am Israel (el Pueblo de Israel) le confiere a Rajel su lugar central, cuando más que todas las otras matriarcas ella es llamada: Rajel Imeinu (nuestra matriarca Rajel), o Mame Rujel (mamá Rajel).
Nadie debe ser como nuestra matriarca Rajel. Pero todos debemos aprender de ella la capacidad de hacerle frente al desafío, de “hacernos a un lado” en el momento necesario, y dejar parte de nuestro lugar al prójimo.
“¿Quién se merece la honra? – el que honra a las criaturas” (Avot 4:1).


Rav Shlomó Aviner

Educar amando
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Qué es lo más importante en la educación de los niños? ¿Y en la familia en general?
Respuesta: Amor. “Itzjak amaba a Esav” (Bereshit 25:28). Por supuesto que Itzjak y Esav no eran parecidos. Nuestro patriarca Itzjak todo él era kodesh (santo), todo él era Torá, todo él vinculación con D’s. Y Esav, era “un hombre conocedor de la caza, hombre de campo” (Bereshit 25:27). Y a pesar de ello, Itzjak lo ama - porque es un hijo, porque se trata de una familia.
Pregunta: ¿Quizás porque a fin de cuentas le es parecido?
Respuesta: No precisamente. Por supuesto que un padre desea que su hijo se le parezca. Pero su hijo no es su pertenencia, y a veces no se le parece. Es distinto. Y hay que respetarlo, tal cual es. Por supuesto que en la niñez de Esav nuestro patriarca Itzjak utilizó todos los medios para educarlo por el camino que lo eleve. Pero ahora, él ya es una persona madura, por ello nuestro patriarca Itzjak lo ama tal cual es.
Pregunta: ¿También Esav ama a Itzjak?
Respuesta: Por supuesto. Él le entregó a su padre lo que podía, no Torá ni kdushá (santidad), sino que comida “porque tenía la presa en su boca” (Bereshit 25:28. Véase Tirgum Onkelus). Como es sabido, Esav honró mucho a su padre. No quería causarle pesar – como explica Rashi (Bereshit 27:41) – y siempre vestía sus mejores prendas para servir a su padre (Bereshit Rabah 65:16).
Pregunta: ¿Y Rivka amaba a Iaacov?
Respuesta: Por supuesto. También es su hijo, también es un elevado tzadik (justo). No nos sorprende.
Pregunta: Volvamos a Esav ¿Él no se arrepintió?
Respuesta: Todavía no. Pero en el futuro se arrepentirá. Así escribe el Rav Kuk (Iguerot Alef, carta 112).
Pregunta: ¿En resumen?
Respuesta: Padres que saben mucha pedagogía pero no están colmados de amor por sus hijos, les será muy difícil educarlos. En contraste, padres que no son tan versados en educación, e incluso tienen muchos defectos, pero aman mucho a sus hijos, el daño que producirán será muy limitado, y su aporte enorme.


Rav Shlomó Aviner

Solteros mayores
Rav Shlomó Aviner

Puede haber muchas razones para el fenómeno de los solteros mayores, pero la razón principal es el culto al individualismo. Es decir, lo que le interesa a la persona es sólo él mismo; su placer, su felicidad, sus sentimientos y sus vivencias románticas.
Por supuesto, todos somos un poco individualistas, y es legítimo, el problema comienza cuando es desmedido.
El egoísmo siempre existió, pero reconocimos que es algo negativo, e intentamos limitarlo. Pero el individualismo más y más se convierte en un ideal, va creciendo en importancia desde la aparición del “Renacimiento” hasta la “Nueva Era”.
Si a sus ojos la persona es el centro del cosmos, entonces su pareja se convierte en un objeto, cuya meta es proporcionarle sus necesidades. Esa reificación exige que su pareja sea exactamente a su medida, lo que obstaculiza el casarse y genera muchos divorcios.
El ideal que se va cristalizando en el occidente y lamentablemente también en nuestro país, es el ser soltero por convicción.
Pero nosotros, somos discípulos de nuestro patriarca Avraham, somos felices amando a nuestra pareja y haciéndola feliz.