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Tu trajín
Rav Itiel Ariel
(Beahavá Ubeemuná No558)

El Orador de Duvna plantea una hermosa parábola - como es su costumbre - para explicar un versículo de nuestra Haftará: "Pero a Mí no me has invocado, oh Iaacov, ni te has esforzado por rendirMe culto, oh Israel" (Ishaya 43:22). Ese versículo y otros de la Haftará apodan el ofrecimiento de sacrificios en el Beit HaMikdash (El Templo) como "trajín" y "duro trabajo", y pretenden argüir que D's no desea toda esa labor si el que la efectúa no ha purificado sus intenciones.
En su parábola, el Orador de Duvna describe un changador que consintió trabajar a bajo precio, porque no estimó correctamente el peso de la mercancía que debería cargar a su espalda. Al terminar la jornada de trabajo, le protesta a su patrón diciéndole que lo engañó cuando le dijo que la mercancía era liviana. Y para su sorpresa, no sólo que el patrón no acepta su queja, sino que por el contrario, es él el que le discute con un argumento sorprendente: "Por lo visto, lo que cargaste no era mi mercancía, porque realmente la mía es muy liviana y no es difícil de llevar. Y por lo tanto, no te debo pagar absolutamente nada por tu trabajo!".
Y en forma similar comentó el Orador el versículo: Si tú sientes que se trata de una dura labor, por lo visto te has equivocado y no le estás rindiendo culto a D's en absoluto. Porque la sensación de pesadez que siente la persona que le rinde el elevado culto a D's, es producto puramente de la dificultad que él siente de identificarse con el profundo contenido de la mitzva. Esa dificultad, forzosamente generará toda una cadena de errores que lo harán sentirse encarcelado en un círculo vicioso del que es difícil liberarse.
El distanciamiento que él siente del profundo contenido de la mitzva lo hacen centrarse en los aspectos técnicos, y el vacío espiritual que es generado él intenta colmar con una sensación de pesadez artificial del yugo que él carga. Y por ejemplo: Cuanto más grande es el distanciamiento del que trae la ofrenda con su correcta intención - acercarse, vincularse y sacrificarse - más grande será su deseo de traer una ofrenda grandiosa y valiosa, para compensar de esa forma su alejamiento de D's. Pero sus desesperados intentos están condenados a fracasar, y finalmente producirán más daño que provecho. Porque justamente el esfuerzo exagerado por hacerse merecedor de experimentar sentimientos espirituales artificiales acrecienta la sensación de frustración. Y cuanto más esfuerzo invierte - la recompensa será menor aún.
Y no en vano la Torá recalca que no es la cantidad sino que la calidad lo principal, y no escamotea palabras para describir toda la gran gama de sacrificios que pueden ser ofrendados, escalonados desde el más caro hasta el más asequible. Y todo eso, para que entendamos que "ya sea el que abunda, ya sea el que escasea, lo importante es que su intención sea pura" (Kodashim 110A).
Ese concepto tiene su expresión en el salado de las ofrendas - "y sazonarás con sal toda tu oblación" (Vaikrá 2:13). La cualidad de la sal es que mejora el sabor de la carne si se utiliza cuidadosamente, en una pequeña dosis. Pero si se agrega en demasía, arruina todo el gusto del alimento. Y ya fue dicho (Rabeinu Bejaiei, allí) que hay un pacto con la sal, porque ella puede ser la que apuntale al mundo o lo destruya. Por un lado, es "El" condimento con mayúscula, que adereza los alimentos y les confiere un sabor particular. Y por otro lado, con su exceso puede convertir una tierra fértil en una desolación.
Y también se puede decir que el sentido que le damos a la mitzva, es semejante al aderezamiento del alimento con la sal. Mientras la mitzva permanece en el centro de la identificación y el "sabor" de la "sal" le es secundario - es muy bueno. Pero cuando intenta convertirse en lo principal - no hay nada más amargo que arruine el gusto de toda la comida. Y esa es la forma auténtica de rendirle culto a D's, encontrar la "sal" adecuada, en la proporción exacta, para que sea más gustoso el verdadero valor de la mitzva - "prueben y vean, que el Eterno es bueno" (Tehilim 34:9).
Que sea Su voluntad que seamos merecedores prontamente de sentir el gusto de las personas libres - que acostumbran a aderezar sus comidas.