Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Pesaj     15 de Nisan 5775     Pesaj     No 1013


¿Por qué es diferente esta noche?
Rav Itiel Ariel
(reimpresión)

La pregunta del hijo es el prólogo de la mitzva central de la Noche del Seder - la mitzva del relato de la Salida de Egipto, que es obligación del padre para con su hijo: "Y en aquel día le contarás a tu hijo..." (Shmot 13:8). Esa pregunta se refiere al cambio que distingue esa grandiosa noche de las demás noches seculares, "cuando la Matzá (pan ácimo) y el Maror (raíces amargas) se encuentran delante de ti" (Hagadá de Pesaj), y es formulada en forma detallada a través de las cuatro preguntas en las que el hijo enumera una a una todas las diferencias que caracterizan la Noche del Seder. En la Gmará explican que por lo menos parte de esas diferencias tienen sólo ese objetivo - "para que los hijos pregunten" (Shuljan Aruj, Orej Jaim 473:7): De acuerdo a ello, esos cambios no son una meta en sí, sino que solamente un medio para incitar la curiosidad de los niños en cuanto al relato de la Salida de Egipto. Esa provocación es necesaria para que el relato de la Hagadá no sea sólo un relato intelectual, sino que principalmente una vivencia acompañada de la excitación de los sentidos del niño.
Los distintos comentaristas indagan quién es el hijo que el autor de la Hagadá vio frente a él cuando formuló las cuatro preguntas, y cada uno contesta según su estilo. Hay quienes opinan que se trata de una recitación del niño falto de entendimiento, que no sabe preguntar, o a lo sumo son representativas del mundo interno del niño simple, que tiende a sorprenderse del cambio en sí, sin ser capaz de descender a lo profundo de su razón. Pero en contraste, hay quienes opinan que esas preguntas representan justamente al hijo sabio, cuyo mundo interior lo impulsa a interesarse en la esencia de la Fiesta de la Libertad y su sentido, y su investigación es resumida en la palabra "ma" ("qué", en hebreo), derivada de la palabra "mahut" ("esencia", en hebreo) (ver el comentario del Mahara”l a la Hagada). Pero de una forma u otra, esa discusión es indicio de los distintos niveles de profundidad que la pregunta "en qué se diferencia" es capaz de hacer despertar en el corazón y en el alma en esa grandiosa noche.
En un análisis más profundo, nos percatamos que las diferencias que son mencionadas en las cuatro preguntas representan en realidad orientaciones opuestas. Dos de ellas se refieren a hábitos especiales de la Noche del Seder en la que debemos comportarnos como personas libres - que acostumbran a comer tendidos a la izquierda y mojar dos veces distintos aperitivos para hacer despertar su apetito - mientras que las otras dos se refieren a hábitos contrarios, que tienen por meta hacernos sentir como esclavos - que comen hierbas amargas - y como menesterosos - cuyo pan es un pan de pobreza, del que comen sólo un trozo. Y todavía antes que el niño comience a preguntar "en qué se diferencia", debemos preguntarnos a nosotros mismos qué sentido tiene esa discordancia, cuya raíz se encuentra en la complejidad de la vida cotidiana que deseamos modificar. ¿Acaso la realidad en la que nos encontramos es deseable, y el cambio sólo tiene por cometido recalcar la grandiosidad del milagro del que fuimos merecedores, "que nos ha hecho llegar a esta noche y comer Matzá y Maror"? ¿O quizás esa realidad no es deseable, y el objetivo es expresar nuestra aspiración de libertad auténtica - lo que no nos podemos permitir en nuestra vida cotidiana?
Y realmente, esa divergencia es indicio que nos encontramos en la mitad del camino entre la esclavitud total y la libertad absoluta, y es por eso que en esa realidad hay características tan contradictorias. Desde el punto de vista superficial podemos señalar con orgullo elementos centrales de libertad individual y nacional, pero sólo el corazón sabe hasta qué punto están acompañados de un sin fin de esclavitud interna y debilidades externas. Y quizás por ello quebramos la Matzá en dos, para discernir entre la mitad llena y la mitad vacía del vaso.
Esa realidad compleja merece ser analizada en esa noche justamente a través del cambio del orden normal. Ese cambio recalca hasta qué punto es frágil nuestra libertad, y sólo un paso nos separaba de nuestra esclavitud absoluta, y la de nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos en Egipto. Sólo comprendiendo ese punto - que las bases de la libertad y la seguridad en las que nosotros nos apoyamos no son triviales - se puede aspirar a la revelación de la libertad total, más plena que la situación que nosotros conocemos hoy en día. De acuerdo a eso, el cambio de "comienza relatando la ignominia" (Psajim 11A) que nos recuerda la esclavitud del pasado no es un medio, sino que una meta, ya que es él el que prepara el cambio de "termina con la alabanza" (Psajim 11A) que se revelará pronto en nuestros días para nosotros. 

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Rav Ioram Eliahu

“Que nos ordenó comer maror…”
Rav Ioram Eliahu

La fiesta de Pesaj es la fiesta de la libertad. Nos encontramos en esa noche kdoshá (santa) y le agradecemos a D’s por nuestra gueulá (Redención) y nuestra salvación, y dentro de los simanim de la noche del Seder también tenemos la obligación de comer maror (hierbas amargas). Es extraño, ¿por qué mezclar tristeza y amargura con el momento en el que festejamos y nos alegramos? Y si ya comemos maror, ¿por qué debemos bendecir “que nos ordenó comer maror”? Es más, ¿por qué después comemos junto con la Matzá (pan ácimo) el maror, y recordamos la costumbre del anciano Hilel?
Explica el autor del libro “Sfat Emet” (Pesaj 5653) que eso nos hace saber la amargura de la galut (exilio), el dolor y la dificultad que pasamos, que no es algo separado de la gueulá, no hubo ningún cambio de voluntad o planes por parte de D’s, sino que toda la forma en que D’s nos dirigió – galut y gueulá – todo es un mismo asunto. Como decimos en el rezo “Rey que mata y hace vivir, y hace florecer la salvación” – y la guimatria de maror, es “muerte” [guimatria es el cálculo de la palabra, basándose en el valor numérico de cada letra. El hecho que la palabra maror y la palabra mavet (muerte, en hebreo) tienen el mismo valor, indica que hay una relación entre ellas. N. del T.]. Es decir, el camino hacia la gueulá plena pasa por las dificultades y las amarguras. En la galut estamos como muertos, pero dice el autor del “Sfat Emet” que eso tiene por meta “para que surja una vida nueva, y florezca una salvación para todas las generaciones”.
Y por ello comemos el maror en esa noche -  para recordar que la amargura es parte del proceso, y si lo comprendemos como es debido, entonces también podemos endulzar la amargura y las dificultades de la gueulá en esa noche. Y por ello, agrega el “Sfat Emet”, es comprensible que “si tragó el maror, no cumplió la obligación”, porque hay que sentir el gusto amargo, y sólo así se puede comprender que es parte del proceso y agradecer también por ello. Y también entendemos por qué el autor de la Hagada puso enseguida después que decimos “este maror que comemos, ¿por qué?...” la frase “en cada generación la persona debe verse a sí mismo como si hubiese salido de Egipto”, lo que nos enseña que a través del maror, con toda su dificultad, fuimos merecedores de salir de Egipto. Así también podemos explicar por qué justamente Hilel comía juntos la Matzá y el maror. Es sabido que Hilel era muy pobre, y dijeron nuestros sabios que si llegará alguna persona al tribunal Celestial y dirá que no pudo estudiar Torá, le dirán: ¿Acaso tú fuiste más pobre que Hilel, cuando él, a pesar de su pobreza, estudió Torá y se hizo merecedor de ser un importante Nasi? Es decir, Hilel justamente supo que la pobreza, la dificultad, los suplicios, no son algo malo realmente, no son sólo un castigo, sino que son un proceso que si la persona sabe mirarlo desde el punto de vista correcto, saldrá de ello con gran riqueza. E Hilel sabía que eso fue lo que lo llevó a la grandeza de la que se hizo meritorio, y por ello tomaba Matzá y maror que son el símbolo de la libertad y la esclavitud, y los comía juntos.
Y también nosotros que nos encontramos en la mesa del Seder, y festejamos esta fiesta kdoshá, debemos fortalecernos en ese conocimiento, que a pesar de las muchas tribulaciones por dentro y por fuera, y terribles desgracias que recayeron sobre la Casa de Israel, los individuos particulares y el público general, debemos colmarnos de la medida de Hilel, y comprender que D’s habla el bien para Su pueblo.
“Y el resplandor de la gueulá que llega junto con el recuerdo de Pesaj y la Matzá, los símbolos de la libertad, nos endulzarán las impresiones de amargura de la galut y sus dolencias espirituales y materiales que son simbolizadas por el maror, y seremos merecedores de la gueulá plena, que tenderá sobre nosotros la Suca del Shalom, y el resplandor auténtico, pronto, en nuestros días” (Maamarei HaReaya).