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Rav Shlomó Aviner Esta guerra
Rav Shlomó Aviner
(Beahavá Ubeemuná No579)

Esta guerra es “La Guerra”, con mayúsculas. Así dijo nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk: A pesar de los terribles acontecimientos en el Holocausto, esta guerra, que comenzó con la Guerra de la Independencia es “La Guerra”, con mayúsculas, porque es la guerra por el renacimiento de la nación, por la gueulá (Redención) de Am Israel (el Pueblo de Israel) – y por ello, es también la guerra de la redención de todo el mundo y de la Shjina (manifestación de la Presencia Divina). Esta guerra a veces se viste de cierta apariencia, y a veces de otra, porque frente a nosotros se encuentra un enemigo duro y despiadado, que nunca descansa, e intenta lograr su propósito constantemente.
En realidad, no es exacto decir que comenzó con la Guerra de la Independencia. Esta guerra – cuyo objetivo es borrar a Am Israel de mapa - ya es librada desde hace mucho tiempo, a lo largo de toda nuestra historia. Con Paró (El Faraón de Egipto), con Amalek, con Sisrá, con el Imperio Babilónico, con el Imperio Griego, con el Imperio Romano – y en nuestros días, con el terrible y despreciable Hitler, maldito sea su recuerdo. El Rambam explica que en realidad, se trata de una guerra contra D’s mismo. Pero de momento que es imposible luchar contra Él, ellos luchan contra el pueblo que trasmite la Palabra de D’s al mundo, que imparte normas morales, que enseña rectitud, sinceridad, justicia, kdushá (santidad) y pureza (Igueret Teiman, 115).
Pero durante casi dos mil años - en la galut (exilio) - no podíamos luchar, sólo soportar los golpes e intentar subsistir. Ahora, gracias a D’s, nuevamente podemos protegernos, y la mitzva de la lucha volvió a renacer – como definen nuestros sabios, que la capacidad de luchar contra los enemigos es considerada el principio de la gueulá (Meguila 17B).
En realidad, esta guerra comenzó antes que surja Am Israel, como explican nuestros sabios: La guerra de nuestro patriarca Avraham contra los cuatro reyes, era en realidad la guerra entre Nimrod – el polo de la maldad en el mundo – y Avraham – el polo de la justicia (Bereshit Cáp. 14).
Por ello, no debemos engañarnos pensando que si consentiremos con nuestros enemigos ellos cesarán de molestarnos. Si nosotros traicionaremos nuestra tierra y les entregaremos parte de ella, ellos no se transformarán en amadores de la paz. Así escribe el Mahara”l de Praga, en su comentario al pasaje de la Hagadá de Pesaj que dice “Lavan pretendió destruirlo todo”: Los que se nos oponen, no lo hacen por alguna razón que puede dejar de existir, y entonces ellos dejarán de ser nuestros enemigos. Ellos se nos oponen en forma esencial, porque somos Am Israel (Gvurot HaShem, Pág. 236).
Y también en nuestros días, cuando Hitler, el Amalekita, intentó exterminarnos. Y después los Británicos que intentaron impedir la formación de nuestro estado. Y también los árabes, como dijo nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk después del “Shabat Negro” (LeNetivot Israel Alef, Pág. 84). Quizás hay gentiles que no son conscientes que la lucha en contra nuestra es en realidad la lucha contra la esencia misma de nuestra existencia. Pero hay quienes son conscientes, como Hitler y los árabes que pretenden exterminar al Estado de Israel. De una forma u otra, debemos dejar de ilusionarnos pensando que una política de aplacamiento y conciliación con nuestros enemigos nos conducirá a la paz: Es justo lo contrario!. Como le pasó a Inglaterra con Chamberlain. Lo que necesitamos es continuar con sacrificio nuestra obstinada lucha contra el mal, hasta vencerlo totalmente. Y mientras tanto, debemos alegrarnos que podemos luchar y no somos llevados como ganado al matadero, como fue durante la galut.
Ocurrió una vez que un judío estaba rezando en un Beit Kneset (sinagoga) en Iom HaAtzmaut (el Día de la Independencia). Cuando el oficiante comenzó a decir Tajanun (plegaria que no se recita en días festivos), ese judío se dirigió al atril, dio un fuerte golpe y gritó: “Yo estuve en el Holocausto, que nadie me venga a contar a mí qué es el Estado de Israel”, y dijo Halel (rezo festivo de alabanza a D’s) con las bendiciones completas.
De acuerdo a ello, también podemos responder la pregunta: De qué depende nuestro éxito en esta guerra?. De las fuerzas que Tzaha”l (Ejercito de Defensa de Israel) utiliza?. De la forma en que el gobierno la conduce?. De nuestro arrepentimiento – por lo menos en lo que respecta a nuestra convicción que Eretz Israel (la Tierra de Israel) nos pertenece?. La respuesta es que se trata de una guerra en varios campos al mismo tiempo, y por ello debemos utilizar todos los medios que se encuentran a nuestra disposición: Espirituales, nacionales y militares. Y ellos están relacionados: Gracias a la valentía espiritual, tendremos valentía nacional y valentía militar.
Y también debemos contestarle a los que preguntan: Acaso debemos seguir enrolándonos en esta guerra, cuando el Primer Ministro la vinculó con el crimen de la expulsión y la devastación de zonas de nuestra tierra – que es apodado “Plan de Convergencia”?. Y la respuesta: No luchamos por el Primer Ministro, sino que luchamos por D’s, que nos ordenó la mitzva de la guerra. Una mitzva triple: Protección del pueblo, protección de la tierra, y Santificación del Nombre de D’s en el mundo (ver LeNetivot Israel Alef, Pág. 150).