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“Tzion será redimido con juicio”
Rav Azriel Ariel
 (Beahava Ubeemuna No626)

Nuestro Rav Moshé prepara al pueblo para su entrada a Eretz Israel (la Tierra de Israel): “Volveos, y alzad el campamento, y marchad a la montaña de los emoritas... en la Arava, en la serranía, en el llano, en el Sur y en la ribera del mar... hasta el gran río, el río Prat” (Dvarim 1:7). Pero algo más es necesario: La consolidación de un sistema judicial. “Tomé, pues, las cabezas de vuestras tribus... y los puse por caudillos vuestros, jefes de miles, jefes de centenas, jefes de cincuentenas y jefes de decenas” (Dvarim 1:15). Y a su lado, un sistema de coacción: “Y por vigilantes de vuestras tribus” (Dvarim 1:15). No alcanza con constituir un sistema judicial – este también debe conducirse con rectitud y honradez: “Oíd los pleitos entre vuestros hermanos, y juzgad con justicia entre cada uno y su hermano, o su vecino o extranjero. No hagáis acepción de personas en el juicio, al pequeño oiréis lo mismo que al grande, no habéis de temer a nadie, porque el juicio es de D’s” (Dvarim 1:16-17). Sólo después de haber constituido un sistema judicial correcto, se renueva la gran marcha a Eretz Israel.
La forma que elige Moshé para relatar la consolidación del sistema judicial – en medio de la marcha a Eretz Israel – no es por azar, sino que es por principio. También en la Parashá Shoftim – donde se habla de la constitución del sistema judicial en Eretz Israel – se vuelve a repetir lo mismo: “Jueces y magistrados pondrás para ti en todas tus ciudades que el Eterno, tu D’s, te da, en tus tribus” (Dvarim 16:18). Y también allí somos ordenados conducirnos con rectitud y honradez: “Seguirás la justicia más exacta, para que vivas y poseas la tierra” (Dvarim 16:20). Hay un estrecho vínculo entre un juicio recto y la posesión de la tierra. Ya lo dijeron nuestros sabios en el midrash (Sifri), y sus palabras son citadas por Rashi: “Por mérito del nombramiento de jurados correctos, Am Israel será merecedor de vivir y asentarse en su tierra” (Dvarim 16:20, Rashi).
También la profecía de Ishayau – que vaticina la destrucción – vincula estrechamente la corrupción de la justicia con la destrucción y desolación de la tierra, y dice: “Aprended a hacer lo bueno, buscad lo justo, socorred al oprimido, mantened el derecho del huérfano, defended a la viuda” (Ishaya 1:17). Y de acuerdo a ello, se lamenta: “Cómo se ha tornado ramera la ciudad fiel!. Llena estaba de juicio, justicia moraba en ella, mas ahora, homicidas inveterados...” (Ishaya 1:21).
En el mes de Av del año 5765, pocos días después de haber leído esa Parashá y esa Haftará, nos encontrábamos en el Beit Kneset (Sinagoga) central de Neve Dekalim, al término de dos días espantosos en los que fueron expulsados los habitantes de ese asentamiento. Los ojos lloraban: Cómo puede ser que “está sentada solitaria la ciudad que estaba llena de gente, ha venido a ser como viuda?... Llora copiosamente en la noche, y sus lágrimas corres por sus  mejillas, no tiene quien la consuele entre todos sus amadores, todos sus amigos se han portado traidoramente para con ella, se han hecho enemigos suyos” (Eija 1:1-2). Los caminos del asentamiento desolados: “Los caminos de Tzion están de luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes, todas sus puertas están desoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes se afligen, y ella misma está amargada” (Eija 1:4). Y el corazón grita: Por qué?!. “Por qué ha perecido la tierra?. Por qué ha quedado asolada como el desierto, sin pasajero?” (Irmya 9:11). Y del corazón, surge el grito: “Tus ministros son rebeldes y camaradas de ladrones, cada uno de ellos ama el cochero y corre tras las dádivas, al huérfano no hacen justicia, ni llega a ellos la querella de la viuda!” (Ishaya 1:23). Dónde está la justicia?. Dónde se encuentra la rectitud?. Cómo se puede hacer sufrir de esa manera a los hermanos?. Cómo se puede arrancar huérfanos y viudas de sus casas, y junto con ellos las tumbas de sus padres y esposos?!.
No tenemos respuesta. Los caminos de D’s son ocultos para nosotros. “No hay más profeta, ni hay entre nosotros quien sepa” (Tehilim 74:9). No podemos explicar lo que pasó. Pero debemos mirar al futuro, aprendiendo del pasado. Para reconstruir a Eretz Israel no alcanza con construir casas. No alcanza con plantar árboles. No es suficiente con una agricultura exitosa y una industria triunfante. Para reconstruir a Eretz Israel hay que construir una sociedad correcta – no sólo dentro de nuestra casa particular, y no sólo en nuestras maravillosas comunidades – en toda la casa nacional. Eretz Israel no será reconstruida sin que antes sea constituido un sistema judicial que plasme en la vida social la palabra de D’s. Eso es lo que dijo Ishaya en su profecía:
“Y limpiaré enteramente tus escorias y quitaré todo tu estaño.
Y restituiré tus jueces como en un principio, y tus consejeros como de primero, después de lo cual serás llamada ‘Ciudad de Justicia’, ‘Ciudad fiel’.
Tzion será redimido con juicio, y sus habitantes con justicia” (Ishaya 1:25-27).