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"Un reino de sacerdotes y una nación santa"
Rav Azriel Ariel
(Beahava Ubeemuna No497)

Aún antes de ser entregada la Torá a Am Israel, todavía antes de ser pormenorizadas las Aseret HaDivrot (Los Diez Mandamientos), D's envía a Moshé "del monte al pueblo" para presentarles la orientación general de la Torá, que le confiere su principal sentido. "Y vosotros Me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa" (Shmot 19:6). No un conjunto de particulares que observan las leyes de la Torá juntos, sino que una nación y un reino, un pueblo y un estado. Tampoco serán un grupo que cumple la Torá para sí mismos, sino que para toda la humanidad.
"Y de esa forma serán un pueblo singular, porque seréis 'un reino de sacerdotes', para explicar y enseñar a toda la humanidad a declamar el Nombre de D's y rendirle culto juntos, como fue dicho: 'Y vosotros seréis llamados sacerdotes de D's' (Ishaya 61:6). Y como fue dicho: 'Porque de Tzión saldrá la Torá' (Mija 4:2)" (comentario de Sforno).
El mundo es capaz de soportar nuestra existencia como particulares que rinden culto a D's. Durante los muchos años de nuestra galut (exilio) el mundo se contentó - ya sea el mundo cristiano como musulmán - en mantenernos como un grupo humillado de judíos-individuales que profesan una religión ajena, que vive subyugado bajo su gobierno y depende de su misericordia. Pero le es difícil reconocer que somos un pueblo y un reino que lleva grabado el Nombre de D's en su existencia nacional, y por demás tiene una meta universal.
Según la tradición de nuestros sabios que nos llega a través de Rabí Akiva (Shabat 87A), esa expresión - "y ustedes Me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa" - le fue dicha a Am Israel el día Lunes de la semana. Ese es el día en el que fueron separadas las aguas superiores de las aguas inferiores en la creación del mundo. Ese es el día en que fueron creados la divergencia y el odio. Ese es el día en que fue creado también el gueinom (infierno). Las leyes de la misión y el destino descendieron unidas al mundo. "Har Sinai" (Monte de Sinai) - en el que recibimos las leyes de nuestra misión, es el lugar en el que recibimos el destino nacional - ser un pueblo que sufre del odio por parte de las naciones del mundo. Ese monte así se llama porque "allí descendió el odio de las naciones [en hebreo, odio es siná. N. del T.]" (Shabat 89A). El día en que recibimos nuestra misión, nos fue dictaminado ser un pueblo luchador, que se encuentra en un conflicto eterno con el mundo, no sólo por intereses y problemas particulares, sino que por su existencia en sí. Por ello, no tuvieron éxito todos los intentos de hacer desaparecer el antisemitismo del mundo. Y también los que pensaron que el día en que seamos un "pueblo normal" que habita en su tierra "como todos los pueblos" y viva su vida según las normas acostumbradas en Europa y EE.UU., desaparecerá el antisemitismo del mundo - descubrieron para su sorpresa que a lo sumo lograron convertir el "antisemitismo" en "antisionismo", pero no lo hicieron desaparecer del mundo.
Podemos ponernos a llorar por nuestro amargo destino, porque estamos destinados a sufrir el odio de los demás pueblos, que constituye un problema insoluble. Pero también podemos verlo como un reto. Si durante los miles de años de la historia sufrimos por nuestro judaísmo, eso es una señal del profundo significado que se esconde en él. Si ya hace más de cien años nuestra sangre es vertida por nuestra tierra y nuestro estado - y después de todos los intentos de terminar con esa contienda aún no vemos su final - es una señal que un importante papel les depara el futuro: "Así dice el D's, el Eterno, el que creó los cielos y los extendió, el que extendió la tierra con todo cuanto hay en ella, el que dio aliento a la gente que sobre ella vive, y espíritu a los que caminan por ella; Yo, el Eterno, te he llamado en justicia, y tendré asida tu mano, y te guardaré y te pondré como el pueblo de Mi pacto, por luz de las naciones" (Ishaya 42:5-6). El episodio de Har Sinai nos exhibió el significado de nuestra existencia, la razón del sufrimiento continuo a través de todas las generaciones. Debemos ser "una nación santa" - para con D's, nuestro Señor, y de esa forma - también un "reino de sacerdotes" para con toda la humanidad.
Esa elevada visión - es comunitaria y nacional, pero también desciende hasta la profundidad del nivel del particular. No alcanza con ser una "nación santa" a nivel público, abandonando la vida del particular en manos de la impureza y la maldad. El reinado, la estatificación, está compuesta por ciudadanos particulares, que cada uno es exigido permanecer en un nivel moral y espiritual alto semejante al Cohen (sacerdote) en su nivel particular, cuando la unión de todos en una alianza única los transforma en un "reino de sacerdotes". Sólo de esa forma se puede formar una "nación santa".
Eso no sólo señala la misión y la meta a las que aspiramos, sino que también el destino nacional. En relación a esa afinidad habla Baal HaTurim, cuando acota que la palabra "reino" figura en todo el Tanaj (La Biblia) sólo cuatro veces. Una vez, aquí - "un reino de sacerdotes", y las otras tres restantes, en relación al reino desde el punto de vista político: "Al principio del reino de Iehoiakim" (Irmya 27:1), y también "el reino de Sijón, rey de los emoritas" (Bamidvar 32:33) y "reino de Og, rey del Bashan" (Ídem.). Y concluye que "recibieron el reinado para ser 'un reino de sacerdotes', y les fue entregado el reinado de los gentiles". También la conjunción "y una nación" figura en el Tanaj sólo cuatro veces: Una de ellas - aquí, "y una nación santa", y las restantes - "y una gran nación despertará de los confines de la tierra" (Irmya 6:22), en la profecía de la destrucción de Irmya, dos veces. Y también "y una nación que no te ha conocido correrá a ti" (Ishaya 55:5), en la profecía de consuelo de Ishaya. Y también al respecto concluye Baal HaTurim: "Si ustedes serán 'una nación santa', entonces 'una nación que no te ha conocido correrá tras ti', y si no, 'una gran nación despertará'".
Que sea la voluntad del Eterno que seamos prontos meritorios de ver nuestro estado, el Estado de Israel, actuando de acuerdo a su gran misión, ser "un reino de sacerdotes y una nación santa".