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Rav Shlomó Aviner Todo depende de la fe
Rav Shlomó Aviner
(Beahavá Ubeemuná No566)

Combatimos por Eretz Israel, por el carácter de nuestro estado y por el judaísmo en general. La crisis se agudiza. Cuanto más grandiosos son los acontecimientos, también crece la sombra que generan. Cuanto más aumenta la luz, tanto más aumenta la oscuridad en forma recíproca. No desesperamos, no nos dejamos quebrantar. Sólo estamos agitados, pensando cómo debemos actuar por el bien de nuestro pueblo y por D's?.
Hay quienes opinan que ha llegado el momento de "enojarse". "Azotaremos a los soldados y a los policías, nos desconectaremos del estado, no nos enrolaremos en el ejército. Ese será su castigo, por su mala conducta. Como un niño pequeño, que se merece una paliza".
Se trata de un error: El pueblo que habita en Tzion no es un niño pequeño, al que se lo puede asustar propinándole una paliza. Se trata de un gran pueblo, que hizo y continúa haciendo grandes obras, es un cachorro de león que ha regresado y sube a las alturas de la tierra (Bereshit 49:9, Dvarim 32:13). Nuestro pueblo no le teme a nada - y por supuesto que no le teme a las amenazas y las ofensas.
Así escribe el Rav Kuk: "Y esta elevación del público general trae aparejada también un descenso, porque esta generación encuentra que todo lo que escucha y ve - de sus padres y maestros - le es pequeño según su valor propio, sus amonestaciones no logran conquistar su corazón y no apaciguan su sed. Tampoco logran amedrentarlo ni asustarlo en lo más mínimo, porque en su esencia ya se encuentra por encima del nivel de vivir de una forma determinada para escaparse de algo o por temor, ya sea algo tangible o abstracto, algo material o espiritual. Las terribles tribulaciones y vicisitudes lo endurecieron y lo hicieron valiente, hasta tal punto que todos los horrores y temores no lo inmutan. Es capaz sólo de elevarse, de dirigirse por un camino que lo eleva intelectualmente, pero no podrá - incluso si así lo desea - encorvarse y achicarse… pero le es muy adecuado el arrepentimiento por amor, con el que se unirá la reverencia" (Eder HaIakar 111).
Todo depende de la fe - el que tiene fe en su matrimonio, está unido con su cónyuge. El que tiene fe en sus hijos, los educa como es correcto. El que tiene fe en el ejército, se enrola con alegría. El que tiene fe en
Eretz Israel, hace sus maletas y hace aliá (inmigración a Israel). El que tiene fe en Iesh"a (Iehudá, Shomrón y Aza) se adhiere a la tierra con todas sus fuerzas.
Por ello, hay sólo un remedio - añadir
emuná (fe). No una emuná pequeña - que nuestro pueblo desdeña ya hace más de doscientos años, y por ello tomó una actitud de desprecio y negativismo - sino que una gran emuná, que alumbre las tinieblas.
Y para añadir
emuná, debemos encontrarnos cara a cara, hablar de corazón a corazón, ahora más que nunca, y desde ahora para siempre.
Pero hay algo que antecede a la
emuná: El amor. Porque mi querido amigo, a pesar de todas las duras diferencias de opinión, a pesar de todas las quejas y acotaciones justas, no debes confundirte: Los judíos con los que tú estas tan "enojado" - son tus amigos auténticos. Ellos son los que te salvan de los enemigos que te atacan sin misericordia, ellos son los que sacrifican sus vidas y también la sacrificarán para que tú continúes viviendo. Ellos son los que la cualidad espiritual intrínseca propia de Am Israel - pura y kdoshá (santa) - se esconde en sus corazones, y son ellos los que en el futuro se arrepentirán sinceramente y se convertirán en los grandes tzadikim (justos). Párate en señal de respeto, con humildad, frente al pueblo kadosh (santo)!.